Diversas tendencias del cristianismo americano se han
distinguido por su radicalidad a la hora de defender
sus creencias, lo que en ocasiones ha producido
choques con la sociedad civil.
La palabra fundamentalismo aparece mucho en la
prensa y en la televisión y suele utilizarse actualmente
con connotaciones muy negativas para referirse a la
ideología de los grupos musulmanes más radicales,
pero al principio no tenía ese valor. Es un término
reciente, de hace menos de cien años, y comenzó a
emplearse en Estados Unidos para designar a los
cristianos evangélicos que querían seguir muy
estrictamente su religión.
En el siguiente texto apareció por primera vez el término «fundamentalista». Se trata del editorial del periódico The Watchman Examiner de Nueva York, escrito por Curtis Lee Laws en 1920:
«Proponemos
aquí y ahora que se adopte un nuevo nombre para referirse a los que
insistimos en que los puntos de referencia no se cambien. [...]
Sugerimos que los que permanecen firmemente anclados en los grandes
fundamentos, y que están dispuestos a entablar una batalla en toda regla
para defenderlos, sean denominados "fundamentalistas".»
Los
fundamentalistas cristianos se negaban a aceptar, por ejemplo, que el
hombre ha evolucionado a partir de otros animales, o que la tierra y el
universo tienen miles de millones de años de antigüedad, como se enseña
en nuestras escuelas. Piensan que lo que se dice en la Biblia sobre el
origen del mundo es incompatible con lo que establecen los científicos y
que son estos textos, leídos de modo literal, los que tienen la razón.
Son
defensores del creacionismo frente al evolucionismo. En Estados Unidos
un 10 % de los cristianos se pueden englobar como
fundamentalistas-literalistas, es decir, que piensan, por ejemplo, que
el mundo fue creado en siete días y que Matusalén vivió cerca de mil
años. Esta población ha conseguido que en algunas zonas, como Arkansas,
en la escuela se hayan tenido que enseñar de modo equilibrado el
creacionismo y el evolucionismo.
Incluso
en algunos estados hay muchos centros de enseñanza en los que no se
explica en absoluto el evolucionismo, de modo que el estudio de la
biología se reduce a mera descripción, y la geología o la prehistoria no
se exponen en clase. Pero, además, hubo un tiempo en que a los maestros
que enseñaban las teorías de Darwin se les encarcelaba, multaba o
suspendía.
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