El hombre primitivo vive en un espacio sacral, inundado de la presencia y
acción de lo divino. Este se manifiesta de mil modos y en mil
ocasiones, se agazapa detrás de cada objeto, amenaza o sonríe desde cada
fenómeno natural. El espacio está "encantado", pululando de poderes
propicios u hostiles; para sobrevivir, el hombre tiene que ir
asegurándose su favor o sorteando su enemiga. El mundo que lo rodea es
el campo de acción de fuerzas sobrehumanas.
Aunque esta concepción quedara arraigada en la mente del pueblo, poco a poco la sociedad se emancipa y acordona espacios reservados a la divinidad; lo divino difuso y ubicuo de antes cuaja ahora en estatuas, piedras o símbolos variados, animales o humanos, colocados a menudo en lugares prominentes. El campo magnético de la divinidad puede extenderse a todo un bosquecillo.
La efigie del dios se encierra en un templo, y en su capilla se hace sentir la divina presencia. Delante del templo (fanum), o espacio sacro, se extiende el "profanum", el espacio de la vida ordinaria, de donde el dios está ausente. También en griego, -témemos- el templo, deriva del verbo -témno-, cortar, y significa espacio acotado. El templo es pequeño, es la casa del dios, no de la gente. La delimitación del espacio sagrado en recintos aparece en las más diversas culturas.
Aunque esta concepción quedara arraigada en la mente del pueblo, poco a poco la sociedad se emancipa y acordona espacios reservados a la divinidad; lo divino difuso y ubicuo de antes cuaja ahora en estatuas, piedras o símbolos variados, animales o humanos, colocados a menudo en lugares prominentes. El campo magnético de la divinidad puede extenderse a todo un bosquecillo.
La efigie del dios se encierra en un templo, y en su capilla se hace sentir la divina presencia. Delante del templo (fanum), o espacio sacro, se extiende el "profanum", el espacio de la vida ordinaria, de donde el dios está ausente. También en griego, -témemos- el templo, deriva del verbo -témno-, cortar, y significa espacio acotado. El templo es pequeño, es la casa del dios, no de la gente. La delimitación del espacio sagrado en recintos aparece en las más diversas culturas.
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