No se puede identificar sin más la Iglesia y reino de Dios. El reino es
ahora una acción escondida y universal de Dios, que hace fermentar la
masa humana haciéndola subir hacia la nueva creación, el nuevo cielo y
la nueva tierra, la inimaginable floración de la historia que desplegará
su esplendor al fin de los tiempos, cuando Dios reine completamente en
todo (1 Cor 15,28).
Pero no podemos tampoco separar completamente Iglesia y reino de Dios. La acción que construye el reino fue incoada por Cristo y tiene ya sus resultados visibles: la Iglesia es primicia y símbolo del reino. Símbolo es una realidad que apunta a otra más alta, pero que de algún modo la contiene y la expresa. Si el reino de Dios es salvación, paz y alegría, unión, amor, igualdad y libertad entre los hombres, la Iglesia tiene que mostrar al mundo un esbozo de ese reino.
Pero no podemos tampoco separar completamente Iglesia y reino de Dios. La acción que construye el reino fue incoada por Cristo y tiene ya sus resultados visibles: la Iglesia es primicia y símbolo del reino. Símbolo es una realidad que apunta a otra más alta, pero que de algún modo la contiene y la expresa. Si el reino de Dios es salvación, paz y alegría, unión, amor, igualdad y libertad entre los hombres, la Iglesia tiene que mostrar al mundo un esbozo de ese reino.
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