domingo, 30 de noviembre de 2014

¿SAN JOSÉ ERA CARPINTERO?

            Según una versión popular era zapatero, de donde el villancico: "En el portal de Belén / san José está haciendo botas / se le ha escapado la lezna / y se ha pinchado las pelotas." La verdad es que la palabra griega usada por el evangelista es tékton ("constructor") referida a artesano que trabaja un material duro (Mt. 13,55; Mc 6,3). Lo mismo puede aludir a un carpintero que a un cantero o un albañil. Por otra parte, la palabra aramea que significa "carpintero" (nagar) equivale a "sabio" o "erudito". ¿No confundirían los evangelistas, que escribían en griego, la palabra "sabio" con "carpintero" traducción errónea de un texto arameo, hoy perdido? Si sustituimos las menciones evangélicas al carpintero por otras equivalentes a sabio los textos resultan más verosímiles.

sábado, 29 de noviembre de 2014

Marc Hauser

Marc Hauser (Cambridge, Estados Unidos, 25 de octubre de 1959), es un biólogo evolucionista.
Licenciado en ciencias por la Universidad Bucknell y doctorado por la Universidad de California, actualmente es profesor en la Universidad Harvard en los departamentos de Psicología, Organísmica y Biología Evolucionista y Antropología Biológica. También es codirector del programa sobre la Mente, el Cerebro y el Comportamiento y director del laboratorio de Neurociencia Cognitiva de los Primates.
Sus investigaciones, centradas en el estudio de la mente de los animales humanos y no humanos, han resuelto algunos de los misterios sobre la evolución del lenguaje, la representación conceptual, la cooperación social, la comunicación y la moralidad.
Ha escrito más de doscientos trabajos de investigación y cinco libros, entre ellos: The evolution of communication (1996); Mentes salvajes: ¿Qué piensan los animales? (2000) y Moral minds: The unconscious voice of right and wrong.
Durante los últimos años estaba trabajando en un libro sobre el lenguaje junto a Noam Chomsky. Sin embargo este proyecto quedó en el aire cuando en Agosto de 2010 un comité de la Universidad de Harvard le halló culpable de ocho cargos sin especificar de conducta científica inapropiada. Siguió una intensa polémica tanto en los círculos científicos, en los que se pusieron en cuarentena numerosos trabajos de Hauser, como en los medios de comunicación generalistas. En Agosto de 2011 Hauser dimitió de su puesto en dicha universidad.

Véase también

Enlaces externos

viernes, 28 de noviembre de 2014

Campamento.

 
(heb. majaneh, tajanôth; gr. parembole).

Ubicación temporaria de un grupo de personas o soldados que viven en carpas o
enramadas.  Durante su peregrinación por el desierto, Israel vivió en
campamentos, con una distribución ordenada por unidades tribales que se
situaban alrededor del santuario portátil llamado tabernáculo (Nm. 1:47-2:34;
3:14-39).  Se exigía una estricta limpieza mediante reglamentos sanitarios (Dt.
23:9-14).

Campamento ISRAELÍ - DISPOSICIÓN

No se conoce la disposición de un Campamento militar en tiempos del AT, aunque
el heb. magâl (del verbo âgal, "formar un círculo"; 1 S. 17:20; 26:5, 7)
sugiere que era circular.  Los soldados dormían en refugios temporarios
protegidos por 3 turnos de centinelas (Jue. 7:19; fig 31).

Camello.

(heb. generalmente gâmâl; kirkârâh [plural kirkârôth, Is. 66:20]; bêker y
bikrâh se usan para los camellos y las camellas jóvenes, respectivamente [la
RVR las traduce por dromedarios en Is. 60:6 y Jer. 2:23]; gr. kámlos).

Animal ampliamente utilizado en el mundo antiguo y también en el moderno como
bestia de carga y de silla (figs 12, 30, 106).  Es un cuadrúpedo veloz y de
gran resistencia, y se lo menciona con frecuencia en la Biblia.  En  Lv. 11 y
Dt. 14 se lo incluye entre los animales inmundos.

El Camello de la Biblia es, casi sin excepción, el de una sola joroba o
dromedario, no el 193 de 2° bactriano que se muestra en el arte de la 
Mesopotamia y de Persia.  Los patriarcas poseían camellos (Gn. 24:10), y en su
tiempo había caravanas de ismaelitas formadas por este animal que recorrían el
camino entre Transjordania y Egipto (37:25; Is. 30:6).  Por el tiempo de los
jueces eran tan comunes, que los nómadas madianitas del desierto oriental
invadían Palestina con "camellos innumerables" (Jue. 6:5).  Desde ese tiempo,
aparecen con frecuencia en los relatos bíblicos, especialmente en relación con
la gente y las caravanas del desierto.  Estos animales, por lo general
pacientes y flemáticos, puede ser sumamente tercos y malvados, especialmente
cuando están en celo.  Es probable que esta sea la razón para que el profeta
Jeremías compare al  Israel idólatra con una "camellita liviana" (Jer. 2:23,
BJ).

106. Caravana de camellos precedida por un burro cerca de Esmirna, al oeste del
Asia Menor.

En el NT se menciona al Camello en relación con 2 personas: Juan el Bautista
vestía un manto (una tela áspera) tejido con su pelo  (Mt. 3:4; Mr. 1:6; cf 2
R. 1:8), y Jesús hablaba de un Camello que pasaba por el ojo de una aguja (Mt.
19:24) y de hombres que colaban el mosquito y se tragaban el Camello (23:24). 
Véase Pelo de camello.

Algunos eruditos han afirmado que este animal no habría sido domesticado hasta
el s XII a.C., y que todas las menciones anteriores del AT serían anacrónicas. 
Se basan mayormente en el hecho de que se encuentran figuras de camellos en los
relieves y murales egipcios antiguos, pero que el animal no se menciona en
textos egipcios ni cuneiformes anteriores al s XII a.C.  Aunque la evidencia
parece indicar que era muy usado antes de ese tiempo, su domesticación y empleo
esporádicos en pequeñas cantidades está bien documentada desde tiempos muy
tempranos en Egipto, Palestina y Mesopotamia.  En contextos arqueológicos muy
antiguos se descubrieron pequeñas esculturas de camellos cargados, y en un
sello cilíndrico antiquísimo de Mesopotamia aparece una representación
pictórica de un hombre montado sobre uno de ellos.  Las evidencias en favor de
la existencia del Camello domesticado llegan, en algunos casos, hasta el 3er
milenio a.C.

Bib.: F. E. Zeuner, A History of Domesticated Animals [Una historia de los
animales domesticados] (Nueva York, 1963), pp 341-360.

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Camellos
Camel seitlich trabend.jpg
C. bactrianus
Clasificación científica
Reino: Animalia
Filo: Chordata
Clase: Mammalia
Orden: Artiodactyla
Familia: Camelidae
Género: Camelus
Linneo, 1758
Especies
Camelus es un género de mamíferos artiodáctilos de la familia Camelidae que incluye a las tres especies vivientes de la familia originarias del Viejo Mundo, las que son denominadas popularmente como camellos y dromedarios. Son animales ungulados nativos de zonas secas y desérticas de Asia.

Especies

Existen tres especies de camellos:
  • Camelus ferus, es el camello salvaje o camello bactriano salvaje, el único que nunca fue domesticado.
  • Camelus bactrianus, es el camello bactriano doméstico. Este y el anterior están provistos de dos jorobas, mientras que de este y el siguiente no han sobrevivido poblaciones silvestres.
  • Camelus dromedarius, es el dromedario, el cual posee una sola joroba.
Son rumiantes sin cuernos, sin hocico, con los orificios nasales formando aberturas oblicuas, el labio superior dividido y movible por separado y extensible, sin pezuñas (tienen dos dedos diferenciados), el abdomen elevado y patas largas y delgadas. Al contrario de la creencia popular, el camello almacena grasa en vez de agua en la joroba, que suele caer hacia un costado al encontrarse sin reservas.

Biología

Su esperanza de vida está en torno a los 40 a 50 años. Un camello adulto mide 1,85 m a la altura de los hombros y 2,15 m en la joroba. La joroba sobresale unos 75 cm. Los camellos pueden correr a 65 km/h en carreras cortas y mantener una velocidad de 40 km/h.
Los camellos macho tienen un órgano llamado doula en su cuello, que es un gran saco inflable que protruye de su boca cuando está en celo, para imponer la dominancia y atraer a las hembras. Parece como una larga lengua rosada e hinchada que sale por un lado de su boca.
La familia de los camellos es originaria de América y migró a Eurasia y África gracias a las glaciaciones. Esto se comprueba mediante el amplio registro fósil de camélidos en América. El fósil de camélido más antiguo fue hallado en Kansas, a mediados de los años 1930.
Archivo:CAMELLO propuesta 4.jpg
Fotografía de un camello realizada en las Pirámides Egipcias.

