El alma humana en general ha sido honrada y exaltada. Este principio
es válido para todas las almas, sin hacer excepciones a causa del color,
el género o la religión. Al-lâh, Ensalzado, Dice en Su Libro
[traducción del significado]: {Por cierto que hemos honrado a los hijos
de Adán, y les hemos facilitado los medios para transitar por la tierra y
por el mar; les hemos proveído de cosas buenas y les hemos favorecido
con gran preferencia por encima de muchas de las criaturas}, [Corán
17:70].
Quiere decir que esa honra es general y completa, y concierne tanto a los musulmanes como a los no musulmanes, pues todas las personas van por la tierra y por el agua, a todos se les da sustento, y todos han sido preferidos y honrados por encima de muchas otras criaturas.
Esta visión general abarca a todos los seres humanos, y esa honra va dirigida a todas las personas en cada uno de los artículos de la Ley Islámica. Por consiguiente, esa visión global se ha manifestado en cada dicho o hecho del Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam. Así se explica la manera fina y única que utilizó nuestro sublime Mensajero, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, con sus detractores y los que le negaban.
El Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, estaba tratando con almas humanas honorables, por tanto no es lícito humillarlas ni oprimirlas, ni violar sus derechos, ni subestimarlas. Esto queda expuesto de manera evidente tanto en las aleyas del noble Corán, como en la vida del Mensajero, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam.
Al-lâh, Ensalzado, Dice [traducción del significado]: {y no matéis a nadie que Al-lâh Prohibió matar, salvo que sea con justo derecho}, [Corán 6:151].
Así pues, el asunto es general, abarca las almas de los musulmanes y las de los no musulmanes. La justicia en la Shari‘ah [Ley Islámica] es absoluta e indivisible.
¡Qué bello es el comentario que hizo Al Qurtubí[1] para comentar esta aleya! Dijo: “Esta aleya es una prohibición de acabar con la vida de una persona sin derecho, ya sea creyente o aliada, excepto si es con derecho el cual hace obligatorio matarla".[2]
Después, citó numerosos Hadices proféticos que apoyan este mismo significado, entre los que encontramos por ejemplo, el que narró Abu Bakrah, que Al-lâh Esté complacido con él, sobre el Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, que dijo: "A quién mate a un aliado sin una razón válida, Al-lah le Prohibirá el Paraíso".[3]
La Shari‘ah rechaza la injusticia en todas sus formas, y esto queda claro en incontables aleyas y Hadices, y está rechazada hasta el Día de la Resurrección. Incluso Al-lâh, Ensalzado, Dice al describir el balance el Día de la Resurrección [traducción del significado]: {Y dispondremos las balanzas de la justicia [para juzgar a los hombres] el Día del Levantamiento, y nadie sufrirá injusticia en nada}, [Corán 21:47].
El asunto aquí también debe entenderse en su sentido absoluto, pues el Día de la Resurrección “nadie” será oprimido, sea quien sea esa alma, ya sea creyente o incrédula, musulmana, cristiana o judía, o seguidora de cualquier otra doctrina o secta.
Ciertamente, la injusticia es algo desagradable y Al-lâh, Ensalzado, lo Ha prohibido para Sí mismo y para todos sus siervos. Abu Dhar narró sobre el Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, que asimismo narró sobre su Señor, que dijo: “¡Oh siervos míos! Ciertamente Me He prohibido la injusticia a Mí Mismo y he hecho que esté prohibida entre vosotros, así pues no seáis injustos los unos con los otros”.[4]
Esta es la verdadera visión islámica sobre todas las personas. El Islam valora, respeta y honra a todas las personas.
¡Qué maravillosa y elocuente situación nos enseñó el Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, cuando pasó ante él un funeral de un judío! El Imâm Muslim narró de (bajo la autoridad de) Ibn Abu Laila que Qais Ibn Sa‘d y Sahl Ibn Hunaif estaban en Qadisíah cuando un funeral pasó ante ellos y se pusieron en pie como acto de reverencia. Les dijeron: "Es un funeral de un oriundo de aquí"[5]. Ellos contestaron: “En una ocasión, pasó ante el Mensajero de Al-lâh, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, un funeral y se puso en pie. Entonces, le dijeron: “Es un judío”, y él respondió: "¿Acaso no es un alma?".[6]
¡Realmente es una escena increíble!... Pues bien, esa es la visión islámica sobre el alma humana.
