Las
plantas son seres vivos con las paredes celulares de celulosa que
carecen de órganos sensoriales o nerviosos. Los animales no tienen las
paredes celulares de celulosa pero tienen órganos sensoriales o
nerviosos. Los animales son inteligentes; las plantas no lo son. Es
decir, los animales pueden experimentar varias emociones, placer y
dolor. Para la percepción se necesita un sistema nervioso. Las plantas
reaccionan a los estímulos físicos y químicos, pero no hay ninguna
justificación para afirmar que las plantas sean conscientes de estas
reacciones, que son seres autoconscientes o conscientes. Las plantas,
como todos los seres vivos, han evolucionado por selección natural y
artificial . Algunas adaptaciones de la planta pueden parecer
"inteligentes", pero llamar inteligentes a las plantas, o afirmar que
existe una "Neurobiología vegetal" es hablar metafóricamente y es poco
más que un truco publicitario para llamar la atención y tal vez ganar
algo de dinero.
Un
fisiólogo nunca intentaría poner a prueba la autoconciencia de plantas
o sus "poderes extrasensoriales" porque sus conocimientos son
suficientes como para descartar la posibilidad de que puedan tener
sentimientos o percepciones en el sentido que los humanos damos a estas
palabras. Resumiendo, las plantas no tienen cerebro ni nada similar al
cerebro. En ese caso también se podría hablar del cerebro y el sistema
nervioso de las bacterias o los virus.
Sin
embargo, una persona totalmente ignorante de la fisiología de plantas y
animales no sólo probó que las plantas poseen capacidad de percepción y
sensación; también afirmó tener pruebas científicas de que las plantas
experimentan una amplia gama de emociones y pensamientos. Además,
afirmó que las plantas pueden leer las mentes humanas. Su nombre es
Cleve Backster y publicó su investigación en el International Journal of Parapsychology ("Evidencias
de una percepción primaria en la vida de la planta," vol. 10, núm. 4,
invierno de 1968, págs. 329-348). Sometió unas plantas a la prueba del
polígrafo y encontró que reaccionaban a pensamientos y amenazas.
El
Dr. Backster afirma tener un doctorado en Medicina "Complementaria",
lo que le ha permitido ocupar una posición en una institución no
acreditada de larguísimo nombre: el California Institute for Human
Science Graduate School and Research Center, fundada por el Dr. Hiroshi
Motoyama para el estudio de "el ser humano tridimensional". Del doctor
Motoyama se afirma que es un científico y un sacerdote sintoísta que
"ha despertado a los estados de conciencia que permiten ver más allá de
los límites del espacio y el tiempo".
La
afirmaciones de Backster fueron refutadas por Horowitz, Lewis y
Gasteiger (1975) y Kmetz (1977). Kmetz resumió el caso contra Backster
en un artículo para el Skeptical Inquirer en 1978: Backster no había
utilizado controles adecuados en su estudio. Cuando se tomaron las
precauciones necesarias, no podría detectarse ninguna reacción de la
planta a pensamientos o amenazas. Estos investigadores concluyeron que
los resultados de la prueba del polígrafo pueden haber sido debidos a
una serie de factores, tales como la electricidad estática, movimientos
en la habitación, cambios en la humedad, etc..
Sin
embargo, Backster se ha convertido en la niña mimada de varias
corrientes ocultistas, parapsicológicas y pseudocientíficas. Su trabajo
ha sido citado en defensa de la radiestesia, diversas formas de
sanación energética, visualización remota, y el programa de control
mental Silva (ahora conocido como el método Silva). En 1995, Backster
fue invitado a la Convención Internacional de Silva en Laredo, Texas.
Casi treinta años después de su "descubrimiento" original, todavía está
contando la misma historia. Es una historia muy reveladora y vale la
pena repetir. Muestra su naturaleza curiosa, así como su aparente
ignorancia de los peligros del sesgo de confirmación y del autoengaño.
Backster claramente no entiende por qué los científicos usan controles
en sus estudios.
El "laboratorio" y la experiencia Eureka.
Backster
nos dice que fue un 2 de febrero de 1966 cuando hizo su primer
experimento en su "laboratorio" en la ciudad de Nueva York . Su
"laboratorio" no era un laboratorio de Ciencias. De hecho, no era un
laboratorio al principio. Era el lugar en el que llevó a cabo su
aprendizaje en el uso del polígrafo. Había una planta en la sala.