Comportamiento

Por lo general, los camellos tienen un carácter pasivo. Pero, para su defensa, suelen utilizar las patadas o lanzan saliva, que produce ardor en contacto con los ojos.
Se les emplea normalmente como animales de carga, aunque también se aprovecha su piel, leche y carne. Puede ingerir 180 litros de agua de una sola vez y avanzar sin volver a tomar agua durante más de 10 días. Tradicionalmente, la leche de las hembras ayudó a sobrevivir al hombre durante viajes largos por el desierto. El pelo del camello puede hilarse para hacer vestidos y sogas. Con la piel se confeccionan sandalias y cantimploras, y el estiércol es útil como combustible para cocinar.
En el norte de África existen "dromedarios danzantes" y de competición, que divierten al público durante la fiesta conocida como "el día del camello". También son empleados para transportar turistas por el desierto.

Granjas de camellos

Durante las últimas décadas, los camellos han recuperado el reconocimiento por su potencial producción de comida en zonas áridas y semiáridas de Sudán. Después de haber sido destituidos por ineconómicos por el gobierno de Sudán, su papel vital en el soporte de poblaciones humanas en algunas de las áreas más pobres y azotadas por la sequía del mundo ha sido ahora reconocido (Hjort af Ornäs, 1988). La devastadora sequía de África entre 1984 y 1985 demostró que la posesión de camellos podía dar a los pastores una excelente oportunidad de sobrevivir. Mientras todos los rebaños de ovejas y cabras sucumbían a las áridas condiciones, la población de camellos sobrevivió relativamente ilesa. Por consiguiente, algunos grupos de pastores con profundas raíces en la ganadería, como los Samburu del norte de Kenia, empezaron a adquirir camellos (Sperling, 1987), un hecho que atrajo la atención de agencias de desarrollo y organizaciones internacionales.

Usos militares

Se han hecho intentos de utilizar los camellos como caballería y monturas de dragón y como animales de carga en lugar de caballos o mulas. Los camellos han sido usados militarmente, sobre todo, por su habilidad para asustar caballos en registros cerrados, una cualidad famosamente usada por los aqueménidos persas cuando luchaban contra Lidia. Además, los persas solían usar los camellos como trenes de avituallamiento para transportar armas y equipo. Los caballos aborrecen el olor de los camellos que están cerca, incluso haciéndose difíciles de controlar. El ejército de los Estados Unidos tuvo una unidad de camellos desplegada en California en el siglo XIX, y los establos de ladrillos todavía pueden verse en el arsenal de Benicia, ahora convertido en estudio de artistas y artesanos. Los camellos se han usado en guerras por toda África; hasta el Imperio Romano de Oriente usó tropas auxiliares conocidas como Dromedarii, reclutadas en las provincias del desierto. Durante la Guerra Civil Americana, los camellos fueron usados en una etapa experimental, pero no llegó lejos.

Véase también

Referencias

Enlaces externos

Cambista.

(gr. kermatistes, kollubistes).

Persona que cambiaba las monedas extranjeras a la moneda judía corriente, la
única aceptada para el pago del impuesto del templo o como ofrenda voluntaria.

En tiempos del NT, gran número de judíos extranjeros y de prosélitos visitaban
cada año Jerusalén, en especial durante las grandes festividades, trayendo
consigo su dinero extranjero que no era recibido en el templo.  Los sacerdotes
sólo aceptaban, como ofrendas, tetradracmas y didracmas tirias (siclos y 1/2
siclos, respectivamente), por lo que había necesidad de ubicar cambistas en
lugares estratégicos.  Durante las fiestas, estos cambistas -que comúnmente
tenían sus puestos en la ciudad -eran admitidos en el atrio de los gentiles del
templo; allí, cada uno se sentaba ante una mesa o banco (gr. trápe5a [de aquí,
trape5íts, "banquero"; Mt. 25:27]).  De acuerdo con el Talmud, por cada 1/2
siclo que cambiaban se les permitía cargar una comisión de 1 kollúbos (igual a
0,776 g de plata).  Por esta causa se los llamó kollubistes (Mt. 21:12; Mr.
11:15; Jn. 2:15).

En 2 ocasiones diferentes Jesús se indignó tanto por la falta de honradez, el
espíritu mercantil y el ruido que reinaban en el atrio del templo, que volcó
las mesas de los cambistas y expulsó a quienes vendían animales para los
sacrificios a los adoradores que estaban de visita (Mt. 21:12, 13; Jn.
2:14-16).  Véanse Banco; Dinero; Moneda.

Camarero.

(heb. sarîs, "oficial de la corte", ,eunuco"; Ñar-menûjâh, literalmente
"príncipe de un lugar de descanso"; gr. koiton, "dormitorio", "alcoba" [y de
allí, "encargado del dormitorio"]).

Oficial de la corte que por lo general, si no siempre, era un eunuco.  Las
cortes orientales empleaban eunucos no sólo para el harén del rey sino también
como oficiales en puestos clave, de confianza, en la casa real y en el
gobierno. Véase Eunuco.

El término aparece una sola vez en el AT (Jer. 51:59).  La expresión hebrea
indicaría un oficial encargado de arreglar el hospedaje del rey cuando estaban
de viaje.  Otra sugerencia es que Seraías, el oficial así llamado, fuera el
dirigente de un grupo pacifista de Jerusalén.  La BJ lo traduce como "jefe de
etapas".

En el NT también aparece una sola vez (Hch. 12:20), y se referiría a las
funciones que realizaba Blasto,* oficial del rey Herodes Agripa I.

La cámara nupcial en el Ev. de Felipe y el templo de Jerusalén


La cámara nupcial puede considerarse el rito culmen de la iniciación gnóstica valentiniana. El mito que la explica es la re-creación del andrógino primordial a través de la unión de lo masculino-femenino, ya sea que se considere este paridad como hombre y mujer, intelecto y alma, semilla terrestre y su contraparte angelical.  Los antecedentes bíblicos a la cámara nupcial son abundantes. En el N.T. Jesús se refiere a sí mismo como el novio; Pablo habla de Jesús como el hombre en relación a la mujer representada por la Iglesia (1Cor 6,15-17; 2Cor 11,1-2; Ef 5,22-23); en el templo de Jerusalén los querubines sobre el arca son unificados amorosamente por el trono en Filón (ver mi entrada: http://tomachosj.blogspot.com/2011/10/el-santo-de-los-santos-como-camara.html).  Sin embargo, el texto madre de todas estas especulaciones se encuentra en Gn 1, 26-27 de acuerdo al cual Adán fue creado como un andrógino masculino-femenino a imagen de Dios.  Por lo tanto, la perfección radica en la condición andrógina, volver a reunir lo que el demiurgo ignorante separó.

En las escuelas valentinianas la idea del andrógino se entiende de la siguiente manera. La condición femenina se entiende como la más débil, en búsqueda de la contraparte masculina que le permita ascender hacia el pleroma. Lo femenino representa los aspectos de la personalidad humana dominados por las emociones, las pasiones, lo receptivo…todo aquello que debe trascenderse y educarse hacia la apatía. En ese sentido el ser humano como el aspecto débil o femenino se une con su contraparte angelical en la cámara nupcial para poder subir al pleroma.   Lo angelical representaría la dimensión divina o el intelecto, la parte superior del alma que todavía reside en el mundo espiritual y que debemos recobrar para así asumir nuestra naturaleza primigenia, la andrógina.  La unión entre el intelecto (lo angelical) y lo pasional (humano) a través de la cámara nupcial produce la condición primigenia deseada. Este tipo de ideal no es apto para todos…tal como lo dice el Evangelio de Felipe: La cámara nupcial no es para los animales, no es para los esclavos, tampoco para las mujeres, sino que es para los hombres libres y las vírgenes (NHC II 69,1-3). La iniciación en la cámara nupcial es tan importante que es imposible recibir la luz definitiva si nos pasando a través de ella (NHC II 86,1-18). Esta es la luz que provee la verdadera imperturbabilidad a través de toda la vida de la persona, tal como si estuviese viviendo ya en el pleroma.
En el mito gnóstico, la unión del hombre con su contrapartida angelical en la cámara nupcial se fundamenta en la unión entre el Salvador y la Sofía caída (NHC II 71, 3-15). Esta unión constituye la redención de la divinidad. La restauración del pleroma. Siguiendo el simbolismo del templo de Jerusalén y el sumo sacerdocio, el Evangelio de Felipe dice que el pleroma representa el santo de los santos, el cual se ha aislado del cosmos representado por los distintos patios que configuran el templo. A través del pecado de la Sabiduría, el pleroma se separó del cosmos al modo como el santo de los santos se vio separada por un velo de los demás patios del templo. Pero ahora, a través de la unión entre el Salvador y la Sabiduría, el velo que separa el santo de los santos (el pleroma) de las demás cortes se ha roto y el pleroma como una totalidad ha vuelto convertirse en una unidad (NHC II 84, 14-85, 21). Esta unión entre el Salvador y la Sabiduría en la cámara nupcial se entendía simbólicamente a través de la relación de Jesús con María Magdalena. La alusión que en el Ev.Fel se hace a que Jesús solía besar a María Magdalena se referiría a parte sustancial del rito de la cámara nupcial (NHC II 59,2-6; 63, 30-64,2). Como sea, hacia el pleroma como el templo restaurado en su unidad fundamental  pueden regresar los espirituales, quienes como sacerdotes,  participan junto al sumo sacerdote Jesús. Mientras que los físicos (los cristianos comunes y corrientes) también serán salvados por la Iglesia. Para más detalles: J. D. Turner, “Ritual in Gnosticism” , p.111-118.

