EL SERMÓN DEL MONTE
JUAN MATEOS
19. CONCLUSION:
COLOQUIO SOBRE EL SERMON DEL MONTE
Cuando la tentación de los panes, parece que Jesús
está pasando hambre de verdad.
Eso es metafórico y sólo aparece en Lucas: es hambre
de entregarse; por eso el pan que le ofrece el Malo no le sirve, el suyo
sí que le sirve.
¿Podemos esperar que el Reino de Dios llegue a su
plenitud al fin de los tiempos, por intervención divina o, simplemente,
por evolución?
En los evangelios no se anuncia ninguna intervención
divina milagrosa o espectacular. La historia la va haciendo el hombre, con
el Espíritu de Dios. El hombre ha sido hecho dueño de su vida, y la
comunidad cristiana dueña de su vida y actividad. No es el Señor el que
está diciendo continuamente lo que tenemos que hacer, sino que colabora
con nosotros. La cosa es tan nuestra como suya. Es una evolución, como el
mismo Señor nos lo dice en la parábola del grano de mostaza o en la de la
levadura. Las parábolas son de desarrollo, algo progresivo. Que eso llegue
a la Humanidad entera yo creo que no depende de Dios, sino de nosotros y,
no sólo de nosotros, sino de la libertad humana, pues si los hombres no
aceptan...No creo que se pueda pensar en un estado definitivo y perfecto
en este mundo, porque la libertad del hombre siempre puede decir que no.
Por tanto, sería ilusorio que algún día toda la Humanidad esté entregada a
este ideal. Nadie nos garantiza que alguno no diga que no. Una plenitud
total, una sociedad completa- mente nueva en este mundo no parece
factible. Al menos, los evangelios no hablan de eso, sino de que este
Reinado de Dios, que se va realizando aquí, pasa a través de la muerte y
va teniendo su estado definitivo más allá.
¿Hay algún fundamento escriturístico que apoye el
milenarismo?
Eso está tomado de Apocalipsis, pero es un libro
puramente simbólico y no se puede hacer una lectura histórica de ello. Por
ejemplo, los evangelios, que son narraciones en las que hay un segundo
sentido teológico, nunca hablan de eso. Por eso, Dionisio de Alejandría,
en el s. III, excluyó el Apocalipsis del canon de los libros inspirados.
Ante el milenarismo, Dionisio dijo que no podía ser el Apocalipsis un
libro verdadero, y lo excluyó, como ha estado excluido en el Oriente hasta
el s. IX. El Apocalipsis es un libro muy bueno, pero simbólico, por lo que
hay que interpretarlo todo.
¿Cómo habría que interpretar el pecado en los
Evangelios?: porque siempre se nos ha dicho que el pecado es una
transgresión de las leyes de los Diez Mandamientos.
Se pueden dar varias formulaciones de lo que es el
pecado. Una de ella es "la injusticia". Cuando habla el Bautista de su
bautismo "en señal de enmienda, para obtener el perdón de los pecados",
eso es la injusticia. Pero hay otra formulación más profunda, que es la de
Juan. Para él el proyecto de Dios es que el hombre tenga la plenitud de
vida. Por lo tanto, el pecado es "suprimir la vida" en cualquier momento,
en sí mismo, en los demás. Y, como vida significa libertad y amor, como
base, todo lo que sea suprimir eso -o hacer el contra-amor, el odio, la
opresión- eso es pecado. Esta es la formulación más profunda que yo he
encontrado en el Nuevo Testamento. Y "pecado" quiere decir que eso va
contra el plan de Dios, que contradice lo que Dios quiere. Y también,
hacia los demás: toda opresión, toda injusticia. Dice Jesús: "...el
Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" : no hay más que un
pecado: es esa actitud a reprimir o suprimir la vida: y de esa actitud
interior nacen los actos concretos, que se llaman los pecados. Los pecados
ya no son actitud. La actitud es el pecado, y desde esa actitud, en cada
circunstancia particular, irán saliendo injusticias concretas males y
daños concretos. Y vida es amor, libertad, solidaridad. Pecado es suprimir
eso.