Recuerda lo siguiente:
"No
sé por qué, se me ocurrió que sería interesante ver cuánto tarda el
agua en llegar desde la raíz, a lo largo del tronco hasta las hojas.
Después de hacer un riego de saturación de la planta, pensé: "Bueno
Caramba, tengo un polígrafo. Vamos a colocar el sensor que mide la
respuesta galvánica de la piel en la hoja."
El
sensor de respuesta galvánica de la piel (GSR) de un polígrafo mide la
resistencia de la piel a una pequeña corriente eléctrica. Los
defensores de la prueba del polígrafo creen que las variaciones en la
conductividad eléctrica de la piel están relacionadas con la ansiedad
y, por lo tanto, con la veracidad. La teoría es que cuando una persona
miente está ansiosa y aumenta ligeramente la sudoración y, con el sudor,
disminuye la resistencia a la corriente eléctrica. Claramente,
Backster era una persona muy curiosa. Una persona menos inquisitiva
probablemente no le importaría saber cuánto tarda el agua desde la raíz
hasta las hojas de una planta de la oficina. A Backster no sólo le
importaba, sino que usó su polígrafo como un dispositivo de medición.
Él razonó de la siguiente manera:
"Pensé
que así como el agua subía por el tronco, la hoja se saturaría de agua
y sería un mejor conductor y eso me daría el tiempo de subida del
agua... Sería capaz de verlo en la gráfica del polígrafo."
¿Por
qué indicaría esto el polígrafo? Porque, dice, usaba un puente de
Wheatstone, un circuito diseñado para medir los cambios de
resistencia". Predijo que la resistencia lentamente caería y
aumentarían los trazados en su papel de polígrafo. En cambio, sucedió lo
contrario, lo cual, dice, "me sorprendió un poco."
Al
parecer, movió los electrodos y vio que el perfil que trazaba el
polígrafo era "el típico de un ser humano cuando le estás haciendo una
pregunta que podría meterlo en problemas". Backster afirma que renunció
entonces a su interés en medir el tiempo que tarda el agua en llegar
desde las raíces hasta las hojas. Dice que pensó que la planta estaba
intentando ""Enseñarme reacciones similares a la gente". Dice que su
siguiente pensamiento fue: "¿Qué puedo hacer que suponga una amenaza
para el bienestar de la planta, el equivalente a una pregunta relevante
con respecto a un delito que podría ser una amenaza para una persona
sometida al polígrafo si está mintiendo?" Esto es verdaderamente
increíble. El contorno del gráfico mostró una identificación inmediata
de la planta con sus pensamientos. Hasta ese momento, al parecer,
Backster nunca sospechó que las plantas en su oficina eran como
personas y responderían de manera similar. Por qué se le ocurrió
amenazar a la planta no está muy claro. Dudo que amenazara a sus
sujetos humanos. Tampoco está claro que la respuesta a una amenaza para
el bienestar sea la misma que la respuesta de alguien descubierto en
una mentira. Por lo menos Backster parece no haber considerado
seriamente la idea de que la planta pudiera estar engañándole.
Backster
dice que intentó durante 13 minutos y 55 segundos conseguir una
reacción de la planta haciendo cosas tales como sumergir una hoja en
café caliente, pero no obtuvo respuesta. Un inquisidor menos devoto se
habría rendido y marchado a casa en este momento, pero no Backster.
Concluyó que la planta parecía aburrida. Entonces llegó su momento
Eureka: "ya sé lo que voy a hacer: voy a quemar esa hoja de planta, la
misma hoja que está conectada polígrafo." El porqué no está claro, ya
que al quemarla (a) eliminaría su humedad, imposibilitando la medición
de la respuesta galvánica y (b) dañaría su equipo conectado a la hoja.
De todos modos, nos dice que había un problema para llevar a cabo su
plan: no tenía fósforos. Afirma, sin embargo, que, estando a metro y
medio de la planta, el polígrafo "entró en una agitación salvaje." En
lugar de concluir que quizás el agua por fin llegó a la hoja o que
algún otro evento natural estaba causando los movimientos de la aguja
del polígrafo, Backster se convenció de que la planta estaba leyendo su
mente y estaba reaccionando a su intención de quemarla. Este hecho nos
permite hacer una inferencia interesante en este punto. No da ninguna
indicación de que llegase a considerar otras explicaciones posibles.