Cámara.

Traducción de varias palabras hebreas que designan habitaciones, cuartos o
salas de una vivienda o de un palacio.  En el caso de la Cámara de Dn. 6:10, la
palabra aram. illî se refiere a una pieza ubicada en el piso superior de un
edificio.  En Jl. 2:16 se usan 2 palabras hebreas: jeder, "cámara", y juppâh,
"tálamo", "dosel nupcial".  Jeder también se usa en 1 Cr. 28:11, donde
aparentemente se refiere a una privada habitación interior del templo, según
los planes del rey David; en Jue. 3:24 hace referencia a la sala de verano, un
lugar privado.  Otras palabras hebreas apuntan al uso de la habitación como
dormitorio o lugar de estar en el interior de la casa. Véase Aposento


La cámara nupcial puede considerarse el rito culmen de la iniciación gnóstica valentiniana. El mito que la explica es la re-creación del andrógino primordial a través de la unión de lo masculino-femenino, ya sea que se considere este paridad como hombre y mujer, intelecto y alma, semilla terrestre y su contraparte angelical.  Los antecedentes bíblicos a la cámara nupcial son abundantes. En el N.T. Jesús se refiere a sí mismo como el novio; Pablo habla de Jesús como el hombre en relación a la mujer representada por la Iglesia (1Cor 6,15-17; 2Cor 11,1-2; Ef 5,22-23); en el templo de Jerusalén los querubines sobre el arca son unificados amorosamente por el trono en Filón (ver mi entrada: http://tomachosj.blogspot.com/2011/10/el-santo-de-los-santos-como-camara.html).  Sin embargo, el texto madre de todas estas especulaciones se encuentra en Gn 1, 26-27 de acuerdo al cual Adán fue creado como un andrógino masculino-femenino a imagen de Dios.  Por lo tanto, la perfección radica en la condición andrógina, volver a reunir lo que el demiurgo ignorante separó.

En las escuelas valentinianas la idea del andrógino se entiende de la siguiente manera. La condición femenina se entiende como la más débil, en búsqueda de la contraparte masculina que le permita ascender hacia el pleroma. Lo femenino representa los aspectos de la personalidad humana dominados por las emociones, las pasiones, lo receptivo…todo aquello que debe trascenderse y educarse hacia la apatía. En ese sentido el ser humano como el aspecto débil o femenino se une con su contraparte angelical en la cámara nupcial para poder subir al pleroma.   Lo angelical representaría la dimensión divina o el intelecto, la parte superior del alma que todavía reside en el mundo espiritual y que debemos recobrar para así asumir nuestra naturaleza primigenia, la andrógina.  La unión entre el intelecto (lo angelical) y lo pasional (humano) a través de la cámara nupcial produce la condición primigenia deseada. Este tipo de ideal no es apto para todos…tal como lo dice el Evangelio de Felipe: La cámara nupcial no es para los animales, no es para los esclavos, tampoco para las mujeres, sino que es para los hombres libres y las vírgenes (NHC II 69,1-3). La iniciación en la cámara nupcial es tan importante que es imposible recibir la luz definitiva si nos pasando a través de ella (NHC II 86,1-18). Esta es la luz que provee la verdadera imperturbabilidad a través de toda la vida de la persona, tal como si estuviese viviendo ya en el pleroma.
En el mito gnóstico, la unión del hombre con su contrapartida angelical en la cámara nupcial se fundamenta en la unión entre el Salvador y la Sofía caída (NHC II 71, 3-15). Esta unión constituye la redención de la divinidad. La restauración del pleroma. Siguiendo el simbolismo del templo de Jerusalén y el sumo sacerdocio, el Evangelio de Felipe dice que el pleroma representa el santo de los santos, el cual se ha aislado del cosmos representado por los distintos patios que configuran el templo. A través del pecado de la Sabiduría, el pleroma se separó del cosmos al modo como el santo de los santos se vio separada por un velo de los demás patios del templo. Pero ahora, a través de la unión entre el Salvador y la Sabiduría, el velo que separa el santo de los santos (el pleroma) de las demás cortes se ha roto y el pleroma como una totalidad ha vuelto convertirse en una unidad (NHC II 84, 14-85, 21). Esta unión entre el Salvador y la Sabiduría en la cámara nupcial se entendía simbólicamente a través de la relación de Jesús con María Magdalena. La alusión que en el Ev.Fel se hace a que Jesús solía besar a María Magdalena se referiría a parte sustancial del rito de la cámara nupcial (NHC II 59,2-6; 63, 30-64,2). Como sea, hacia el pleroma como el templo restaurado en su unidad fundamental  pueden regresar los espirituales, quienes como sacerdotes,  participan junto al sumo sacerdote Jesús. Mientras que los físicos (los cristianos comunes y corrientes) también serán salvados por la Iglesia. Para más detalles: J. D. Turner, “Ritual in Gnosticism” , p.111-118.

Camaleón.

(heb. kôaj y tinshemeth).

Reptil insectívoro que puede cambiar el color de su piel de acuerdo con su
estado de ánimo o el ambiente en que se encuentra.  El primer término de Lv.
11:30, traducido "camaleón" en la BJ, es propiamente una variedad de lagarto de
la arena, Monitoridae o Varanidae; mientras que a lo que la BJ llama "topo",
tinshemeth, es el camaleón; la RVR traduce bien ambos términos.

Camaleones
Jackson's Chameleon 2 edit1.jpg
Camaleón de Jackson (Chamaeleo jacksonii)
Clasificación científica
Reino: Animalia
Filo: Chordata
Clase: Sauropsida
Orden: Squamata
Suborden: Lacertilia
Infraorden: Iguania
Familia: Chamaeleonidae
Gray, 1825
Géneros

Los antiguos atribuían a este animal varias propiedades fabulosas. Decían que:
  • la lengua del camaleón arrancada estando vivo servía para ganar un pleito al que la poseía
  • hacía tronar y llover si quemaban su cabeza y su tragadero con leña de roble o bien si se asaba su hígado en una teja roja
  • arrancado el ojo derecho del animal aún vivo y puesto en un vaso con leche de cabra, aclaraba la vista
  • su lengua atada a la cintura de una mujer estando encinta le facilitaba el parto
  • su quijada derecha, llevada habitualmente, alejaba todo temor
  • su cola detenía el curso de los ríos
Plinio refiere que Demócrito escribió un libro entero de ellas.2

Cama.

Cama de Hetepheres. Dinastía IV de Egipto, c. 2600 a. C. Museum of Fine Arts, Boston, Estados Unidos.
(heb. generalmente mittâh y mishkâb; gr. klín, krábbatos, klinárion).

Este término, que aparece con frecuencia en las Escrituras, no siempre
corresponde a un mueble; en muchos casos, sencillamente señala el lugar donde
la gente se reclinaba o acostaba (Job 17:13; Sal. 63:6; etc.).  Para los
antiguos, a veces no era más que una estera o una manta extendida sobre el piso
(Jn. 5:8, Jesús ordena al hombre inválido que tome su Cama y camine).  Sin
embargo, las camas existieron desde épocas muy 192 antiguas.  La Biblia
menciona que los reyes y los ricos usaban camas o divanes adornados (Est. 1:6;
Ez. 23:41; Am. 3:12; 6:4).  En Israel, en tiempos del NT, la realeza o los
nobles tenían camas altas; las clases más pobres, camas bajas.  En Egipto se
descubrieron camas de esos tiempos, y en la excavación del sureño Tell
el-Farah (en Palestina) se hallaron esquineros metálicos.  La "cama" de Og,
rey de Basán, por mucho tiempo conservado en Rabá de los amonitas (Dt. 3:11),
habría sido su sarcófago.

