Una
tradición antigua narra que Abgar V de Edesa (48 a. de J.C. —50 d. de J.C.) escribió
una carta a Jesús pidiéndole que lo visitara en Edesa y lo curara. Jesús, en su
respuesta,
declinó
hacer el viaje pero prometió a Abgar enviarle a uno de sus discípulos para que
efectuara la curación y le predicara el evangelio después de la resurreción.
Otra versión de la misma tradición afirma que Cristo envió con su carta un
retrato de sí mismo milagrosamente
pintado en tela.
El
historiador Eusebio (ca.263–339d. de J.C.) registra la tradición de que el
apóstol Tomás
delegó a
Tadeo, uno de los doce, para que fuera a Edesa. Bajo su ministerio, el rey se
curó y
muchos de
los habitantes de Edesa se convirtieron al cristianismo.
Edesa llegó
a ser un centro del cristianismo sirio hacia el siglo III d. de J.C., y en los
años
posteriores
se constituyó en uno de los mayores centros religiosos del imperio bizantino.
En este medio surgió la leyenda del intercambio de cartas entre Abgar, rey de
Edesa, y Jesús. Los peritos contemporáneos no encuentran base histórica para
dicha leyenda.
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