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BREVE RESEÑA DE LA PROVINCIA CHILENA.
1.Sor Gonzaga Kreimborg
2.Sor Inocencia Saenger
3.Sor Lorenza Kochler
4.Sor Domínica Niesmann
5.Sor Federica Fleitman
6.Sor Digna Lackamp
7.Sor Hilaria Kerler
8.Sor Christina Altegoer
9.Sor Adolfina Hufnagel
10.Sor Egidia Hufnagel
11.Sor Honorata Hengstebeck
12.Sor Eudoxia Bracht
Todas venían con gran confianza en Dios y animadas con la mejor voluntad.
Su lema era:”Vamos por Dios y con Dios”.
Las Hermanas de la Caridad Cristiana, Hijas de la Bienaventurada Virgen
María de la Inmaculada Concepción cumplen el 21 de Agosto de este año,
162 años en Chile, haciendo un relevante aporte al proceso de
evangelización y acompañamiento a la familia chilena, especialmente a
través de la educación escolar.
Hoy, con 12 establecimientos escolares de Santiago a Puerto Montt, un centro de misión y 10 comunidades religiosas, continúan con la obra de la Madre Paulina Von Mallinckrodt.
Para conocer esta maravillosa obra, les invitamos a leer una breve reseña de la Congregación en Chile y la síntesis de la vida de la Madre Paulina.
Hoy, con 12 establecimientos escolares de Santiago a Puerto Montt, un centro de misión y 10 comunidades religiosas, continúan con la obra de la Madre Paulina Von Mallinckrodt.
Para conocer esta maravillosa obra, les invitamos a leer una breve reseña de la Congregación en Chile y la síntesis de la vida de la Madre Paulina.
BREVE RESEÑA DE LA PROVINCIA CHILENA.
El año 1852, Chile recibió un fuerte impulso extranjero, acogiendo
colonos alemanes, desde Valdivia hasta el canal de Chacao. Los
esforzados alemanes, se abrieron paso a través de bosques y otros
obstáculos conquistando la naturaleza y fundando ciudades y pueblos.
Pero estas familias alemanas carecían de medios para la educación de sus
hijos y su formación religiosa, para lo cual recurrieron a la
Iglesia. Los Obispos de Alemania acogieron sus peticiones de sus pares y
observando los acontecimientos políticos que se desarrollaban en el
país, buscaron los medios para ayudar a sus compatriotas de acá.
Se dirigieron a la Congregación de la Madre Paulina von Mallinckrodt,
cuya misión era la educación de la niñez y juventud, que se encontraba
en dificultades por la persecución del sistema de gobierno, llegando a
cerrar sus escuelas y confiscar los bienes de floreciente
Congregación. Viendo en eso la Providencia de Dios, la Madre aceptó
enviar Hermanas para hacerse cargo de escuelas para los hijos de los
colonos alemanes y su formación religiosa.
El Obispo de Ancud, Monseñor Francisco de Paula Solar fue el solicitante que se preocuparía de las Hermanas.
El 8 de Septiembre de 1874, partieron desde Paderborn las 12 primeras
Hermanas. La Madre Paulina las acompañó hasta Burdeos donde se
embarcaron .
Las doce Hermanas eran:
1.Sor Gonzaga Kreimborg
2.Sor Inocencia Saenger
3.Sor Lorenza Kochler
4.Sor Domínica Niesmann
5.Sor Federica Fleitman
6.Sor Digna Lackamp
7.Sor Hilaria Kerler
8.Sor Christina Altegoer
9.Sor Adolfina Hufnagel
10.Sor Egidia Hufnagel
11.Sor Honorata Hengstebeck
12.Sor Eudoxia Bracht
Todas venían con gran confianza en Dios y animadas con la mejor voluntad.
Su lema era:”Vamos por Dios y con Dios”.
Llegaron a Valparaíso el 21 de Octubre, donde fueron recibidas por
Monseñor Francisco de Paula Solar, quien las embarcó para Ancud, su
lugar de destino, donde llegaron el 3 de Noviembre de 1874, siendo
recibidas con mucha alegría por los habitantes y pronto comenzaron su
trabajo en el Hospital de Ancud, primeramente y luego en una escuela.
