(MISTAGÓGICA II)
EL SENTIDO DE LOS RITOS
BAUTISMALES REALIZADOS (II)
Acerca
del bautismo. La lectura es de la Carta a los Romanos desde: «¿O ignoráis que
los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús hemos sido bautizados en su
muerte? hasta las palabras: «Pues no estáis ya bajo la Ley, sino bajo la
gracia'' (Ro». 6,3-14)1.
1.
Las mistagógicas que se tienen todos los días, es decir, estas enseñanzas que
explican los misterios, nos son útiles, pues siempre explican nuevas doctrinas
y nuevas cosas. Pero os son útiles sobre todo a vosotros, que habéis sido
cambiados de lo viejo a lo nuevo. En esa línea os expondré ciertas cosas que
se derivan de la mistagogia de ayer, para que aprendáis qué simboliza lo que
realizasteis en el interior del edificio.
La
túnica y el hombre viejo
2.
Inmediatamente después de que entrasteis, os despojasteis de la túnica: ésta
era imagen del hombre viejo, del que os habéis despojado con sus obras (cf. Col
2,12 ss; 3,1 ss. 9ss.; cf. Ef 2,1-10). Al despojaros, os quedasteis desnudos,
imitando también en esto a Cristo desnudo en la cruz, el cual con esta
desnudez, «una vez despojados los Principados y las Potestades, los exhibió
públicamente, incorporándolos a su cortejo triunfal» (Col 2,15). Y puesto que
habitaban en vuestros miembros las potestades adversas, ya no os es lícito
seguir llevando aquella vieja túnica: y no me refiero a la que se percibe con
los sentidos, sino al «hombre viejo que se corrompe siguiendo la seducción de
las concupiscencias» (Ef 4,22). Y que nunca suceda que el alma se revista de
nuevo de la vestimenta de que una vez se despojó, sino que diga como aquella
esposa de Cristo de la que se habla en el Cantar de los Cantares: «—Me he
quitado mi túnica, ¿cómo ponérmela de nuevo?» (Cant 5,3). ¡Oh realidad
admirable! Desnudos estuvisteis ante los ojos de todos, pero no sentíais
vergüenza. Llevabais realmente la imagen del primer padre Adán, que estaba
desnudo en el paraíso y no se avergonzaba.
La
unción probautismal
3.
Y después, así despojados, fuisteis ungidos con el óleo exorcizado desde los
pelos de la cabeza hasta los pies y fuisteis hechos partícipes del buen olivo
que es Jesucristo. Sacados del olivo silvestre, habeis sido injertados en un
buen olivo y hechos partícipes de la riqueza del verdadero olivo (Rm
11,17-24)2, Por consiguiente, el óleo exorcizado era símbolo de la
comunicación de la abundancia de Cristo y hace huir rápidamente a todo
vestigio de poder adverso. Pues así como la insuflación de los santos3 y la
invocación del nombre de Dios abrasan a los demonios, al modo de fortísima
llama, y los ponen en fuga, así también ese aceite exorcizado por la
invocación de Dios y por la oración adquiere tanta fuerza que no sólo purga,
quemándolos, los vestigios de los pecados, sino que incluso hace huir a todas
las potencias invisibles del Maligno.
Las
entradas y salidas del agua, señal y realización de muerte y de vida
4.
