viernes, 23 de mayo de 2014

Budismo en el Asia Central.

Aunque el budismo nunca desarrolló un movimiento misionero, las enseñanzas de Buda se difundieron ampliamente en el subcontinente indio y de allí a toda Asia. Con cada nueva cultura que encontró, los métodos y estilos budistas se modificaron para adaptarse a la mentalidad local sin comprometer los puntos esenciales de la sabiduría y la compasión. El budismo nunca desarrolló una jerarquía de autoridad religiosa con una cabeza suprema. Cada país en el que se difundió desarrolló sus propias formas, sus propias estructuras religiosas, y sus propias cabezas espirituales. La más reconocida y respetada internacionalmente de estas autoridades, en el presente, es Su Santidad El Dalai Lama del Tibet.
Hay dos divisiones principales del budismo. El hinayana o vehículo ppequeño, que enfatiza la liberación individual; mientras que el mahayana o gran vehículo enfatiza trabajar para convertirse en un Buda completamente iluminado con la finalidad de ser capaz de ayudar de la mejor manera a los demás. Cada uno tiene muchas subdivisiones. Actualmente sobreviven tres formas primordiales: una hinayana, conocida como theravada, en el sudeste asiático, y dos mahayana: las tradiciones china y tibetana.
La tradición theravada se difundió de la India a Sri Lanka y Birmania en el siglo III a.e.c., y de ahí a Yunnan en el sudoeste de China, Tailandia, Laos, Camboya, sur de Vietnam e Indonesia. Poco después se encontraron grupos de mercaderes hindúes practicantes del budismo en las costas de la Península Arábiga y hasta en lugares tan lejanos como Alejandría y Egipto. Otras formas de hinayana se difundieron desde aquel tiempo hasta el presente a Pakistán, Cachemira, Afganistán, las costas y la parte este de Irán, Uzbekistán, Turkmenistán y Tayikistán. Estos eran los antiguos estados de Gandhara, Bactria, Parthia y Sogdia. Desde esta base en Asia Central hubo una segunda expansión en el siglo II d.e.c.. al este de Turkistán (Xinjiang) y al interior de China. A finales del siglo VII a Kirgistán y Kazakstán. Estas formas del hinayana fueron más tarde combinadas con aspectos del mahayana, que también provenían de la India. Así, el mahayana eventualmente se convirtió en la forma dominante de budismo en la mayor parte del Asia Central.
La forma china del mahayana se difundió más tarde a Corea, Japón y al norte de Vietnam. Otra ola temprana de mahayana, combinada con formas shaivitas de hinduismo, se difundió de la India a Nepal, Indonesia, Malasia y a partes del sudeste asiático, empezando alrededor del s. V.
La tradición mahayana tibetana, que comenzó en el s.VII, heredó todo el desarrollo histórico del budismo indio. Se difundió a través de las regiones de los Himalayas, Mongolia, este de Turkistán, Kirgistán, Kazakstán, la parte interior norte de China, Manchuria, Siberia y la región Mongol-Kalmyk, cerca del mar Caspio, en la Rusia europea.

La forma en que se difundió el budismo

La expansión del budismo a través de la mayor parte de Asia fue pacífica y ocurrió de diversas maneras. Buda Shakyamuni marcó el precedente. Siendo maestro principalmente, viajó a los reinos cercanos para compartir sus intuiciones profundas con aquéllos que se mostrasen receptivos e interesados. De igual forma, instruyó a sus monjes a que fueran por el mundo y expusieran sus enseñanzas. Él no pedía a otros que renunciaran y dejaran su religión y se convirtieran a una nueva, pues no buscaba establecer su propia religión; simplemente trataba de ayudar a otros a sobreponerse a la infelicidad y el sufrimiento que, por falta de entendimiento, creaban para ellos mismos. Generaciones posteriores de seguidores fueron inspirados por el ejemplo del Buda y compartieron con otros los métodos que encontraron útiles en sus vidas. Así es cómo se difundió ampliamente lo que hoy llamamos “budismo”.
Algunas veces el proceso se desarrolló orgánicamente. Por ejemplo, cuando los mercaderes budistas visitaban y se establecían en diferentes tierras, algunos miembros de la poblaciones locales desarrollaban naturalmente interés por estas creencias de los extranjeros, tal como sucedió en la introducción del islam a Indonesia y Malasia. Tal proceso ocurrió con el budismo en los estados-oasis a lo largo de la Ruta de la Seda, en Asia Central durante dos siglos antes y después de la era común. Mientras los gobernantes locales y su gente aprendían más acerca de esta religión india, invitaban a monjes de las regiones nativas de los mercaderes como consejeros o maestros. De esta forma eventualmente adoptaron la fe budista. Otro método orgánico fue a través de la lenta asimilación cultural de pueblos conquistadores, como los griegos de la sociedad budista de Gandhara, en lo que actualmente es la parte central de Pakistán, durante los dos siglos posteriores al s. II a.e.c.
Sin embargo, a menudo la difusión se debía principalmente a la influencia de un monarca poderoso que había adoptado y apoyaba al budismo. Por ejemplo, a mediados del s. III a.e.c., el budismo se difundió a través del norte de la India como resultado del apoyo personal del rey Ashoka. Este gran constructor de imperios no forzó a sus súbditos a adoptar la fe budista, sino que inspiró a otros a seguir las enseñanzas del Buda grabando edictos sobre pilares de hierro a lo largo de su reino, exhortando a su pueblo a llevar una vida ética, y siguiendo estos principios él mismo.
El rey Ashoka también realizó una labor proselitista fuera de su reino, al enviar misiones a tierras lejanas. En algunas ocasiones, actuó por invitación de gobernantes extranjeros, como el rey Tishya de Sri Lanka. En otras ocasiones, envió monjes por su propia iniciativa. Estos monjes visitantes no presionaban a otros a la conversión, simplemente hacían disponibles las enseñanzas de Buda, permitiendo a la gente elegir por si misma. Esto se evidencia en el hecho de que, en lugares como el sur de la India y el sur de Birmania, el budismo se enraizó rápidamente, mientras que en otros como los estados griegos de Asia Central y Occidental, no hay evidencias de un impacto inmediato.
Otros reyes religiosos, como el poderoso mongol Altan Khan, del s.XVI, invitaron a maestros budistas a su reino y proclamaron al budismo credo oficial de sus tierras como un medio de unificar a su pueblo y consolidar su gobierno. En este proceso pudieron haberse dado prohibiciones a ciertas prácticas no budistas, religiones indígenas, y aún persecuciones, pero estos movimientos de mano dura fueron principalmente por motivos políticos. Éstos ambiciosos gobernantes nunca forzaron a sus súbditos a adoptar las formas budistas de creencia o veneración. Esto no es parte del credo religioso.
Buda Shakyamuni dijo a la gente que no siguiera sus enseñanzas a partir de una fe ciega, sino que las examinaran detenidamente antes de aceptarlas. Menos apropiado aún sería difundir las enseñanzas de Buda por medio de la coerción de fervorosos misioneros o decretos reales. Por ejemplo, cuando Neiji Toin a principios del s. XVII trató de sobornar a los nómadas del este de Mongolia para que siguieran el budismo, ofreciéndoles ganado por cada verso que memorizaran, la gente se quejó ante las más altas autoridades. Finalmente, este arrogante maestro fue castigado y exiliado.

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