El budismo1 tiene su origen en la India, en la persona de Siddharta Gautama (ca.
563-480 a.C.), el primer Buda («iluminado»). Tras vivir forzosamente en medio
del lujo en casa de su padre, se escapó para vivir como eremita errante, hasta
que encontró la vía media entre su hedonismo anterior y el extremo ascetismo que
estuvo practicando durante algún tiempo. Un día debajo de una higuera recibió la
iluminación (bodhi), que luego enseñó a los numerosos discípulos que lo
rodeaban (dharma). Son fundamentales en el budismo las cuatro verdades
sagradas2: todo es sufrimiento (dukkha, que incluye también la
imperfección y la fugacidad); la fuente de este sufrimiento es el deseo (de
placer sensual, de más allá, incluso de la aniquilación, de la sabiduría);
hay una manera de escapar a este sufrimiento por medio del cese de todo deseo en
el estado final de bendición y perfección (nirvana); la vía de escape
consiste en el óctuple noble sendero: recta comprensión, recto pensamiento (que
constituyen la sabiduría), recto lenguaje, recta acción, recto medio de vida,
recto esfuerzo (que constituyen la moralidad) y, por último, recta atención y
recta concentración (meditación). Otra doctrina esencial del budismo es el
karma, que significa literalmente «acción». Se refiere a las consecuencias
de las buenas y malas acciones de nuestra vida, que pueden resurgir en
posteriores renacimientos. Hay diez perfecciones que han de ser cultivadas por
todo el que busque la iluminación: generosidad, moralidad, renuncia, sabiduría,
energía, paciencia, veracidad, determinación, benevolencia y ecuanimidad. Los
cuatro sublimes estados son la amabilidad, la compasión, la simpatía y la
ecuanimidad.
Hay varias tradiciones budistas, la más conocida de las cuales en Occidente es
la Ch'an, de China, llamada en Japón Zen. Constituye una tradición práctica, más
pegada a la tierra, que subraya mucho las cosas esenciales, especialmente
sentarse a meditar para conseguir la calma y dedicar todas las energías a la
consecución de la iluminación3.
El Vaticano II habla positivamente de religiones como el budismo en la
constitución sobre la Iglesia: «Ni el mismo Dios está lejos de otros que buscan
en sombras e imágenes al Dios desconocido, puesto que todos reciben de él la
vida, la inspiración y todas las cosas (cf He 17,25-28), y el Salvador quiere
que todos los hombres se salven (cf ITim 2,4)» (LG 16). Más explícita es la
Declaración sobre las religiones no cristianas: «En el budismo, según sus varias
formas, se reconoce la insuficiencia radical de este mundo mudable y se enseña
el camino por el que los hombres con espíritu devoto y confiado puedan adquirir,
ya sea el estado de perfecta liberación, ya sea la suprema iluminación, por sus
propios esfuerzos o apoyados en un auxilio superior» (NA 2).
El del budismo es de hecho un camino difícil, con aspectos que lo acercan más a
la vida monástica que a la vida ordinaria. El >diálogo con el budismo ha
aumentado en las últimas décadas, especialmente entre monjes de Oriente y
Occidente. El diálogo con el budismo encierra dificultades específicas.
Difícilmente se plantea como el encuentro de dos grupos que quieren aprender el
uno del otro; los budistas tienden a considerar que poseen la verdad, que están
dispuestos a compartir con los cristianos, pero sin aprender nada de ellos.
Algunos cristianos consideran el budismo sólo como un sistema filosófico, y no
como una religión; pero se equivocan al confundir el silencio de Buda acerca de
la religión y los dioses con el ateísmo. Lo que sí se puede decir es que no
existe un lenguaje religioso común a Oriente y Occidente, por lo que los
malentendidos son muy frecuentes. A un nivel superficial, el budismo puede
parecer a ojos occidentales muy pelagiano: se pone el acento principalmente en
el esfuerzo humano, sin preocuparse de la ayuda divina4.
Desde el Vaticano II se han desarrollado muchos diálogos a distintos niveles en
la mayor parte de los países en los que el budismo tiene vigencia5.