Indudablemente, el Mensajero de Al-lâh, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, con esta postura sembró en el interior de los musulmanes la conciencia de que debemos respetar y valorar a cualquier persona, sea como sea. Y ello porque él mismo lo hizo y mandó que todos los musulmanes lo hiciéramos, incluso después de percatarse de que se trataba de un judío.
Es importante resaltar que esos judíos vivieron en la misma época del Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, y vieron los signos, escucharon los argumentos irrefutables y las pruebas claras, y a pesar de todo eso no sólo no creyeron, sino que además le atacaron con todos los medios y maneras, morales y materiales. Y a pesar de toda esa intransigencia judía, el Mensajero de Al-lâh, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, se puso de pie para mostrar respeto hacia el funeral de un judío cualquiera, de quien ni siquiera nos dio a conocer su nombre, para que no se dijera que esa persona era una personalidad judía conocida entre los musulmanes, o que tenía una buena moral. Prueba de que no era conocido es que los Compañeros del Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, lo mencionaron por su condición de judío, no por su nombre, y también el Mensajero de Al-lâh, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, justificó ponerse de pie diciendo: "¿Acaso no es un alma?", sin citar ningún mérito particular.
¡Eso sí que es respetar a las personas!
Pero ese respeto no fue pasajero, sino que el Mensajero, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, se mantuvo de pie hasta que el cortejo fúnebre desapareció de la vista. En la narración de Muslim sobre Yaber Ibn ‘Abdul-lâh dice: "El Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, y sus Compañeros se pusieron de pie ante el cortejo fúnebre hasta que desapareció".[7]
Trata de imaginar esta majestuosa escena cuando a pesar de que el cortejo fúnebre del judío ya había pasado, el Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, y sus Compañeros se mantuvieron en pie hasta que desaparecieron de su vista. Sin duda, la escena incrustó en las mentes de los Compañeros, y de los musulmanes que les siguieron, la idea de que el Islam respeta, valora y honra a todas las personas. Eso es lo que empujó a Qais Ibn Sa‘d[8] y a Sahl Ibn Hunaif[9], que Al-lâh Esté complacido con ellos, a ponerse en pie ante un cortejo fúnebre para un mayus que adoraba al fuego.
Esa persona mayus ni siquiera era cristiano o judío, sino que seguía una doctrina totalmente opuesta a la religión islámica. Además, pertenecía a un pueblo que mantenía enemistad con el Islam, sin embargo, los Compañeros, que Al-lâh Esté complacido con ellos, comprendían el valor que tiene el alma humana, por eso la honraron y se pusieron de pie al paso del cortejo.
Esa es la visión que los musulmanes tenemos sobre los no musulmanes. Esa es la base que tienen los musulmanes en sus mentes sobre cómo deben tratar a los no musulmanes. Además, tienen otra base muy importante que determina cómo los musulmanes se imaginan a los detractores en la doctrina, y a los que tienen otros principios diferentes de los suyos: ésta consiste en creer que es completamente normal -incluso inevitable- que las personas sean diferentes, y que es imposible hallar una época en la que todo el mundo se ponga de acuerdo sobre una misma opinión o asunto determinado, ni siquiera en el tema de la divinidad y la Unicidad.
Al-lâh, Ensalzado, Dice [traducción del significado]: {Si tu Señor hubiera querido, habría hecho de todos los hombres una sola nación [de creyentes]; [pero por Su sabiduría divina concedió al hombre libre albedrío] y no cesan de discrepar}, [Corán 11:118].
Por eso, el musulmán acepta fácilmente que haya detractores de su fe, y sabe que es imposible que esas personas desaparezcan de la tierra y, por eso, convive con ellos de un modo natural, sobre todo porque la Ley Islámica explica con exactitud en qué marco debe desarrollarse el trato con el no musulmán y cuáles son las herramientas para entenderse con las diferentes comunidades de no musulmanes.
Si a todo esto se le añade que el musulmán tiene la firme convicción de que la rendición de cuentas el Día de la Resurrección está totalmente en manos de Al-lâh, Ensalzado, y que Al-lâh Ha otorgado a las personas libre albedrío para que decidan si quieren creer o no, y que el Día de la Rendición de Cuentas serán juzgadas por Al-lâh, y si añadimos a todo esto la base ideológica de los musulmanes, entenderemos que realmente el musulmán no necesita obligar a los demás a que se conviertan al Islam, ni coaccionarlos para que cambien su religión. Al-lâh, Dice [traducción del significado]: {Si tu Señor hubiera querido, todos los habitantes de la Tierra habrían creído. Tú [¡Oh, Muhammad!] no podrás hacer que los hombres crean aunque se lo impongas}, [Corán 10:99].
