(heb. dônag). Cera de abejas; la única que se sabe fue usada en el antiguo egipto, y sin duda en los países vecinos. Se empleaba en los tiempos antiguos como adhesivo, como base de las pinturas, para recubrir las tabletas para escribir, en la construcción de barcos y en la momificación. Figuramente, los corazones temerosos se derriten como la Cera ante el enemigo (Sal. 22:14) y el poder de Dios derrite la tierra y a los impíos como si fueran de esa sustancia (Sal. 68:2; 97:5; Mi. 1:4)
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