Esto puede parecer a algunos lectores algo bueno, una mente
privilegiada que inmediatamente capta la verdad. Pero en realidad es un
error porque tu intuición favorita puede estar equivocada. Lo curioso
es que después de más de treinta años de experimentos, todavía no hay
evidencia que Backster y sus muchos seguidores hayan comprendido la
importancia de realizar comprobaciones en sus estudios de la presunta
percepción de las plantas.
De
todos modos, volviendo al experimento original, Backster admite que
hizo un poco de truco en nombre de la ciencia: se fue a otra oficina,
abrió el cajón del escritorio de una secretaria y sacó algunas
cerillas. Cuando volvió a su experimento, encendió un fósforo, pero
como cuidadoso observador científico que era, se dio cuenta de que la
máquina estaba respondiendo tan agitadamente que no sería capaz de
medir una perturbación adicional. Entonces, salió de la habitación.
Cuando regresó a "la cosa se había normalizado otra vez, lo que me
permitió obtener una observación de muy, muy alta calidad". No está
claro lo que quiso decir por "una observación de muy, muy alta
calidad". El verdadero genio de Backster se pone de manifiesto en su
última observación sobre el experimento: "Cuando llegó mi compañero de
prácticas, el también obtuvo lo mismo cuando intentaba quemar la hoja
de la planta. Si fingía quemar la hoja, no había reacción. La planta
era capaz de detectar la diferencia entre fingir que vas a hacer algo y
tener la intención de hacerlo de verdad, lo cual es bastante
interesante desde el punto de vista de la psicología de planta."
¿Psicología
de la planta? Creo que Backster la inventó esa noche. Si hubiese
tenido una mínima idea de lo importante que es tomar precauciones
cuando se trata de averiguar la causa de un fenómeno, habría actuado
de forma muy diferente. El primer paso es definir claramente qué es lo
que estás intentando probar y qué consiste en cada paso del
procedimiento. Backster y su compañero no tienen una noción clara de la
diferencia entre tener la intención de quemar la planta y simularlo. A
continuación, debería haber buscado una mejor manera de medir la
corriente eléctrica en las plantas que el uso de un detector de
mentiras. Podría haber consultado con algunos expertos y configurar un
experimento con el equipo adecuado. Una vez que queda claro qué se
pretende probar y cómo, debería haberlo repetido veinte veces con la
secretaria como encargada de dañar a la planta, de verdad o
fingiéndolo, sin que él supiera cuál era su verdadera intención en cada
prueba. Después le explicaría a una tercera persona cuándo pensaba que
la secretaria tenía intención de dañar y cuándo no. Esta persona
comprobaría si el polígrafo permitía efectivamente adivinar las
intenciones de la secretaria.
Esa
tercera persona también aseguraría que el experimentador no es capaz
de ver lo que está haciendo la secretaria durante el experimento, no
sea que se vea influenciado por algo en su comportamiento. Para estar
seguros que no es algún gesto de la secretaria lo que provoca la
reacción del polígrafo, deberían obligarla a hacer exactamente los
mismos movimientos cuando tiene previsto quemar la planta y cuando solo
finge. Debió haber hecho varios ensayos con varias plantas diferentes.
Y probablemente no debería haber regado su planta antes de hacer el
experimento, porque que los cambios de humedad afectan a las lecturas.
El hecho es que Backster nunca hizo nada parecido a un experimento
controlado y hoy no está más cerca que en 1966 de entender el porqué de
sus los resultados. Los admiradores de Backster pueden decir
sinceramente que su experimento ha sido repetido miles de veces en todo
el mundo. Por desgracia, la repetibilidad sólo demuestra algo si el
experimento original se realizó correctamente.