El 3 de Enero de 1875, cuatro Hermanas: Sor Inocencia, Sor Federica,
Sor Egidia y Sor Honorata, viajaron a Puerto Montt, para trabajar con
los enfermos y los niños. En Abril se abrió una Escuela que recibió el
nombre de “Colegio Inmaculada Concepción”, que fue aumentando su
alumnado de manera asombrosa, con hijos de colonos alemanes y de la
región.
Como las Hermanas eran insuficientes para el trabajo, se solicitó ayuda
a la Madre Paulina y ella envió al año de permanencia otras seis
Hermanas.
En estos primeros tiempos ya comenzaron a pedir la admisión a la Congregación jóvenes de Chile que tenían inclinación por la vida religiosa. Por este motivo se estableció la Casa de Ancud, como Casa Madre de la Provincia y Noviciado.
En estos primeros tiempos ya comenzaron a pedir la admisión a la Congregación jóvenes de Chile que tenían inclinación por la vida religiosa. Por este motivo se estableció la Casa de Ancud, como Casa Madre de la Provincia y Noviciado.
En 1876, se vio la necesidad de fundar un establecimiento que acogiera
niñas pobres de Puerto Montt y alrededores, dándoles hogar y bajo la
protección de San José se abrió un hogar con internado donde se proyectó
la caridad de la Madre Paulina.
Luego en la Diócesis de Concepción ofrecieron dos Casas, una en la
ciudad y otra en Lebu. Pronto en Valdivia se solicitaron Hermanas
alemanas para atender el Hospital y en al año 1878 se hicieron cargo de
su dirección. Así fue creciendo la Provincia chilena.
De Santiago se las llamó para hacerse cargo de un asilo para
huérfanos de la guerra del Pacífico que más tarde se llamó Casa
Purísima. La autorización para este Establecimiento fue dada por la
misma Madre Paulina que se encontraba en Chile. Ella, preocupada por la
situación de guerra en el país, viajó a Chile. Aquí comprobó el buen
espíritu reinante en las comunidades y pudo conocer todos los campos de
apostolado de las Hermanas y también a la Hermanas chilenas que ya eran
bastantes.
El 22 de Febrero de 1880, la Madre se despidió de las tierra chilena
diciendo “Dios las bendiga, Hermanas, Dios bendiga a Chile”.
Su obra continuó extendiéndose en diferentes ciudades, en Colegios y
Hospitales y la Provincia creció, siendo necesario trasladar la Casa
Provincial de Ancud a Concepción por la cercanía del centro del país.
Las Hermanas ejercieron su labor con abnegación y alegría y cada año
ingresaban jóvenes al Noviciado, y llegaban nuevos grupos de Hermanas
de Alemania. La labor de las Hermanas era apreciada por su espíritu de
entrega a los respectivos apostolados, educacional y hospitalario. Sin
embargo algunas fundaciones debieron suprimirse más tarde por variadas
circunstancias: escasez de Hermanas falta de preparación para
determinados apostolados y también situaciones accidentales como el
Colegio de Copiapó abierto en 1883, que fue destruido por un terremoto
en 1922, por lo que se retiraron las Hermanas.
Pasando la frontera, en 1884, se fundó una casa con escuela para niñas
en Melo, Uruguay, pero por la soledad en que estaban, la Madre Gonzaga
vio la conveniencia de fundar otra escuela en Montevideo. Las nuevas
vocaciones se formaban en el Noviciado en Chile, pero a partir de 1927,
constituyeron la Nueva Provincia Uruguayo-Argentina.
Entre los años 1890 y 1910, surgieron nuevas Fundaciones,
especialmente de Colegios que hicieron un gran aporte a la educación
chilena. Desde los comienzos los Colegios llevaron el nombre de
“Inmaculada Concepción”, porque en ellos se cultivó una gran devoción a
la Virgen María, tan propia del pueblo chileno. En Talcahuano, San
Fernando, Cauquenes, Concepción, Santiago, Valdivia, los Colegios
florecieron conservando siempre el espíritu caritativo de nuestra Madre
Fundadora, conscientes de su misión de formar jóvenes cristianos,
abiertos a los valores del Evangelio y capaces de construir un mundo de
paz y amor.
