(heb. sâqal, "apedrear"; râgâm, "arrojar piedras"; gr. katalitházÇ, "apedrear" [completamente]; lithá5Ç, "apedrear"; lithoboléÇ, "arrojar piedras"). La primera mención que aparece en la Biblia del Apedreamiento se encuentra en Ex. 8:26, cuando Moisés manifestó su temor de que si los israelitas ofrecían sacrificios en Egipto los habitantes del país los apedrearían. Sin embargo, no hay registros de que ésa fuera la manera de aplicar la pena de muerte en esa nación. Se sabe que más tarde los persas, macedonios y griegos emplearon esta pena capital. A los israelitas se les ordenó apedrear a los culpables de idolatría (Lv. 20:2; Dt. 13:6-10; 17:2-5), impudicia (Dt. 22:20-24) o blasfemia (Lv. 24:11-16; cf 1 R. 21:9-13). Antes de apedrear a una persona debían comparecer por lo menos 2 ó 3 testigos, que debían ser los primeros en arrojar las piedras; a continuación, todo el pueblo tenía que unirse para infligir ese castigo (Dt. 17:5-7). La Mishná (Sanhedrin 6:4) describe detalladamente el procedimiento para la lapidación: "El lugar del Apedreamiento debe ser del doble de la altura de un hombre. Uno de los testigos le da un empujón (al condenado) a la altura de las caderas, (de manera) que caiga sobre su corazón (de bruces). A continuación, se lo da vuelta. Si la caída le causó su muerte, (el testigo) habrá cumplido (su deber); pero si no fuere así, el segundo testigo tomará una piedra y se la arrojará al pecho. Si muere a consecuencia de esto, (el testigo) habrá cumplido (su deber); pero si así no fuere, él (el condenado) será apedreado por todo Israel, porque escrito está: Las manos de los testigos serán las primeras en intentar darle muerte, y después las manos de todo el pueblo (Dt. 17:17)" (Talmud, Soncino ed., p 295). A Acán se lo apedreó por apropiarse de ciertas objetos en contra de las instrucciones de Dios (Jos. 7:25, 26; cf 6:18, 19). Los judíos intentaron apedrear a Jesús a lo menos 2 veces por el supuesto delito de blasfemia (Jn. 8:59; 10:31-33). A Esteban lo acusaron de lo mismo y lo apedrearon (Hch. 7:57-59). Pablo fue lapidado una vez en Asia Menor (Hch. 14:19; cf 2 Co. 11:25), y estuvo a punto de ser apedreado en otras ocasiones (cf Hch. 14:5,6).
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