CAMILO TORRES RESTREPO
Escritos
Noviembre
1985
Bogotá -
Colombia
Presentación
A una
distancia de 20 años de aquellos días y meses en que
Camilo Torres desarrolló su más intensa actividad de
unidad popular en torno a un proyecto de emancipación
política de las mayorías colombianas, varias fundaciones
y organizaciones hemos querido reeditar sus escritos,
con el convencimiento de que ellos siguen siendo
iluminadores para la construcción de una sociedad
alternativa fundamentada en la justicia.
La más
completa compilación de sus escritos fue publicada por
Ediciones Era (México) en 1970, bajo el título
"Cristianismo y Revolución", edición preparada por 3
personas que estuvieron muy cerca de Camilo y que
tuvieron acceso a la mayoría de sus pertenencias.
Basándonos
en dicha compilación, confrontándola con algunos
originales y añadiendo unos pocos documentos, hemos
querido hacer una organización temática de los escritos
de Camilo, que recoja sus más importantes documentos en
3 volúmenes: 1) su reflexión cristiana; 2) su
pensamiento político; 3) sus ensayos sociológicos.
Entregamos
al público esta nueva edición de sus escritos con la
convicción de que el mejor homenaje a su memoria es
sembrar nuevamente la semilla de su pensamiento y de su
testimonio.
Fundación
Pro-Cultura
Comité de
Solidaridad con los Presos Políticos
Revista
Solidaridad
Movimiento
de Cristianos por el Socialismo
Camilo
Torres es una causa
Quien me
pidió este prólogo, hacía oportunamente una salvedad:
"siempre que eso no le comprometa...".
Yo pienso
que este prólogo me compromete, sí. Como todo el libro
compromete a sus lectores. Como nos compromete a todos
Camilo Torres, su vida, su muerte.
Contra lo
que pretendía la prensa reaccionaria de Colombia, que
respiraba a fondo sobre el "ex-cura bandolero" muerto,
el sacerdote guerrillero Camilo Torres no es un pasado
bajo una tierra anónima sin flores, "un modesto capítulo
de historia!" ya cerrado.
Un artista
gallego advertía, en la guerra de España: "el fascismo
no entierra cadáveres sino semilla". Mucho antes, Jesús
enseñaba que el grano de trigo que muere generosamente
produce mucho fruto.
Camilo
Torres es una causa. La causa de América Latina.
Así lo
veía, reciente aún el fecundo fracaso del luchador, un
gran amigo suyo, Aníbal Pinedo, especificando en
dimensión agraria la significación latinoamericana de
Camilo; "víctima de su razón, víctima de América Latina,
soñó con la tierra repartida, llena de flores y de niños
sonrientes. Fue una víctima de la reforma agraria, el
problema capital de nuestro convulsionado continente".
"Símbolo antes que mito", lo definía su biógrafo Germán
Guzmán Campos: "garantía de la autenticidad que América
reclama, sin foraneísmos ni mistificaciones. Porque la
revolución de este continente o es de América o es
nada". (El padre Camilo Torres, Siglo XXI,
Editores, S. A., 7a. edición, 1975, pp.
302-308.
No se trata
de justificar sus yerros políticos, de visión o
de táctica. Muchos, incluso no enemigos, lo tacharon de
ingenuo y de precipitado. (Todos los epitafios
acostumbran a ser demasiado breves).
Tampoco
sería fácil dilucidar el acierto o desacierto de cada
una de sus actitudes frente a la jerarquía eclesiástica,
en un tiempo, ya vencido, en que la jerarquía siempre
tenía razón. Ciertamente, el procedimiento canónico
usado con Camilo Torres no fue modelo de diálogo
eclesial.
Apasionadamente, mucho se ha escrito sobre Camilo.
Siento, sin embargo, que aún no ha sido estudiada
serenamente su figura, como patriota colombiano, como
sacerdote, como sociólogo, como militante, dentro del
real contexto político y eclesiástico que la produjo.
Porque, en
todo caso, Camilo Torres sucedió en el país y en la
Iglesia de Colombia. Alguien dijo que sólo en Colombia
podía suceder. Por la compacta e inmovilista tradición
católica de aquella nación; por la sumisa dependencia
que esa tradición ha venido imponiendo sobre las clases
desposeídas; por el rotativo juego de poderes, siempre
oligárquicos, de las manos de los liberales para las
manos de los conservadores; por la consustanciada
apariencia de democracia en que vive la Colombia nación,
justificando la situación de penuria en que malvive el
pueblo colombiano,
Un
columnista del diario liberal "El Espectador" afirmaba,
el 21 de febrero de 1966, que "el joven revolucionario
murió de exceso de idealismo" y explicitaba, con
desahogo familiar: "sus propósitos eran tan sanos que ni
siquiera percibió que estaba actuando en el país más
conservador del mundo..." (o. c., p. 296).
La pureza
de ese idealismo le venía de lejos a Camilo. "Ya de
pequeño manifiesta su solidaridad con los explotados",
testifica su madre. "Ese inmenso amor por los humildes
le llevó a considerar que solamente con la toma del
poder por la clase popular cambiaría eficazmente la
situación".
Esa pureza
de ideal, mejor que de idealismo, tal vez sea el aspecto
más difícil de negar en Camilo Torres, siempre que haya
un mínimo de exención en los ojos que contemplan sus
gestos y su estatura.
"Equivocado
o no -escribía Carlos Pérez Herrera, en aquella época
secretario de prensa de la Curia archidiocesana de
Panamá-, el padre Torres prefirió que lo llamasen
'comunista' a guardar un silencio cómplice delante de la
falta de sensibilidad social de una sociedad que es
refractaria al mensaje de justicia y de amor del
cristianismo. Equivocado o no, el padre Torres abrió una
trocha por la cual han de caminar muchos idealistas que
buscan la justicia como quien busca un tesoro escondido
por las inhóspitas regiones de América" (o. c., p.
287).
El
comentarista Lucio Duzán afirmaba categóricamente:
"todos sabemos que este hombre ardiente, desbordado,
vehemente, era un hombre puro" (o. c., p. 299).
Y nuestro
siempre lúcido y coherente Tristâo de Athayde, aun
discordando del recurso a la violencia armada, ya en
1966 canonizaba a Camilo Torres, "sacerdote para
siempre", como "una flor excelsa del catolicismo
colombiano", como "un mártir de la nueva cristiandad".
En oposición a los carlistas de España, a los
miguelistas de Portugal e incluso a los cristeros de
México, que también "perdieron la paciencia y empuñaron
el fusil", ellos para defender "el retorno al pasado",
"hoy los Camilo Torres hacen lo mismo, invocando también
a Cristo, pero en nombre del futuro...". Y "Cristo
-subrayaba Tristâo de Ataide- no es del pasado, sino del
futuro" (o. c., pp. 303-304).
Muchos -y
yo con ellos- no tendrán escrúpulo en calificar a Camilo
Torres como un mártir latinoamericano y como un profeta
de nuestra Iglesia. Amó hasta el fin. Dio la prueba
mayor, dando la vida.
Camilo
Torres fue un precursor dramáticamente aislado en la
frontera de la Iglesia con el mundo. Reconozcamos que 15
años atrás era difícil entender, muy difícil aceptar su
comportamiento.
Después de
Camilo, ha corrido mucha agua entre los Andes y el mar,
mucha sangre mártir y guerrillera, ha corrido mucho
viento del Espíritu sobre la carne dilacerada de
América. Medellín ha sido después de Camilo. (¡Medellín,
"la blanca" contradictoria Medellín! ). Y después ha
sido Chile, aunque truncado. Y Nicaragua victoriosa. Y
ahora El Salvador de san Romero.
Hombre de
contrastes violentos y violentadores, Camilo Torres sólo
podía provocar entusiasmo o ira o prevención. De
extracción social burguesa, sacerdote privilegiado por
sus superiores, catedrático universitario formado en los
emporios de la sabiduría extranjera, funcionario
público, creativo y solicitado periodista, orador de
masas ("tribuno", como gustaban decir en la retórica
Colombia), Camilo traiciona abiertamente su clase, deja
la sotana y se pasa con bagaje y... con armas al lado
del pueblo de los suburbios y fábricas y las veredas
campesinas, al lado de las fuerzas "ambiguas" de la
revolución. Muere en la montaña, como un excomulgado,
bajo las balas del orden "legítimamente establecido".
La soledad
-la célibe amada- que ciertamente lo acompañó muchas
veces, en vida, y sobre todo en los últimos meses de su
aventura generosa, lo sigue acompañando también ya
muerto, en amplios sectores de la Iglesia y en los
círculos mal-pensantes y bien-vivientes de la sociedad
conservadora y liberal de Colombia y del mundo. En el
Brasil, Camilo Torres todavía hoy es un ilustre
desconocido, nombre apenas de la canción de Viglietti
para los enamorados de la revolución. Llevo 12 años de
Brasil y en estos 12 años casi nunca, fuera de la
canción, he oído el nombre y el significado histórico y
eclesial de Camilo Torres.
Este libro
de Global Editora -el pensamiento de Camilo, su
trayectoria humana, su compromiso evangélico- llenará,
entre nosotros, un espacio vergonzosamente vacío. Con
perdón de las oligarquías conservadoras o liberales, con
perdón de los hermanos más comportados.
Los textos
presentados en este libro -una treintena de documentos
seleccionados conscientemente: cartas, discursos,
charlas, mensajes- ayudarán a seguir el proceso vital de
Camilo y a vencer el posible equívoco de imaginar al
sacerdote guerrillero como un momento abrupto.
El
guerrillero Camilo Torres fue previamente un sociólogo y
un pastor. Antes de enrolarse en la guerrilla, estudió,
oró, consultó, evaluó, probó mil recursos de opinión
pública, de movilización, de organización popular,
colaborando incluso en programas oficiales de educación,
de cooperativismo y de reforma agraria.
La
guerrilla y la muerte fueron el desenlace lógico de un
caminar, con ilusiones y yerros posiblemente, pero, a mi
modo de ver, heroicamente honesto.
Según
Germán Guzmán Campos hay cuatro elementos o pasos que
pueden considerarse "como determinantes, porque dan la
clave de la parábola humana de Camilo Torres y
posibilitan inmensamente una interpretación integral:
1. Concibe
la existencia como amor y busca en el cristianismo y en
el sacerdocio la mejor manera de realizarse en el
servicio del hombre.
2. Conoce
la problemática colombiana con base en sus
estudios (cualificación científica) y mediante el
contacto con las realidades socioeconómicas (aplicación
de métodos objetivos).
3. Como
cristiano, como sacerdote y como científico, concluye
que la solución para esa problemática es la toma del
poder por el pueblo, mediante la revolución.
4. Juzga
que la única salida eficaz para hacer la
revolución es la lucha armada" (o. c., pp. 8-9).
Sociólogo
colombiano y hombre de Iglesia, Camilo hizo un amplio y
severo diagnóstico de la sociedad y de la Iglesia de
Colombia. De la jerarquía, del clero colombiano, ajenos,
según él, a las exigencias de la justicia social. (Lo
cual le mereció amarga réplica, venganza póstuma, del
más conceptuado clero de la Colombia catolicísima.) De
las "25 familias millonarias", la oligarquía colombiana,
que ya se transformó en vértebra y novela del país, y
que nunca podría perdonar la traición de clase de un
Restrepo, hijo de la burguesía bogotana.
No soy
especialista en sociología, menos aún en historia
colombiana -historia que aprendí a conocer y a amar,
siendo aún niño-, pero considero indispensables los
estudios sociológicos de Camilo Torres para entender
colombianamente esa época social -fin de carrera, si
Dios y el pueblo ayudan- de la historia oligárquica de
ese país hermano.
Del
diagnóstico, seriamente fundado en estudios, en
contactos con la realidad, en perseverante trabajo de
organización popular, surgió la decisión de Camilo.
Había que romper, "abandonar nuestro sistema de vida
burguesa", estar "con los pobres y como pobres",
"confiar en los valores del pueblo". Hacer la
revolución, Porque "todo reformismo tibio será
sobrepasado" y "solamente mediante la revolución se
puede realizar el amor al prójimo"...
Su fe se
tornó urgencia práctica. Su cristianismo se hizo tarea
histórica. Como cristiano, Camilo era un humanista
integral, sin dicotomías, un humanista de la persona y
de la sociedad. El Hombre se hizo en él pasión, la
pasión de su vida. Como entendía que lo había sido en la
vida del propio Cristo Jesús "sin el hombre, Cristo
sería un redentor inútil". Camilo quería, quiso,
"realizar en toda su extensión las aplicaciones,
psicológicas, sociológicas e históricas de la
encarnación de Dios con todas sus consecuencias".
Para él,
siempre sacerdote, el sacerdote ha de ser "un
profesional del amor, a tiempo integral". "Descubrí el
cristianismo como una vida centrada totalmente en el
amor al prójimo; percibí que valía la pena comprometerse
en este amor, en esta vida, y por eso escogí el
sacerdocio para convertirme en un servidor de la
humanidad". Si proclamaba que "solamente mediante la
revolución era posible realizar ese amor al prójimo", es
porque él exigía -generoso, impaciente- que ese amor
fuese "eficaz". "El problema para el cristianismo se
presenta en términos de caridad eficaz, o sea, en
términos de aquello que constituye la primera prioridad
del apostolado en el mundo moderno y de los países
subdesarrollados". "... comprendí que en Colombia no se
podía realizar este amor simplemente por la beneficencia
sino que urgía una revolución con la cual este amor
estaba íntimamente vinculado". "La revolución, repetía
Camilo, es un imperativo cristiano".