Sembrando y cosechando
Las
pretensiones de Backster han sido recogidas y apoyadas por varias
personas con conocimientos iguales a los suyos: el periodista Peter
Tompkins y el jardinero Christopher O. Bird, autores de "La vida
secreta de plantas" publicada en 1989, una presentación de la obra de
Backster y otros "científicos" que supuestamente demuestra que las
plantas perciben telepáticamente y experimentan emociones tales como
miedo y el amor. Bird es el autor de un manual de jardinería y Tompkins
tiene varios libros de "secretos": secretos de la gran pirámide
(1997), La vida secreta de la naturaleza: viviendo en armonía con el
mundo oculto de los espíritus de la naturaleza desde las hadas a los
Quarks (1997) y Los secretos de la tierra: nuevas soluciones para
restaurar nuestro planeta (1998).
Otro
defensor del trabajo de Backster es Robert B. Stone, miembro de Mensa,
y autor de La vida secreta de células, publicado 1994. Stone es
también el autor del método Silva (el programa mental de José Silva de
control y auto-sanación) y El método Silva: desbloquear el genio que
llevamos dentro. Stone y Silva escribieron un libro juntos: Tú eres el
sanador. Sin embargo, si uno busca en libros científicos, no encontrará
ningún apoyo a la idea de que las plantas son telépatas o sienten
emociones.
A
pesar de la falta de apoyo científico de la noción de percepción de la
planta, la idea es aceptada por muchos no sólo como verdadera sino
como comprobada por numerosos estudios científicos. De hecho, el poder
de las plantas para entender el pensamiento humano "leyendo" nuestros
"campos bioenergéticos" es conocido entre parapsicólogos como el efecto
Backster.
Los
testimonios en defensa de las afirmaciones de Backster son típicos:
Observe cómo se afirma de que experimento de Backster ha sido repetido
muchas veces por diferentes personas. También observe que, como buenos
narradores, estos defensores adornan el cuento con algunas exageraciones
interesantes de su cosecha. Sin embargo, ninguno de estos testimonios,
menciona los estudios críticos que no pudieron reproducir el efecto
Backster y que explicaron por qué sus estudios eran defectuosos.
(...)
Claramente,
Backster tiene sus seguidores que creen que ha hecho un trabajo
extraordinario y fundamental en la ciencia. ¿Por qué no le han
concedido el premio Nobel? ¿Por qué casi toda la comunidad científica
lo ignora? La respuesta debería ser obvia. Sin embargo, Backster
continúa su trabajo en el centro de investigación de Backster en San
Diego, California, donde pretende ser capaz de demostrar que sus
plantas responden a sus pensamientos amorosos e incluso obedecen sus
mandatos.
Visualización remota
Uno
de los mayores admiradores y defensores de Backster es el promotor de
la visualización remota Ingo Swann ("Remote Viewing - La verdadera
historia"). Swann afirma falsamente que el trabajo de Backster fue
reconocido en los años ochenta por los neurobiólogos cuando se
descubrió que las plantas tienen redes neuronales. En 1971, según Swann,
Backster lo invitó a su escuela-laboratorio. Ingo afirma que él
también hizo enloquecer a la aguja del polígrafo cuando pensó en quemar
la planta con un fósforo encendido. Él era capaz de repetir el evento
varias veces y luego no pudo conseguir ninguna respuesta. Swann
concluye que la teoría de Backster debe ser la conclusión lógica. Por
supuesto, ninguno de ellos piensa que podría ser un error o un engaño. A
ninguno de los dos se le ocurre realizar un ensayo controlado.
"¿Qué
significa eso," le pregunté. Entonces se me ocurrió un pensamiento muy
extraño, tan asombroso que me causó escalofríos. "Quieres decir que ha
aprendido que no voy en serio a quemar las hojas. Así que ahora sabe
que no hay peligro."
"Backster
sonrió. "Tú lo has dicho, no yo. Inténtalo con otro tipo de
pensamiento amenazador". Así que pensé en echar ácido en la maceta.
¡Bingo! Pero pronto se repitió la misma "curva de aprendizaje". Ahora
ya entendí en mi propia "realidad" que las plantas son inteligentes y
telepáticas, como saben todos los amantes de las plantas. Pero que las
plantas pudieran aprender a reconocer entre una intención humana
verdadera y falsa constituyó una sorpresa. Así me topé con el concepto
de "curva de aprendizaje" que en última instancia debía desempeñar un
papel de la función en el desarrollo de la visión remota."