No faltaron las dificultades en la Provincia. En 1905 un brote de
viruela en Ancud, arrasó con la mitad de la población y las Hermanas se
dedicaron noblemente a la atención de los enfermos. También incendios y
terremotos, han destruido varios Colegios, pero siempre el Señor ha
suscitado el apoyo generoso de otras Provincias, que han hecho posible
reunir los recursos para levantar los nuevos edificios, muchas veces
con mejores medios.
En 1907, el 28 de Septiembre la Casa Provincial se trasladó a San Bernardo constituyéndose en el corazón de la Provincia, y al año siguiente, en Marzo, se fundó junto a esta Casa el actual Colegio.
En 1907, el 28 de Septiembre la Casa Provincial se trasladó a San Bernardo constituyéndose en el corazón de la Provincia, y al año siguiente, en Marzo, se fundó junto a esta Casa el actual Colegio.
En 1932, se fundó en Santiago, la Casa San José, destinada a al
cuidado de las Hermanas ancianas y enfermas, donde permanecieron hasta
1993, año en que se trasladó la Casa a San Bernardo, en una moderna,
sólida y cómoda construcción, con mejores medios para la atención de las
enfermas, que ofrecen con amor sus sacrificios y oraciones por la
Provincia.
De 1940 a 1966, las Hermanas desempeñaron una eficiente y abnegada
labor en la Clínica de la Universidad Católica, de donde se retiraron
por falta de personal necesario.
El año 1938, arribó el último grupo de Hermanas alemanas.
En la actualidad la Provincia cuenta con 94 Hermanas, en 10
Comunidades, que atienden: 12 Colegios y 1 Casa Misionera en Ancud.
Aunque el apostolado principal de la Provincia ha sido el de la
educación de la niñez y juventud junto al hospitalario, a partir de
1973, se agregó el apostolado misional, en casas situadas en poblaciones
de escasos recursos: Villa Mora, Esmeralda Pudahuel , San Bernardo, y
Ancud, de las cuales, sólo esta última subsiste.
En la casa de Ancud se celebró en 1999 los 150 años de la Congregación y los 125 de la Provincia Chilena.
Conscientes de las nuevas líneas apostólicas de la Iglesia con la
participación de los laicos, en 1996 se creó la Comunidad Eucarístico
Mariana, que cuenta actualmente con un centenar de miembros que cultivan
la espiritualidad de la Madre Paulina.
En 1985, se comenzó la construcción de la nueva casa Madre, en el
mismo lugar de la anterior, destruida por sucesivos terremotos. El
actual edificio se inauguró en 1988.
En el año 2007 se celebró solemnemente el Centenario de esta Casa
Provincial, donde se alternan oración, estudio y trabajo, como entrega
al Señor que ha llamado para continuar la obra de la Madre Paulina en
esta tierra chilena, para su mayor gloria y bien del prójimo, al amparo
de María Inmaculada. Por eso hoy podemos decir con nuestra Beata Madre:
“Pongo toda mi confianza en el Señor y espero de su misericordia todo bien”.
BEATA PAULINA VON MALLINCKRODT
Paulina von Mallinckrodt nació el 3 de Junio de 1817 en Minden,
Alemania. Sus padres, miembros de nobles familias alemanas, fueron el
consejero de Estado Detmar von Mallinckrodt y la Baronesa Bernardina von
Hartmann. Desde pequeña, Paulina dio muestras de relevantes cualidades
que se acrecentaron por la influencia ejemplar de la vida hogareña y de
su Maestra, Luisa Hensel. Cuando aún era muy joven sintió el llamado de
la vocación religiosa, sin embargo debió superar enormes dificultades
antes de ver realizado su anhelo.
El 21 de Agosto de 1849, día de su toma de Hábito, en la Iglesia de
Busdorf, en Paderborn, Alemania, fundó la Congregación de las Hermanas
de la Caridad Cristiana, Hijas de la Bienaventurada Virgen María de la
Inmaculada Concepción; cumpliendo así la voluntad de Dios que le
inspiraba fundar un nuevo Instituto para la Iglesia. El 4 de noviembre
de 1850 se consagró al Señor por medio de los Votos Religiosos.