Los
lectores, como ya he dicho, necesariamente se
comprometerán leyendo este libro. Los dejo, libres,
frente a estas páginas, palabra y vida de un testigo
excepcional de América. Los dejo frente a su propia
conciencia.
Los
estudiantes, que Camilo conocía de cerca, con quienes
convivió en dialéctica amistad, y todos los impacientes,
nuevos o viejos, siempre un poco estudiantes a la hora
precisa de actuar, podríamos recoger el consejo que el
joven maestro diera solemnemente, en el recinto
de la Universidad Nacional de Bogotá: "La revolución no
se hace tirando piedras a la policía o quemando un
carro"... "Es necesario que la convicción revolucionaria
del estudiante lo lleve a un compromiso real, hasta las
últimas consecuencias". Y añadía con espíritu de
ascética revolucionaria: "la pobreza y la persecución no
se han da buscar. Pero, en el actual sistema, son las
resultantes lógicas de una lucha sin cuartel contra las
estructuras vigentes. En el actual sistema, son los
signos que autentican una vida revolucionaria".
Todos los
que pretenden ser aliados honestos del pueblo; los
grupos, fácilmente divididos entre sí, por ese don
peculiar de las izquierdas que juegan a dividirse para
ser vencidas; y cuantos soñamos con una revolución
verdaderamente eficaz, deberíamos desear siempre, con
Camilo, ser aceptados como "servidores de las mayorías";
trabajar para que "la clase popular se unifique, se
organice y decida", no olvidar nunca que "la revolución
se hace a base de hechos y esos hechos el pueblo es
quien los realiza".
Incluso los
militares menores, los soldados, podrían aprender de
Camilo, y con qué benéficas consecuencias para nuestra
América drásticamente militarizada, que ellos,
paradójicamente, no son más que "campesinos y obreros
uniformados", hijos del pueblo a quien dispersan y
disparan y prenden o matan...
Los
cristianos podemos, debemos recoger de la misa prohibida
de Camilo Torres -sacerdote, profeta y mártir- la
antigua y nueva lección que el Señor Jesús dejó, en
testamento a sus discípulos: amar al prójimo
eficazmente, ir, en este amor, hasta el extremo de dar
la propia vida.
Pedro
Casaldáliga
Notas
Biográficas
JORGE
CAMILO TORRES RESTREPO nació en Bogotá el 3 de febrero
de 1929, del matrimonio formado por Calixto Torres
Umaña, pediatra, e Isabel Restrepo Gaviria, viuda de
Westendorp.
Hizo sus
estudios primarios en el Colegio Alemán de Bogotá; sus
estudios secundarios en la Quinta Mutis, dependencia del
Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, y en el
Liceo Cervantes de donde salió bachiller en 1946.
Ingresa luego a la Facultad de Derecho de la Universidad
Nacional de Bogotá en donde cursa un semestre.
Decidido a
ingresar en la Orden Dominicana, sus padres se lo
impiden e ingresa, entonces, al Seminario Conciliar de
Bogotá el 24 de agosto de 1947. Allí cursa 3 años de
Filosofía y 4 de Teología. Es ordenado sacerdote el 29
de agosto de 1954.
En
septiembre de 1954 ingresa en la Escuela de Ciencias
Políticas y Sociales de la Universidad Católica de
Lovaina (Bélgica). Mientras adelanta estudios de
Sociología funda, a finales de 1954, el Equipo
Colombiano de Investigación Socio-Económica -EClSE- y se
desempeña como Vicerrector del Colegio Latinoamericano
de Lovaina, fundado por el Episcopado Belga para la
formación de sacerdotes para América latina.
En julio de
1958 obtiene su Licenciatura en Ciencias Sociales,
después de haber presentado su memoria "Aproximación
estadística a la realidad socioeconómica de la ciudad de
Bogotá". Antes de regresar a Colombia, participa en el
Primer Congreso de Estudiantes Colombianos en Europa,
que se realiza en Lovaina, con la participación de 24
delegados de los grupos EClSE de Alemania, Bélgica,
España, Francia, Holanda e Inglaterra; allí se adopta la
nueva sigla: ECEP (Equipo Colombiano pro Estudio y
Progreso). Pasa luego 4 meses en Minneapolis (USA) donde
sigue, como asistente libre, las cátedras de Sociología
Urbana y Sociología del Trabajo.
En marzo de
1959 es nombrado capellán auxiliar de la Universidad
Nacional y se vincula como profesor al Departamento de
Sociología de la Facultad de Ciencias Económicas. Funda
y preside el Movimiento Universitario de Promoción
Comunal -MUNIPROC- para vincular a los estudiantes con
la realidad de los sectores más deprimidos de la
sociedad. Participa en la fundación de la Facultad de
Sociología en 1961, de la cual es nombrado miembro del
Consejo Directivo y encargado de las cátedras de
Sociología Urbana y Metodología del Trabajo.
En
diciembre de 1961 es incluido como segundo suplente en
la Junta Directiva del Instituto Colombiano de Reforma
Agraria INCORA. En enero del año siguiente es nombrado
miembro del Comité Técnico del mismo instituto.
En enero de
1962 es nombrado Profesor-Decano del Instituto de
Administración Social de la Escuela Superior de
Administración Pública -ESAP-. Cuando en junio de 1962
encabeza una protesta por la expulsión de 10 estudiantes
de la Universidad Nacional, el Cardenal Luis Concha
Córdoba, Arzobispo de Bogotá, le ordena renunciar a
todas sus actividades en la universidad. Continúa su
trabajo en la ESAP y es nombrado Vicario-coadjutor de la
Parroquia de la Veracruz, en el centro de Bogotá.
Desde
octubre de 1964 reúne a un grupo de intelectuales y
científicos de diversas corrientes ideológicas y
políticas interesados en buscar un consenso en puntos
mínimos de acción hacia un cambio de estructuras. Va
elaborando una Plataforma para un movimiento de unidad
popular, la que expone públicamente por primera vez en
Medellín, el 12 de marzo de 1964, en un evento convocado
por el Comando Departamental de las Juventudes
Conservadoras. Entre tanto el Cardenal, sujeto a
múltiples presiones, le ordena renunciar a la ESAP para
encargarse de una oficina de planeación pastoral de la
Arquidiócesis de Bogotá. Camilo pide un plazo para
pensarlo, pero luego rechaza esta propuesta y pide más
bien se le permita regresar a Lovaina para preparar su
Doctorado.
La polémica
desatada por su Plataforma y la aceptación que ésta tuvo
en sectores estudiantiles, obreros, populares y en
diversas fuerzas políticas, le hace renunciar también a
su viaje a Europa. Un gran homenaje que se le ofrece en
la Universidad Nacional de Bogotá el 22 de mayo,
lo compromete más con el movimiento desencadenado por su
Plataforma, pero a la vez ésta es condenada públicamente
por el Arzobispo de Bogotá, como contraria a la doctrina
de la Iglesia. Ante múltiples solicitudes, la Curia se
niega a precisar en qué puntos la Plataforma se hace
inconciliable con la doctrina social cristiana, mientras
Camilo es invitado a Universidades, sindicatos,
organizaciones gremiales y políticas para desarrollar
sus postulados.
La
imposibilidad de un diálogo con el Cardenal y su
creciente liderazgo popular, lo llevaron a solicitar su
reducción al estado laical el 24 de julio de 1965.
Funda el
semanario Frente Unido, cuyo primer número, en una
edición de 45.500 ejemplares, aparece el 26 de agosto de
1965 y se agota el mismo día. Alrededor de este
periódico se gesta un amplio movimiento de unidad
popular. Entre tanto Camilo mantiene contacto permanente
con el Ejército de Liberación Nacional, agrupación
guerrillera que inició actividades en julio de 1964 e
hizo su aparición pública en enero de 1965 con la toma
de la población santandereana de Simacota.
Entre julio
y octubre de 1965 Camilo desarrolla una intensa
actividad política, creando a su paso por barrios,
pueblos y ciudades, los Comités del Frente Unido. Logra
aglutinar a grandes contingentes de "no alineados" y a
militantes de las más diversas fuerzas políticas y
gremiales.
El 18 de
octubre de 1965 viaja a las montañas de Santander donde
se incorpora como combatiente al Ejército de
Liberación Nacional, decisión que hace pública el 7 de
enero de 1966, mediante una Proclama al pueblo
colombiano.
El 15 de
febrero de 1966 muere en combate en Patio Cemento,
corregimiento de El Carmen, municipio de San Vicente de
Chucurí, departamento de Santander.
Introducción
En este
volumen hemos recogido aquellas páginas de Camilo Torres
que nos hablan más explícitamente de su fe cristiana.
Quien las
recorra de principio a fin quizá llegue a tener la misma
impresión que quien las seleccionó, siguiendo un orden
cronológico: que estas páginas revelan una búsqueda
progresiva de articulación entre fe e historicidad,
búsqueda que no elude el conflicto dramático con tal de
acercarse a una ansiada coherencia.
Hay etapas
que se definen por sí mismas en la lectura desprevenida
de estos escritos. Queremos sintetizarlas enseguida con
el fin de ofrecer una guía de lectura.
Primera
etapa
El ideal
del servicio a los demás
Años del
seminario: 1947 — 1954
Los escasos
escritos de Camilo en esta época, rescatados de pequeños
apuntes personales, nos revelan un seminarista clásico
de la época, lector de la "Imitación de Cristo" de Fray
Tomás de Kempis y de los escritos espirituales de Dom
Columba Marmión, preocupado por su fidelidad a las
exigencias de la ascética cristiana tradicional:
mortificaciones, oraciones, cumplimiento del reglamento
y seguimiento cuidadoso de los consejos del Director
Espiritual. A través de estos esfuerzos cotidianos,
Camilo se prepara para su sacerdocio que lo concibe
fundamentalmente como una profesión de servicio al
prójimo y de testimonio vivo de un mensaje que está
centrado en el amor.
La opción
fundamental, que luego veremos desarrollarse
dramáticamente en su vida, está ya perfilada, en sus
rasgos esenciales.
Segunda etapa
Apología del Cristianismo ideal Reportaje. 1956
La segunda
etapa de este desarrollo se nos revela en las
conversaciones sostenidas con el periodista Rafael
Maldonado Piedrahita, en 1956.
La lectura
de este diálogo nos muestra que el periodista se
confronta con Camilo desde una posición de defensa del
marxismo y de crítica aguda a la función que ha
desempeñado la Iglesia en la sociedad. Camilo, a su vez,
responde desde una identificación leal con la
institución a la que pertenece y arguye desde una
posición de defensa de una iglesia ideal, que a pesar de
sus fallas accidentales, sigue siendo fundamentalmente
fiel al Evangelio.
Quienes
hayan vivido aquella época al interior de la Iglesia,
marcada por un acentuado anticomunismo y por un espíritu
apologético, podrán valorar más el espíritu con que
Camilo responde y las inquietudes que revelan sus
posiciones, propias de quien siente la urgencia de dar
una respuesta, desde la fe, a problemas sociales
insoslayables.
Camilo
afirma allí que el capitalismo en sí no es condenable
por la Iglesia; que el Cristianismo es capaz de
humanizar cualquier sistema; que lo condenable es el
peligro de abuso que el capitalismo implica, pero que
nada impide que los católicos puedan abogar por la
abolición de tal sistema, sin necesidad de que
revolución sea sinónimo de sangre.
La ciencia
social le mostrará después una relación histórica
necesaria entre la abolición del capitalismo y la
vigencia en la sociedad de una ética cristiana, entonces
con la misma honestidad defenderá esta urgencia. La
práctica política le revelará más tarde que separar
revolución de violencia es arriesgarse a inscribir la
revolución en el mundo de las ideas platónicas, y
entonces con la misma honestidad asumirá la violencia
revolucionaria sin absolutizarla, pero sin permitir
tampoco que la absolutización de la no-violencia
invalide la eficacia histórica del amor.
Tercera etapa
Búsqueda de un humanismo cristiano
Artículos 1956 - 1963
El sexenio
1956-1963 lo hemos caracterizado en los escritos
cristianos de Camilo como un período de búsqueda de un
humanismo cristiano. Corresponde este período a la
conclusión de sus estudios sociológicos en Lovaina
(1958); a su trabajo como capellán auxiliar y profesor
de Sociología en la Universidad Nacional de Bogotá
(1959); como promotor del Movimiento de Acción Comunal
(1959); como miembro de la Junta Directiva del Instituto
Colombiano de Reforma Agraria -INCORA- (1961), y como
profesor-decano del Instituto de Administración Social
de la Escuela Superior de Administración Pública-ESAP-
(1962).
En esta
época Camilo desarrolla su profesión de sociólogo, no
sólo en el campo de la investigación sino también -e
intensamente- en el de la acción. Se rodea de gente que
tiene grandes inquietudes sociales y que se proyecta
hacia una profunda transformación de la sociedad
colombiana, pero que tiene grandes reservas frente al
problema religioso.
Camilo
parece buscar un campo de convergencia entre creyentes y
no creyentes; una visión del hombre y un proyecto social
que sea coherente con el Evangelio, pero ajeno a todo
confesionalismo y proselitismo que resultarán molestos
para quienes, con razón o sin ella, condenan la acción
histórica de la Iglesia. Los artículos que hemos reunido
en este capítulo revelan esta inquietud.
Camilo
busca ansiosamente una integración de su profesión de
sociólogo con la de sacerdote, no con la angustia de
quien descubre incompatibilidades, sino con el
entusiasmo de quien siente nacer en sí mismo un
dinamismo nuevo e insospechado, capaz de rejuvenecer al
mismo tiempo la fe y las estructuras sociales.
