(heb. generalmente jômer; también ma{abeh, tît, melet; aram. jasaf; gr. plós). Material maleable del suelo que se usa para hacer ladrillos y vasijas diversas. En Egipto, la Arcilla aluvial que traía el Nilo, mezclada con arena y paja, se usaba para hacer ladrillos y como cemento (Ex. 1:14). Las diversas clases de arcillas que se usaban en diferentes lugares dependía de los restos de sustancias orgánicas e inorgánicas mezcladas con el mineral básico: silicato de aluminio. Una de las cualidades básicas de la Arcilla es su capacidad de hacerse cada vez más modelable al añadirse agua, y más sólida al secarse. Evidentemente se usaron moldes de Arcilla para fundir los materiales de bronce para el templo de Salomón (1 R. 7:46). La palabra aramea traducida "barro cocido" en Dn. 2 se debe interpretar como "material de que están hechas las vasijas de arcilla". Debemos recordar que Adán fue formado de Arcilla (Job 10:9, LPD), y que en manos de Dios somos de ese material (ls. 64:7, BJ). Jesús, al preparar un poco de barro, formó una cataplasma que usó para sanar al ciego (Jn. 9).
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