105. Cama de la reina Hetep-heres, madre del constructor de la Gran Pirámide en
Gîzeh. La cabecera está a la derecha.

La cama, que tiene forma propia desde las antiguas civilizaciones de Egipto y Asiria, consiste en un bastidor rectangular alargado, de madera o de metal, sostenido por pies elevados y terminado en un extremo o en ambos en un cabecero a modo de respaldo, que suele adornarse con figuras.
Según algunos historiadores[cita requerida], los griegos fueron los primeros que colocaron una especie de cabecero, más o menos elevado, sobre el armazón de la cama constituida por cuatro palos ensamblados, los cuales componían los montajes que sostenían la cama propiamente dicha.
Los persas, antes que los griegos, tenían sus camas con baldaquinos y la cubrían con muchos tapices. Los baldaquinos los adornaban con bordados, metales preciosos (oro y plata), marfil y perlas.
Los Romanos también tenían unas camas semejantes y, a medida que el Imperio se fue agrandando y enriqueciendo con sus conquistas, se fueron haciendo de maderas finas, como el ébano, cedro, etc., así como el bronce, variando también la clase de sus colchones, los cuales en un principio consistían en un sencillo saco de paja, pero que después se rellenaron de lana de Mileto y, posteriormente, de finísimas plumas.
En la Europa occidental, después de Jesucristo y hasta finales del siglo XII, aunque la cama debió de ser considerada como un mueble de gran importancia, desapareció en gran parte este lujo. Los príncipes tenían oficiales a su servicio que tenían el encargo de cuidar de su lecho. Las dimensiones de la cama llegaron a ser tan grandes que alguno de estos príncipes hacían que un criado golpease con un palo los colchones para persuadirse de que en ellos no se ocultara ninguna persona.
En la época de Carlomagno, como prueba de deferencia y distinción se compartía la cama con el compañero de armas o con el huésped a quien se quería honrar, sin que la esposa del que prodigaba tal atención se marchara a otro lecho. Por entonces llegó a ser costumbre que la mujer acostará en su lecho a los perros. Y hasta hubo camas en las que se llegó a acostar a toda la familia: de aquí que sus dimensiones fueran tan descomunales.
En la época medieval aún se extendían tapices sobre el suelo o en algún banco adosado al muro, en los que se colocaban almohadones de plumas, lana o de crin animal y se utilizaban, a modo de cobertores, pieles de animales.
Las camas de los egipcios tenían sus pies en forma de patas de animales figurando en su cabecero la cabeza de éstos. Las de los griegos y romanos solían llevar pies torneados y rectos y unas y otras se adornaban con incrustaciones preciosas. Durante los primeros siglos de la Edad Media la cama tuvo una estructura muy sencilla en Occidente, siempre rectangular y con pies rectos. Pero no faltaron ejemplares en que los pies eran a modo de columnas torneadas y esculpidas y más altas que el lecho, terminando por arriba en pomo. Llegado el siglo XIII, volvió a ponerse en uso la ornamentación de toda la cama con pinturas, relieves e incrustaciones y elevado cabecero, si se trataba de camas señoriales, y así se mantuvo hasta nuestros días con las variantes propias de los estilos de cada moda.
Con frecuencia, y muy especialmente en los lugares fríos, se colocaba sobre la cama un pabellón o baldaquino ya desde las civilizaciones remotas, como se manifiesta en los relieves asirios y como se han visto en algunos ejemplares hallados en Egipto. Este pabellón, con unas cortinas, servía para reducir el tamaño del habitáculo consiguiendo que el calor corporal lo calentase con más facilidad que a toda la habitación. Desde el siglo XV dicho pabellón suele montarse en forma de lujosos doseles ya solos, ya apoyados sobre columnillas que se alzan sobre los pies o ángulos de la cama.
Por el contrario, en lugares especialmente cálidos, las camas eran de materiales buenos conductores del calor para evitar sentirse rodeado de material aislante por la noche y disipar mejor el calor del cuerpo. En Al-Ándalus, pueden encontrarse lechos de la época califal, hechos de obra, con alicatado, en los que se sacrificaba la blandura del colchón en favor de mayor comodidad térmica.1
El 7 de julio de 1946, el magnate Howard Hughes sufrió un gravísimo accidente en Los Angeles cuando efectuaba el primer vuelo de prueba experimental del avión espía XF-11. Sufrió lesiones internas, múltiples fracturas (la clavícula, todas las costillas...) y quemaduras de tercer grado por todo el cuerpo que le dejarían secuelas el resto de su vida. En el hospital, Hughes llamó a sus ingenieros para que le hicieran una cama a medida. Siguiendo sus indicaciones técnicas, le pusieron un sistema hidráulico manejado por 30 motores eléctricos, que le permitía ajustar la cama pulsando varios botones, creando la moderna cama de hospital.

Calzoncillo.

(heb. miknesê [quizá derivado del verbo kânas, "cubrir", "esconder"]).

Pieza de ropa interior parecida a pantalones.  Los calzoncillos de los
sacerdotes eran de lino y tal vez iban desde la cintura hasta un poco arriba de
las rodillas; los debían usar cada vez que ministraran en el tabernáculo (Ex.
28:42; 39:28; Lv. 6:10;16:4; cf Ez. 44:18).

Ropa interior masculina.
El calzoncillo, es una prenda de ropa interior masculina que cubre desde la cintura hasta el nacimiento de los muslos. En algunos casos las perneras cubren hasta más abajo. Se utilizan para proteger la zona genital (pene y testículos) del contacto continuo con la ropa exterior, que suele ser más áspera.
Su nombre proviene de las antiguas calzas, que cubrían de la cintura a las puntas de los pies. De estas calzas han derivado los nombres de muchas de las prendas que se utilizan de cintura para abajo: calcetines, medias (calzas), calzones, calzado y otras.
El calzoncillo también se denomina calzón, trusa, bombacho o interior, entre otras formas que varían según la región y el país.

Tipos de calzoncillos

El bóxer

Apariencia clásica de un bóxer o calzoncillo tradicional.
Slip.
Bóxer slip.
Tanga masculina.
Tipo de pantalón corto, como el de los boxeadores, de ahí su nombre. Los boxers son holgados o pegados al cuerpo y más tradicionales que el slip. La mayoría de los boxers tienen una bragueta, la apertura que permite sacar el pene sin quitarse la ropa. Los fabricantes de los boxers tienen diferentes métodos de cerrar la bragueta: broches de metal, botones (en el caso de los holgados), velcro e incluso cierres en algunos casos. Sin embargo, muchos boxers en el mercado no necesitan un mecanismo de cierre, ya que el corte de la tela se diseña para solaparse lo suficiente para cubrir la bragueta por completo estos cortes facilitan sacar el pene para orinar.

El slip

El slip es un calzoncillo ajustado, sin perneras, reteniendo a los órganos genitales en una posición fija. Esto lo hace ideal para actividades deportivas o para aquellos que quieren un soporte que los bóxers no proporcionan.

El bóxer slip o ajustado

El bóxer slip (en inglés boxer brief) o bóxer ajustado es una prenda interior parecida al tradicional, pero más apretados. Así se amoldan al cuerpo para una mayor comodidad. Algunos de ellos tienen un largo corte en la tela que sirve a modo de bragueta (imagen de la derecha). Los hay de dos tipos: uno con perneras largas y otros cortas. A éstos últimos se les conocen como "minibóxers".

El calzoncillo largo

El calzoncillo largo es similar a las antiguas calzas, va de la cintura a los tobillos y se ajustan por completo a la pierna. La tela suele ser algodón, algodón-poliéster, o franela. Se usa para combatir el frío. Algunos estilos de calzoncillo largo, llamados térmicos, vienen con dos capas de tela. El calzoncillo largo proviene del antiguo Union Suit, que era una prenda interior enteriza que cubría de los hombros a los tobillos.

El suspensorio

Un suspensorio (o suspensor) es una prenda interior diseñada para proteger los testículos durante una actividad vigorosa o deportiva. Un suspensorio típico consiste en una banda elastizada en la cintura con una bolsa de soporte para los genitales y dos tiras, que van desde la base de la bolsa una hacia el lado izquierdo y la otra al derecho.

