Cuando nace una nueva religión de inmediato
nacen también las herejías. De las distintas visiones de los dogmas, de la diferencia
de opinión sobre determinados postulados religiosos que se apartan de la
ortodoxia, surgen los herejes, cuyo destino suele ser muy diverso. Algunos
crean una nueva variante, con sus adeptos y otros caen bajo la furia de los que
se consideran en posesión de la verdad ... ique suelen ser todos, los ortodoxos
y los herejes!
El cristianismo no fue una
excepción. Allá por el siglo IV surgió en Hispania un hereje, Prisciliano, que
sería el primer ejecutado por sus doctrinas consideradas heréticas. Luego, en el transcurso de los siglos, muchos pagarían con su vida el contemplar la
religión bajo un punto de vista diferente. Pero centrémonos en la triste
historia de Prisciliano, del que no se conserva ninguna imagen física y cuyo
origen está envuelto en brumas de misterio como si se hubiera querido borrar
cualquier huella de su presencia terrenal. Pero, a pesar de todo ello, sus doctrinas
se mantuvieron por espacio de 300 años, hasta la invasión musulmana de la monarquía
visigoda.
Parece que nació en la Lusitania o
en Galaecia, de una familia noble y rica. Sus mentores fueron una mujer, Ágape
y el retórico Elpidio, con el que estudió en Burdeos y donde conoció el
agnosticismo, que hizo gran mella en su espíritu. Elpidio y el agnosticismo
estarían siempre con Prisciliano, hasta su muerte.
La doctrina que predicaba
Prisciliano, en torno al 370 d.C., se basaba en llegar a la perfección a través
del ascetismo y el conocimiento de las Sagradas Escrituras. Despreciaba el matrimonio
y rechazaba las relaciones sexuales, al tiempo que proclama la igualdad de la
mujer. No aceptaba la jerarquía eclesial y aborrecía las riquezas. Este mensaje
prendió con fuerza entre el pueblo llano y las mujeres, aunque también hubo
obispos y estudiosos que le apoyaron.
Los ritos a los que se entregan los
adeptos de Prisciliano chocaban con la liturgia romana, pues muchos de ellos
consistían en cantar y bailar himnos, e incluso en rezar desnudos, cosa que solía
hacer el propio Prisciliano, posiblemente más como un gesto de humildad que como
provocación. En el año
380, después de varias denuncias de algunos obispos, se convocó un concilio en
Zaragoza en el que se absolvió a las doctrinas priscilianas, pero se condenó su
liturgia. Incluso Prisciliano fue nombrado obispo de Ávila.
Pero, poco le iba a durar esta
tranquilidad. Los obispos Idacio e Itacio volvieron a la carga convenciendo al
emperador Graciano y, aprovechando la condena aplicada a los maniqueos, hicieron
que se incluyera a Prisciliano en dicha condena. Éste marchó a Roma y Milán
para que el papa revocara la orden y le permitiera regresar. Durante unos dos
años, en Hispania, se mantuvo la interpretación de las dos versiones del cristianismo,
pero en el 383, con el nuevo
emperador Magno Máximo, Itacio redobló sus peticiones. Magno Máximo, que había usurpado el trono, pensó que era mejor tener a la Iglesia de su lado y convocó otro concilio, esta vez en Burdeos. Concluyó en el año 384 con penas de muerte: una para Prisciliano y otras para varios de sus adeptos.
emperador Magno Máximo, Itacio redobló sus peticiones. Magno Máximo, que había usurpado el trono, pensó que era mejor tener a la Iglesia de su lado y convocó otro concilio, esta vez en Burdeos. Concluyó en el año 384 con penas de muerte: una para Prisciliano y otras para varios de sus adeptos.
Ejecutadas las condenas, el cuerpo
de Prisciliano fue recogido por sus discípulos y llevado a Galaecia, de donde
sería originario y donde tenía más implantación su doctrina que después de su
muerte se hizo aún más fuerte.
