Cada
vez es más común en ciudades de España y Europa la presencia de tiendas
que venden objetos para realizar ceremonias de santería cubana, de
umbanda o candomblé brasileño, de vudú haitiano y de toda una serie de
cultos procedentes de América, que mezclan las creencias del
cristianismo con las creencias africanas.
América
es la intermediaria entre Europa y esos cultos africanos. Detrás de ese
viaje de ida y vuelta hay una terrible historia en la que muchos seres
humanos fueron cazados como animales, vendidos como objetos y
maltratados.
En
América, los colonizadores europeos emplearon muchos esclavos africanos
para cultivar los campos y trabajar en las minas, en las faenas más
duras y peligrosas. Los capturaban en África, los transportaban de modo
inhumano en barcos negreros, donde muchos morían, y terminaban
vendiéndolos, separando a las familias, sin reconocerlos como seres
humanos con derechos, simplemente por tener un color de piel diferente.
Los
esclavos africanos mantuvieron como pudieron las religiones de su lugar
de origen, para no perder completamente sus señas de identidad, aunque,
para no ser perseguidos por sus creencias, se bautizaron y aceptaron el
culto católico a las vírgenes y a los santos.
Pero
tras las imágenes de los santos, veían también a sus dioses
ancestrales. Después de la misa católica, continuaban con ceremonias en
las que el baile y la música les ponían en contacto con los dioses
africanos de sus antepasados.
El
escaso interés por evangelizar a los negros en América y su resistencia a
perder sus raíces han tenido como consecuencia el hecho de que, con
diferencias y adaptaciones, estas formas de entender la religión hayan
perdurado hasta la actualidad. Además, incluso han conseguido adeptos
entre la población blanca, tanto en América como en Europa.
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