Por el contrario, enfrente de ese pecado está el
amor: el mandamiento de Jesús, que es el Espíritu. El quita el pecado del
mundo dando el Espíritu, que es libertad y amor. Actitud opuesta a la del
pecado: suprimir vida - comunicar vida. Y, de ese amor, que es el
mandamiento, salen los mandamientos de Jesús: ¿cuáles?: nunca los nombra,
claro! Esa actitud irá actuando ante las exigencias concretas de la
realidad, y esa exigencia de la realidad se convierte, para el que ama, es
un mandamiento.
¿Se puede hablar de "adultez cristiana" en
aquellas personas que voluntariamente entran en una comunidad religiosa y
se someten a un código duro de conducta, anulando a veces su propia
libertad? ¿Y se puede decir "no hago esto", aunque esté en el reglamento?
Pregunta importante. Ha habido una interpretación un
poco peculiar en esto de la obediencia, religiosa o eclesiástica. Jesús
nunca habla de obediencia: esa palabra no aparece en ninguno de los cuatro
evangelios. Aparece el verbo "obedecer", pero referido a un demonio, al
mar, a la higuera, nunca a los hombres. No entra en el vocabulario de
Jesús, como es natural, porque él viene a proponer una sociedad de
iguales, y no puede haber uno que mande más que otro.
La vida monástica, de la que deriva la vida
religiosa, no es propiamente cristiana: es anterior al cristianismo;
existía en la India, entre los judíos y en otras partes. Y entonces "se
bautiza" esa vida de algún modo, y se toman categorías que no son
específicamente cristianas, entre ellas eso de la sumisión a un superior.
Recordemos que Jesús dice a sus discípulos "Les conviene que yo me vaya" ,
precisamente por eso; o sea, 'mientras esté yo aquí, ustedes nunca
actuarán con su propia responsabilidad, porque mi presencia física es
demasiado; les conviene que yo me vaya, porque entonces actuarán por el
Espíritu que les voy a dar, y eso es de ustedes; su adultez exige que yo
me vaya'.
Pero dentro de la órdenes religiosas eso se ha
interpretado de diferentes maneras. Por ejemplo, un autor jesuita
italiano, Gallardi, del s. XVI, escribió: "para el profeso no existen las
reglas": no está sujeto a ninguna regla. Este autor, que es un espiritual
muy conocido en la Compañía de Jesús, había comprendido que quizá, en la
época de la formación, era necesario, pero que, cuando el hombre llega a
su adultez- que sería la profesión religiosa- tiene que actuar por su
espíritu interior. De manera que, aun dentro de una orden tan estricta
como es la Compañía (San Ignacio se convirtió en "doctor de la
obediencia") se entendía esto así. Hoy la cosa cambia. Muchas de esas
órdenes se han fundado en una época en la que la jerarquización social era
un fenómeno tan introducido en cada uno de los individuos, que se pensaba
en esas categorías y no se podía pensar en otras. Por ejemplo, San Benito
nace en una época de una anarquía total en Europa, que se está deshaciendo
con la invasión de los Bárbaros, hasta el punto de que el Papa toma el
gobierno de Italia, porque aquello era un caos; y, claro, ante esa
situación, la reacción es que tiene que haber alguien que tome el mando.
Ignacio de Loyola era un hombre que había sido militar y, sin embargo,
cuando escribe los Ejercicios no habla de obediencia allí. Y, cuando funda
la Compañía, en el primer grupo de los compañeros en París, no hay ninguno
que sea superior. Van a Roma y allí le quieren imponer que tengan un
superior, y se pasan quince días pensando si conviene o no conviene. Es
decir, que la cosa no estaba nada clara para Ignacio y sus compañeros.
Luego, como Roma era completamente jerárquica, aceptaron. Pero ellos no
tenían la intuición inicial de eso para la Compañía de Jesús.