El mundo
que Camilo avizora desde estos escritos es aquel donde
la honestidad de quienes sean leales a una lectura
científica de la realidad, sin encubrimientos ni
manipulaciones, unida al altruismo, como virtud humana
en la que convergen creyentes y no creyentes,
dinamizarán un movimiento transformador de una realidad
histórica que se ha vuelto inhumana. En esta empresa
profundamente humana, los cristianos se distinguirán
solamente por la radicalidad del amor, que "si es real,
debe ser eficaz integralmente".
Podríamos
decir que al final de este sexenio, colmado por una
intensa actividad científica y social, Camilo ha sentado
las bases de sus futuras opciones: está preparado
teórica y motivacionalmente para jugarse totalmente en
un intento de transformación profunda de la realidad
social en la que está inmerso.
Cuarta etapa
Esencia del Cristianismo y compromiso con un cambio de
estructuras
Ponencia 1964
La ponencia
presentada por Camilo en el II Congreso Internacional
de, "Pro Mundi Vita" (Lovaina - septiembre 8-10 de 1964)
constituye el punto de llegada de su
pensamiento sociológico y teológico, y la clara
fundamentación teórica de esa articulación largamente
buscada entre sus profesiones simultáneas de sociólogo y
de sacerdote.
Lo que de
allí se sigue será una búsqueda afanada de coherencia
práctica. Seis meses después estará leyendo públicamente
la plataforma del Frente Unido; otros tres meses más
tarde estará viviendo los momentos de más agudo
conflicto con la estructura jerárquica de su iglesia, y
después de otros cuatro meses estará partiendo hacia las
montañas para iniciarse como combatiente del Ejército de
Liberación Nacional.
La ponencia
presentada en Lovaina muestra, en un tríptico
excepcional, la articulación lograda entre su compromiso
político y su compromiso apostólico. De un lado delinea,
con fina argumentación bíblica y teológica, la esencia
del Cristianismo y la finalidad ineludible de todo
apostolado: la caridad eficaz. De otro lado fundamenta,
con la rigurosidad científica a su alcance, la necesidad
de un cambio de estructuras socio-económicas, como único
camino para que las mayorías, en los países
subdesarrollados, logren niveles humanos de vida. Pero
'"las estructuras -afirma- no cambiarán sin una presión
de las mayorías, presión que será pacífica o violenta,
de acuerdo con la actitud que asuma la clase dirigente
minoritaria". El centro de este tríptico lo ocupan los
elementos de discernimiento para iluminar la opción
histórica concreta de los cristianos en un país
deshumanizado por estructuras injustas. Ese cambio
ineludible de estructuras puede ser liderado por
cristianos, por marxistas, o por elementos no definidos;
las mayores probabilidades favorecen a los marxistas en
este liderazgo, pero aún en este caso los cristianos no
pueden marginarse, si son fieles al Evangelio, tendrán
que buscar el bien de las mayorías.
El título con que la Democracia Cristiana publicó
después esta ponencia, sintetiza bien su contenido: "La
Revolución, imperativo cristiano".
Quinta
etapa
Conflicto con la estructura eclesiástica
Documentos — 1965
Si como
sociólogo y como pastor Camilo cree haber ya esclarecido
su camino y fundamentado sus opciones básicas, le resta
tomar conciencia dolorosamente de que la estructura
jerárquica de su iglesia no ha recorrido el mismo
trayecto ni logrado la misma claridad.
El año 1965
está marcado, en la vida y en los escritos de Camilo,
por aquel conflicto que toca su misma identidad
sacerdotal.
En
reportajes y conferencias, Camilo enjuicia la estructura
jerárquica de la Iglesia y denuncia su lejanía del
Evangelio. Pero además, las circunstancias de su acción
lo llevaron a ejercer un indiscutible liderazgo político
que chocaba con los marcos institucionales del ejercicio
del sacerdocio. Estas dos realidades, por un lado el
distanciamiento emocional de una institución a la que ya
no veía como signo transparente de su fe cristiana, y
por otro, la presión creciente de capas sociales que
habían ido encontrando en él un pilar fundamental de su
esperanza revolucionaria, lo llevaron al dilema
dramático que se resuelve finalmente en su separación
del ejercicio público del ministerio sacerdotal. Camilo
vive, en esta coyuntura, un drama interior que
necesariamente se refleja en sus escritos.
El drama
no modifica, sin embargo, las ideas-fuerza que han ido
definiendo el sentido de su vida. Podríamos decir que,
en este trayecto de conflicto, las ideas que antes se
esbozaban con alguna timidez, son afirmadas con fuerza
desde todas las tribunas. Pero de ninguna manera
desaparecen ni se modifican los ejes motivacionales que
se revelaban ya desde las primeras etapas de su
encuentro con el Evangelio.
El conflicto, como también la represión o el martirio,
suelen poner a prueba de fuego las opciones que se han
gestado y madurado en la intimidad de la conciencia.
La
oposición de la jerarquía eclesiástica a las decisiones
y proyectos que Camilo juzgó más arraigados en su
conciencia cristiana, le fue revelando dolorosamente que
otros valores no evangélicos habían logrado un peso
decisorio en la institución: el dinero y el poder. La
iglesia jerárquica fue apareciendo, a los ojos de
Camilo, cada vez más comprometida con esas estructuras
que él creía necesario transformar, como exigencia
ineludible del amor. Camilo enjuició, entonces, con
dureza, la "prostitución" de su iglesia.
Cuando la
jerarquía quiso retirarlo del ámbito social que
contextuaba su acción, para someterlo a su control
directo en una oficina de la Curia arquidiocesana,
Camilo confesó a su Obispo que sintió "repugnancia de
trabajar con la estructura clerical", pues veía que se
le quería recluir en un "grupo cerrado de una
organización perteneciente a los poderosos de este
mundo". La incompatibilidad de valores estaba ya
planteada y el desenlace era previsible. Sólo faltaba el
paso decisivo: la automarginación de esa estructura de
poder.
Lo que
impresiona, sin embargo, en todo el desarrollo del
conflicto, es que los valores fundamentales que habían
estructurado el sentido de su vida, no sólo
permanecieron incólumes, sino que emergieron a un primer
plano, como lo más preciado que había que salvar en la
tormenta: su identificación con la esencia del
Evangelio: el amor eficaz; su amoral sacerdocio como
vocación de servicio al prójimo; su vocación a promover
en todo hombre, creyente o no creyente, lo que en la
teología de su época se llamó la "vida sobrenatural", o
sea, la fidelidad a la búsqueda de un mundo radicalmente
humano y abierto a la trascendencia. Camilo no claudica
de su fe al ser zarandeado por el conflicto; -éste
contribuye, más bien, a destacar y a hacer brillar con
claridad meridiana los fundamentos más íntimos de su fe.
Sexta
etapa
Opciones radicales como exigencia de la fe
Documentos-1965
Los
documentos que recogemos en el capítulo VI, como
explicitación de sus opciones radicales, más que textos
reveladores de una fundamentación teórica, son textos
testimoniales y exhortativos que recapitulan su proceso
vivido y tratan de convertirlo en eje de confrontación
para otras conciencias.
Estos
textos, como el Mensaje a los Cristianos y el Comunicado
de Prensa donde anuncia su separación del ejercicio
público del sacerdocio, han sido ampliamente difundidos
y sintetizan lo fundamental de su testimonio. Fe
cristiana y compromiso revolucionario aparecen allí
fuertemente enlazados por el testimonio de un hombre que
ha buscado dramáticamente la honestidad consigo mismo,
con sus hermanos y con su Dios.
Camilo no
oculta el holocausto afectivo que ha significado para él
no poder volver a celebrar la Eucaristía, pero este
holocausto le confiere una nueva dimensión a su
sacerdocio: Camilo comienza a preparar conscientemente
la auténtica Eucaristía del futuro, aquella que no
reunirá ya en la Cena del Señor a explotadores y
explotados, sino a quienes una revolución profunda habrá
convertido en verdaderos hermanos que podrán compartir,
sin hipocresías ni encubrimientos, el mismo pan
consagrado, sacramento de la fraternidad.
Apéndice
Elementos para el diálogo con el Marxismo
Extractos
En un
apéndice hemos reunido los textos en que Camilo se
confronta con el Marxismo.
Veinte años
después, cuando tanto se ha escrito y discutido sobre el
tema, las tesis de Camilo nos han parecido todavía
esclarecedoras.
Camilo
reconoce, en primer lugar, incompatibilidades de fondo
entre marxismo y cristianismo, ubicadas precisamente en
la "filosofía materialista" proclamada por el marxismo.
Hoy día se discute sobre la autenticidad "marxista" de
dicha filosofía, y mucho más sobre su coherencia con el
análisis marxista o sobre su interpretación auténtica.
Marxistas y cristianos, filósofos y políticos,
científicos y activistas han sometido a una crítica
radical la supuesta filosofía materialista que derivaría
de los textos fundadores del marxismo, pero nadie puede
negar que los catecismos marxistas más difundidos en
nuestro medio hicieron de una metafísica materialista
atea un pilar básico del Marxismo. Esto explica la
posición de Camilo y acredita la seriedad de sus
planteamientos.
Camilo
desenmascara, sin embargo, los motivos ocultos del
anticomunismo de la sociedad y de la Iglesia. Detrás del
anticomunismo, revestido de patriotismo o de
cristianismo, se atrincheraban los mecanismos de defensa
de la clase dominante o de una iglesia aliada suya, que
defendían privilegios inconfesables o estructuras
insostenibles ante cualquier conciencia ética.
Desde esa
posición de libertad frente a los poderes constituidos y
de análisis crítico de las ideologías, Camilo sabe
valorar los aportes "técnicos" del marxismo. Aún más,
descubre en la crítica marxista de la religión, como
crítica al funcionamiento de lo religioso en el
entramado social, elementos positivos que le ayudan a
denunciar excrecencias espúreas en el cristianismo
predominante.
Su
convivencia y su sintonía con cristianos y con marxistas
que se identificaban en una misma utopía revolucionaria,
le otorgó una posición privilegiada para explorar campos
comunes de convergencia entre cristianos y marxistas.
Camilo apostó a que esta unidad podría profundizarse
progresivamente en la medida en que la acción tomara la
primacía y en que la praxis histórica fuera derribando
lentamente aquellos subproductos doctrinales que servían
de trinchera a intereses antihumanos.
UNA POSDATA
HISTÓRICA
Después de
este breve recorrido por las etapas que configuran el
pensamiento cristiano de Camilo Torres, se impone aludir
a su posdata: a aquello que ha ocurrido en la historia
cristiana de América Latina después del fenómeno Camilo.
Bien
sabemos que los efectos de un testimonio son
imponderables, pero en la historia del Cristianismo
Latinoamericano será imposible ignorar los dinamismos
que arrastra tras de sí un testimonio como éste.
La muerte
en combate de Camilo (febrero de 1966) coincide
aproximadamente con la clausura del Concilio Ecuménico
Vaticano II (diciembre de 1965), asamblea que produce
profundas conmociones al interior de una iglesia antes
demasiado encerrada en sí misma y alejada de los
problemas del mundo contemporáneo.
En América
Latina esta inquietud de apertura se vive alrededor de
un polo catalizador: la injusticia estructural imperante
en un continente de arraigada tradición cristiana.
Al
finalizar la década del 60, numerosos cristianos
latinoamericanos, muchos de ellos estudiosos de los
problemas sociales del continente y no pocos
comprometidos en la búsqueda de su solución, habían
experimentado la necesidad de superar un divorcio
existente entre su fe cristiana y su condición histórica
de habitantes de un continente, no "en vía de
desarrollo", como encubridoramente lo definía la
ideología dominante, sino mantenido estructuralmente en
el subdesarrollo, a causa de relaciones de dominación
externa e interna.
Esta toma
de conciencia progresiva, cuestiona profundamente las
relaciones entre fe y compromiso histórico, y es allí
donde Camilo se convierte en un signo catalizador, en un
paradigma que supera los niveles del discurso teórico y
entra en el corazón de esta crisis vivencial con todo su
contexto de dramatismo, de conflicto, de sacrificio y de
sangre. Camilo no entra a jugar en esta historia como
una idea o como una tesis especulativa, sino como una
vida ante la cual son invitados a confrontarse los
cristianos concretos del continente.
En esta
coyuntura histórica se gesta y desarrolla la Teología de
la Liberación, que toma como punto de partida esa nueva
conciencia de ser hombres y de ser creyentes en un
continente marcado por la opresión y por la injusticia
estructural.
La ciencia
social fue desvelando una falsa interpretación de la
realidad del continente en el lenguaje consagrado del
"desarrollo", y fue creando un nuevo lenguaje
desencubridor, que desnudaba completamente los
mecanismos generadores de la injusticia. Esta
experiencia demostraba al mismo tiempo que un lenguaje
puede construirse sobre la base de palabras
falsificadoras de la realidad y convertirse así en una
nueva esfera de dominación.
Pero cuando
se toma conciencia de haber logrado un nuevo punto de
partida para el análisis social, o sea, la reconquista
del carácter representativo de las palabras, pronto se
ve que el lenguaje de la fe se ha quedado desfasado; que
la Iglesia sigue hablando de las realidades sociales
apoyada en los viejos lenguajes falsificadores, y se
descubre, entonces, que el mismo proceso de elaboración
del lenguaje de la fe -o la Teología- no era ajeno a
mecanismos que favorecían una adulteración profunda de
la misma fe, mediante su sometimiento a los intereses de
los poderes constituidos.
