martes, 11 de junio de 2013

CONOCIMIENTO.

 I. En Jn, la diferencia entre ginosko y oida parece consistir fundamentalmente en que el «saber» o «conocer» denotado por el segundo verbo se da como adquirido, prescindiendo del modo
como se ha llegado a obtenerlo, aunque a veces se indique en el texto (Jn 2,9; 4,42); ginôskô, en cambio, implica a menudo el modo de conocimiento: experiencia, intuición, trato, información, aprendizaje.

II. Conocer a Dios, el Padre. Jesús sabe quién es el que lo envía (Jn 7,29); su testimonio proviene de una experiencia personal (Jn 3,11: visión; cf. 1,18). Este conocimiento es amor recíproco e identificación (Jn 10,30.38; 14,10.11.20; 17,21).

No se puede conocer al Padre sino a través de Jesús (Mt 12,27; Lc 10,22; Jn 8,19; 14,7; cf. 1,18). Para el discípulo, la vida definitiva consiste en conocer personalmente al Padre, único Dios verdadero, conociendo a Jesús, el Mesías/salvador (Jn 17,3; cf. 12,45; 14,9); es el conocimiento basado en la relación Padre-hijo, efecto del Espíritu comunicado por Jesús.

III. Conocimiento de Jesús y los suyos.  a) Jesús conoce a los suyos con la misma cercanía e intimidad con que conoce al Padre (Jn 10,14s; cf. 10,27). No se puede saber quién es Jesús si no se descubre
en él al portador del Espíritu, que le da su identidad de Hijo de Dios (Jn 1,31.33.34; cf. 1,26; 7,27s; 8,19) y marca su itinerario Un 8,14; cf. 3,8). El trato con Jesús da ese conocimiento Un 14,9-11). El Espíritu produce en los discípulos la experiencia de la unidad de Jesús con el Padre y con ellos Un 14,20; 16,23). Jesús conoce el interior del hombre (2,24.25; 5,42; 6,15). Conocer el amor de Jesús (Ef 3,19), del plan de Dios (Ef 1,18s). El Espíritu da conocimiento (1 Jn 2,20).

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