El tanga

Aunque más usado por las mujeres, el tanga (o la tanga, o colaless), va ganando popularidad como prenda de ropa interior entre los hombres. Marcas bien conocidas, tales como Jockey y Calvin Klein, están dedicadas a la tarea de comercializar tangas entre los hombres. Muchos hombres y mujeres consideran a los tangas masculinas como indumentaria sensual. Además, los hombres que los usan son más jóvenes y se identifican con una nueva generación. De acuerdo con una encuesta reciente, un 4% de los hombres estadounidenses dicen que los tangas son su calzoncillo favorito, y un 20% admite usarlos. Entre los motivos aducidos, algunos dicen preferir tangas porque cuando usan jeans ajustados, no se ven marcas de ropa interior.

Notas

Hay quienes sostienen que el bóxer es mejor que el slip dado a que este no aprieta de la misma forma que un slip. Otros hombres prefieren vestir slips en lugar de bóxers, pues los consideran de poca sujeción, aunque existen bóxers ajustados y con variedad de confecciones.

Enlaces externos

Calzado.

 
(heb. generalmente naal, "sandalia", "calzado" gr. hupódma, "calzado";
sandálion, "sandalia").

Los calzados en tiempos bíblicos eran por lo general sandalias de cuero, o de
juncos retorcidos, que consistían de suelas unidas a los pies mediante tiras o
correas (heb. Ñerôk y gr. himás; Gn. 14:23; Is. 5:27, BJ; Mr. 1:7; Lc. 3:16;
Jn. 1:27); se encuentran ejemplos de ambos tipos de sandalias en antiguas
tumbas egipcias (fig 104).  Ezequiel menciona zapatos de mujer hechos de cuero
(Ez. 16:10).  Ciertos calzados habrían sido como los mocasines; es decir,
cubrían todo el pie 191 pero no tenían taco.  En las pinturas egipcias de Beni
Hasán se puede ver este tipo de calzado; en ellas se muestra a mujeres
palestinas con mocasines, pero los hombres usan sandalias.  Sin embargo,
algunas personas no habrían tenido calzados, si podemos confiar en los
monumentos egipcios que muestran a la mayoría de los sirios y palestinos
descalzos.

104. Sandalias de papiro del faraón Tutankamón (museo de El Cairo).

Las narraciones bíblicas dan la impresión de que la mayoría de la gente usaba
calzados, por lo menos al aire libre, desde los tiempos patriarcales en
adelante.  Parece que a veces se descalzaban durante las comidas (cƒ Lc. 7:38),
o se quitaban el Calzado antes de entrar a un recinto sagrado o estar en
terreno santo (Ex. 3:5; Jos. 5:15); también parece que los sacerdotes no lo
usaban en el servicio del templo, porque no se lo menciona en las descripciones
de los atavíos sacerdotales.  A los cautivos se les quitaban los zapatos como
parte de su castigo (Is. 20:2), y los plañidores no los llevaban puestos (2 S.
15:30; Ez. 24:17, 23).  Durante la primera parte de la historia de Israel era
costumbre dar un zapato a la persona con la cual se hacía un convenio de
redención (Rt. 4:7, 8).  La ley mosaica requería que se le sacara un zapato al
hombre que rehusaba tomar a la esposa de su hermano fallecido; era un acto
simbólico de insulto que él debía soportar (Dt. 25:9, 10).

En Is. 9:5 el Calzado que menciona la RVR es traducción del heb. seôn, que, de
acuerdo con palabras equivalentes en otros idiomas, significa "bota" (BJ),
especialmente la bota militar.  Los relieves asirios (figs 308, 320) muestran a
soldados asirios con botas pesadas que llegan casi hasta la rodilla.

Calza.

(aram. pattîsh, de significado incierto).

Especie de pantalones.  El término sólo aparece en Dn. 3:21, y denota alguna
prenda de vestir como ser una túnica.  Palabras afines en siríaco designan al
"turbante", los "pantalones" y aun los "zapatos".  Algunos consideran que la
palabra aramea es un extranjerismo del persa patyushe, "vestido".  Véase
Vestimenta.

Carlos I de España luce calzas en este retrato creado por Tiziano, 1532-1533.
Las calzas son una prenda de vestir ajustada al cuerpo en todo su largo y que cubre desde la cintura a la parte superior de los tobillos. Se utilizan para actividades atléticas. Las calzas son una prenda unisex.

Historia

En el Renacimiento, las calzas eran una prenda de vestir masculina que cubría desde la cintura hasta los pies. Habitualmente constaba de dos piezas separadas, una para cada pierna, que se unían mediante un cordón pasado por orificios u ojales que había en las dos partes.
De su nombre han derivado los nombres de muchas de las prendas usadas para esta parte del cuerpo, calzones, calzoncillos, calcetines. La prenda conocida como panty son en realidad calzas.
Una comedia de Tirso de Molina se llama Don Gil de las calzas verdes.

Tipos de calzas

  • A la martingala. Las que tenían una correa que pasaba por la entrepierna y se sujetaban por delante y por detrás.
  • A la polaca. Las de rayas transversales.
  • A la sevillana. Especie de bragas anchas sujetas a la cintura.
  • Bermejas. Color de calzas reservado a los nobles en el siglo XIV.
  • De estribera. Las que llevaban tiras de cuero, sobre las costuras exteriores.
  • Leotardo.
  • Italianas. Listadas de dos colores, se atacaban con herretes a la cintura.1

Referencias

  1. Voces de armería, Joaquín de Leguina, 1912

Calno.

(heb. Kalnô, "fortaleza [fuerte]" de Ana [Anu]).

Otro nombre para Calne* 2 (Is. 10:9).

Calne.

1. Ciudad que fundó Nemrod en la tierra de Sinar. (Gé 10:10.) Por lo tanto, debió estar en el S. de Mesopotamia, si bien su ubicación es incierta. La tradición talmúdica y otros factores han hecho que desde hace tiempo se haya creído que Nippur, una antigua ciudad situada a unos 90 Km. al SE. de Babilonia, era el lugar en cuestión. Sin embargo, algunos eruditos prefieren identificarla con Kulunu, nombre primitivo de una ciudad de cierta importancia próxima a Babilonia. Una tercera posibilidad es una ciudad hermana de Quis, llamada Hursagkalama. En este caso se cree que la última parte del nombre (-kalama) equivale a Calné. Algunas versiones (BJ; LT; VP, nota) traducen Calné por la expresión “todas ellas”, y no como lugar geográfico, de modo que el texto lee: “Babel, Erek y Acad, ciudades todas ellas en tierra de Senaar”. No obstante, esta lectura requiere un cambio en la puntuación vocálica del texto masorético.
2. Lugar que mencionó el profeta Amós junto con las ciudades de Hamat y Gat cuando advirtió a los pueblos de Israel y Judá de la calamidad venidera. (Am 6:2.) Aunque algunos comentaristas creen que era el mismo que el núm. 1, la mayoría de los entendidos opinan que el que se le relacione con Hamat y Gat indica que estaba ubicada en la región adyacente al mar Mediterráneo oriental, no en Mesopotamia. Proponen identificarla con la Kullani del N. de Siria (hoy posiblemente Kullanköy, a unos 16 Km. al SE. de Arpad), mencionada por Tiglat-piléser III en unas inscripciones asirias como uno de los lugares subyugados durante la campaña de Asiria en occidente. Si esta identificación es correcta, la Calné de la profecía de Amós puede ser la misma que la Calnó de Isaías 10:9.

Calle.

 
(heb. jûts [áh], shûq; ac. îtsu; gr. rhúm).