La Teología
de la Liberación se propone, entonces, restablecer la
relación entre fe y vida, derrumbando los mecanismos
falsificadores del lenguaje y reconquistando un punto de
partida para la reflexión que garantice el carácter
representativo de las palabras: el lugar donde teoría y
praxis reencuentran su unidad vital, o sea, el
compromiso histórico concreto. La Teología de la
Liberación se define, pues, como una nueva manera de
reflexionar sobre la fe, que parte del compromiso
concreto liberador y regresa al mismo compromiso.
La
experiencia dramática de Camilo, su conflicto entre fe y
vida, entre fe y compromiso histórico, en una realidad
que se le descubre como totalmente contraria a su fe
pero que ha logrado domesticar el lenguaje oficial de la
fe, encuentra allí una respuesta vital.
El drama de
Camilo, implícita o explícitamente, sigue tipificando el
drama del cristiano latinoamericano que quiere ser
honesto con su conciencia de hombre y de creyente; sigue
replanteando la relación entre fe y política, como reto
permanente a la conciencia cristiana.
AMOR Y
EFICACIA:
DOS
DINAMISMOS QUE DEBEN SER COMPLEMENTARIOS
Quienes han
querido sintetizar el pensamiento cristiano de Camilo
han llegado a una conclusión que, podríamos decir, se
impone por sí misma a quien lea sus escritos: el eje de
su reflexión, de su acción y de su drama está en la
búsqueda de un amor históricamente eficaz.
Amor y
eficacia nos remiten a dos dimensiones del vivir humano
cuya articulación no es fácil.
Uno de los
teólogos de la liberación, el jesuita uruguayo Juan Luis
Segundo, ha hecho aportes esclarecedores para la
comprensión de esta relación.
Todo hombre
debe enfrentar dos dimensiones diferentes y
complementarias en su existencia. Por un lado
experimenta la necesidad de dar sentido, o sea,
de asumir una estructura de valores en su vida; por
otro, la necesidad de eficacia, o sea, de
aprender a utilizar la estructura objetiva de la
realidad.
Juan Luis
Segundo hace una interesante biopsia de la dimensión de
sentido: El hombre actúa siempre buscando satisfacción,
pero se encuentra con la dificultad de elegir aquello
que más le satisfaga, pues le queda imposible hacer un
viaje exploratorio hasta el final de su vida para saber,
por experiencia propia, si una manera de vivir es más
satisfactoria que otra. Ante esta imposibilidad, el
hombre tiene que apoyarse en datos que trascienden su
experiencia y que los encuentra en otras personas, que
son testigos referenciales de valores, en los cuales
cree. Es ésta una fe antropológica, que tiene
la función de estructurar significativamente la
existencia.
A pesar de
que esos datos trascendentes orientan nuestras
vidas, experimentamos las mayores dificultades para
expresarlos de una manera conceptual y precisa; es más
fácil expresarlos simbólicamente.
Pero la fe
antropológica, o sea, esa estructura de sentido que
encontramos en todo hombre, "creyente" o "no-creyente",
no podemos identificarla, sin más, con la fe religiosa,
ni mucho menos con la adhesión a religiones
institucionalizadas.
La
auténtica fe religiosa se apoya, como en un punto
de partida, en una fe antropológica, en cuanto
identificación con una escala de valores referida a una
serie de testigos que dan razón de por qué "vale la
pena" vivir así. Sin embargo, para que una fe
antropológica se convierta en fe religiosa, entran en
juego otros elementos, entre ellos la referencia a datos
trascendentes que remiten a los límites de la existencia
-lo que se ha llamado la dimensión escatológica de la
existencia-, pero dichos datos no se disputan un mismo
terreno con una estructura de valores ni con una
búsqueda de eficacia.
La fe
antropológica tampoco se identifica con la adhesión a
religiones institucionalizadas. En una misma religión
han podido convivir personas con escalas de valores
completamente opuestas, toda vez que las religiones
institucionalizadas se han ido convirtiendo en
instrumentos para otros intereses, o sea, en la
medida en que éstas se han sometido a la lógica de la
eficacia. En otras palabras, las religiones
institucionalizadas se han ido desviando más hacia el
campo de las ideologías y se han ido alejando del campo
de los valores. Cuando esto ocurre, o sea, cuando bajo
la apariencia de sistemas de valores, se oculta un
sistema instrumental, se trastoca la autenticidad de la
existencia.
Esta
reflexión ilumina desde otro ángulo, algo que estuvo en
el centro del testimonio de Camilo. Para él
fue claro que la fe cristiana no se encerraba en los
marcos eclesiásticos; que para detectar su presencia no
bastaban los criterios institucionales. Alguna vez lo
expresó diciendo que en la Iglesia no están todos los
que son cristianos, ni todos los que en ella están, lo
son. Era obvio para él que, por encima de lo
institucional, la fe se detecta ante todo por la
identificación con valores que están en el corazón mismo
del Evangelio: el amor, el servicio a los demás, la
búsqueda de justicia, de fraternidad, de verdad, todo lo
cual tiene que ver necesariamente con las estructuras
económicas, políticas, sociales; con un modelo de
sociedad .donde estos valores puedan tener una expresión
social.
Habiendo
convivido con "creyentes" y con "no-creyentes", Camilo
percibió que entre los primeros había muchos
profundamente alejados de los valores evangélicos, y que
entre los segundos había muchos plenamente identificados
con ellos. Esta convicción lo convirtió en un hombre
ecuménico y abierto que descubrió perspectivas
insospechadas de convergencia entre quienes estaban
separados por falsas barreras divisorias que deberían
estar ubicadas en otras fronteras. Allí está la clave
más profunda de su tenaz empresa unitaria popular
y revolucionaria.
La otra
dimensión de toda existencia es la búsqueda de
eficacia en la utilización del mundo real u objetivo.
Esta tarea humana se ha contrapuesto muchas veces a la
anterior, en el conocido "conflicto entre Ciencia y Fe",
como si la ciencia constituyera un estadio del
conocimiento caracterizado por la superación de todo
tipo de fe.
La ciencia
se propone sistematizar la conexión de los hechos que la
realidad ofrece. Pero la realidad en que el hombre se
mueve presenta varias instancias: una es la del mundo
físico, cuyas leyes revelan mayor invariabilidad. Y otra
es la del mundo social, donde la conciencia y la
libertad del hombre interactúan más intensamente con el
mundo de lo objetivo. Por ello se tiene cada día más
conciencia del carácter ilusorio de una ciencia "neutra"
o aséptica frente a toda incidencia de los valores.
Cuando el hombre sistematiza datos, lo hace desde algún
interés y con alguna finalidad, y es por ello que toda
pretensión científica está contaminada, en mayor o menor
medida, de alguna ideología.
El concepto
de ideología se ha identificado muchas veces con la
"conciencia ilusoria", en un sentido peyorativo. Marx le
dio a este término la equivalencia de formas de
conciencia social, ligadas siempre a una práctica social
e histórica. En la medida en que las representaciones
conscientes se autonomizan y se independizan de la
práctica social concreta dé los hombres, abren el paso a
la conciencia ilusoria y juegan el papel de encubrir,
adulterar y falsificar la realidad; pero en la medida en
que se mantengan como representación real de la práctica
histórica y concreta, la ideología deja de tener un
sentido peyorativo y nos remite a todo ese conjunto de
representaciones, imágenes, ideas, esquemas teóricos o
prácticos que explican, analizan y dan sentido a la
práctica histórica de los hombres.
Ciencia y
Fe Antropológica
están, pues, profundamente articuladas y amalgamadas en
la búsqueda de eficacia histórica; por ello esta tarea
humana -de búsqueda de eficacia histórica- es mejor
caracterizada como ideología. Es cierto que ciencia y fe
corresponden a dos maneras diferentes de conocer, pero
no son de ninguna manera excluyentes sino, por el
contrario, necesariamente complementarias.
Camilo no
sólo se preocupó por derribar las barreras que separaban
artificiosamente la fe religiosa de la fe antropológica
de muchos de sus contemporáneos; también se preocupó por
derribar los prejuicios que bloqueaban la tarea,
profundamente humana, de articular conscientemente la
estructura de sentido con la búsqueda de eficacia
histórica. En otras palabras, buscó articular fe y
compromiso político, como dos dimensiones necesariamente
complementarias de la existencia humana.
En este
empeño, Camilo sabe mirar con absoluta libertad y
creatividad los aportes del marxismo que él llama
"técnicos", sin temor a que le disputen el mismo campo a
su fe cristiana, pero tratando de articularlos
críticamente con ella, en la búsqueda de un terreno
común: un humanismo donde puedan encontrarse, sin
rechazarse, las estructuras valorativas más auténticas
de ambas tradiciones (marxismo y cristianismo).
Camilo
estaba convencido de que, si por encima de todo se
colocaba al hombre oprimido en su búsqueda de
liberación, todas las barreras y todos los prejuicios
caerían, terminando de una vez por todas con
antagonismos históricos, sin necesidad de traicionar
ninguna tradición auténticamente humanista.
Con la
convicción de que el pensamiento de Camilo, expresión de
su testimonio de vida, es una semilla aún fértil para el
campo de los procesos de liberación de América Latina,
presentamos a los lectores esta selección de su obra, en
conmemoración de los 20 años de su más intensa actividad
socio-política y cristiana.
Octubre de
1985
Los
Editores
I
El Ideal
del Servicio
ÉPOCA DEL
SEMINARIO: 1947 - 1954
Unas pocas
líneas que nos acercan a la intimidad de la conciencia
de Camilo en sus años de seminario nos muestran que se
preparó para su sacerdocio como quien se prepara
esencialmente para servir a los demás.
Un lenguaje
que para muchos resultará esotérico, mas no para quienes
hayan estado familiarizados con la tradición ascética y
mística del cristianismo occidental.
Sin estas
páginas no entenderíamos las bases más íntimas de las
opciones radicales de Camilo.
1.
MEDITACIÓN SOBRE EL SACERDOCIO
Debo darme
cuenta del carácter de mi misión. No debe ser algo
estancado. El Sacerdote es un medio, un cauce, entre
Dios y las almas y por lo tanto todo lo que adquiera
debe ser con carácter transmisible. Debemos adquirir
perfección y santidad, ciencia y estudio, no para
nosotros, sino siempre teniendo en cuenta que somos
responsables de que las almas también lo tengan.
Nuestro
papel debe ser doble:
1) De
preservación: la sal no se puede corromper. Por eso
debemos tener un capital de virtud, para poderla
transmitir y un caudal de ciencia, para poder enseñar,
que es nuestro principal deber.
2) De
perfeccionamiento: no sólo debemos santificarnos para
nosotros mismos. Debemos hacer santos a los demás.
Debemos sazonarle las almas a Dios para que las reciba
puras.
Resolución:
Cada acto de nuestra vida relacionarlo con las almas,
para gloria de Dios.
Debemos ser
la luz del mundo. Es apremiante que nos demos cuenta de
nuestra responsabilidad. La luz no debe ocultarse. Somos
luces a la vista de todos. El ejemplo que dejemos de dar
es una falta. La pequeña acción que no atraiga a las
almas, es censurable. No debemos introvertirnos en la
virtud. Esta debe venir de adentro hacia fuera, pero es
necesario mostrarla, porque la luz oculta no alumbra.
La seriedad
es necesaria en todo. Cada acto debe estar encaminado a
atraer las almas. Todo razonado y equilibrado por el
Espíritu Santo. Contar con que nos censuren los actos
buenos, pues así nos vemos librados de toda gloria
humana, a la que, por compensación a la sobrenatural que
hemos de recibir, no debemos aspirar.
Esto lo
manda N.S. Jesucristo. Por eso debo proponerme: Todos
mis actos ordenarlos, con la gracia, al fin de
conquistar almas. Como es obvio, esto
supone la santificación.
(Apuntes
personales de Camilo)
2.
ORACIÓN ANTES DE LA ORDENACIÓN SACERDOTAL
Señor: qué
jornada penosa me has hecho recorrer. En ella, el
binomio de tu misericordia y mi pequeñez
resplandece para gloria tuya.
Después de
7 años te vengo a pedir lo mismo: Señor: dame humildad.
Necesito desconfiar de mí mismo para que mi sacerdocio
sea fructuoso, para que alcance el fin con que Tú me lo
quieres dar: la Gloria Tuya y el bien de las almas.
Si confío
en mí, confiaré en lo deleznable, en lo que no es nada
por sí mismo. Mis propósitos más firmes se desvanecerán
como el humo. Si confío en TÍ, "todo lo pondré en aquél
que me conforta".
Si confío
en mí. Tú no podrás darme victorias, ni aún las
interiores que son aquéllas a las que debo aspirar.
Estas me harían el gran mal de aumentar mi orgullo, en
detrimento de tu gloria.
Si confío
en Ti, aún las victorias más aparentes serán para tu
gloria. Tú me las podrás conceder porque sabes que
cimentarán más mi humildad, en aras de una mayor gloria
tuya.
Señor:
ahora que me voy del Seminario, no me dejes ser
soberbio. La vida de comunidad, los superiores, me
recordaban mi miseria y me ayudaban a sobrellevarla.
El no ser
aún sacerdote daba ocasión de que aún se dudara de mi
perseverancia, de que no se creyera en mi determinación.
Ahora que
salgo sacerdote, para muchos: Todo está consumado!
Triunfé! Y Tú lo sabes. Señor, porque Tú me lo has
dicho; ahora comienzo: comienzo, humanamente solo, sólo
contigo...
A la
desconfianza de las gentes debe reemplazarla mi propia
desconfianza de la misma manera que a los auxilios
externos debe reemplazarlos el amor íntimo que me debe
unir contigo. Esa será la única forma de que no aparezca
mi esfuerzo exclusivo como causa de mi perseverancia.