El diálogo entre maestros cristianos y budistas puede ser enormemente esotérico
en el lenguaje y en el pensamiento; a nivel de cristianos y budistas corrientes
puede haber acuerdo sustancial acerca de lo que es bueno en la vida. Un terreno
clave en el diálogo es la santidad6. Otro ámbito en el que puede haber visiones
coincidentes entre budistas y cristianos es el de la ecología7: la compasión
budista y el amor cristiano alcanzan también al mundo que nos rodea.
La Iglesia tiene mucho que asumir en el diálogo con los budistas8. Los
cristianos necesitan aprender el lenguaje y los conceptos con los que dialogar
con Oriente. Tanto los budistas como los cristianos tienen que darse cuenta de
que todo discurso sobre la divinidad se hace por medio de la analogía o por
medio de la negación; la Iglesia cristiana conoce de hecho el modo apofático de
hablar sobre Dios, y los budistas por su parte extienden el uso de la negación a
muchas áreas de la vida espiritual. Es en el terreno de la soteriología, la
teodicea y la sacramentología donde surgen las principales dificultades de
comprensión. En cierta medida el lenguaje tendrá que reflejar la experiencia
religiosa, porque es aquí donde los budistas y los cristianos encuentran
coincidencias más profundas. Algunos de los diálogos más fructíferos han sido
los que se han entablado entre monjes cristianos occidentales y monjes
budistas9. El diálogo con los budistas puede ayudar a la Iglesia a apreciar más
profundamente el misterio revelado en Jesucristo y a mantener en saludable
tensión la inmanencia y la trascendencia. Es improbable que el diálogo dé como
resultado muchas conversiones del budismo al cristianismo. El objetivo habrá de
ser más bien hacer que el interlocutor valore más a la otra parte y profundice
en la comprensión de las riquezas de su propia tradición.
NOTAS: 1
AA.VV., El mundo de las religiones, Verbo Divino-San Pablo, Estella-Madrid
1985; P. MASSEIN, Historia del budismo, en P. POUPARD (dir.),
Diccionario de las religiones, Herder, Barcelona 1987 (en el mismo
diccionario cf voces: Buddha, Budismo en Japón, Budismo tibetano, Concilios
budistas, Hinayana, Monjes budistas, Vajrayana); M. GUERRA SÁNCHEZ,
Historia de las religiones, BAC, Madrid 1999, 213-246; F. DÍEZ DE VELASCO,
Introducción a la historia de las religiones. Hombres, ritos, dioses,
Trotta, Madrid 1998, 374-395; E. CONZE, Breve historia del budismo,
Alianza, Madrid 1983; P. HARVEY, El budismo, Cambridge
University Press, Madrid 1998; Budismo, en S. G. F. BRANDON (dir.),
Diccionario de religiones comparadas I, Cristiandad, Madrid 1975; M.
PALLIS, Espectro luminoso del budismo, Herder, Barcelona 1985; M. ELIADE,
Historia de las creencias y de las ideas religiosas II, Cristiandad,
Madrid 1979, 81-113, 211-225; C. SANTOS ESCUDERO, El budismo. La rama
tibetana en España, en AA.VV., Pluralismo religioso III, Atenas,
Madrid 1997, 299-320; D. GIRA, Comprendre le Bouddhisme, París
1989; A. MASAO, La naturaleza de Buda (Shobogenzo), Obelisco, Barcelona
1989; R. AITHEN, Seguir el camino del zen, Árbol, México 1990; H. M.