Paulina von Mallinckrodt, mujer de una vida interior profunda, supo ser
instrumento disponible al soplo del Espíritu Divino. Su alma abierta y
generosa captó la caridad en forma tan eficaz que apareció visiblemente
en todo momento y circunstancia de su vida. Pero como toda expresión
procede de una fuente determinada, así la Caridad de Paulina se alimentó
de Aquél que es Amor y que en su Sacramento Eucarístico dejó una fuente
de vida nueva. Paulina, sin embargo, no recibió los dones de Dios para
ella sola, sino que todo tuvo en ella una tendencia a proyectarse en
los otros. Su obra en la Iglesia, la Congregación por ella fundada,
lleva el sello de su ESPIRITUALIDAD. Espiritualidad que se apoya en el
Misterio Eucarístico. Allí fue donde Paulina vivió su “Encuentro
Personal” con Cristo, y luego lo dejó como herencia a su Instituto. Ella
dijo:
“Toda Congregación tiene su carácter propio; sea el nuestro el de una
actividad alegre y vigorosa, fruto del trato íntimo con Jesús en el
Santísimo Sacramento”.
En cada casa de las Hermanas de la Caridad Cristiana, Hijas de la
Virgen Inmaculada, el lugar central será siempre el tabernáculo en que
Cristo perpetúa su Presencia, y el Altar en que perpetúa su Sacrificio
para darse a los suyos. Las Hermanas han seguido y seguirán tributando
siempre el homenaje de alabanza y adoración a Cristo, de Quién reciben
la fuerza para la actividad y el estímulo para la caridad fraterna.
Siendo CRISTO el TODO de Paulina, no podría separar al Hijo de Aquélla
cuyo ser purísimo le dio su naturaleza de hombre. Para Paulina el amor a
Jesús la llevó al amor a su Madre. Su unión con el hijo en la
Eucaristía, la hizo amar intensamente a la Madre Inmaculada. Ella ha
sido también Madre, Maestra y Modelo de la Congregación. Esta
espiritualidad ha sido el rico tesoro que trajeron las primeras Hermanas
llegadas a esta tierra chilena. Tanto aquí, como en la patria de
origen, se ha cultivado incansablemente el amor a María. La voz de la
Madre Paulina resuena siempre:
“ Que la Virgen Santísima sea mi guía, que yo sea siempre una hija verdadera de María Inmaculada”.
Incontable muchedumbre de hermanos indefensos constituyó la herencia
espiritual que Paulina acogía como un regalo de Jesús. Los ciegos, los
pobres, los más desposeídos fueron sus hijos predilectos; pero no los
exclusivos, pues mantuvo su corazón siempre abierto y vigilante para
acoger a todos sus hermanos. Mientras duró su vida, los sirvió a todos
con amor, ya fueran pobres o ricos. Nunca nadie se alejó desilusionado
de su lado, sin recibir lo que esperaba de su mano o de la oportunidad
de sus consejos.
Su espíritu perspicaz dirigía todo, vencía todas las dificultades, y
acertaba siempre con lo justo. Como toda su vida era caridad, sabía
inspirarla también a sus hijas, y alimentarla en sí misma y en las
Hermanas por medio de la oración, meditación y sagrada comunión, que es
la fuente de todo amor. A todas daba ejemplo de virtud y piedad.
Encendía a todas con su fervor, las inflamaba con su generosidad. Todas
buscaban en ella consejo en sus dudas, valor en la pusilanimidad, fuerza
en la debilidad, de manera que no sólo ella era la Fundadora, la
Superiora General, sino de verdad la Madre y el alma de la Congregación.
Y porque el reluciente e irresistible ejemplo de la Madre penetró en
todas las hijas, por esto fue tan grande la actividad de la
Congregación. Todos los frutos de sus trabajos vivirán en muchas
generaciones y llegarán hasta la eternidad.
La Madre Paulina fue una mujer que dio respuesta a su tiempo. Por su
vida de fe y de amor, sigue contribuyendo a la salvación de tantos
hombres de ayer y de hoy. El Papa Juan Pablo II que la beatificó el 14
de Abril de 1985 dijo: “La Madre Paulina es un ejemplo de vida. Muestra
al hombre moderno, angustiado de nuestro tiempo, un camino para lograr
la paz interior - Buscar con valentía y confianza a Dios en el hermano
que sufre. Su mensaje es de actualidad como es actual la búsqueda de
Dios”.
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