jueves, 9 de agosto de 2012

RAB-SAQUEH.


(del acadio, probablemente significa: “Copero Principal”).
Título de un importante oficial asirio. (2Re 18:17.) Una inscripción que hizo el rey asirio Tiglat-piléser III en un edificio dice: “Envié un oficial mío, el rabsaq, a Tiro”. Además, en una tablilla conservada en el Museo Británico aparece una inscripción del rey Asurbanipal que dice: “Ordené que añadiesen a mis anteriores fuerzas (de combate en Egipto) al oficial rabsaq”. (Ancient Near Eastern Texts, edición de J. B. Pritchard, 1974, págs. 282, 296.)
Mientras Senaquerib, el rey de Asiria, ponía sitio a la fortaleza judía de Lakís, envió una poderosa fuerza militar a Jerusalén a las órdenes de Tartán, el comandante en jefe, junto con otros dos altos oficiales: el Rabsarís y el Rabsaqué. (2Re 18:17; el relato completo también aparece en Isa 36, 37.) De estos tres oficiales superiores asirios, Rabsaqué fue el vocero principal cuando se intentó forzar la rendición del rey Ezequías. (2Re 18:19-25.) Los tres estuvieron de pie junto al encañado del estanque superior. Este Rabsaqué, cuyo nombre personal no se revela, hablaba con fluidez hebreo y sirio. Llamó con voz fuerte en hebreo al rey Ezequías, pero salieron a su encuentro tres oficiales de este que le pidieron que les hablase en lengua siria en vez de la lengua de los judíos, pues la gente común que estaba sobre el muro estaba escuchando. (2Re 18:26, 27.) Sin embargo, como la situación se acomodaba al propósito de Rabsaqué como propagandista, que deseaba que el pueblo escuchase para desmoralizar sus filas, habló aún más fuerte en hebreo, seleccionó las palabras a fin de aterrorizarlos, se valió de falsas promesas y mentiras, de burla y escarnio a Yahvé, y planteó al pueblo razones para traicionar al rey Ezequías y rendirse al ejército asirio. (2Re 18:28-35.) No obstante, la gente de Jerusalén permaneció leal a Ezequías. (2Re 18:36.)
Ezequías presentó a Yahvé en oración las palabras sarcásticas de Rabsaqué y envió una delegación al profeta Isaías a fin de recibir Su respuesta. (2Re 18:37; 19:1-7.) Mientras tanto, Rabsaqué tuvo que marcharse rápidamente cuando oyó que el rey de Asiria se había retirado de Lakís y estaba luchando contra Libná. Siguiendo con su campaña propagandista contra Ezequías desde lejos, Senaquerib envió mensajeros a Jerusalén con cartas amenazadoras llenas de escarnio a Jehová con el fin de que se rindiera. (2Re 19:8-13.) El rey Ezequías llevó las cartas al templo, las extendió delante de Yahvé y a continuación elevó una oración en la que expresaba la apremiante necesidad de ayuda que tenían. (2Re 19:14-19.) Yahvé le respondió por medio del profeta Isaías y dijo sobre el rey de Asiria: “No entrará en esta ciudad, ni disparará allí una flecha, ni se presentará contra ella con escudo, ni alzará contra ella cerco de sitiar. Por el camino por el cual procedió a venir, regresará, y en esta ciudad no entrará, es la expresión de Yahvé”. (2Re 19:32, 33.) Aquella misma noche el ángel de Yahvé dio muerte a 185.000 soldados asirios, un fuerte y súbito golpe que obligó al rey asirio Senaquerib a retirarse inmediatamente a Nínive, la capital asiria, donde sería asesinado algún tiempo después. (2Re 19:35-37.) Como ocurre en el caso de todo aquel que blasfema contra el Dios vivo, Yahvé, y le desafía, los esfuerzos de Rabsaqué fracasaron.

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