Tu elección
no es del que quiere, ni del que corre, sino de Ti,
Señor, que te apiadas de nosotros. Esto es necesario que
resplandezca. Para comenzar, es necesario que
resplandezca en mi más íntima convicción. Lo que opinen
los demás, lo ordenarás Tú, de acuerdo con tu infinita
sabiduría. Pero en mí mantén, por favor, esa
disposición: "non mihi, Domine, non mihi, sed nomini
tuo, da gloriam". Esa será también la única forma de
poder renunciar a todo lo humano. Poniendo todo mi
corazón en Tí.
Especulativamente, lo dejé todo por Ti que eres Todo.
Prácticamente me he convencido de que junto a Ti, lo
demás es estiércol. Sin embargo, aún no eres lo único en
mi vida práctica y afectiva. Concédeme esa pasión por
comunicarme contigo en la Eucaristía. En ella te llevo
conmigo, a donde vaya. No permitas que deje de ser tu
amigo íntimo, y Tú para mí El amigo único.
(Apuntes
personales de Camilo)
II
Apología
del Cristianismo Ideal
1956
CONVERSACIONES CON UN SACERDOTE COLOMBIANO
El
periodista Rafael Maldonado Piedrahita consignó este
diálogo con Camilo Torres en su libro que lleva este
mismo título.
Las
conversaciones se desarrollaron entre julio y septiembre
de 1956, cuando Camilo estaba en Bogotá recogiendo datos
para su trabajo de tesis, después de su segundo año de
Sociología en Lovaina.
-¿Qué
opinión concreta le merece la actual constitución
económica del país?
- No sé si
es que soy demasiado unilateral, pero considero que la
base de la mayoría de los problemas del país tienen su
origen en la falta de técnicos. Esta anomalía produce un
efecto psicológico muy claro: aunque haya verdadero
interés en realizar grandes obras, falta el material
humano. No hay actualmente un grupo de economistas que
esté tratando de realizar un plan serio y positivo.
-¿En qué
época económica sitúa Ud. al país?...
- Es muy
difícil contestar concretamente esa pregunta. En estos
países, en que se han venido superando etapas económicas
con una rapidez vertiginosa, es muy difícil precisar la
era en que nos hallamos. En la América se encuentran
huellas de todas las etapas: principios de capitalismo,
bases feudalistas, etc. Pero considero que, viendo el
problema en conjunto, estamos en una etapa en la que no
hemos llegado siquiera al capitalismo industrial.
- De
acuerdo con su respuesta anterior, ¿considera usted que
la América, y especialmente nuestro país, estén en
capacidad para hacerle frente, objetivamente hablando, a
la gran disyuntiva que se presenta hoy en relación con
las dos economías que predominan en el mundo?...
- Me parece
que estamos tendiendo hacia el capitalismo, pero no en
el sentido de aprovechar esta economía, sino en el de
dejarnos explotar por ella
-¿Entonces
considera usted acertada la tesis de que la América
Indígena, para emplear el término justo, sí es en
realidad una colonia sometida al imperialismo
norteamericano?. . .
- Sin
vacilar contesto: económicamente, sí.
- De
acuerdo con esa respuesta, ¿qué desventajas culturales
le ve usted a ese imperialismo económico y en que
sentido ha perjudicado nuestra mentalidad?...
-Eso es
como para escribir un libro... Pero me parece que en
relación con su pregunta, pasa lo mismo que con las dos
culturas del momento: la Occidental, que se dice
defensora del espíritu y de la idea, realiza un
imperialismo económico. Mientras que la Oriental, que se
dice defensora de la materia, realiza un "imperialismo"
ideológico. Esta es una de las grandes paradojas de la
época! En el plano concretamente nacional, yo creo que
no solamente hay desventajas. Pero entre éstas la que me
parece más mala es la que se relaciona concretamente con
la aspiración de los países capitalistas: éstos no
esperan a que por medio de su sistema nuestros países
lleguen algún día a independizarse económicamente, sino
que, por el contrario, pretenden mantenernos atados a su
sistema, para poder aprovechar más fácilmente nuestra
mano de obra barata y nuestros productos básicos a
precios irrisorios. En el sentido cultural considero que
las desventajas, objetivamente, son estas: ellos no se
preocupan lo bastante de que los técnicos que estos
países subdesarrollados importan vengan a suministrar
sus conocimientos a los nacionales, o de que estos
nacionales, cuando se forman en el extranjero o en el
país natal, aporten en una forma efectiva sus
conocimientos a la cultura de la patria. En lo que
respecta a la otra parte de su pregunta, "en qué sentido
ha perjudicado nuestra mentalidad", le puedo decir que
hay dos puntos principales: en primer lugar, que nos ha
quitado nuestro sentido de responsabilidad; y en
segundo, que nos ha comprometido muy seriamente con el
sistema capitalista. El primer punto, que habla de
nuestra responsabilidad, lo aclaro así: nos ha minado en
el sentido de que no hemos tratado de formar cuadros de
técnicos que más tarde vengan a dirigir nuestros
destinos, de acuerdo con nuestras realidades objetivas,
más que de acuerdo con un sistema económico
preestablecido e importado que se acomoda más a los
intereses de esos países capitalistas, que a nuestros
propios intereses. Y en lo que respecta al compromiso
con ese sistema, uno puede comprobar, viendo la
mentalidad de nuestros jóvenes y profesionales, que
ellos no ven otra solución a nuestros problemas que la
que ofrece el sistema a que hago mención. Quiero hacer
una aclaración que la considero fundamental: no es que
yo sea partidario de cualquier otro sistema, como tal,
sino en cuanto sea adaptado a las necesidades objetivas
de nuestro país, sin ningún "apriorismo".
-¿Entonces opina usted que esa ciencia, como tal, no
tiene nada que ver con los problemas sociales, políticos
y humanos del país?...
- Pues
claro que tiene muchísimo que ver.
- La
Iglesia, sin embargo opina, con su visión en nuestro
concepto subjetiva de las realidades, que el "espíritu"
es la fuente de todas las soluciones humanas. Esta tesis
nos parece ser incompatible con su afirmación anterior,
ya que usted considera que la economía es la base
fundamental de los problemas políticos, sociales y
humanos del país. ¿Qué opinión nos puede dar al
respecto?...
- Considero que la Iglesia, en su doctrina oficial, dice
que la principal solución es la espiritual. Pero
en ninguna manera rechaza las soluciones económicas,
políticas y sociales. Por otro lado, preconiza la acción
simultánea en todos esos órdenes y condena expresamente
una acción unilateralmente espiritual en el terreno
social. Otra cosa es que en la práctica, debido a las
debilidades humanas de los católicos, no se siga esta
orientación.
-¿Es decir, que ustedes ya están dejando de ver los
problemas sociales del cielo hacia la tierra, para
entrar a contemplarlos al derecho, es decir, de abajo
para arriba?. . .
- El
humanismo cristiano es integral y nunca hemos creído que
la técnica y las realizaciones humanas vayan contra lo
que usted llama "soluciones celestiales". Otra cosa es
que la Iglesia, como toda sociedad humana, esté también
sujeta en la exposición de su doctrina y en la
insistencia sobre uno u otro punto de ésta, a las
exigencias históricas. Estoy de acuerdo en que ahora se
le da más importancia a esa parte económica y social,
que antes se había descuidado.
-¿Desde
cuándo y por qué factores comenzaron a "descuidarse",
como dice, esas realidades?. . .
- En un
principio, considero que ninguna teoría le daba
directamente una importancia suficiente a estos
problemas. Pero desde que las escandalosas
desproporciones económicas comenzaron a hacerse más
tangibles, y principalmente desde que el socialismo las
planteó en una forma más violenta, los católicos, al
decir del Abate Pierre, que habían "olvidado algunas
páginas del Evangelio", resolvieron ponerlas en vigor
preocupándose más por los problemas mencionados.
-¿Es decir,
que usted afirma que solamente hasta hace poco tiempo
"comenzaron a hacerse tangibles las desproporciones
económicas". Entonces, de acuerdo con esa tesis, cree
usted que anteriormente, durante la época esclavista y
después, antes de la "Revolución Industrial", no existía
esa realidad?... Y algo más: en la segunda parte de su
respuesta afirmó que desde el planteamiento "violento"
del socialismo, la Iglesia había comenzado a preocuparse
seriamente por "esas páginas olvidadas del Evangelio".
¿Por qué no lo había hecho antes?... ¿O es que acaso los
problemas sociales solamente existen para la Iglesia
cuando son planteados por otras doctrinas?...
— La
primera parte de su pregunta: creo que estos problemas
han existido en todos los tiempos, pero no con esas
características masivas y ligadas a las instituciones
mismas que representan el progreso y la civilización, lo
que es mucho más grave. Creo que habían existido
movimientos extemporáneos en relación con esos
problemas. Pero es indudable que uno de los grandes
bienes que el socialismo le hizo a la Iglesia, fue el de
enfrentarla a esas realidades sociales que antes había
tratado de ignorar.
- Admirando
la sinceridad de su respuesta, me permito formularle una
más sobre el mismo tema, que considero de fundamental
importancia para aclarar definitivamente este punto. La
pregunta es ésta: ¿en qué época, exactamente, comenzó a
hacerse real esa influencia del socialismo en el seno de
la Iglesia?...
-Yo creo
que inmediatamente después del Manifiesto Socialista de
Marx en 1848.
-Afirmó
usted anteriormente que ninguna doctrina se había
preocupado especialmente por estos problemas. Para
mencionarle únicamente los movimientos que recuerdo en
este momento, le planteo lo siguiente: antes de la Era
Cristiana el movimiento encabezado por Espartaco;
posteriormente, todos los brotes sociales de origen
judío; después, los movimientos cristianos que, más que
religiosos, fueron de carácter puramente político. En la
era moderna, la Revolución Francesa, más tarde, la
"Revolución Industrial" de la Gran Bretaña. Y
recientemente el movimiento proletario de la URSS. Es
decir, ¿que todas estas doctrinas no habían tenido la
preocupación que usted me expresó?...
-Yo
creo que hay que distinguir dos cosas: en primer lugar,
el factor cronológico: cuando dije que ninguna teoría,
en principio, le daba la importancia suficiente a esos
problemas, me refería a la época del principio del
Cristianismo. Porque a mí me parece que todas las
doctrinas filosóficas anteriores al Cristianismo, por
devaluar el trabajo material del hombre, estaban en
incapacidad para darle un verdadero valor a la persona
humana de los trabajadores manuales y por lo tanto
consideraban estos problemas desde un punto de vista
completamente distinto del que hoy lo consideramos. La
segunda parte, que se refiere a las manifestaciones que
usted me citó, me parecen más populares que
doctrinarias. Y ahora, en el sentido de darle más
importancia a la parte material del hombre, y a su
trabajo, el Cristianismo fue el que abanderó esta
posición. Otra cosa es que no se hayan realizado en las
teorías económicas moderas, sino en la época a que nos
hemos referido. En lo que respecta a lo que usted dice
que sí habían existido otras doctrinas posteriores que
se preocuparan por esos problemas, estoy perfectamente
de acuerdo. Usted afirmó que los movimientos cristianos
fueron de carácter puramente político. Esa posición la
juzgo muy unilateral, pues en ellos influyeron también
la economía, los factores religiosos y sociales de la
época, más sobre las organizaciones que sobre la
doctrina,
- Después
de aclarar perfectamente su posición, le pregunto: ¿Por
qué la Iglesia, que como organización que se dice a sí
misma honrada y espiritual, debería reconocer muchos
factores objetivos, no ha reconocido hasta ahora,
oficialmente, esa influencia benéfica del socialismo en
el seno de su doctrina y antes bien se ha dedicado a
atacarlo "violentamente" para utilizar sus mismos
términos?...
- Creo que
esa influencia no ha sido propiamente en su doctrina,
sino en su actitud. Además creo que si no explícita, sí
por lo menos implícitamente, en muchos Documentos
Pontificios se encuentra el reconocimiento de que todas
las doctrinas contrarias a la Iglesia, no solamente el
socialismo, aportan bienes a la cristiandad. Ahora, en
lo que respecta a los "ataques violentos", se deben a la
parte anticristiana con que se han manifestado muchas
corrientes socialistas que, como corrientes de reacción,
no han guardado un justo medio en sus críticas a la
civilización occidental, con todas las ideas cristianas
y no cristianas que esta civilización implica.
-¿Cree
usted que un gobierno (de cualquier país) que distribuye
su presupuesto en la forma más unilateral puede
justificar su auto-mantenimiento con una serie de
decretos que aparentemente modifican esa economía?...
- Creo que
depende del país y del sentido en que sea unilateral.
Pero claro que se puede afirmar, a priori, que una
economía que no tenga en cuenta sino un sólo factor, es
una política económica incompleta.
-¿Según eso
qué opinión le merece a usted un gobierno -de cualquier
parte- que dedica más del sesenta por ciento de su
presupuesto para sostenerse?
- Me vuelvo
a escabullir; porque si se trata de un país de
constitución democrática, ese presupuesto de
auto-sostenimiento se debe emplear en beneficio del
pueblo, lo que resulta muy positivo. Ya que todos
sabemos que los únicos gobiernos en el mundo que se
sostienen verdaderamente, son los que realizan
obras constructivas en favor de las masas. Ahora bien,
hay dos posibilidades en lo que respecta al
"auto-sostenimiento". La primera, las elecciones y la
segunda, la violencia. En el primer caso puede
sostenerse por medio de una campaña demagógica o por
medio de una serie de realizaciones verdaderamente
progresistas. En el segundo de los casos, o sea la
violencia, habría que ver si es más malo para el país
que caiga ese gobierno, o los gastos que le ocasiona
para sostenerse.