Y aquí es donde entra en la historia
Compostela. La hermosa catedral de Santiago guarda y venera un cuerpo, que
desde el 820, cuando un ermitaño lo descubrió, ha sido objeto de constante
adoración, y uno de los lugares más importantes de la cristiandad como centro de
peregrinación. Siempre se ha dicho que es el cuerpo del apóstol Santiago, que habría
llegado a Hispania en sus viajes de predicación. Pero hoy existen serias dudas sobre si
el cuerpo venerado no será el de Prisciliano y sus discípulos. Desde luego la historia
del descubrimiento del sepulcro tiene tanto de sobrenatural como se merece un
santo, i pero desde nuestra óptica mortal, ¿qué puede ser la santidad?! La
leyenda popular es como sigue:
Pelayo vivía orando y ayunando en
soledad, en el bosque de Libradón, donde hoy se encuentra la Iglesia de San Fiz
de Solovio. Durante varias noches este ermitaño observó unas luces misteriosas,
una especie de lluvia de estrellas que parecían posarse sobre un montículo. Pelayo
avisó al obispo de Iria Flavia sobre los fenómenos que veía por la noche y éste,
con un pequeño séquito, se dirigió al lugar indicado donde pudo comprobar por sí
mismo las apariciones nocturnas. Entre la maleza y la vegetación del bosque, excavaron
allí donde señalaban las estrellas y hallaron un sepulcro de piedra con tres
cuerpos que todos coincidieron en asignar a Santiago y sus discípulos Teodoro y
Atanasio. ¿Lo eran en verdad? ¡Quién
sabe! Pero desde entonces al paraje se le llamó Campus Stellae, Campo de
la Estrella. Inmediatamente se comunicó el descubrimiento al rey Alfonso II el
Casto. La noticia no pudo ser más providencial porque el rey comprendió de
inmediato que constituía un magnífico instrumento político-religioso, catalizador
del cristianismo peninsular en cruzada abierta contra el Islam.
El culto a Santiago se extendió con
rapidez. Desde los lugares más remotos de la Península y de Europa comenzaron a
fluir peregrinos y durante toda la Edad Media el Camino de Santiago se
convirtió en una vía constante de comunicación y entrada de nuevas corrientes, tanto
artísticas como filosóficas. A su vez, la España cristiana había encontrado un
patrón al que, poco después, no dudarían en convertir en Santiago Matamoros y
en atribuir su presencia
al frente de las mesnadas combatientes contra los "moros".
al frente de las mesnadas combatientes contra los "moros".
Almanzor, en el año 997, devastó la
ciudad de Santiago, pero respetó las supuestas reliquias del apóstol. Sin
embargo, en 1589, el pirata inglés Drake atacó La Coruña y ante el temor de que pudiera profanarlas, el obispo mando esconderlas y hasta finales del XIX
se perdió su ubicación exacta. Después de años de búsqueda se encontraron y el obispado las
dio por buenas trasladándolas de nuevo a la catedral en 1884.
Hace mucho tiempo que existen dudas
sobre de quiénes son los huesos venerados desde hace siglos en Santiago. Historiadores,
filósofos, investigadores, incluso el mismo Unamuno sostenía que los restos eran los de Prisciliano y sus discípulos. Desde luego
las coincidencias son muchas y no se ha podido documentar históricamente que Santiago apóstol estuviera
alguna vez en España. Pero la tradición y la leyenda se han hecho aquí realidad
y Santiago es el patrón del solar hispano desde que el papa Urbano VII lo consagrara con esta
advocación en 1630.
Por cierto, los franceses de la
época se encontraron con que el polo de atracción de Santiago les dejaba a
ellos en tanto postergados de peregrinaciones y "afluencias turísticas"
y también decidieron encontrar alguna reliquia a la altura de las circunstancias.
Misteriosamente apareció una cabeza del Bautista, pero la autoridad
eclesiástica no tenía mucha seguridad en que la testa hallada fuera la de San Juan y, aunque hubo sus intentos de culto
a la manera compostelana, la historia no llegó a cuajar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Procura comentar con libertad y con respeto. Este blog es gratuito, no hacemos publicidad y está puesto totalmente a vuestra disposición. Pero pedimos todo el respeto del mundo a todo el mundo. Gracias.