En las ciudades de la antigüedad, anteriores al período helenístico, no existía
un sistema ordenado de calles (con la posible excepción de ciudades grandes
como Babilonia).  Las ciudades de Palestina y Siria tenían calles estrechas que
las atravesaban en todas direcciones.  Una derecha era una excepción tan
notable que a una Calle de Damasco se le dio precisamente ese nombre, "Derecha"
(Hch. 9:11; fig 149).  Pocas eran lo suficientemente anchas como para que los
vehículos pudieran transitar por ellas (véanse Jer. 17:25; Nah. 2:4), y muchas
apenas permitían cruzarse dos bestias de carga.  Puesto que las habitaciones de
las casas daban a un patio central, las calles por lo general estaban
flanqueadas a ambos lados por muros cerrados, en los cuales de vez en cuando se
abrían algunas puertas.  Los negocios tenían sus frentes abiertos hacia ellas. 
Los mercaderes que vendían la misma clase de artículos, o los artesanos que
fabricaban los mismos productos, por lo general vivían en la misma vía; de allí
nombres como "Calle de los Panaderos" (Jer. 37:21).  Las esquinas servían para
mostrar mercaderías, y como lugares de reunión (Mt. 6:5; cf Lc. 13:26).  Cerca
de las puertas de la ciudad, por  lo común, las calles eran más anchas y en
algunos casos constituían espacios abiertos.  Las calles no se limpiaban en las
ciudades de Palestina, y la basura que se arrojaba en ellas servía de alimento
a los perros que vagaban a gusto por todas partes (Ex. 23:31; Sal. 59:6, 14,
15).  Muy pocas veces eran pavimentadas.  Herodes Agripa II le dio a Jerusalén
la 1a de que se tenga memoria, siguiendo el ejemplo de Herodes el Grande, su
bisabuelo, que había financiado la pavimentación de las principales calles de
Antioquía.  No había iluminación nocturna, pero algunas de ellas tenían
"guardas" que rondaban "la ciudad" (Cnt. 3:3; 5:7; cf Sal. 127:1).  Véase
Puerta.

Calendario.

El "Calendario de la comunidad judía alemana" para el año 5591 (1831), que incluía "todas las festividades, ayunos y plegarias, así como las ferias de los estados de Brandeburgo y Silesia" - Berlín, 1831.
El calendario hebreo es un calendario lunisolar, es decir, que se basa tanto en el ciclo de la Tierra alrededor del Sol (año), como en el de la Luna al rodear a la Tierra (mes). La versión actual, por la que se rigen las festividades judías, fue concluida por el sabio Hilel II hacia el año 359. Este calendario se basa en un complejo algoritmo, que permite predecir las fechas exactas de luna nueva, así como las distintas estaciones del año, basándose en cálculos matemáticos y astronómicos, prescindiendo desde aquel momento de las observaciones empíricas de que se valieron hasta entonces.
En su concepción compleja tanto solar como lunar, el calendario hebreo se asemeja al chino, sin que se sepa de influencia alguna que haya tenido el uno sobre el otro; y también al calendario utilizado por los pueblos de la península arábiga hasta la aparición del Islam, en el siglo vii de la Era cristiana. En cambio, se distingue del calendario gregoriano de amplio uso universal, basado exclusivamente en el ciclo solar-anual; y también del que rige al mundo musulmán desde Mahoma hasta nuestros días, que es puramente lunar.
El calendario hebreo comienza con la Génesis del mundo, que aconteció, según la tradición judía, el día domingo 7 de octubre del año 3760 a. C.; fecha equivalente al 1 del mes de Tishrei del año 1. De esta manera, el año gregoriano de 2013 equivale al año hebreo de 5773 (que comenzó al atardecer del 16 de septiembre del 2012 y finalizará el 4 de septiembre 2013).

Los fundamentos del calendario hebreo

El día judío

El día, en el calendario hebreo, comienza con el ocaso, y culmina al próximo ocaso del siguiente día; es decir ,un día que se cuenta de una puesta de sol hasta su otra puesta. En esto se diferencia del día según el calendario gregoriano, que discurre exactamente de medianoche a medianoche.
La costumbre de ver al día comenzar con la caída del crepúsculo es antigua como la Biblia misma, y se basa en el texto bíblico del Génesis 1:5, que al cabo de cada día comenta "Y fue la tarde, y fue la mañana...", de lo que se entiende que cada uno de los días de la creación comenzaba por la tarde más explícitamente aún, al prescribir la Biblia el ayuno del Día del Perdón, el Yom Kipur: "El día décimo de este séptimo mes será el día de la Expiación... Será para vosotros día de descanso completo y ayunaréis; el día nueve del mes, por la tarde, de tarde a tarde, guardaréis descanso" (Levítico 23:27-32) desde entonces, es práctica corriente y antiquísima, que las festividades judías comiencen al caer el sol.
Cabe mencionar que estudios arqueológicos han revelado que también en la antigua Babilonia se señalaba el comienzo del día al atardecer.

El mes hebraico

El mes en el calendario hebreo se basa en el ciclo que cumple la Luna al circunscribir por completo a la Tierra, captando el ojo humano desde nuestro planeta 4 diferentes estados principales de la Luna, a saber: Luna nueva, Cuarto creciente, Luna llena o plenilunio, y Cuarto menguante. Tal ciclo dura aproximadamente 29 días y medio. Resulta asombroso comprobar que ya los antiguos sabios hebreos supieron calcular la duración exacta de tal ciclo, estimando de acuerdo con sus conocimientos astronómicos que el periplo del satélite en torno al planeta Tierra tenía una duración de '29 días, 12 horas, y otras 793/1080 de hora' (o sea, otros 44 minutos y 3.33 segundos), siendo su error de cálculo de medio segundo. Debido a que la cantidad de días en un mes debía ser exacta, el calendario hebreo estipuló meses de 29 y de 30 días, intercaladamente.
Al último de un mes hebreo, la Luna está completamente a oscuras, y no es visible desde la Tierra. Al despuntar el Cuarto creciente, se alcanza a ver apenas a la Luna como una finísima guadaña, que desaparece en el horizonte minutos después del ocaso: es el comienzo del mes hebreo. Con el correr de los días, crece paulatinamente la parte iluminada de la Luna que se aprecia desde la Tierra, hasta llegar al plenilunio que marca exactamente la mitad del mes. A partir de ahí, vuelve la Luna a menguar con el discurrir de los días, hasta desaparecer por completo, culminando también del mismo modo el mes del calendario hebreo.
Los nombres de los meses hebreos, tal como los conocemos en nuestros días, tienen sus orígenes en la antigua Babilonia, de donde fueron adoptados por los judíos allí desterrados por el rey Nabucodonosor II, exilio que duró 70 años (586 a. C. - 516 a. C.). Más antiguamente, los meses eran denominados tan sólo por su orden numérico, comenzando en la primavera (boreal) por el mes primero, Nisán, y culminando con el duodécimo, Adar. En el Pentateuco se menciona a Nisán como el primer mes del año, al haber sido aquél en que el pueblo de Israel se liberó de la esclavitud de los faraones de Egipto: "Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero en los meses del año" (Éxodo 12:2). Otros nombres de meses mencionados en ciertos libros de la Biblia, especialmente en el Libro de los Reyes, como el "mes de Ziv" (1Reyes 6:37), o "el mes de Bul, que es el mes octavo" (1Reyes 6:38), y también "el mes de Eitanim, que es el mes séptimo" (1Reyes 8:2), fueron seguramente tomados de nombres de meses fenicios, ya que son mencionados en el contexto de las relaciones comerciales entre el Rey Salomón y el Rey Hiram de Fenicia. Los nombres babilónicos, que han llegado hasta nuestros días, aparecen por primera vez en el Libro de Ester y en los de Esdras y Nehemías, y fueron adoptados asimismo por otros idiomas, como el turco moderno (Nisan = abril; Temmuz = julio; Eylül = septiembre; Şubat = febrero).
La duración de los meses hebreos oscila entre los 29 y los 30 días, de la siguiente forma:
  1. Tishrei (30 días) (תשרי) - cae aproximadamente en septiembre u octubre
  2. Jeshván (29 ó 30 días) (חשוון, llamado también Marjeshván - מרחשוון) - octubre o noviembre
  3. Kislev (30 ó 29 días) (כסלו) - noviembre o diciembre
  4. Tevet (29 días) (טבת) - diciembre o enero
  5. Shevat (30 días) (שבט) - enero o febrero
  6. Adar (29 días) (אדר) - febrero o marzo
  7. Nisán (30 días) (ניסן, llamado también Abib - אביב) - marzo o abril
  8. Iyar (29 días) (אייר) - abril o mayo
  9. Siván (30 días) (סיוון) - mayo o junio
  10. Tamuz (29 días) (תמוז) - junio o julio
  11. Av (30 días) (אב) - julio o agosto
  12. Elul (29 días) (אלול) - agosto o septiembre
El año hebreo, según la cuenta bíblica, comenzaba con el mes de Nisán, llamado en la Biblia "el mes primero" (Éxodo 12:2), y concluía en el mes de Adar; mientras que más adelante primó la concepción del comienzo del año en el mes de Tishrei, con la festividad de Rosh Hashaná (ראש השנה, literalmente "cabeza de año"), culminando el año en el mes de Elul, tal como rige el calendario hebreo hasta nuestros días.
Desde el punto de vista religioso, el calendario hebreo cuenta con 4 diferentes "cabezas de año", siendo cada una de ellas el comienzo de la cuenta anual para diferentes finalidades:
  • 1 de Nisán, es el principio de año de acuerdo a la cuenta bíblica, al conmemorar la salida de Egipto; y era el principio del año para los reyes: de tal modo, aún si un rey de Israel asumiera el trono el 29 del mes de Adar, ya al ser el día siguiente el primero de Nisán, se consideraba su segundo año de reinado.
  • 1 de Elul, el principio del año para realizar la cuenta del diezmo de ganado a apartar según las prescripciones religiosas.
  • 1 de Tishrei, el principio del año según el calendario hebreo moderno, conmemorando el aniversario de la Creación del mundo, y era la fecha en que comenzaba la cuenta de los años, los años sabáticos (cada séptimo año, en que las tierras quedaban incultas y en barbecho), y los jubileos (cada 50 años, en que prescribían las deudas y los esclavos quedaban libres).
  • 15 de Shevat, el año nuevo de los árboles, siendo ésta la fecha de su despertar luego del letargo invernal.