*Este libro
fue escrito en su totalidad durante el régimen
dictatorial De Rojas Pinilla y las preguntas anteriores
estaban encaminadas a demostrar cómo todos los sistemas
construidos a espaldas del pueblo tienen que recurrir,
obligatoriamente, a esta forma de redistribución del
ingreso nacional para poder mantenerse en el mando.
(Nota del editor)
- Es decir, ¿que piensa usted que en la segunda
posibilidad las dos soluciones son positivas?... O, en
caso contrario, ¿por cuál de las dos optaría usted?...
- Creo que
depende de las circunstancias históricas de cada país.
- ¿Entonces, en el caso de una nación que se encuentra
en la etapa histórica que usted mismo precisó en uno de
los puntos anteriores, cuál es la solución, teniendo en
cuenta, ya directamente, esas "circunstancias
históricas"?..
- No tengo todos los datos para poder juzgar. Porque
considero que una visión general de un país no puede dar
las normas inmediatas de acción.
- ¿Entonces, cuál sería en su concepto la forma de
gobierno más ideal para el cristianismo, económicamente
hablando?...
-Creo que una de las grandes ventajas del cristianismo,
es que no postula a priori ninguna economía como la
economía ideal, sino que se atiene a las realidades de
cada sociedad, para que los encargados de los destinos
temporales de ésta, elaboren una economía. Lo único que
le pide el cristianismo a la ciencia económica, es que
salvaguarde las prerrogativas de la persona humana, con
todas las consecuencias que esta noción de "persona
humana" implica.
-¿El cristianismo, sí o no, es una doctrina eterna que
no está sujeta en su esencia a las circunstancias
históricas?...
-No está
sujeta.
- ¿Pertenece a esa esencia inmutable del cristianismo,
el postulado de que el bien y el mal son libres
determinaciones del individuo, merecedoras de un premio
o un castigo eternos?
-Sí
pertenece.
-¿Las normas de la Iglesia, en materia de moral
(mandamientos, cielo, infierno, etc.) son eternas?
- Sí son
eternas.
-Pues bien.
En Francia existe un señor que se llama el Abate Pierre.
Él está empeñado en realizar una labor social de
reivindicaciones económicas y morales de las clases más
desvalidas. En su movimiento acepta elementos que han
tenido deudas con la sociedad, pero que están a paz y
salvo con ella y con Dios, por haber purgado, ante la
primera, una pena, y por haber sido absueltos, ante el
segundo, por la Iglesia. El Abate, entonces pretende,
sobre la base del mejoramiento económico y social,
lograr un mejoramiento moral y una cristianización más
directa y objetiva de su vida espiritual. Ahora bien: o
el Abate supone que existe una cierta dependencia entre
la situación económica y social de una persona y sus
actos juzgados desde el punto de vista moral y entonces
no es cristiano por lo que usted nos dijo sobre el
"libre albedrío" y sobre la esencia eterna del
cristianismo, puesto que la situación económica y social
no puede influir en actitudes que son juzgadas
consultando mandamientos eternos y que serán castigados
o premiados como determinaciones personales, o bien el
Abate Pierre pretende solamente hacer reivindicaciones
sociales que reviste de cristianismo por demagogia. En
el segundo de los casos, nos parece evidente que el
cristianismo no puede ser ya el abanderado de ninguna
reivindicación económica, sin traicionar su "esencia
eterna". ¿Qué opina usted de esto?...
-En primer
lugar, una cuestión de detalle: las gentes que recoge el
Abate Pierre, en muchos casos, no han sido absueltas ni
por la sociedad, ni por la Iglesia, si usted se refiere
a la absolución sacramental. Ahora, el cristianismo
siempre ha aceptado la dependencia del ejercicio del
"Libre Albedrío" de los factores económicos y sociales.
Santo Tomás (dominicano, siglo XIII) sostiene que es
necesario un mínimum de condiciones económicas para la
práctica de la virtud. Una cosa es que el hombre sea
libre por naturaleza, y otra cosa es que su libre
albedrío no pueda ser coartado y aun destruido por
circunstancias exteriores. Por lo tanto el Abate Pierre,
sobre la base del mejoramiento económico y social,
pretende lograr un mejoramiento moral y una
cristianización más directa y objetiva de la vida
espiritual.
-¿Es decir,
que esa "esencia eterna" sí está sometida a los factores
económicos y sociales?...
-No. El
libre albedrío, está sometido. Pero no la esencia eterna
del Cristianismo...
-¿El
concepto de pecado, a su juicio, es inherente al
cristianismo?...
-Como
elemento eminentemente negativo, sí.
-Al
concepto de pecado es inherente el del libre
albedrío?...
-Naturalmente.
-Al
concepto del libre albedrío es inherente el de la
carencia absoluta de toda determinación social y
económica?...
- Al
concepto de libertad total es inherente la carencia
total de determinación interna extraña al individuo.
Muchas veces lo que algunos llaman determinaciones
económicas y sociales, son simplemente, para nosotros,
motivos de ejercicio de la libertad. Porque son
elementos de elección.
-¿La
lucha contra el pecado es la base del cristianismo?...
-No. La
base del cristianismo es el amor. Pero, en cuanto el
pecado es un obstáculo para el amor, se podría decir que
indirectamente, sí.
-¿Por lo
tanto, puedo deducir que el cristianismo, en tanto que
sea consecuente con sus bases, no debe presentar ningún
planteamiento social y económico?. ..
-Si usted
entiende por planteamiento social y económico una
política social y económica concreta, estoy de acuerdo.
Pero si usted entiende una filosofía social, yo creo que
el cristianismo exige ciertas condiciones en cualquier
realización social o económica que respete su altísima
concepción del hombre.
-¿Solamente
para sobrevivir, ya que no es para realizar su "esencia
eterna" ni para ser consecuente con sus bases?. . . ¿O
porque comprende que una ideología que siguen millones
de hombres no puede prescindir de ese planteamiento aun
cuando pretenda negarlo en su moral y en sus
principios?. .
-Esta
pregunta tengo que contestarla ampliamente: la Iglesia
nunca ha considerado la claudicación en sus principios
eternos, como medio para sobrevivir, ni en sus
principios está el acomodar sus doctrinas esenciales a
la tentación de la popularidad. Su moral y sus
principios nunca han negado el planteamiento de los
problemas sociales y económicos, en abstracto. Por el
contrario, los han exigido, especialmente en momentos en
que nuestras sociedades se debaten en una serie de
pecados sociales y económicos.
-¿De
acuerdo con lo dicho anteriormente, en relación con los
planteamientos del cristianismo, cree usted entonces que
sí debe éste modificar sus posiciones ante el hombre de
acuerdo con las etapas históricas que va superando?
- En su
parte accidental, sí.
-¿Y en sus
otras partes?
-No...
-¿Entonces
está usted de acuerdo con el retraso de más de tres
siglos en que se encuentra la Iglesia en relación con
nuestra época?...
-En muchas
de sus manifestaciones accidentales, sí.
-¿Nos
podría enumerar algunas de esas "manifestaciones
accidentales"?...
-Por
ejemplo, los hábitos de algunas comunidades religiosas.
Muchas ceremonias litúrgicas, etc.
-Si usted
está de acuerdo con su anterior respuesta, ¿puedo
deducir entonces que la Iglesia no puede aceptar en
ningún momento una solución directa y objetiva de los
problemas económicos, hablando en términos masivos?...
-¿Qué
entiende por "soluciones directas"?...
- Por
soluciones directas nosotros entendemos -es nuestra
respuesta- la abolición del sistema capitalista, con la
revolución y sangre que eso implica. Por "soluciones
directas" entendemos la modificación absoluta y total,
hasta donde ello sea posible, de la actual estructura de
la sociedad. Por esas soluciones, nosotros entendemos,
en síntesis, el encuentro del hombre del proletariado
mundial con las soluciones de sus actuales problemas
culturales, sociales, económicos, humanos, etc.
-Me parece
que dentro de esas "soluciones directas" hay una gran
parte que la Iglesia contempla y aún resuelve en
abstracto, y otra parte que son inaceptables, no por
razón de la falta de adaptación, sino por los principios
más básicos del cristianismo. Primero: para la Iglesia
el sistema capitalista en sí, no es condenable. El
cristianismo tiene tanta fuerza que es capaz de volver
humano cualquier sistema, aun al capitalista. Lo que la
Iglesia ha condenado, y en eso podemos estar de acuerdo
con los socialistas, es el peligro de abuso que este
sistema implica. Segundo: creemos que los católicos
pueden abogar por la abolición de tal sistema, sin que
para ellos revolución sea necesariamente sinónimo de
sangre; y Tercero: creemos que la verdadera revolución
no puede basarse en una modificación absoluta y total de
la actual estructura de la sociedad. Creemos que toda
revolución corre el riesgo de ser fútil e infantil, si
no se basa en las realizaciones positivas que todo
sistema tiene que tener. Tendemos hacia ese encuentro
del hombre del proletariado mundial con sus problemas. Y
no sólo de ese hombre, sino de cualquier hombre de buena
voluntad que quiera afrontar con valor esos problemas.
Nosotros creemos tanto en el hombre que esperamos que
cualquiera que participe de la naturaleza humana, es
susceptible de ser redimido.
-Por lo que
usted acaba de afirmar, puedo deducir que los dos
estamos de acuerdo en que la revolución es necesaria.
Diferimos únicamente en la forma como se ha de realizar
esa etapa histórica. Ahora bien, le pregunto: ¿en cuánto
tiempo piensan ustedes realizar esa "revolución" sin que
ello implique derramamiento de sangre?...
-¿Esa
pregunta me la hace usted como cristiano, o como
dirigente político?... Si es como lo primero, le digo
que en cuanto tal, más siendo sacerdote, eso no me
incumbe sino en sentido negativo. Si ese derramamiento
de sangre implica odio de cualquier clase que sea, nunca
lo podremos realizar. Si es como dirigente político,
creo que no lo soy ni lo debo ser y por lo tanto no
puedo responderle. Sin embargo yo creo que un dirigente
político cristiano, no puede rehuir esa respuesta. Con
todo, no la podría contestar sino teniendo en cuenta
circunstancias históricas muy determinadas.
CULTURA Y POLÍTICA
-Entrando
en el terreno de la educación, ¿qué opina usted de la
actual situación que vive esa rama en nuestro país y de
la influencia que la Iglesia ha tenido en ella?...
-A juzgar
por el porcentaje de analfabetismo, se me hace que en
esa rama de la educación, que es la instrucción, nuestro
país está en un nivel bastante bajo. En cuanto a la
educación en general, creo que debemos afirmar que
nuestro pueblo no tiene una educación cristiana. Como
tantas veces se ha dicho, somos un pueblo de bautizados
pero no de verdaderos cristianos. Con todo, me parece
que la institución que en Colombia ha hecho una labor
más auténticamente educativa, es la Iglesia Católica.
Sin embargo, a pesar de que no cuento con informaciones
estrictamente estadísticas, creo que se puede afirmar
que el porcentaje de auténticos cristianos que salen de
las manos de los educadores católicos, es bastante bajo.
Lo mismo creo yo que se puede afirmar, que la mayoría de
los que reciben instrucción, pertenecen a las clases más
adineradas. Lo primero se puede explicar, o por la
dificultad de llegar a ser un auténtico cristiano, o por
la deficiencia de nuestros educadores. Lo segundo, o por
la falta de subsidios económicos a la educación libre
(por oposición a la oficial), o por falta de un interés
suficiente en nuestros educadores católicos.
Sinceramente, no tengo los datos suficientes para poder
transar estas cuestiones en un sentido o en otro, o en
todos a la vez.
-Después de
afirmar que la influencia de la Iglesia en nuestra
educación ha sido muy positiva; y de decir que el
principal educador de nuestro pueblo ha sido la Iglesia
Católica, le formulo la siguiente pregunta: dado el
hecho de, que esa institución ha ocupado el puesto más
destacado en la rama de la instrucción y de la
educación, ¿qué parte de responsabilidad cree usted que
le toca en la desastrosa situación moral y social que
actualmente vivimos?...
-Yo creo
que la "desastrosa situación moral y social", como
cualquier situación moral y social, no puede tener como
única explicación un sólo factor. El elemento educativo
es uno de los tantos que han influido, en mi concepto,
en esta situación. En la pregunta anterior, creo haber
explicado suficientemente algunas de las formas en que
la Iglesia ha tenido influencia positiva o negativa, con
culpa o sin ella (ya dije que no tenía los elementos
suficientes para poder juzgar), en la educación
cristiana de nuestra sociedad.
-¿Hasta
dónde una ideología que según usted declaró
anteriormente, posee la fuerza suficiente para humanizar
cualquier sistema ("inclusive el capitalista") es
responsable de que un gobierno sea inhumano, sobre todo
teniendo en cuenta que controla la casi totalidad y
desde hace siglos, de una rama tan importante como es la
educación?... ¿O piensa usted que si no es únicamente el
factor educativo el que tiene la responsabilidad de la
actual crisis, el cristianismo, para demostrar la fuerza
de que usted me hablaba, debe controlar también otras
ramas?...