De manera que es una cosa delicada. En el Evangelio
la formación no se hace a través de la disciplina. Eso está clarísimo en
aquella pregunta que le hacen a Jesús: "los discípulos de Juan el Bautista
y los discípulos de los fariseos ayunan" , tienen una disciplina, les
imponen unos ayunos periódicos que tienen que observar en días precisos,
tienen días de oración establecidas, etc., "pero tus discípulos no tienen
nada de eso" . Es decir, tú no eres un maestro espiritual serio. Y Jesús
contesta: Mi presencia significa alegría y el ayuno es signo de tristeza;
por tanto, mientras yo esté aquí, no hay ayuno. "¿Cómo pueden ayunar los
amigos del esposo mientras el esposo está con ellos?" . Se entiende que es
la fiesta de la boda, el banquete, y ¿quién va a ayunar en una fiesta de
bodas?. De manera que aquí lo que hay es alegría, libertad absoluta y una
adhesión incondicional a Jesús: y esa adhesión a Jesús es la que lo
canaliza todo, pero no se impone. Cada uno, según las necesidades que
experimente para la eficacia de su misión, sabrá de lo que tiene que
privarse o a lo que tiene que obligarse. Son las autodisciplinas que uno
se impone para la mayor eficacia, no porque eso me ponga mejor con Dios.
De modo que, en función de la misión que cada uno tiene, pero nunca por
una disciplina impuesta desde fuera. Afortunadamente, creo que la cosa
está cambiando, gracias al influjo de la sociedad que nos circunda.
Aumenta el sentido de la libertad y la autodeterminación, y va entrando en
los noviciados. Hay que enfocar la formación, no por la represión, que es
la disciplina, sino por la canalización de la amistad o adhesión a Jesús.
Todo lo demás se canaliza por ahí y no se reprime la vida. La vida
cristiana en su expresión máxima (si es que hay máximos en este punto)
tiene que ser de alegría, comunicación, facilidad; y ocurre que muchas
personas, que se han sometido a grandes accesis y disciplinas, no
presentan este aspecto; ¿qué pasa?: que algo falla; que ese Espíritu no
les ha llevado al desarrollo a que normalmente lleva el Espíritu; ¿a qué
se debe?: a esa represión.
Creo que es recíproca esa tentación: por parte de
la sociedad injusta que trata de influir en el cristianismo para que se
integre en sus valores; y, por parte de la comunidad, que muchas veces
pretende que, los que no son cristianos, lo sean a la fuerza.
Efectivamente, "hemos metido la pata" en la historia
muchas veces, ejerciendo el dominio sobre los demás, como en el caso de
las Cruzadas, el ir a quitar la vida por defender unos lugares: ¿qué
importa un sitio, al lado de la vida de un hombre?. Además, en el
Apocalipsis se dice: " La ciudad, ésa que en lenguaje profético se llama
Sodoma y Egipto -Sodoma, la ciudad maldita, y Egipto, la ciudad de la
opresión- donde fue crucificado el Señor de la gloria": eso es Jerusalén
para la comunidad, de modo que no hay tanta devoción por los lugares
santos; ya no hay lugares santos; lugar santo es donde está el Señor y eso
es todo el Universo.
¿Hemos hecho los cristianos una ruptura con la
sociedad injusta?
Muchos cristianos no lo hemos hecho; además, nunca
nos lo han dicho. Mucha gente, que no es cristiana oficialmente, está
descubriendo esa ruptura ahora. Hay muchos grupos alternativos, no
cristianos, que rompen con el consumo y la ambición. Y es lo que tenemos
que hacer. Hay unas connivencias entre la Iglesia (o partes de la
Iglesia), el poder civil y los intereses económicos de la sociedad
capitalista. Y muchos es que ni saben que eso no se puede hacer. Por eso,
yo no me meto en la conciencia de los demás; pero nosotros ya vamos
sabiendo, y vamos constituyendo grupos con esa ruptura, esa nueva
realidad, esa calidad de vida, con plenitud, alegría y amistad. Y, por
supuesto, si no se debe ejercer el poder fuera, mucho menos dentro de la
comunidad; que también hay tentaciones, aunque sea ridículo el pretender
erigirse sobre cuatro gatos.
Por cierto, si uno es cristiano, no puede aceptar la
palabra "superior": en la comunidad cristiana nunca hay "superiores", sino
iguales. Se puede poner alguien el primero de la fila, pero no encima. Los
antiguos fundadores se llamaban "prepósitos" , el que está delante, pero
no encima. Luego se inventó la palabra superior. Si el Señor se pone a
nuestro nivel, e incluso por debajo, ¿quién se va a poner por encima?