BAU/MU-NACIMIENTO: Después fuisteis conducidos hasta la santa piscina del
divino bautismo, como fue llevado Cristo de la cruz al sepulcro. Y se os
preguntó uno por uno si creíais en el nombre del Padre, y del Hijo y del
Espíritu Santo. Pronunciasteis la confesión que os lleva a la salvación4, y
fuisteis sumergidos por tres veces en el agua, levantándoos también tres
veces. También en esto significasteis en imagen y simbólicamente la sepultura
de Cristo por tres días. Pues, así como nuestro salvador pasó tres días y
tres noches en el seno de la tierra (cf. Mt 12,40 par), también vosotros
imitasteis el primer día que Cristo pasó en el sepulcro al levantaros del agua
por primera vez y, con la inmersión, la primera noche. Pues del mismo modo que
el que está en la noche ya no ve, y el que se mueve en el día camina en la
luz, vosotros, al sumergiros, como en la noche, dejasteis de ver, pero, al
salir, fuisteis puestos como en el día. En el mismo momento habéis muerto y
habéis nacido, y aquella agua llegó a ser para vosotros sepulcro y madre. Lo
que Salomón dijo a propósito de otras cosas os cuadra a vosotros
perfectamente; decía él: «Hay tiempo para nacer, y tiempo para morir» (Ecl
3,2). Pero para vosotros es a la inversa: tiempo de morir y tiempo de nacer. Y
un tiempo único ha logrado ambas cosas, pues con vuestra muerte ha coincidido
vuestro nacimiento.
En
qué sentido hemos pasado por la muerte, sepultura y resurrección de Cristo
5.
BAU/PARTICIPA-MU-RS: ¡Oh nueva e inaudita realidad! No hemos muerto ni hemos
sido sepultados de modo verdadero, ni resucitamos después de que hubiésemos
sido verdaderamente crucificados, pero sí se ha realizado en imagen una
imitación de aquellas cosas, y es de aquí de donde ha brotado la salvación5.
Cristo fue verdaderamente crucificado, verdaderamente fue sepultado y
verdaderamente resucitó, y todo ello nos ha sido regalado a nosotros por gracia
para que, hechos partícipes de sus sufrimientos, obtengamos en verdad la
salvación. ¡Oh amor exuberante hacia los hombres! Cristo recibió los clavos
en sus pies y manos incontaminados, soportando así el dolor; y ahora, por la
comunicación en sus dolores, se me agracia a mí sin haber pasado por dolores
ni trabajos.
El
bautismo nos concede el perdón de los pecados, la adopción y la participación
en los sufrimientos de Cristo
6.
Nadie piense, pues, que el bautismo consiste sólo en la gracia del perdón de
los pecados y de la adopción, como era el bautismo de Juan, que confería sólo
el perdón de los pecados. Nosotros, por el contrario, sabemos bien que es para
el perdón de los pecados, pero también otorga el don del Espíritu Santo y es
realización7 y expresión de los sufrimientos de Cristo. De aquí que Pablo
dijera: «¿O es que ignoráis que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús,
fuimos bautizados en su muerte? Fuimos, pues, con él sepultados por el bautismo
en la muerte» (/Rm/06/03-04). Esto se lo decía a quienes estaban convencidos
de que el bautismo otorgaba ciertamente el perdón de los pecados y la
adopción, pero sin que ellos hubiesen participado, en cierta identificación
con él, en los verdaderos sufrimientos de Cristo.
Partícipes
de la muerte y resurrección de Cristo
7.
Para que aprendiéramos, por tanto, que todo lo que Cristo soportó fue por
nosotros y por nuestra salvación—y, desde luego, no lo sufrió sólo en
apariencia—y que, además, somos hechos partícipes de sus sufrimientos, Pablo
exclamaba con viveza y con fuerza: «Porque si hemos sido injertados en él por
la semejanza a su muerte, seremos también partícipes de la resurrección» (Rm
6,5). Hermosamente dice «injertados». Pues realmente aquí se ha plantado la
vid verdadera8 y nosotros, por la comunión del bautismo en la muerte, hemos
sido injertados en él. Pues en Cristo se dio verdaderamente la muerte; en él
realmente el alma se separó del cuerpo, verdadera fue también la sepultura y
en una sábana limpia fue envuelto su santo cuerpo (Mt 27,59). Todo esto
aconteció en él de modo real. En vosotros se da una semejanza de su muerte y
de sus padecimientos, aunque en la salvación no hay semejanza sino realidad.
8.
