lunes, 26 de mayo de 2014

Canon de la Misa hasta la consagración


Estando ya profundamente inclinado, el sacerdote comienza a decir en voz baja Te ígitur etc. prosiguiendo siempre en voz baja durante todo el Canon
 
Canon de la Misa hasta la consagración
Canon de la Misa hasta la consagración
I. CEREMONIAS DE LA MISA REZADA
SEGUN EL RITO ROMANO en su FORMA EXTRAORDINARIA


H) CANON DE LA MISA HASTA LA CONSAGRACIÓN


34 - Concluido el Sanctus el sacerdote pone la mano derecha sobre el altar (directamente, sin juntarla antes con la izquierda delante del pecho), y con la izquierda busca en el Misal la página del Canon. A continuación (sin decir nada) eleva ambas manos hasta la altura de los hombros al mismo tiempo que levanta sus ojos al cielo, volviendo a bajarlos al instante mientras vuelve a juntar las manos ante el pecho e inclinándose profundamente apoya sus manos unidas sobre el borde del altar [33]. Estando ya profundamente inclinado (y no antes) comienza a decir en voz baja Te ígitur etc. prosiguiendo siempre en voz baja durante todo el Canon.

El sacerdote continúa profundamente inclinado y con las manos juntas sobre el altar hasta las palabras supplices rogamus ac petimus (inclusive) tras las cuales besa el altar en el medio, poniendo las manos a cada lado de los corporales pero fuera de ellos. Acto seguido se endereza, junta las manos ante el pecho y prosigue diciendo uti accepta habeas et benedicas luego pone la izquierda sobre el altar (fuera de los corporales) mientras con la derecha traza tres signos de cruz sobre la hostia y el cáliz juntamente, diciendo: haec+dona, haec+munera, haec sancta+sacrificia. Prosigue con las manos extendidas ante el pecho. Al una cum Papa nostro N. dirá el nombre del Pontífice reinante inclinando la cabeza hacia el Misal. Si la Sede Apostólica se hallare vacante deberá omitir toda la frase.

A las palabras et Antístite nostro N. dirá el nombre del patriarca, arzobispo u obispo de la diócesis en la que se celebra la Misa. No ha de nombrarse ningún otro prelado ya sea cardenal, abad, superior general, o cualquier otra dignidad eclesiástica. Si la sede diocesana se hallare vacante se omitirá toda la frase. También ha de omitirse dicha frase cuando se celebra en Roma. Al pronunciar el nombre del obispo no ha de inclinar la cabeza (a menos que esté presente y asista a la Misa, en cuyo caso se hará inclinación hacia el libro). Si no sabe o no recuerda el nombre dirá sólo Antístite nostro teniendo intención de rogar por él [34] .

35 - Mientras dice Memento Domine famulorum famularumque tuarum N. et N. eleva ambas manos y las junta a la altura del pecho o del rostro e inclinando un poco la cabeza permanece un corto rato en dicha posición, en silencio y recordando aquellos por quienes tiene intención de orar. Aunque el misal ha conservado las letras N. et N. el celebrante no tiene obligación de pronunciar los ombres de aquellos por los que ora, basta que pronuncie hasta tuorum.

Terminado el Memento extiende las manos ante el pecho y prosigue et omnium circumstantium etc.

Al Communicantes inclinará la cabeza hacia el Misal [35] al pronunciar el nombre de Mariae, al decir Iesu Christi hará inclinación de cabeza hacia el crucifijo. Y si durante esta oración se pronunciase el nombre del santo cuya misa se dice o de quien se hace conmemoración inclinará la cabeza hacia el misal 36. Al llegar a la conclusión Per eundem Christum etc. junta las manos ante el pecho, sin inclinar la cabeza 37.

Cuando dice Hanc igitur, sin separar las manos, las abre dejando los pulgares cruzados por encima de ellas y las extiende de manera que las palmas miren hacia abajo (hacia el cáliz y la hostia). Las manos del celebrante han de quedar pues abiertas y extendidas sobre la oblata (cáliz y hostia) de manera que los dedos pulgares formen una cruz sobre las manos, poniendo el derecho sobre el izquierdo, y así ha de mantener las manos durante toda esta oración. Al llegar a la conclusión per Christum etc. junta de nuevo las manos ante el pecho (sin inclinar la cabeza) y prosigue en esta posición.

Al llegar a Quam oblationem tu Deus in omnibus quaesumus, apoya la mano izquierda sobre el altar (fuera de los corporales) y con la derecha traza tres signos de cruz sobre el cáliz y la hostia juntamente, diciendo: bene+dictam, adscri+ptam, ra+tam, pero el tercer signo de cruz lo trazará más lentamente prolongándolo no sólo durante la palabra ratam sino durante lo que sigue, a saber: ratam, rationabilem, acceptabilemque facere digneris, ut nobis entonces traza un signo de cruz solamente sobre la hostia diciendo Cor+pus y otro signo de cruz solamente sobre el cáliz diciendo San+guis tras lo cual, uniendo las manos ante el pecho, prosigue diciendo fiat dilectissimi Filii tui Domini nostri e inclinando la cabeza hacia la cruz Jesu Christi.
Nota: Si hubiese de consagrar partículas en un copón debe descubrirlo en este momento. Tras lo cual continúa como sigue:

36 - El celebrante purifica la extremidad de los pulgares y los índices de ambas manos frotándolos suavemente sobre los extremos anteriores del corporal, mientras dice (siempre en voz baja) Qui pridie quam pateretur tomando después la hostia por la parte de abajo, con el índice y el pulgar de la mano derecha. Para ello apoyará el índice de la mano izquierda sobre el borde superior de la hostia de manera que esta se levante un poquito por la parte inferior, pudiéndola así agarrar cómodamente con la derecha.

