Blanco resplandor nocturno, pintura china de la Dinastía Tang (618-907). Nueva York, Museo Metropolitano.
En
el siglo II a.e.c., con la dinastía Han y especialmente durante el
reinado de Wu-ti (140-87 a.e.c.), el confucianismo se suma plenamente a
la ideología oficial imperial. El sabio confucianista Tung Chung-shu
(179-104 a.e.c.) realiza una síntesis de las técnicas de gobierno de la
escuela legalista, que eran rivales del confucianismo, ya que planteaban
que por medio de una rigurosa y exhaustiva legislación se podría
conseguir gobernar mejor, dedicando los esfuerzos solamente a aplicar la
ley de la ética confucianista, a la que se sumaban elementos quizá
taoístas o más probablemente del sustrato sapiencial tradicional chino,
como, por ejemplo, el sistema de los cinco elementos y sus
equivalencias, que servían como medios de explicar el mundo.
Al
convertirse el confucianismo en ideología oficial, ofreció al estado
chino una religión y una moral de estado que establece un marco por el
que se rige la élite de letrados que de modo pacífico gobierna la
sociedad. Para seleccionar a los burócratas, se instauraron exámenes
imperiales. Estos exámenes, que comienzan de modo claro en la época
T'ang y no se abolirán hasta 1905, se basan en el conocimiento de los
libros y la ética confucianos. Con esta selección se elige una élite de
hombres de letras encuadrados en un estricto marco ético y religioso que
justifican como el mejor gobierno posible el que sitúa en su vértice al
emperador; se convirtieron en un medio de cohesión del pueblo chino de
tal eficacia que ni siquiera las dinastías protaoístas o probudistas,
como por ejemplo la T'ang, modificaron el sistema de gobierno. Incluso
se exportó a Corea y a Vietnam y tuvo considerable influencia en Japón,
donde obtuvo éxitos intermitentes.
En
nuestros días, el confucianismo sigue vigente en Taiwán, Corea y otros
países con fuerte emigración china, constituyendo un medio de cohesión
ideológica para más de 20 millones de personas.
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