El año judío

Un año hebreo incluye un ciclo completo de las cuatro estaciones del año, y, a su vez, debe contar con un número exacto de meses lunares. De esta manera, el año hebreo puede tener tanto 12 meses (año simple), como 13 (año bisiesto, o en hebreo שנה מעוברת, "año preñado").

El año bisiesto, embolismal o "preñado"

El año hebreo bisiesto es un año de 13 meses, denominado en hebreo "shaná me'ubéret" (שנה מעוברת, "año preñado" o embolismal), metaforizando al mes agregado cual si fuera el feto de una mujer embarazada; y de aquí que los métodos de institución de tal año, se llamen "ibur" (del hebreo עיבור, "preñamiento"); y en castellano, embolismo. El embolismo del calendario hebreo, consiste en la duplicación del mes de Adar, de manera que se intercala un nuevo mes de 30 días, llamado Adar "A" (אדר א, "Adar álef"), antes del mes de Adar original, que pasa a ser Adar "Bis" (אדר ב, "Adar bet"). La principal razón por la que fue elegido justamente el mes de Adar para su duplicación es por ser el mes inmediato anterior a Nisán, el mes de la primavera, el de la salida de Egipto y en el que cae la Pascua judía, "Pésaj" (פסח), según indica la Biblia: "Guardarás el mes de Aviv (= primavera), y harás pascua a Yahveh tu Dios; porque en el mes de Aviv te sacó Yahveh tu Dios de Egipto" (Deuteronomio 16:1). Otro motivo radica en que Adar era antiguamente el último mes del año, e históricamente se prefería hacer el agregado a fin de año. Ello se asemeja a lo ocurrido con el 29 de febrero, agregado justamente allí porque antiguamente era febrero el último mes del año romano.
El método original de embolismo, desarrollado alrededor del siglo vi a. C., establecía que habría de agregarse un mes más, en tres años de cada ciclo de ocho. Ya en el siglo v a. C., se perfeccionó el sistema, estipulándose de ahí en adelante que el agregado habría de hacerse en siete años por cada ciclo de diecinueve. Se estima que dichas técnicas tienen sus raíces en los conocimientos de astronomía de los babilonios, muy adelantados para su época, y del astrónomo griego Metón (siglo v a. C.), y son aceptadas hasta el día de hoy. El Diccionario de la Real Academia Española define ciclo lunar, llamado también ciclo decemnovenal o decemnovenario, como el "período de 19 años, en que los novilunios y demás fases de la Luna vuelven a suceder en los mismos días del año, con diferencia de hora y media aproximadamente"; en tanto el ciclo cuádruple de 76 años, es llamado calípico. De esto se deduce que cada 19 años coincidirán entre sí las fechas del calendario hebreo y el gregoriano; aún puede existir un desfase de uno o dos días, debido a movimientos efectuados en el calendario hebreo por motivos religiosos (ver más adelante, "la semana en el calendario hebreo").
En el año 359, perfeccionó el sabio Hilel II los cálculos y métodos conocidos, y estableció los mecanismos de embolismo del año utilizados hasta el día de hoy, que han sido corroborados por las últimas y más modernas observaciones astronómicas. Dichos cálculos ya eran conocidos desde cientos de años atrás, pero hasta aquellos tiempos se preferían los métodos empíricos para establecer el comienzo del mes —dos testigos que habían de atestiguar ante el gran Sanedrín que habían visto el naciente de la Luna— y el comienzo de la primavera, basándose en la maduración de las mieses y a la llegada del equinoccio de primavera (el 20 de marzo en el hemisferio norte), que es la fecha en que el día y la noche tienen la misma duración; mientras que el almanaque era utilizado en caso de impedimentos, como días nublados.
Se cree que la razón por la cual publicó Hilel II el calendario hebreo tal como se utiliza desde sus tiempos hasta nuestros días, proviene de una de las decisiones tomadas por el Cristianismo en el primer Concilio de Nicea, celebrado el año 325, a instancias del emperador Constantino I el Grande. Según la tradición cristiana, Jesús de Nazaret fue crucificado el Viernes Santo, coincidente con el viernes de la Pascua judía. El Concilio decidió desvincularse del judaísmo también en este aspecto, y prescindir de la necesidad de averiguar año tras año, la fecha exacta de la Pascua judía. A tal efecto, se estipuló que el primer día de la Pascua cristiana, el Domingo de Pascua o de Resurrección, se celebre el primer domingo después de la luna llena, inmediatamente luego del equinoccio de primavera. Cabe destacar que al independizar al calendario litúrgico cristiano del hebreo, perdió el primero la flexibilidad y el equilibrio que caracterizan a este último, lo que terminó causando, con el correr de los siglos, el corrimiento de la Pascua cristiana hacia el invierno, desfase que hubo de ser corregido al cabo de un milenio por el papa Gregorio XIII, por medio de su calendario gregoriano. De todos modos, la decisión de Nicea despertó el temor entre los judíos de la época, que los cristianos les prohibiesen anunciar los comienzos de mes y los embolismos de cada año, indispensables para el normal discurrimiento de la vida judía; y de ahí la necesidad de un calendario preestablecido de antemano y aceptado por todas las diásporas del pueblo judío. Mientras en la Biblia Mateo 28:1. Encontramos que el primer día de la semana revisaron donde estaba, siendo domingo, el fue crucificado el viernes.
Un año trópico, o circunvolución de la Tierra en torno al Sol, conlleva en sí 12,368 ciclos lunares, o vueltas que efectúa Selene alrededor de nuestro planeta. Esto implica que 19 años trópicos, equivalen a 234,992 ciclos de la Luna, un número prácticamente entero. Desde esta base se establece que cada 19 años, habrá de haber 235 meses, o 12 años comunes (de doce meses), y 7 años embolismales o "preñados", con trece meses cada uno: los años número 3, 6, 8, 11, 14, 17 y 19 de cada ciclo decemnovenario. Para saber si determinado año hebreo es o no bisiesto, hay que dividirlo por el número 19: si el cociente obtenido luego de la división, nos deja un resto luego del entero con uno de los siguientes guarismos: 0, 3, 6, 8, 11, 14 ó 17, estamos ante un año de 13 meses. Así, el año hebreo de 5765, equivalente al gregoriano de 2005, al dividirlo por 19 nos da 303 enteros, y un resto de 8 (5765/19 = 303 8/19). Por ende, el año de 5765 fue bisiesto, y se le agregó como tal el mes de Adar "A" antes del último mes del año, el mes de Adar "Bis".