Una vez que tiene la hostia cogida por la parte inferior con el índice y el pulgar de la derecha, la toma igualmente por abajo con el índice y el pulgar de la izquierda, manteniendo los demás dedos unidos y derechos por debajo de la hostia. Prosigue entonces diciendo accepit panem in sanctas ac venerabiles manus suas 38. Al decir et elevatis oculis in caelum levanta los ojos en alto, pero en seguida los baja e inclina la cabeza diciendo Tibi gratias agens, al decir bene+dixit traza con la mano derecha un signo de cruz sobre la hostia, teniéndola sujeta con el índice y el pulgar de la izquierda, continuando: fregit, deditque etc.

En España suele observarse la rúbrica que prescribe en este momento poner una vela encendida sobre el altar y que ha de permanecer encendida hasta la sumpción en las misas rezadas. Sin embargo en el resto del mundo esta rúbrica ha caído en desuso y la S. C. De Ritos autorizó (9 junio 1899) a omitirla.

37 - Tras haber dicho manducate ex hoc omnes, el sacerdote teniendo siempre la hostia entre sus manos, (de la manera que acaba de ser explicada), se inclina profundamente, apoya los antebrazos sobre el altar (e incluso los codos si fuese necesario, según su talla y la altura del altar) y con la cabeza inclinada sobre la hostia que sostiene entre sus manos, pronuncia sobre ella las palabras de la consagración. Cuide el sacerdote de pronunciar tan sagradas palabras distinta y reverentemente, con atención y devoción, sin interrupción ni movimientos de cabeza, en voz baja, sin gritar y sin suspiros ni aspiraciones forzadas.

Pronunciadas aquellas palabras el sacerdote, conservando la Hostia entre sus manos, se apoya con ellas sobre los corporales para enderezarse y acto seguido hace genuflexión con la rodilla derecha hasta el suelo (con la Hostia siempre entre las manos y apoyadas estas sobre los corporales).

Tras levantarse alza la Hostia lentamente y en línea recta sobre los corporales, siguiéndola con la mirada y tan alto como cómodamente pueda, por lo menos más alta que su cabeza para que todos puedan adorarla. Luego la baja de la misma manera y cuando esté cerca de los corporales, apoya sobre ellos la mano izquierda mientras que con la sola mano derecha vuelve a colocar la Hostia donde estaba, haciendo genuflexión de nuevo (con ambas manos apoyadas a cada lado sobre los corporales).

Nota: En adelante y hasta la ablución de los dedos, el celebrante tendrá juntos los pulgares e índices de ambas manos, salvo cuando deba tocar la Hostia 39.

38 - Tras la segunda genuflexión el sacerdote descubre el cáliz, tomando la hijuela entre los dedos índice y corazón de la mano derecha, mientras con la mano izquierda sujeta el pie del cáliz (si había partículas a consagrar en un copón, lo cubrirá antes de descubrir el cáliz).

Acto seguido se frota unos contra otros los índices y pulgares de ambas manos sobre la copa del cáliz, mientras dice Simili modo postquam caenatum est. Luego, al decir accipiens et hunc praeclarum calicem toma el cáliz con ambas manos por el nudo (la derecha por el nudo mismo y la izquierda un poco por debajo del nudo), lo levanta un poco y en seguida lo vuelve a dejar en su lugar manteniéndolo agarrado con ambas manos por el nudo. Prosigue inclinando la cabeza mientras dice item tibi gratias agens, luego traza un signo de cruz con la mano derecha sobre la copa (conservando el cáliz agarrado con la izquierda por el nudo) mientras dice bene+dixit. Después vuelve a poner la mano derecha donde estaba, es decir vuelve a tener el cáliz agarrado con ambas manos por el nudo, y prosigue diciendo deditque discipulis suis dicens: accípite et bíbite ex eo omnes. Acto seguido, teniendo cogido con la derecha el cáliz por el nudo, lo levanta un poco (sin inclinarlo) y con la mano izquierda lo sostiene por el pie: con los tres últimos dedos por debajo y con el pulgar y el índice unidos por encima del mismo. A continuación apoya los antebrazos (o los codos) sobre el altar e, inclinada la cabeza, pronuncia sobre el cáliz las palabras de la consagración, del mismo modo que fue dicho para la consagración de la Hostia.

Proferidas dichas palabras, el celebrante deposita el cáliz sobre los corporales y, mientras dice Haec quotiescumque etc., se endereza y hace genuflexión con la rodilla derecha hasta el suelo, apoyando ambas manos sobre los corporales, una a cada lado de la Hostia.

Tras levantarse toma de nuevo el cáliz, con la mano derecha por el nudo y con la izquierda por el pie y acto seguido lo levanta del mismo modo que hizo con la Hostia, siguiéndolo con la mirada 40. Una vez que lo ha vuelto a dejar sobre los corporales lo cubre con la hijuela y hace de nuevo genuflexión.

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