1.
En Mc 10,6 par. y 13,19 par., «el principio de la creación» equivale a
"el principio de la humanidad». El término «creación» no se encuentra en
Mt, Lc ni Jn. Jn, sin embargo, comienza con las primeras palabras del
Génesis (1,1: «Al principio»), lo que pone a todo el evangelio en clave
de creación (vse. Introducción al Evangelio de Juan), pero en vez de
«crear/hacer» usa «llegar a ser/existir» (Jn 1,3.10.17), que deja
indeterminado el modo de llegar a la existencia, sin limitarlo a «ser
hecho»; será concretado por el verbo «nacer/ser engendrado» (1,13.18,
etc.), que denota, no la creación de un ser por acción externa, sino por
comunicación de vida.
II. Existe en Jn una diferencia entre proyecto (logos) y designio creador (tbéléma): el primero pertenece exclusivamente a Dios (1,1-4); el segundo es común al Padre y a Jesús (5,30; 6,38-40).
El
proyecto creador (Jn 1,1) consiste en que el hombre alcance la
condición divina (Jn 1,lc), en la existencia del Hombre-Dios, que se
hace realidad en Jesús (Jn 1,14; 19,30), principio de la humanidad
definitiva (nuevo Adán, el Hombre), dador del Espíritu (Jn 1,32).
El
designio creador es completar por medio de Jesús la creación del hombre
mediante la infusión del Espíritu (1,32; 3,5), para que el hombre no
perezca, sino que tenga vida definitiva (3,16s; 6,39s; 11,25s).
Por la comunicación del Espíritu, el hombre/carne pasa a ser
hombre/espíritu (3,36; cf. 7,39). Este acabamiento del hombre exige su
libre aceptación, su opción por el amor/vida (3,15.17.19). Pablo formula
la nueva condición humana como «nueva creación/nueva humanidad» (2 Cor
5,17; Gál 6,15).
Formulaciones
del designio: tener vida definitiva (6,40), nacer de nuevo (3,3,5),
recibir la capacidad de hacerse hijos de Dios (1,12) o el Espíritu
(1,32). Una vez realizado el designio comienza la realización del
proyecto, «hacerse hijos de Dios» (cf. 14,4-6: el camino hacia el Padre)
hasta alcanzar la condición divina, en paralelo con Jesús; quedará
terminado en el discípulo cuando llegue a amar como Jesús ha amado
(13,34; cf. 19,30).
El
designio no se realiza solamente a nivel individual, sino también
comunitario (cf. 6,39: «lo que me has entregado», neutro colectivo que
denota a la comunidad como un todo; 6,40: «todo el que ... »,
distributivo). Ambos aspectos son complementarios: el desarrollo
personal de la vida por la práctica del amor identifica con Jesús y con
el Padre, integrando en el «uno» (17,22). La plena realización del
proyecto no puede alcanzarse sin esta integración (17,22); el desarrollo
total de la capacidad de amar sólo es posible en la integración e
identificación con los demás, con Jesús y el Padre.
La
actividad liberadora de Jesús se incluye necesariamente en la
realización del designio. Mientras el hombre esté sometido a la
opresión, al dolor y a la muerte, no ha terminado la obra creadora de
Dios (5,17; cf. 5,3ss); de ahí que Jesús prescinda del precepto del descanso (5,9b; 9,14).
A
partir de Jesús el designio se irá realizando en los hombres a través
de los discípulos, a los que asocia a su misión (17,18; 20,21; cf.
14,15; 15,5.9).
III. Símbolos
de la nueva creación: La primera acción de Jesús se sitúa en «el día
sexto» (cf. Jn 2,1), el de la creación del hombre dando la clave para
interpretar la actividad subsiguiente. El episodio del ciego se coloca
claramente en la línea de la creación, por la mención del barro de Jesús
(9,6); Jesús muestra al ciego el proyecto de Dios sobre el hombre, cuya
plena realización es él mismo (9,35). En relación con el hombre creado
por el Espíritu están las denominaciones «hombres adultos» (6,10),
«mayor de edad» (9,21.23), peces «grandes» (21,11).
Así
como la humanidad empezó por una pareja en un parque/jardín (paraíso),
también su etapa definitiva empieza con la nueva pareja, Jesús y María
Magdalena, figura de la comunidad en el huerto/jardín (20,15ss).
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