Pero
Backster fue avanzando. "¿Crees que podrías influir en un metal o una
sustancia química?" "No sé cómo influir en nada. Pero podría
intentarlo. Durante varias semanas fui al laboratorio de Times Square a
someter al polígrafo metales y productos químicos."
Este
tipo de enfoque aficionado del experimento, reforzando ingenuamente
las especulaciones como si fueran hechos establecidos por pruebas
incontrovertibles, es típica de Backster y sus partidarios. Un
científico nunca caería en tales razonamientos y especulaciones
rudimentarias. Pero una persona ignorante podría ser fácilmente engañada
por estos experimentos.
El efecto Baxter y la religión primitiva
Jim
Cranford es otro defensor de Backster, porque le ha proporcionado la
prueba de que las religiones animistas verdaderamente podían
comunicarse con la vegetación.
"Aunque
experimentos similares [al de Backster] se han repetido miles de
veces, en todo el mundo, desde hace más de 15 años, no hemos podido
comprender las implicaciones. Parte del problema es que Backster no es
un "científico" y a esos tipos no les gusta admitir que nadie sabe
nada. Es orgullo y arrogancia de la peor especie, pero no es inusual en
el laboratorio. Incluso al resto de nosotros nos cuesta creer que los
"primitivos" eran capaces de comunicarse con sus plantas a través de
rituales y sacrificios. Simplemente rehusamos a creer que podría haber
alguna "inteligencia" por aquí aparte de nosotros, cuando vivimos en
todo momento en un mundo más inteligente que nosotros. Es obvio que
nuestra visión colectiva de la religión primitiva necesita revisarse."
Por
lo menos Cranford reconoce que Backster no es un científico. "Esos
tipos" emplean unos métodos más cuidadosos cuando investigan las causas
de un fenómeno.
Backster y la teosofía
Otro defensor de la ideas de Backster es el teósofo John Van Mater, que cree que su trabajo apoya la idea de que
"...Hay
una fuerza vital, una energía cósmica que rodean a los seres vivos,
compartidos por todos los reinos incluyendo al ser humano... La
naturaleza es una gran hermandad de los seres, una simbiosis en muchos
niveles, la mayoría de ella más allá de nuestra detección y
entendimiento ordinario. El reino vegetal es una capa esencial de
vitalidad o prana, que ayuda a proporcionar en su metabolismo una
respiración, un órgano inteligente que produce y regula la atmósfera,
así como transferencias de energía en la Biosfera del planeta viviente.
Las plantas también son un eslabón en la cadena de los seres, en que
cada reino o nivel necesita a los otros para poder funcionar y
evolucionar. (Ver "Nuestros compañeros inteligentes, las plantas," John
Van Mater, Jr., revista amanecer, abril / mayo de 1987 publicado por
Theosophical University Press.)"
Por
lo tanto, la ciencia chapucera de Backster se usa para apoyar
conceptos metafísicos como la radiestesia, sanación, telepatía,
visualización remota y quién sabe qué más "energías".
Aunque
la ciencia ha rechazado las afirmaciones de Backster sobre plantas
telepáticas y su "percepción primaria", Earthpulse.com, un sitio New
Age UFO/ambientalista que vende libros de "ciencia de frontera",
supuestamente encontró un botánico llamado Richard M. Klein (1923-1997)
de la Universidad de Vermont que concedió credibilidad a La vida secreta de las plantas.
"Yo
no puedo 'comprender una planta' ni 'sentir sus emanaciones' y no
conozco a nadie que pueda hacerlo, aunque eso no resta un ápice de la
posibilidad de que algunas personas puedan hacerlo..."
Palabras
más verdaderas nunca fueron dichas. Lástima que el Dr. Klein no enseñó
al Sr. Backster cómo llevar a cabo un estudio correcto de doble ciego.
Así, Backster habría aprendido el uso adecuado de su polígrafo.
translated by Juan Salvador
Artículos
Galston, A. W. and C. L. Slayman. (1979). The not-so-secret life of plants. American Scientist, 67 337-344.
Horowitz, K. A., D.C. Lewis, and E. L. Gasteiger. 1975. Plant primary perception. Science 189: 478-480.
Kmetz, J. M. 1977. A study of primary perception in plants and animal life. Journal of the American Society for Psychical Research 71(2): 157-170.
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