-Yo creo
en la autonomía del hombre. Creo también en que una de
las grandezas del cristianismo es el pedir pero nunca
forzar la adhesión a sus principios. El cristianismo
tiene la gloria de no poder actuar si el hombre no
quiere. Una ideología es responsable de que un gobierno
sea inhumano, de dos maneras: o bien esa ideología se
conoce y se practica y entonces la falla está en la
ideología misma, o bien ni se conoce ni se practica y
entonces la falla vendrá bien de la deficiencia de los
representantes y apóstoles de esta ideología, o bien de
los que ejercen la autoridad en ese gobierno inhumano.
Es cierto que la Iglesia controla desde hace siglos una
rama tan importante como es la educación. Sin embargo,
en el supuesto (absolutamente hipotético) de que ésta no
hubiera tenido fallas en su Iabor educativa, no
podríamos a priori responsabilizar únicamente a la
Iglesia. Los hombres conservan siempre su libertad
respecto de sus educadores. En lo que se refiere al
control de otras ramas que no sean la educación y en
relación a la educación misma, yo creo que el
cristianismo debe informar toda actividad humana, no
siempre directamente pero sí, si pudiéramos decirlo,
existencialmente: por medio del hombre. Una de las más
graves fallas de nuestro cristianismo es la de haber
perdido su carácter de testimonio. Testimonio humano que
se debe realizar, por el amor, en todas y cada una de
las actividades del hombre. Testimonio que vemos ausente
del patrimonio moral de nuestra sociedad, y de la
estructura oficial de la actual civilización occidental.
-¿Puedo
deducir de lo anterior que sí existe una diferencia real
entre el cristianismo, tal como existió en el principio
y tal como existe ahora?...
-En la
teoría, no. En su realización, evidentemente.
-¿En qué
época realizó el Cristianismo más puramente su
esencia?...
-En lo que
a su esencia se refiere (en una realización de
conjunto), yo creo que antes de haber sido reconocido
oficialmente por el Estado, es decir, el cristianismo
primitivo. En esta época, hay que reconocer, que se
descuidó lo accidental para darle toda la importancia a
lo esencial. Providencialmente vino después una época de
paz para la Iglesia en que pudo preocuparse de los
factores accidentales necesarios. Pudo establecer
entonces sus estructuras jurídicas, pedagógicas,
litúrgicas, etc. Desgraciadamente, muchos católicos
insistieron demasiado en esa parte accidental,
descuidando lo esencial. Esto nos ha llevado al divorcio
actual entre la práctica religiosa y la mentalidad
cristiana. Encontramos muchos grupos de una gran
mentalidad cristiana, sin práctica religiosa, y otros
tantos de una estricta observancia de las prácticas, sin
mentalidad cristiana. Los jóvenes que reaccionan contra
la falta de mentalidad cristiana de estos grupos
observantes de la práctica, caen en el exceso de creer
que la práctica es la causa de la falta de mentalidad. Y
por eso muchas veces no pueden concebir un cristianismo
encuadrado en las prácticas tradicionales. Las personas
que reaccionan contra los grupos que tienen mentalidad
cristiana, sin práctica religiosa, al condenar la falta
de esta práctica, condenan también las manifestaciones
auténticas de mentalidad cristiana. Este doble fenómeno
hace que las diferencias se ahonden más y más. Sin
embargo, hoy encontramos grupos que han logrado superar
el desequilibrio inherente a toda reacción, y han
logrado realizar una síntesis cristiana que, en algunos
grupos, me parece más perfecta que el cristianismo
primitivo. Esta síntesis le da toda su importancia a lo
esencial, sin descuidar lo accidental.
-Usted
afirmó que el Cristianismo había tenido una época más
floreciente, espiritualmente hablando, y más positiva
que las demás. ¿Desde cuándo y por qué factores comenzó
la Iglesia a traicionarse en su esencia y en sus
prácticas?...
-Yo creo
que la Iglesia nunca se ha traicionado ni en su esencia
ni en sus prácticas. Otra cosa es que los católicos, en
determinadas épocas, le hayan dado una importancia
esencial a lo que es accidental y accesoria a lo que es
fundamental.
-¿No es
esto una traición?...
-¿Traición
en el sentido de haber renegado de algunos
principios?... No creo yo que se pueda
llamar así esa actitud de los católicos (no de la
Iglesia).
-¿Entonces
qué nombre le pone usted a ese "fenómeno"?...
-Yo le
pondría el nombre de "falta de adaptación". O sea lo que
tiene toda doctrina que contiene principios valederos
que no han sido aplicados o desarrollados, o simplemente
considerados.
-Usted
afirmó que el cristianismo debía intervenir, o por lo
menos inspirar, otras ramas de la actividad humana,
además, naturalmente, de la educativa. Nosotros le
preguntamos entonces: ¿cómo piensa el cristianismo
realizar esa idea si no es precisamente por la
educación? Y si es por medio de ese factor, ¿por qué no
lo ha realizado?...
-Por la
educación principalmente, pero, como dijimos antes, por
la inspiración cristiana de toda actividad humana. ¿Por
qué no lo ha realizado?... Porque el hombre es libre.
Porque ha habido deficiencias en la Iglesia. Por las dos
cosas yo creo que la respuesta concreta no se puede dar
sin tener datos estadísticos y estudios profundos sobre
una serie de factores que influyen y son influidos por
la educación.
-En
particular: ¿cree usted que el cristianismo, en tanto
que educador de nuestro pueblo, ha propugnado por nuevas
formas de economía?
-Directamente, no. Indirectamente, ninguno de los
economistas católicos actuales, que siga de cerca las
orientaciones pontificias, puede rehusar los problemas
de reforma de estructura económica.
-¿Piensa
usted que siendo la Iglesia el principal educador de
nuestro pueblo, no ha podido conducirlo a una vida
eminentemente cristiana, se debe ello a las "debilidades
humanas de algunos de sus miembros" exclusivamente, o al
hecho concreto de que la Iglesia no está en capacidad de
darle a la juventud una educación adecuada a la
época?... ¿Y si no se ha comprometido abiertamente en
una lucha contra la abyecta explotación que padece la
mayoría del pueblo colombiano, se debe ello a
"desviaciones personales"?...
-Yo creo
que ahí no están todos los elementos que hemos enumerado
como posibles para explicar ese fenómeno de que ya tanto
hemos hablado, de la falta de educación cristiana de
nuestra sociedad. Digamos ese elemento en el cual tanto
he insistido de la libre aceptación o rechazo del
cristianismo, no está considerado. Ahora, es lógico que
una sociedad humana, como es la Iglesia, no haya podido
descartar las debilidades humanas de muchos de sus
miembros. El dar, como única explicación ese factor,
sería posible, pero me parece que un fenómeno tan
complejo como el que hemos venido considerando, no puede
ser explicado por una causa única. Respecto de la
capacidad que tiene la Iglesia de darle a la juventud
una educación adecuada a la época, quisiera contarle lo
que me decía un comunista colombiano que se encuentra
estudiando actualmente en Berlín. Él me sostenía que el
único grupo humanamente respetable que había encontrado
en Berlín Occidental, era el grupo católico. Es decir,
agrego yo, el grupo formado por la Iglesia Católica. Es
algo humanamente paradójico el ver cómo un judío que
murió ignominiosamente, hace veinte siglos, todavía hoy,
con su doctrina realizada por la Iglesia, inspire
respeto a las mentalidades que se dicen a sí mismas "más
avanzadas". El evangelio tiene principios de tanta
virtualidad, que el marxismo, aun exagerándonos, no ha
podido desvirtuarlos. Estos principios, cuya síntesis es
el amor, creo yo que no dependen de las épocas. Otra
cosa es que en su aplicación, a veces, se les dé más
importancia a los unos que a los otros, debido a
aquellas circunstancias sociales que determinan la
actividad de cualquier sociedad. Respecto a la actitud
de la Iglesia en relación con la explotación del pueblo,
yo creo que debemos distinguir dos campos: el oficial y
el particular. Oficialmente la Iglesia en Colombia, por
medio de las Pastorales del Episcopado, ha condenado
esta explotación haciéndose eco de las anteriores
condenaciones de los Pontífices. En particular es triste
confesar que la doctrina pontificia, como el mismo Papa
lo ha observado, es en estas materias bastante olvidada.
Tampoco me parece suficiente la explicación de que esto
se deba a desviaciones personales. La influencia del
ambiente es definitiva en este aspecto. Para ilustrar
esta situación, es interesante ver el contraste entre
los católicos colombianos y los católicos europeos. Para
éstos, es algo incontestable que la explotación del
pueblo debe ser combatida y denunciada. Existen revistas
que tienen como único objeto el dar a conocer la inmensa
miseria que existe en el mundo. Los sacerdotes
consagrados al estudio de los problemas sociales, son
considerados indispensables para la acción de la
Iglesia. Aquí, en general, los católicos se extrañan de
que un sacerdote "pierda el tiempo" dedicándose a la
investigación de estos problemas.
-Le
formulábamos las preguntas anteriores porque muchos
católicos, al contestar a ellas, nos afirmaron, como
usted, que se trataba de "desviaciones". Nosotros le
preguntamos entonces: ¿de qué se desvían los católicos,
si la Iglesia, desde hace siglos, ha tenido una actitud
evasiva en relación con los problemas de la miseria y de
la explotación?... ¿O si no la ha tenido, ha sido
impotente para transformar socialmente el mundo que está
bajo su control ideológico?... (Ejemplo España).
-El
problema de la evasión o presencia de la Iglesia en
estos asuntos, creo que ya lo hemos debatido
amplísimamente. Sería muy largo entrar a demostrarle
todas las formas en que la Iglesia, aún más, el pueblo
judío, antes de Cristo, han combatido los problemas de
la miseria y de la explotación. Únicamente quisiera
remitirme al sistema mosaico de cancelación de deudas
(en el Antiguo Testamento) y a las siguientes palabras
del apóstol Santiago (en el Nuevo), cuando se dirige a
los ricos:
...He aquí
el salario de vuestros obreros que recogieron la cosecha
de vuestras regiones, que ha sido robado por vosotros;
que clama y el clamor de ellos penetró en los oídos del
Dios de las alturas.
El control
ideológico que la Iglesia ejerce sobre la civilización
occidental es en mi concepto, un control muy débil desde
el punto de vista social. Precisamente porque la Iglesia
no fuerza la adhesión a sus principios. Además el
principal control (voluntario) que la Iglesia ejerce, es
sobre los individuos. Es necesario no mirar
superficialmente el control que la Iglesia ha ejercido a
través de los siglos. Las masas nunca han vivido en su
totalidad la doctrina cristiana. Sin embargo, es curioso
ver cómo los dirigentes sociales de toda la era
cristiana han proclamado como su adalid a Jesús: Él ha
sido proclamado como el jefe del libre-pensamiento y hoy
en día los comunistas lo ponen como el primero en
postular sus principios. El Evangelio no intenta
transformar socialmente al mundo. Otra cosa es que las
consecuencias de sus principios hayan llevado a
transformaciones tan trascendentales como la abolición
de la esclavitud, la valoración social y política de la
persona humana en el movimiento democrático y la
exaltación de los valores económicos y del humanismo
marxista en nuestra época.
Al hablar
del humanismo marxista no es porque yo crea ni que es un
humanismo auténtico, ni que los pensadores marxistas se
hayan inspirado, conscientemente, en el Evangelio. Yo
creo que esa insistencia desmesurada en el hombre y en
su parte material, no es sino una consecuencia del gran
movimiento humanista cristiano.
-¿Piensa
usted que cualesquiera que sean los ejemplos que puedan
traerse al caso sobre la pasividad social de la Iglesia,
esa actitud, de todos modos, no corresponde a su
espíritu y a su esencia profunda?...
- No.
-¿Qué
reformas substanciales en materia de educación ha
realizado la Iglesia en el transcurso de la historia y
por qué?
-No puedo
dar una respuesta adecuada a esa pregunta, que exigiría
conocimientos especializados en la materia. Sin embargo,
puedo anotarle algunos puntos de sentido común que puede
darle un cura cualquiera. Que más bien indican las
fuentes de muchas reformas educacionales, o más bien
pedagógicas, ya que, como usted no debe saber, el
concepto de educación cristiana está íntimamente ligado
a los principios eternos de la Iglesia. Me parece que el
por qué de haber efectuado esas reformas pedagógicas, es
completamente obvio.
-Nos
gustaría que nos hablara más ampliamente de este tema,
que para nosotros tiene una especialísima importancia.
-A mí me
parece que el concepto del hombre, revolucionario en el
cristianismo, ha sido una de las bases de las reformas
substanciales que ha habido en materia de educación. El
hombre, concebido como una entidad material-espiritual y
sobrenatural, exigía una formación en estos tres campos.
Formación que debía reunir los tres elementos sin
oponerlos. Las escuelas catequísticas, las
Universidades, las escuelas técnicas y de orientación
profesional, han sido realizaciones de la Iglesia. En
las dos primeras ha intervenido, como iniciadora, y en
las últimas como factor importantísimo. No directamente,
sino por medio de sus miembros.
-Aquí entra
un problema que siempre nos ha intrigado por lo
contradictorio de los planteamientos. Pero para poder
llevar el asunto con más calma y método, me limito, por
ahora, a formularle la siguiente pregunta: ¿el hombre,
sí o no, tiene, según la Iglesia, "inclinaciones"
naturales hacia el mal?... (Es decir, una naturaleza
perversa que debe corregirse por medio de la Gracia, la
Fe y las Buenas Obras).