[3][Abu Dawûd (2760)], [An Nasâ’í (4747)], [Ahmad (20393)], [Ad-Darimí (2504)], [At-Taiâlisí (879)], [Al Hâkim (2631) Sahih (auténtico)]. [Al Albani: Sahih (auténtico) en Sahih Al Yâmi‘ (6456)].
[4] [Muslim: (2577)]; [Ahmed (21458)]; [Al Bujari: Al Adab al mufrad (490)]; [Ibn Hibbân (619)], [Al Baihaqí, Sha'ab al imân (7088), As-sunan al kubra (11283)].
[5] Es decir de un Mayus (adorador del Fuego) persa.
[6] [Al Bujari (1250)] [Muslim (961)]
[7] [Muslim (960)], [An-Nasâ’í (1928)], [Ahmad (1928)], [Al Baihaqí (6670].
[8] Qays Ibn Sa‘d Ibn ‘Ubadah: persona perspicaz, y determinante en las guerras por sus intrigas y opiniones. Tenía un alto rango en su comunidad, y era con respecto al Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, lo mismo que el líder de la policía es para el Emir. El día de la conquista de La Meca, el Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, le entregó el estandarte. Murió sosteniéndolo el año 59 0 60 de la Hégira. Ver Ibn Al Azír, Asad Al Ghabah 4/272, Ibn Hayar, Al Isâbah (7176) e Ibn ‘Abdul Barr, Al Isti‘âb 3/350.
[9] Sahl Ibn Hunaif Ibn Uahib. Estuvo presente en (batalla de) Badr junto al Profeta de Al-lâh, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam y se mantuvo firme el día de la batalla de Uhud. ‘Alí le hizo gobernador cuando salió de Medina para ir a Basora. Además, estuvo junto a ‘Alí en la batalla de Siffín y luego le dio el gobierno de Persia. Murió en Kufa en el año 88 de la Hégira. Ver: Ibn ‘Abdul Barr, Al Isti‘âb 2/223; Ibn Al Azír, Asad al ghabah 2/335. Ibn Hayar, Al Isâbah (5323).
Quiere decir que esa honra es general y completa, y concierne tanto a los musulmanes como a los no musulmanes, pues todas las personas van por la tierra y por el agua, a todos se les da sustento, y todos han sido preferidos y honrados por encima de muchas otras criaturas.
Esta visión general abarca a todos los seres humanos, y esa honra va dirigida a todas las personas en cada uno de los artículos de la Ley Islámica. Por consiguiente, esa visión global se ha manifestado en cada dicho o hecho del Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam. Así se explica la manera fina y única que utilizó nuestro sublime Mensajero, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, con sus detractores y los que le negaban.
El Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, estaba tratando con almas humanas honorables, por tanto no es lícito humillarlas ni oprimirlas, ni violar sus derechos, ni subestimarlas. Esto queda expuesto de manera evidente tanto en las aleyas del noble Corán, como en la vida del Mensajero, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam.
Al-lâh, Ensalzado, Dice [traducción del significado]: {y no matéis a nadie que Al-lâh Prohibió matar, salvo que sea con justo derecho}, [Corán 6:151].
Así pues, el asunto es general, abarca las almas de los musulmanes y las de los no musulmanes. La justicia en la Shari‘ah [Ley Islámica] es absoluta e indivisible.
¡Qué bello es el comentario que hizo Al Qurtubí[1] para comentar esta aleya! Dijo: “Esta aleya es una prohibición de acabar con la vida de una persona sin derecho, ya sea creyente o aliada, excepto si es con derecho el cual hace obligatorio matarla".[2]
Después, citó numerosos Hadices proféticos que apoyan este mismo significado, entre los que encontramos por ejemplo, el que narró Abu Bakrah, que Al-lâh Esté complacido con él, sobre el Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, que dijo: "A quién mate a un aliado sin una razón válida, Al-lah le Prohibirá el Paraíso".[3]
La Shari‘ah rechaza la injusticia en todas sus formas, y esto queda claro en incontables aleyas y Hadices, y está rechazada hasta el Día de la Resurrección. Incluso Al-lâh, Ensalzado, Dice al describir el balance el Día de la Resurrección [traducción del significado]: {Y dispondremos las balanzas de la justicia [para juzgar a los hombres] el Día del Levantamiento, y nadie sufrirá injusticia en nada}, [Corán 21:47].