ENOMIYA-LASSALLE, El zen, Mensajero, Bilbao 1981; Zen, camino a la
propia identidad, Mensajero, Bilbao 1975; J. MASSEN, Le Bouddhisme:
Chemin de libération. Approches et recherches, París 1975; J. SNELLING,
The Buddhist Handbook, Londres 1987; E. SANTORI, El budismo, Acento,
Madrid 19974; Communio 13/4 (París 1988); Concilium 116
(1978); Lumiére V 38/ 193 (1989) 1-123. – 2 P. KAPLEAU, Los
tres pilares del zen, Arbol, México 1994; R. PANIKKAR, El silencio de
Buddha. Una introducción al ateísmo religioso, Madrid 1996; J. ESQUERDA
BIFET, La tradición budista: el camino hacia la iluminación y el más allá,
en Hemos visto su estrella, BAC, Madrid 1996; J. LÓPEZ GAY, La
mística del budismo, BAC, Madrid 1974; J. SPAE, Sanctity in Buddhism,
JDharma 8 (1983) 182-191; Modelos budistas de santidad, Concilium
149 (1979) 413-421; R. PANIKKAR, El silencio de Dios, Guadiana,
Madrid 1970; textos: Udana. La palabra del Buda, Barral, Barcelona 1971;
M. BUSAGLI, Qué ha dicho verdaderamente Buda, Doncel, Madrid 1971; I.
QUILES, Filosofía budista, Troquel, Buenos Aires 1968. —3 Zen Buddhism
in North America: A History and Directory, Toronto 1986. –4 H.
DUMOULIN, Encuentro con el budismo, Herder, Barcelona 1982; H. M.
ENNOMIYA-LASSALLE, El zen entre
cristianos. Meditación zen y espiritualidad cristiana,
Herder, Barcelona 1980 Zen y mística
cristiana, San Pablo, Madrid 1991; J. C. BARSET, El diálogo
interreligioso, Desclée de Brouwer, Bilbao 1999; E. MIRET MAGDALENA,
Occidente mira a Oriente, Plaza y Janés, Barcelona 1999; F. CHENDERLIN, A
Christian View of Buddhist Thought and Practice, Divus Thomas 80 (1977)
24-92; C. J. A. LEE-T. G. HAND, El sabor del agua. El cristianismo visto
con ojos taoístas y budistas, San Pablo, Madrid 2000; R. COSTET,
Dialogue entre chrétiens et bouddhistes en Thcülande, Spiritus 33/126 (1992)
26-38; A. PIER1S, Love Meets Wisdom: A Christian Experience of
Buddhism, Maryknoll 1988. —5 E. J. HARRIS, Buddhist-Christian
Dialogue, DictEcumMov 112-113; P. MASSEIN, Les chrétiens face au
bouddhisme, ÉTR 66 (1991) 87-98; M. ZAGO, Dialogue with
Buddhist in Asia, en W. JENKINSON-H. O'SULLIVAN,
Trends in Mission: Towards the Third Millennium, Maryknoll 1991, 280-287.
Existen numerosas publicaciones de espiritualidad y de teología que buscan
un encuentro entre ambas religiones: K. J. KAKICHI, El zen y la Biblia, San
Pablo, Madrid 1986; H. M. ENOMIYA-LASSALLE, Zazen y los ejercicios de san
Ignacio, San Pablo, Madrid 1985; M. BALLESTER, Cristo, el
campesino y el buey. Vía zen y vía cristiana, San Pablo, Madrid 1998; R. L.
E HABITO, Liberación total: espiritualidad zen y la dimensión social, San
Pablo, Madrid 1990; El aliento curativo. Espiritualidad zen para una tierra
herida, San Pablo, Madrid 1994; A. M. AROKIASAMY, Vacío y plenitud. Zen
de la India en la práctica cristiana, San Pablo, Madrid 1995. -6
J. SPAE, Modelos budistas de santidad, Concilium 149 (1979)
413-421. –7 R. ATKINS, Buddhism and Ecology; Bulletin 27 (1992)
58-65; A. HUNT BADINER (ed.), Dharma Gaya: A Harvest of Essays in
Buddhism and Ecology, Berkeley 1990. — 8 P. F. KNITTER, Horizons on
Christianity's New Dialogue with Buddhism, Horizons 8
(1981) 40-61. -9 Bulletin 28 (1988) 1-67; T.
MERTON, The Asian Journal of Thomas Merton, Nueva York 1975; M.
WIJAYARATNA, Buddhist Monastic Life According to the Texts of the Theraváda
Tradition, Cambridge 1990.
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