Desde
el siglo XIV hasta 1868 hubo en Japón defensores del sintoísmo
tradicional, libre del sincretismo budista, pero, en esa fecha cae el
régimen del shogunado. Con el fin del shogunado se desarrolla un
sintoísmo tradicional que defiende dos ideas fundamentales: la
supremacía imperial y la superioridad del pueblo japonés sobre todas las
naciones extranjeras, incluida la china.
Esta
opción ideológica consolidó un ultranacionalismo que fue muy
perjudicial para los países vecinos del Japón una vez que, a partir de
1868, el sintoísmo se convirtió en religión de estado.
Después
de fluctuar entre la tolerancia y la represión de otras creencias para
alinearse con las constituciones europeas, en 1889 se optó por la
libertad de culto. El estado, en teoría, no poseía una opción religiosa
definida ni medios legítimos de represión contra las religiones
extranjeras, como el budismo o el cristianismo. En la práctica, la
consecuencia fue el surgimiento de tres sintoísmos diferentes.
En primer lugar estaba el sintoísmo de los templos (jinja shinto),
que por una artimaña constitucional se decía no religioso y que el
estado subvencionaba y controlaba nombrando a los sacerdotes y
organizando las ceremonias tradicionales. Para no vulnerar la teórica
libertad de culto, los sacerdotes sintoístas eran tenidos por
funcionarios estatales. El sintoísmo se enseñaba en las escuelas y los
maestros llevaban obligatoriamente a sus alumnos a sus ceremonias
principales. Se divinizaron oficialmente numerosos emperadores antiguos y
otros personajes políticos del pasado; destaca el culto al emperador
Ojin- Hachiman, que fue tomando el carácter de dios de la guerra y al
que se dedicaron un gran número de templos a la par que el imperialismo
militarista japonés se desarrollaba.
El segundo sintoísmo fue el de la casa imperial (kohitsu shinto).
Constaba de ceremonias muy arcaicas y, a pesar de ser de tipo familiar,
influyó en el culto de los santuarios. En los años que van desde la
restauración Meiji a la derrota en 1945, Japón se entendió como una gran
familia encabezada por el emperador y sus cultos.
El
tercer sintoísmo, estimado como puramente religioso y equiparado al
resto de las religiones del Japón, era el de los Nuevos Cultos (kyoha shinto).
Eran nuevas religiones que utilizaban el prestigio y amparo del
sintoísmo para desarrollar su mensaje religioso; trece de estos grupos
fueron aceptados durante la época Meiji como religiones independientes y
fueron inscritos en el registro oficial de cultos (ujiko-shirabe) que se realizaba de modo obligatorio en los templos sintoístas oficiales.
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