El asunto aquí también debe entenderse en su sentido absoluto, pues el Día de la Resurrección “nadie” será oprimido, sea quien sea esa alma, ya sea creyente o incrédula, musulmana, cristiana o judía, o seguidora de cualquier otra doctrina o secta.
Ciertamente, la injusticia es algo desagradable y Al-lâh, Ensalzado, lo Ha prohibido para Sí mismo y para todos sus siervos. Abu Dhar narró sobre el Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, que asimismo narró sobre su Señor, que dijo: “¡Oh siervos míos! Ciertamente Me He prohibido la injusticia a Mí Mismo y he hecho que esté prohibida entre vosotros, así pues no seáis injustos los unos con los otros”.[4]
Esta es la verdadera visión islámica sobre todas las personas. El Islam valora, respeta y honra a todas las personas.
¡Qué maravillosa y elocuente situación nos enseñó el Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, cuando pasó ante él un funeral de un judío! El Imâm Muslim narró de (bajo la autoridad de) Ibn Abu Laila que Qais Ibn Sa‘d y Sahl Ibn Hunaif estaban en Qadisíah cuando un funeral pasó ante ellos y se pusieron en pie como acto de reverencia. Les dijeron: "Es un funeral de un oriundo de aquí"[5]. Ellos contestaron: “En una ocasión, pasó ante el Mensajero de Al-lâh, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, un funeral y se puso en pie. Entonces, le dijeron: “Es un judío”, y él respondió: "¿Acaso no es un alma?".[6]
¡Realmente es una escena increíble!... Pues bien, esa es la visión islámica sobre el alma humana.
Indudablemente, el Mensajero de Al-lâh, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, con esta postura sembró en el interior de los musulmanes la conciencia de que debemos respetar y valorar a cualquier persona, sea como sea. Y ello porque él mismo lo hizo y mandó que todos los musulmanes lo hiciéramos, incluso después de percatarse de que se trataba de un judío.
Es importante resaltar que esos judíos vivieron en la misma época del Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, y vieron los signos, escucharon los argumentos irrefutables y las pruebas claras, y a pesar de todo eso no sólo no creyeron, sino que además le atacaron con todos los medios y maneras, morales y materiales. Y a pesar de toda esa intransigencia judía, el Mensajero de Al-lâh, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, se puso de pie para mostrar respeto hacia el funeral de un judío cualquiera, de quien ni siquiera nos dio a conocer su nombre, para que no se dijera que esa persona era una personalidad judía conocida entre los musulmanes, o que tenía una buena moral. Prueba de que no era conocido es que los Compañeros del Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, lo mencionaron por su condición de judío, no por su nombre, y también el Mensajero de Al-lâh, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, justificó ponerse de pie diciendo: "¿Acaso no es un alma?", sin citar ningún mérito particular.
¡Eso sí que es respetar a las personas!
Pero ese respeto no fue pasajero, sino que el Mensajero, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, se mantuvo de pie hasta que el cortejo fúnebre desapareció de la vista. En la narración de Muslim sobre Yaber Ibn ‘Abdul-lâh dice: "El Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, y sus Compañeros se pusieron de pie ante el cortejo fúnebre hasta que desapareció".[7]
Trata de imaginar esta majestuosa escena cuando a pesar de que el cortejo fúnebre del judío ya había pasado, el Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, y sus Compañeros se mantuvieron en pie hasta que desaparecieron de su vista. Sin duda, la escena incrustó en las mentes de los Compañeros, y de los musulmanes que les siguieron, la idea de que el Islam respeta, valora y honra a todas las personas. Eso es lo que empujó a Qais Ibn Sa‘d[8] y a Sahl Ibn Hunaif[9], que Al-lâh Esté complacido con ellos, a ponerse en pie ante un cortejo fúnebre para un mayus que adoraba al fuego.
Esa persona mayus ni siquiera era cristiano o judío, sino que seguía una doctrina totalmente opuesta a la religión islámica. Además, pertenecía a un pueblo que mantenía enemistad con el Islam, sin embargo, los Compañeros, que Al-lâh Esté complacido con ellos, comprendían el valor que tiene el alma humana, por eso la honraron y se pusieron de pie al paso del cortejo.