Cuando ya os hemos instruido suficientemente acerca de todo esto, os ruego que
os esforcéis en retenerlo en la memoria con el fin de que yo, aunque indigno,
pueda decir de vosotros: «Os alabo porque en todas las cosas os acordáis de
mí y conserváis las tradiciones tal como os las he transmitido» (I Cor 11,2).
Poderoso es Dios que os presenta aquí «como muertos retornados a la vida» (cf.
Rom 6,13) para concederos que andéis en novedad de vida (cf. Rom 6,4). A él
sea la gloria y el poder ahora y por los siglos. Amén.
........................
1.
En la catequesis anterior se han recordado la renuncia a Satanás y la
profesión de fe, ritos realizados en el atrio exterior del templo. En la
segunda catequesis mistagógica se recuerda el desvestirse la túnica y su
significado, la unción prebautismal, el interrogatorio acerca de la fe y la
triple inmersión y emersión en la piscina bautismal. Se explica con detalle el
significado de todos estos ritos.
2.
La alusión de Cirilo a la alegoría paulina del olivo y el acebuche no expresa
toda la riqueza del pensamiento de Rom 11,16-24, que está en el contexto de Rom
9-11. El tema de estos capítulos de la carta es la «elección», en primer
lugar, de Israel en el plan de conjunto de la Historia de la salvación y, en un
segundo momento, tras el rechazo de Israel, la elección de los cristianos en la
Iglesia. Aunque esta segunda elección, la de los gentiles, no anula la
elección primera del pueblo judío—Pablo señala que los israelitas son «la
adopción filial, la gloria, las alianzas, la legislación, el culto, las
promesas y los patriarcas» y de ellos «también procede Cristo según la
carne» (Ro». 9,4-5)—, también los gentiles son llamados a participar de la
riqueza abundante que es Cristo. En la mentalidad de la acción catequética de
la Iglesia antigua se incluye la idea de que el catecúmeno y el cristiano han
sido llamados y elegidos para ser un signo ante el mundo de la vida que Dios da.
A los recién bautizados se les recuerda ahora esta realidad.
3.
Soplo dentro del rito bautismal para ahuyentar al diablo. «Los santos» se
refiere probablemente, siguiendo el uso atestiguado ya desde las cartas de
Pablo, a los cristianos bautizados.
4.
«Confesión salvadora» responde tal vez a lo expresado en Rom 10,9-10:
«Porque, si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón
que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo. Pues con el corazón
se cree para conseguir la justicia, y con la boca se confiesa para conseguir la
salvación». «Justificación» y «confesión» parecen, pues, aspectos
diferentes del proceso de rescate («redención») del hombre. La confesión de
fe da una especial firmeza a la salvación inicialmente obtenida por la
justificación por la que ya el hombre era liberado de modo fundamental del
pecado y hecho hijo de Dios por adopción.
5.
Cf. catequesis 21, núm. 2.
6.
Se expuso en cat. 4, núms. 10-12.
7.
TYPOS/ANTITYPOS: Se traduce por «realización» la expresión original
antitypos, que es prácticamente, incluso en el lenguaje de Cirilo, un término
técnico. En la cat. XIX, núm. 2, se decía que los acontecimientos en torno a
la liberación de Israel de la esclavitud de Egipto eran figura o imagen, typos
de lo que habría de ser la liberación definitiva en Cristo. Antitypos del
presente párrafo es más bien «contrafigura», es decir, una imagen -en cuanto
en este caso, el bautismo es signo visible y «visibilizante»- que al mismo
tiempo realiza efectivamente, para quien recibe el bautismo, la muerte y
resurrección de Cristo. Con ello se está en el concepto de lo que es un
sacramento.
8.
El «aquí» se refiere al lugar del sepulcro de Jesús, en Jerusalén, donde se
están impartiendo las catequesis. La imagen del injerto, por otra parte, se une
aquí a la alusión a la alegoría de la vid y los sarmientos, en la que Jesús,
según Jn 15,1, se entiende a sí mismo como «la vid verdadera».
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