Hashashins,
Hassassins, hashishitas o nizaríes, eran los diferentes nombres con los
que se conocía a esta secta que, según se cuenta, fue el origen del
actual término “asesino” en la mayoría de los idiomas de occidente.
Se trataba de una secta islámica seguidora de una corriente chiita llamada ismaelita, que tuvo su máximo
poder en la dinastía Fatimí de Egipto. En realidad esta secta se
escindió de la ortodoxia ismaelita. Surgió a finales del siglo XI en el
norte de la antigua Persia, extendiéndose desde allí hasta las costas
del Mediterráneo oriental.
El
término “Hashashin” parece significar bebedor de hachís, aunque no está
claro. La leyenda les consideraba guerreros suicidas, fedayines
dispuestos a morir por el Islam que actuaban tras una formación en la
que se incluían rituales en los que el hachís estaba presente, por eso
los nazaríes fueron conocidos así.
La decadencia de la secta llegó tras la invasión de los mongoles que destruyó sus principales puntos de actividad.
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