Esa es la visión que los musulmanes tenemos sobre los no musulmanes. Esa es la base que tienen los musulmanes en sus mentes sobre cómo deben tratar a los no musulmanes. Además, tienen otra base muy importante que determina cómo los musulmanes se imaginan a los detractores en la doctrina, y a los que tienen otros principios diferentes de los suyos: ésta consiste en creer que es completamente normal -incluso inevitable- que las personas sean diferentes, y que es imposible hallar una época en la que todo el mundo se ponga de acuerdo sobre una misma opinión o asunto determinado, ni siquiera en el tema de la divinidad y la Unicidad.
Al-lâh, Ensalzado, Dice [traducción del significado]: {Si tu Señor hubiera querido, habría hecho de todos los hombres una sola nación [de creyentes]; [pero por Su sabiduría divina concedió al hombre libre albedrío] y no cesan de discrepar}, [Corán 11:118].
Por eso, el musulmán acepta fácilmente que haya detractores de su fe, y sabe que es imposible que esas personas desaparezcan de la tierra y, por eso, convive con ellos de un modo natural, sobre todo porque la Ley Islámica explica con exactitud en qué marco debe desarrollarse el trato con el no musulmán y cuáles son las herramientas para entenderse con las diferentes comunidades de no musulmanes.
Si a todo esto se le añade que el musulmán tiene la firme convicción de que la rendición de cuentas el Día de la Resurrección está totalmente en manos de Al-lâh, Ensalzado, y que Al-lâh Ha otorgado a las personas libre albedrío para que decidan si quieren creer o no, y que el Día de la Rendición de Cuentas serán juzgadas por Al-lâh, y si añadimos a todo esto la base ideológica de los musulmanes, entenderemos que realmente el musulmán no necesita obligar a los demás a que se conviertan al Islam, ni coaccionarlos para que cambien su religión. Al-lâh, Dice [traducción del significado]: {Si tu Señor hubiera querido, todos los habitantes de la Tierra habrían creído. Tú [¡Oh, Muhammad!] no podrás hacer que los hombres crean aunque se lo impongas}, [Corán 10:99].
[1]Muhammad Ibn Ahmad Al Ansarí Al Jazrayí Al Mâlikí Al Qurtubí. Es
uno de los comentaristas del Corán más famosos. Entre sus obras está su
célebre comentario (Tafsir) Al Yâmi‘ li ahkâm al Qur'ân. Murió en Munia
Abu Jusaib en la parte más baja del Alto Egipto, el año 671 de la
Hégira.
[Az-Zarkalí, Al ‘Alâm, 5/322].
[2]Al Qurtubí, Al Yâmi‘ li ahkâm al Qur’ân, 7/132.[3][Abu Dawûd (2760)], [An Nasâ’í (4747)], [Ahmad (20393)], [Ad-Darimí (2504)], [At-Taiâlisí (879)], [Al Hâkim (2631) Sahih (auténtico)]. [Al Albani: Sahih (auténtico) en Sahih Al Yâmi‘ (6456)].
[4] [Muslim: (2577)]; [Ahmed (21458)]; [Al Bujari: Al Adab al mufrad (490)]; [Ibn Hibbân (619)], [Al Baihaqí, Sha'ab al imân (7088), As-sunan al kubra (11283)].
[5] Es decir de un Mayus (adorador del Fuego) persa.
[6] [Al Bujari (1250)] [Muslim (961)]
[7] [Muslim (960)], [An-Nasâ’í (1928)], [Ahmad (1928)], [Al Baihaqí (6670].
[8] Qays Ibn Sa‘d Ibn ‘Ubadah: persona perspicaz, y determinante en las guerras por sus intrigas y opiniones. Tenía un alto rango en su comunidad, y era con respecto al Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, lo mismo que el líder de la policía es para el Emir. El día de la conquista de La Meca, el Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, le entregó el estandarte. Murió sosteniéndolo el año 59 0 60 de la Hégira. Ver Ibn Al Azír, Asad Al Ghabah 4/272, Ibn Hayar, Al Isâbah (7176) e Ibn ‘Abdul Barr, Al Isti‘âb 3/350.
[9] Sahl Ibn Hunaif Ibn Uahib. Estuvo presente en (batalla de) Badr junto al Profeta de Al-lâh, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam y se mantuvo firme el día de la batalla de Uhud. ‘Alí le hizo gobernador cuando salió de Medina para ir a Basora. Además, estuvo junto a ‘Alí en la batalla de Siffín y luego le dio el gobierno de Persia. Murió en Kufa en el año 88 de la Hégira. Ver: Ibn ‘Abdul Barr, Al Isti‘âb 2/223; Ibn Al Azír, Asad al ghabah 2/335. Ibn Hayar, Al Isâbah (5323).
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