«Procedimiento expresivo por el que se dice una cosa para significar otra”
(Simonetti).
Así
es como se define la alegoría. Se ignora quién introdujo esta expresión, que
apareció a mediados del s. 1 a.C., bien como término técnico de la retórica,
bien en relación con la interpretación de los mitos. Anteriormente, para
expresar un significado oculto en la poesía mítica se usaba el término
hyponoia.
Si
la expresión «alegoría" se afirma en el s. 1 a.C., el uso del método alegórico
aparece ya en el s. Vl a.C. con Teágenes de Reggio. En el ámbito de la cultura
literaria helénica se interpretaba tanto a Homero como a Hesíodo en clave alegórica.
También es conocida esta utilización en el ámbito filosófico.
Ya
Platón advertía que no hay que tomar los mitos al pie de la letra, sino sólo
en su capacidad alusiva y explicativa de otros contenidos más profundos.
Así,
en el Fedón 114D, después de haber presentado los lugares que ocupan las almas
después de la muerte y el destino de cada una de ellas, señala:
«Ciertamente,
sostener que las cosas son exactamente tal como las he expuesto es algo que no
conviene a un hombre que tenga sentido común: pero sostener que esto o algo
parecido a esto tiene que ocurrir con nuestras almas y con sus moradas, por el
hecho de que el alma es inmortal, es algo que me parece perfectamente
adecuado...»
En
el uso de la alegoría desempeñaron una función de primer plano los filósofos
estoicos, que, interpretando a los dioses del Olimpo como símbolos de los
elementos naturales y superando así toda forma de vulgar antropomorfismo,
supieron conjugar el politeísmo tradicional con el monoteísmo filosófico.
También
debieron de ofrecer un ámbito de aplicación del método alegórico los cultos
mistéricos, que suponían en sus iniciaciones un conocimiento y una participación
en los mitos celebrados, junto con una penetración en su sentido más recóndito.
De
todas formas, el uso de la alegoría está ligado al nombre del judío
alejandrino Filón (20 a.C.-45 d.C.), que lo aplicó al Antiguo Testamento con
la intención de hacer al libro sagrado del judaísmo compatible con la
sensibilidad moral y filosófica del mundo griego. Si en la aplicación del método
alegórico Filón se resiente del influjo del estoicismo, encuentra también su
fuente de inspiración hebrea en Aristóbulo y en la Carta de Aristeas. Pero
también los esenios y la comunidad hebrea de los terapeutas, presente en
Egipto, aplicaban ya el método alegórico en la lectura de la Biblia. El mismo
Filón declara que había tratado con «hombres inspirados", que veían en
muchas de las realidades contenidas en la Ley « símbolos visibles de las cosas
invisibles» (De specialibus legibus 111, 178). Él, por su parte, indica que «la
mayor parte de la legislación (mosaica) se expresa de forma alegórica" (De
Joseph, 28). En este caso, para entenderla correctamente, se hace necesaria la
interpretación alegórica.
El
documento más antiguo que atestigua la asunción de la alegoría en el terreno
cristiano nos lo ofrece Pablo en la carta a los Gálatas 4,24 donde aparece el
verbo allegoreuein. La utilización de esta expresión resultó decisiva para la
exégesis cristiana posterior ya que Clemente, Orígenes y los otros autores
alejandrinos apelaron precisamente a Pablo para legitimar en su base «apostólica»
la aplicación del método alegórico. Además, dado que Pablo utiliza el término
allegoreuein en el contexto de una exégesis tipológica, en tiempos sucesivos
la exégesis «alegórica» de la Biblia comprenderá también la tipología.
Entre
los Padres apostólicos está ausente el término «alegoría». Lo encontramos
un par de veces entre los apologistas del s. II (Arístides, Apol. 13, 7.
Taciano, Orat. 21) en su crítica de la interpretación griega de los mitos.
Fueron
los gnósticos los que en el s. II utilizaron más ampliamente la alegoría.
El
maestro de la alegoría dentro de la Iglesia en el s. III es sobre todo Orígenes,
natural de Alejandría lo mismo que Filón. Hay que señalar que el cristiano Orígenes
ve en la exégesis alegórica de la Biblia tan sólo un medio para desarrollar
la riqueza del anuncio de las Escrituras y para interpretar los textos que
plantean dificultades en su significado literal.
La
polémica posterior que suscitó la escuela teológica antioquena contra la exégesis
« alegórica » de los teólogos alejandrinos no comprometió el uso de la exégesis
alegórica respecto a la Biblia. Más aún, siglos más tarde, la exégesis
medieval latina de la Biblia utilizó el término « alegoría ». expresando
con él -dentro de los cuatro sentidos de la sagrada Escritura- el contenido de
la fe, tal como atestigua el siguiente dístico citado por Nicolás de Lira por
el año 1330: «Littera gesta docet, quid credas allegoria, moralis quid agas,
quo tendas anagogia » (Nicolás de Lira).
L.
Padovese
Bibl.:
M. Simonetti, Alegoría, en DPAC, 1, 69-70; Íd., Lettera eZo allegoria. U"
contributo alla storia dellésegesi patristica, Roma 1985.
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