Doctrina
teológica según la cual está justificado atribuir a cada una de las Personas
divinas ciertos atributos o actividades que son comunes a las tres personas de
la Santísima Trinidad, en cuanto que manifiestan o se derivan de la Unidad del
Ser divino.
1.
Se trata de una doctrina que se encuentra
expresamente en la Escolástica latina (cf., por ejemplo. Pedro Lombardo, Se/zt.
1. 26-36) que desarrollaron sobre todo san Buenaventura y santo Tomás. Los escolásticos
aun dentro de ciertas variaciones lexicales y semánticas distinguen claramente
entre «apropiaciones». «propiedades" y «nociones» Recomienda la
doctrina patrística clásica sobre los idiotétes (propiedades), designan con
el término propietelle las
características distintivas de cada una de las Personas divinas (como la
paternidad, la filiación, la procesión); con notiones esenciales las características
a través de las cuales se lleva al conocimiento de las propiedades personales (
innascibilidad, paternidad, filiación, espiración común, procesión); Y con
appropriationes las manifestaciones de las Personas a través de los atributos
esenciales: el ejemplo clásico es el de la sabiduría, que es una característica
esencial de Dios, y por tanto de las tres Personas, pero que se apropia al Hijo,
bien a partir de la Escritura (cf. 1 Cor 1 ,30), bien a partir de la
interpretación psicológica de san Agustín – recogida y perfeccionada por la
Escolástica -, según la cual el Hijo procede del Padre nper modum
intellectionis vel dictionis», y el Espíritu “per modum amoris» (cf. santo
Tomás, S. Th. 1, 39, 7-8). Así pues, como explica Cavetano, mientras que se
dicen " propias » aquellas características que se atribuyen a una persona
de tal modo que no pueden atribuirse a otra, se dicen más bien “apropiadas»
aquellas características que son comunes a las tres Personas, pero que se
atribuyen a una sola Persona para manifestarla mejor.
2.
La importancia teológica de esta doctrina es doble. Por un lado, subraya el carácter
típico de la tradición trinitaria latina, que parte de la unicidad de la
esencia divina como presupuesto de la misma revelación trinitaria (cf, por
ejemplo, sobre el tema de la Sabiduría como común a las tres Personas divinas,
en cuanto expresión del único Ser, pero apropiable al Hijo, cf san Agustín,
De Trinitate, 15, 7 12). Por otro lado -y en estrecha conexión con lo
anterior-, subraya la exigencia de salvaguardar el monoteísmo bíblico-cristiano,
en dialéctica con la explicitación necesaria de las propiedades personales del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Esto es evidente sobre todo en las dos
tomas de posición del Magisterio eclesiástico a propósito de este tema: la
primera, en el sínodo de Sens de 1140, donde afirma la igualdad de poder de las
tres Personas contra las afirmaciones erróneas de Abelardo (DS 721); la
segunda, en el concilio de Florencia, donde se afirma el famoso axioma formulado
por san Anselmo de Canterbury, según el cual nin Deo omnia sunt unum, ubi non
obviat relationis oppositio, y se insiste en que las obras de Dios fúera de él
son rigurosamente comunes bajo el perfil de la causa eficiente (“Pater et
Filius et Spiritus Sanctus non tria principia creaturae, sed unum principium)')
(DS 1330).
3.
Pero en profundidad podemos estar de acuerdo con J Auer en que en ningún otro
punto más que en la doctrina de las apropiaciones (y de las propiedades)
resulta evidente la situación gnoseológica de la teología. En efecto, la
doctrina de las apropiaciones se plantea epistemológicamente en el punto de
conjunción entre un conocimiento puramente racional del misterio de Dios y la
revelación tripersonal que Dios mismo nos hace de sí como explicación de la
Unidad de su Ser como Amor Por un lado, con la razón es posible llegar no sólo
a afirmar la existencia de Dios, sino también las perfecciones de su Ser. por
otro, la revelación cristológica y su culminación pascual manifiestan el
misterio de Dios como Unitrino, manifestando las propiedades personales de los
Tres. Pero esto no quita la Unidad del Ser de Dios; por eso las apropiaciones
afirman las propiedades de Dios como Uno (y por tanto comunes a las tres
Personas), atribuyéndolas a cada una de las Personas, precisamente a partir de
las características mostradas por Ella en la revelación y profundizadas luego
teológicamente a la luz de ésta.
Se
trata de una perspectiva que es preciso estudiar hoy más a fondo, no sólo en
lo que concierne a la Vida íntima de la Santísima Trinidad, en cuanto que las
apropiaciones -hechas a partir de la revelación- nos pueden decir algo sobre
las relaciones trinitarias, sino también en lo que atañe a las relaciones de
la persona humana, en la gracia, con cada una de las Personas divinas.
P.
Coda
Bibl.:
Tomás de Aquino, 5. Th., q. 39, aa.78; A. Milano, Propiedades y atribuciones,
en DC, 1143-1179. J Auer, Dios UnO y trinO, Herder, Barcelona 1982, 312-318, -
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