Si el amor de Dios no nos transforma el corazón
¿podremos amar, sobre todo al enemigo?
El mismo paso de ser cristiano es que Dios nos
cambia, aunque hay una opción libre del hombre antes de todo. Como hizo
Jesús: él se bautiza, y eso quiere decir "estoy dispuesto incluso a dar la
vida por los hombres, por librarlos de la injusticia y la opresión". Y,
ante ese compromiso, viene el Espíritu. Esto nos pasa a nosotros, no con
la intensidad de Jesús. Pero, si lo hacemos, ya está todo hecho: tenemos
el testimonio del amor dentro, y ya con eso amamos a los enemigos y a
quien sea.
Pero eso es muy difícil: puedo decir que sí, y
cambiar luego.
Eso pasa a todos. Lo del amor a los enemigos, que lo
dice Mateo, es la manera de parecerse al Padre. Mateo cambia en este punto
la doctrina de la perfección. La perfección aparece en la evangelios sólo
dos veces, y las dos en Mateo. Los demás no hablan de eso, porque a Jesús
no le interesa. Mateo lo pone porque está atacado por los fariseos y ellos
ponen la perfección en la observancia de la Ley. Mateo le cambia el
sentido y dice: "Sean perfectos, como es perfecto su Padre del cielo" .
¿Cómo es perfecto Dios?: porque ama a los buenos y a los malos, manda la
lluvia sobre los justos e injustos, hace salir el sol sobre unos y otros;
porque Dios no discrimina: éste es el Padre del cielo. Por lo tanto, la
perfección ya no está en observar ninguna ley, sino en ser capaz de tener
un amor que no discrimine. Ahora, el amor tiene muchos grados: una cosa es
el amor "de afecto", que es superior, más perfecto, y otra el amor a "un
enemigo": el Señor no puede mandar que sintamos por éste cariño volcánico.
¿Qué significa, entonces, el amor?: no desearle mal, desearle bien y
echarle una mano, si se presenta; no incluye la afectividad, porque sobre
los sentimientos no manda nadie. En la acción sí hay libertad, y ahí es
donde tiene que notarse.
En esas otras comunidades, no cristianas, que
cuestionan la sociedad ¿se manifiesta también Dios?
Habría que verlas: si realmente se quieren y se
entregan a los demás ahí esta el Espíritu de Dios. El amor procede de
Dios, esté donde esté, se sepa o no se sepa. Eso lo dice Juan en la
primera carta: Dios es amor y todo amor procede de él. Que lo sepa o le
llame "Dios" es secundario.
¿Cómo se dejó Jesús llevar al alero del Templo?
Es una forma de expresión, son imágenes del
evangelista para describir las tentaciones; así es mucho más vivo y
sugerente, y se queda mejor en la memoria. El mismo Satanás es una figura.
¿Se podría poner la "capacidad de perdonar" como
termómetro del amor?
Si no perdono no estoy en sintonía con el Padre, pero
en todo esto hay un crecimiento, no hay leyes, sino direcciones hacia el
crecimiento: tenemos que aprender a querer, y no se aprende en un día. El
Espíritu de Dios nunca fuerza la libertad del hombre: si uno, cuando tiene
un defecto, lo justifica y no lo reconoce, jamás podrá quitárselo. Es la
autojustificación de nuestros defectos lo que impide al Espíritu que vaya
penetrando y eliminándolos para la convivencia.
El pobre no puede elegir, lo que puede hacer es
aceptar su pobreza.
El que es pobre no lo es por elección, sino por
necesidad sociológica; pero ese tipo de pobre puede decir: "aunque pudiera
ser rico, no quiero; quiero incorporarme a este grupo, donde se vive
esto".
¿Cómo pretendemos que el Evangelio tiene como
destinatarios a los pobres?
Hay que ofrecerles la comunidad, donde pueden ser
pobres de otra manera; sigue siendo pobre, pero ya no sufre las
consecuencias de su pobreza anterior, que eran la miseria y la
dependencia. Y tiene que optar por eso, si quiere ser destinatario de las
promesas.
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