La semana en el calendario hebraico

Judíos rezando en la sinagoga en Yom Kipur (1878), pintura del pintor judío polaco Maurycy Gottlieb (1856-1879).
El calendario hebreo no solamente combina entre el año solar y el mes lunar; sino que ambos ciclos complementados, han de convivir exitosamente también con otro de los legados del calendario de los judíos al resto del mundo: el ciclo semanal de siete días.
Los días de la semana hebrea se basan en los seis días de la Creación, según relata el primer capítulo del libro del Génesis, siendo su nombre el mismo que les adjudica la Biblia, que son simplemente los nombres de los números ordinales en hebreo, del primero al sexto —denominación que se conserva en el idioma portugués, salvo el domingo; pero que se ha perdido en la mayoría de las lenguas occidentales, que adoptaron nombres de deidades paganas para los días de la semana— y en el séptimo día, en el que Dios descansó de su labor (Génesis 2:1-3): el Shabat, del hebreo שבת, shabat, descanso; nombre que fue adoptado por una buena parte de las lenguas (castellano sábado, francés samedi, italiano sábato, portugués sábado, catalán dissabte, alemán Samstag, polaco sobota, griego sávvato, árabe asSabt, indonesio sabtu, rumano sâmbătă). Así pues, y basándose en el relato bíblico, comienza la semana hebrea el día domingo (יום ראשון, "yom rishón", "el día primero"), y no el lunes como en la sociedad occidental, y culmina el sábado, el día consagrado al descanso. Actualmente en algunos países como el Reino Unido y también en los calendarios cristianos se suele tener el domingo como el primer día de la semana, siguiendo ésta tradición hebrea, aún dando importancia a este primer día, en especial en los calendarios litúrgicos al conmemorar la Resurreción de Jesús de Nazaret.
El ciclo hebdomadario, y muy especialmente la santidad de la festividad del Sábado —que es considerada la más sagrada de las celebraciones judías, superada tan sólo por el Yom Kipur o Día del Perdón, precisamente denominado también "Sábado de Sábados"— impone otra serie de ajustes al calendario hebreo, que debe de adaptarse a las necesidades derivadas del Sábado en primer lugar, y luego de otras fiestas y ritos judíos.
De esta manera, se propone el calendario hebreo impedir que ciertas celebraciones, se superpongan o hasta se contradigan entre sí. El primer caso sería la gran inconveniencia que acarrearía el coincidir el Sábado, en el que se prohíbe cocinar, e inmediatamente luego o antes de él, el Yom Kipur, en el que los feligreses observan un rígido ayuno. Ya en el terreno de las contradicciones, no sería aceptable que el último día de la Fiesta de las Cabañas (סוכות, Sucot), uno de cuyos preceptos es agitar vigorosamente las ramas de aravá o sauce, cayese en Sábado, en que esta actividad está expresamente prohibida, por ser una de las 39 actividades prohibidas el séptimo y último día de cada semana (Mishná, Tratado del Shabat, 7:2).
Cumpliendo con el precepto de sacudir las ramas de aravá en la festividad de Sucot
Este difícil pero fundamental equilibrio, se obtiene mediante cálculos que prescriben en cuál de los días de la semana podrá caer el primer día del año judío (según la usanza de nuestros días), que es también el primer día de la festividad de Rosh Hashaná, el Año Nuevo judío. Así, las reglas del calendario hebreo estipulan que en ningún caso, podrá el primer día de Rosh Hashaná y del año —el primer día del mes de Tishrei— coincidir un domingo, o un miércoles, o un viernes.
Para compensar el desfase que la imposición de esta regla puede conllevar en el delicado equilibrio del calendario; y una vez culminado el mes de Tishrei, durante el cual se suceden las principales fiestas judías, y especialmente aquellas que acarrean los problemas que el almanaque debe resolver (Rosh Hashaná, Yom Kipur, Sucot), se vuelve a equilibrar el calendario, agregando uno, dos o tres días en los dos meses posteriores a Tishrei: los meses de Jeshván y Kislev.
De esta regla surge, que existen tres tipos de año en el calendario hebreo:
Año faltante (שנה חסרה, "shaná jaserá")
en cuyo caso tanto el mes de Jeshván como el de Kislev tienen 29 días cada uno, de lo cual resulta que dicho año contará con 353 días.
Año normal (שנה כסדרה, "shaná kesidrá")
en cuyo caso Jeshván traerá 29 días en tanto Kislev vendrá con 30, de lo cual resulta un total anual de 354 días.
Año completo (שנה שלמה, "shaná shelemá")
en cuyo caso tanto Jeshván como Kislev cuentan cada uno con 30 días, y por lo tanto se trata de un año con 355 días en su total.
Los años bisiestos respectivos a cada uno de los tipos de años detallados, tendrán a su vez, sumado el mes agregado de Adar "A" que siempre cuenta con 30 días, 383, 384 ó 385 días.
El calendario hebreo vuelve a repetir su ciclo, tomando en cuenta las variaciones en días, meses y años, una vez cada 247 años, con una pequeña diferencia de 50 minutos entre ambos. Para que la repetición entre dos años hebreos sea perfecta, tienen que transcurrir entre uno y otro nada menos que 689.472 años.

Principios para el cálculo de fechas

La complejidad del calendario hebreo ha hecho que el cálculo de sus fechas se convierta en objeto de estudio matemático. Veamos algunos aspectos de los algoritmos que abordan este cálculo.
Tres cualidades distinguen un año de otro:
  • si es un año bisiesto o un año común
  • en cuál de los cuatro días permisibles de la semana comienza el año
  • si es un año deficiente, regular o completo.
Matemáticamente hay 24 (2x4x3) posibles combinaciones, pero sólo 14 de ellas son válidas. Cada uno de estos patrones se llama keviyah.

Cómo determinar si un año es bisiesto

Para determinar si un año judío es bisiesto, debe buscarse su posición en el ciclo metónico. El calendario judío se basa en el ciclo metónico de 19 años, de los cuales 12 son años comunes de 12 meses y 7 son años bisiestos de 13 meses. La posición se calcula como el resto de la división del número del año judío entre 19. Por ejemplo, el año 5771 judío dividido por 19 da como resultado un resto de 14, lo que indica que se trata del año 14 año del ciclo metónico. Dado que no existe el año 0, un resto de 0 indica que el año es el 19 del ciclo.
Los años 3, 6, 8, 11, 14, 17 y 19 del ciclo son bisiestos y el resto, comunes. Un método matemático para determinar los años bisiestos es calcular
(7 x el número del año judío + 1) / 19
si el resto es menor que 7, el año es un año bisiesto. Además, redondeando el resultado de (7 x el número del año judío + 1) / 13 al número entero más cercano, se obtiene un 0 para los años bisiestos y 1 para los años comunes.

Cálculo del Molad Tishrei

Se calcula el Molad Tishrei, día de la primera luna nueva del año, para a continuación poder determinar cuándo empieza el año. Una manera sencilla para realizar este cálculo es la siguiente:1
  • Molad = longitud del mes lunar X parte entera [(235*año hebreo+13)/19]+3 días, 7h, 695 partes
Longitud del mes lunar = 29 días, 12, 793 partes (1 parte ó halakhim = 1 hora/1080)
El Molad se expresa en días, horas y partes.
  • Día de la semana de Molad = día de Molad mod 7
La relación en el calendario hebreo entre número y nombre de día de la semana es ésta:
1 2 3 4 5 6 7
domingo lunes martes miércoles jueves viernes sábado

Día de inicio del año (Rosh Hashanah)

Se define el día de inicio del año en función de cuatro posibles ajustes de aplazamiento llamados dehiyyot:
  • Si el molad se produce durante o después de las 18 horas, Rosh Hashanah se pospone 1 día.
  • Si el molad cae en domingo, miércoles o viernes, Rosh Hashanah se pospone un día.
Las dos últimas reglas se aplican con mucha menos frecuencia y nunca se utilizan si se hace otro aplazamiento:
  • Si el molad en un año común cae en un martes después de 9 horas y 204 partes, Rosh Hashanah se pospone al jueves
  • Si el molad después de un año bisiesto es un lunes después de las 15 horas 589 partes, Rosh Hashanah se pospone hasta el martes.

Año deficiente, regular y completo

El aplazamiento del año se compensa con la adición de un día al segundo mes, o la substracción de un día del tercer mes. Un año común judío sólo puede tener 353, 354, ó 355 días. Un año bisiesto es siempre de 30 días más largo, y por lo tanto puede tener 383, 384, o 385 días.
Longitud del año Bisiesto No bisiesto
Deficiente 383 353
Regular 384 354
Completo 385 355

Véase también

Referencias

  1. Landau, Remy. «fórmula gaus-pesach» (en inglés). Consultado el 5 de septiembre de 2012.

Bibliografía

En inglés
  • Poznanski, Samuel (1911). «Calendar (Jewish)». Encylopædia of Religion and Ethics.
  • Woods, F.H. (1911). «Calendar (Hebrew)». Encylopædia of Religion and Ethics.
  • Feldman, W.H. (1978). Rabbinical Mathematics and Astronomy (3 edición). Sepher-Hermon Press.
  • Spier, Arthur (1986). The Comprehensive Hebrew Calendar. Feldheim.
  • Resnikoff, L.A. (1943). «Jewish calendar calculations». Scripta Mathematica (9):  pp. 191-195, 274-277.
  • Reingold, Edward M.; Dershowitz, Nachum (2011). Calendrical Calculations: The Millenium Edition (2 (July 1, 2001) edición). Cambridge University Press. ISBN 0-521-77752-6.

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