-Me encanta
que me plantee ese problema del cual yo creo que
dependen en gran parte las soluciones sociales. Es
necesario distinguir, de acuerdo con su pregunta, las
"inclinaciones" y la "naturaleza" misma del hombre. El
hombre, según la Iglesia, sí tiene "inclinaciones" hacia
el mal. Su naturaleza es "perversa", no en su esencia,
sino accidentalmente. Por eso puede ser corregida. Este
es uno de los grandes valores de la concepción cristiana
sobre las reformas sociales. Para nosotros el origen de
los problemas sociales radica, fundamentalmente,
en el hombre. No en la sociedad, como lo afirmaba el
Liberalismo Filosófico, ni en la propiedad privada, como
lo afirma el marxismo. Nosotros creemos en la redención
del hombre por el hombre, en una forma mucho más
profunda que las anteriores ideologías. Porque nosotros
creemos que el hombre es capaz de hacer mal como es
capaz de hacer bien.
-Una
pequeña interrupción: ¿sin que las condiciones sociales
influyan en nada?...
-Con una
influencia importantísima de estas condiciones. Pero
creemos que ellas siempre estarán sometidas a la
libertad humana: combatimos la miseria porque sabemos
que para ser, no solamente cristiano sino simplemente
humano, este factor es CASI insalvable. Sin embargo
creemos que aún en la miseria, el hombre es capaz de
sublimarse gracias a su potencial humano y sobrenatural.
Desgraciadamente este potencial humano no es ejercido
con igual intensidad por todos los hombres. Y el
potencial sobrenatural no se puede exigir siempre para
actos heroicos. La Iglesia nunca demanda actos heroicos
en su legislación y combate situaciones sociales que
requieren estos actos para sobrevivir cristianamente.
Decía antes que el hombre es capaz de hacer mal como es
capaz de hacer bien, por su propia determinación. Para
la reforma social hay que comenzar con la reforma humana
individual. Evidentemente hay una interacción entre
estos dos elementos. Por eso las dos reformas, en el
orden cronológico, hay que comenzarlas simultáneamente.
Si la Iglesia dijera solamente que hay que conformarse
con las situaciones sociales existentes, sería
verdaderamente "el opio del pueblo". Si dijera
únicamente que hay que hacer reformas sociales, mataría
toda actividad independiente y personal del hombre. Y
por lo tanto afirma que hay que reaccionar contra las
estructuras sociales y humanas, pero que esa reacción
debe ser más técnica que sentimental. Más basada en la
justicia, que en la lucha de clases.
-En la
exposición anterior de nuestro Contradictor, encontramos
que él basa su tesis en una serie de supuestos sobre los
cuales nos parece necesario insistir, para precisar el
alcance y la fuerza de sus respuestas:
Primero:
Usted afirmó a todas las preguntas concernientes a la
responsabilidad de la Iglesia, a su control de muchas
sociedades y en ellas de la educación, que la Iglesia no
forzaba nunca la adhesión a sus principios, y esa es la
base, según nos parece, que usted tiene para no
considerarla directamente culpable del monstruoso estado
social en que se encuentran esos conglomerados humanos
en que ella predomina. Consideramos que cuando usted
habla de que la Iglesia no fuerza la adhesión a sus
principios, no se refiere, en modo alguno, a
imposiciones físicas (lo que es imposible) sino a sus
métodos de educación. Ahora bien: como usted sí lo sabe,
la Iglesia empieza a enseñar sus principios a los
hombres en la primera infancia, edad en la cual carecen
de la más mínima posibilidad de hacer críticas. Además,
en las sociedades en que domina, procura siempre excluir
la divulgación de otras ideologías y aislar a los
individuos que las profesan, como hemos visto en nuestra
patria en el caso reciente de la Universidad Libre*. Una
vez que el niño ha sido educado en la religión, se le
enseña que la duda es un pecado. Nosotros preguntamos
entonces: ¿No es esto forzar la adhesión a unos
principios?... Y en caso de que no sea así, ¿cómo lo
llamaría usted?... Porque estos métodos, que consisten
en hacer creer culpable al que no está de acuerdo, es lo
que llamamos en castellano intimidación.
*El rector
de dicha Universidad, que se ha caracterizado siempre
por su extraordinario espíritu liberal, era el doctor
Gerardo Molina, hombre calificado por la misma Iglesia
colombiana como "gran educador", "hombre de magnífica
moral", "servidor desinteresado de la cultura" y en
otras muchas formas, fue destituido de su cargo por la
presión ejercida por su Eminencia Reverendísima Crisanto
Cardenal Luque, quien después de haberle hecho los
elogios enumerados anteriormente, agregó: "...pero es
marxista" (Nota de los editores).
Segundo: A
su juicio uno de los grandes valores de la concepción de
la Iglesia sobre las Reformas Sociales consiste en que
la naturaleza humana es perversa (no esencial sino
accidentalmente). Entonces preguntamos: ¿este
"accidentalmente" de su "perversidad" se refiere a la
sociedad en que vive o al hecho de vivir en el mundo y
tener el pecado original, como dicen los padres de la
Iglesia? En el segundo de los casos, ¿cómo es posible
basar en ello una teoría de reforma social?...
Tercero:
Usted afirma que para la Iglesia, el origen
(fundamental) de los problemas sociales no está en la
sociedad, como lo afirmaba el liberalismo filosófico, ni
en la propiedad privada, como lo afirma el marxismo,
sino en el hombre mismo. Que la concepción sea justa o
no, no podemos definirnos al respecto: todo depende de
la idea que se tenga del hombre. Y en esto,
aparentemente, usted está de acuerdo con Marx, ya que él
piensa, también, que el origen de los problemas sociales
está en el hombre mismo. Sólo que en el sistema
marxista, el hombre no se piensa por oposición a la
sociedad, ni a la forma de economía en que existe. El es
una manera particular de vivir la sociedad y la economía
que le son dados. Y si Marx da gran importancia a la
propiedad privada, es porque la piensa como la
característica esencial de la "alienación" del hombre.
(Marx) "En la propiedad privada todos los sentidos están
reducidos al sentido del tener. Si yo soy solo lo que
tengo, mi vida no está en mis manos, porque no seré
nunca lo que yo haga". Con respecto a Marx se produce,
corrientemente, una gran confusión: ella se debe a que
se tiene costumbre de comenzar por separar los problemas
económicos de los "otros" problemas del hombre. Marx
pensaba: "Las relaciones económicas, cualesquiera que
ellas sean, son siempre relaciones entre los hombres,
relaciones humanas mediatizadas por las cosas". Según lo
anterior, decir que el origen del problema social es el
hombre mismo, y decir que es la propiedad privada, es
una misma cosa, con la sola diferencia de que la primera
posición es vaga. A su juicio, según esto, la
superioridad del cristianismo consiste en poner el
problema como problema del hombre. Pero si nosotros le
hemos dicho que para la ideología marxista es esa,
precisamente, la forma justa de ponerlo, ¿cuál es
entonces la "superioridad" de que usted habla?... ¿Y por
qué el cristianismo trata a toda costa y en todas partes
de separar los diversos aspectos del problema social,
cuando otras teorías se preocupan por mostrar que eran
diferentes expresiones de un mismo problema del
hombre?...
-Su primera
pregunta me parece que tiene tres partes: usted habla,
en primer lugar, de que la Iglesia no impone físicamente
sus principios y añade ("lo que es imposible") Me parece
que usted se refiere, más que todo, a una imposibilidad
ética, ya que históricamente tenemos casos tan recientes
como el de Stalin (al decir de Kruchev) de imposición
física de ideologías. El hecho de que la Iglesia empiece
a enseñar sus principios a los hombres desde la primera
infancia, nos pone ante el siguiente dilema: o realmente
en esa edad "carecen de la más mínima posibilidad de
hacer críticas", y entonces los principios que se
adquieren no son convicciones, o bien tienen esa
posibilidad y entonces conservan su entera libertad ante
los principios opuestos. En los dos casos se salva la
responsabilidad de la Iglesia. Lo único que afirmé es
que no tenía los datos suficientes para saber si
realmente la Iglesia era responsable, ni para saber en
qué grado lo era, ya que una responsabilidad en un punto
tan complejo, casi a priori, podríamos decir que debe
estar repartida entre diversas causas (mientras no se
pruebe lo contrario). En segundo lugar usted dice que la
Iglesia aisla a los individuos de otras ideologías. Esto
es cierto si se entiende en el sentido de que la Iglesia
protege a sus fieles en una lucha desigual, advirtiendo
dónde está el peligro. Esta labor de protección la tiene
y la ha tenido toda ideología que se cree en posesión de
la verdad. Es el mismo principio que lleva a las
Repúblicas Democráticas a impedir el voto de sus
súbditos sobre candidatos escogidos por ellos.
Naturalmente que a cada uno le resta probar hasta qué
punto hay desigualdad entre los contrincantes y hasta
qué punto esa desigualdad implica una cobardía. El caso
de la Universidad Libre es el caso general que se
presenta en las relaciones entre todo profesor y sus
alumnos, el alumno es ordinariamente inferior en
instrucción al maestro y muchas veces ni siquiera se da
cuenta del alcance de la ideología de éste. Por eso la
lucha es siempre desigual. La cátedra libre supone la
imparcialidad de la exposición del profesor. No de sus
convicciones personales. Por eso los católicos no pueden
llevar una cátedra libre, en materias especulativas,
cuando se trate de exponer principios. De la misma
manera que aquellos que no solamente tienen dogmas
especulativos sino dogmas en ciencias meramente
positivas como la economía y la sociología (para no
citar personas, los marxistas), no pueden llevar una
cátedra libre ni en materias especulativas ni en
materias de investigación positiva. Y en tercer lugar,
es absolutamente gratuito el decir que la religión
enseña que la duda es un pecado. Lo que es pecado es no
resolver las dudas en una forma honesta. Dudar sobre la
veracidad misma de la palabra de Dios en sí,
naturalmente es pecado y esto lo tiene que admitir todo
el que sepa el criterio que sobre Dios tiene la Iglesia.
Es la única duda que dentro de nuestra concepción
(posición que por demás los mismos adversarios
consideran lógica) constituye un pecado si se consiente
positivamente.
Respecto de
su segunda pregunta, me parece que ella misma implica el
que no se considera el pecado original (como una de las
causas del problema social) como algo intrínseco al
individuo. Usted me pone en el dilema de si éste se
refiere a la sociedad o al hecho de vivir en el mundo.
No se refieren ni a una cosa ni a la otra. Se refiere al
hombre mismo independientemente de la sociedad y del
mundo.
-Una
pequeña interrupción: ¿y es que ustedes consideran,
sinceramente hablando, que el hombre se puede juzgar
"independientemente de la sociedad y del mundo"?...
-¡Naturalmente! Hasta allá llega nuestra concepción de
la autonomía del hombre. Continúo con mi exposición: En
su tercera pregunta me parece que usted arguye con las
palabras de Marx, pero no con sus ideas.
-Obré en
esa forma siguiendo su posición de interpretar fenómenos
humanos con citas de santos. Mi posición me parece más
justa, en todo caso, que la suya, ya que yo, por lo
menos, utilizo las palabras de un hombre común y
corriente para interpretar un fenómeno social, mientras
que usted recurre a las palabras de ciertos hombres que
por medio de su "perfección" llegaron a "superar" el
estado humano en sí.
-Al decir
que el hombre es una manera particular de vivir la
sociedad y la economía que les son dados, se dice que el
hombre es un accidente de la sociedad (toda manera de
algo es un accidente de ese algo). Esto implica la
identificación substancial entre el hombre, la sociedad
y la economía que le son dados a ese hombre.
Históricamente hay dos corrientes que identifican
individuo y sociedad: la individualista, que
niega a la sociedad, y la marxista (tomando este término
en el sentido de doctrina de Marx, no de sus seguidores
en general), que niega al individuo. La única base para
salvar la autonomía de los dos términos, es considerar
que tienen una entidad independiente. Esto no implica la
negación de las mutuas relaciones y del condicionamiento
mutuo. Creemos que éstas son tan grandes que han sido la
ocasión de los extremos antitéticos que acabamos de
mencionar. Con esto no queremos desconocer el humanismo
marxista, ni cierto socialismo individualista; para el
cristianismo el hombre es naturalmente social. El hombre
produce la sociedad y la sociedad tiene derechos sobre
el individuo, cuando el bien común está en conflicto con
un bien particular.
-Si ese
acuerdo con el marxismo es tan grande, ¿por qué la
Iglesia no permite entonces que sus afiliados
pertenezcan a esa ideología?...
-Porque,
como doctrina total, el desacuerdo es tan grande que el
partido comunista no considera auténticos militantes a
los que estén todavía "viciados por la alienación
religiosa"
Antes de
transcribir las últimas preguntas y respuestas que
sostuvimos con nuestro Contradictor, queremos decir que
hasta este punto, prácticamente pudimos llevar las
conversaciones
Después de
haber planteado y discutido algunos de los aspectos de
la educación en la Iglesia, entramos en un terreno
directamente relacionado con el mismo tema: la mujer y
su posición ante la ideología cristiana. Al respecto le
formulamos la siguiente pregunta: ¿Cuál es la situación
de la mujer ante la Iglesia?...
-Hay que
distinguir la situación que depende de sus concepciones
filosóficas y teológicas eternas, y la que depende de
las condiciones históricas-sociales de nuestra época.
Respecto de las primeras, la Iglesia siempre ha
considerado que la mujer y el hombre tienen los mismos
derechos y deberes religiosos y ante Dios. Respecto de
la segunda, tenemos las exhortaciones del Papa actual, a
que las mujeres se preparen para las responsabilidades
políticas y sociales que el Estado actual les ha venido
otorgando y que se sirvan de ellas para el servicio de
Dios y de los hombres.
-¿Cree
usted que la división existente en las sociedades
católicas, entre "vírgenes", "casadas" y "prostitutas"
produce el aumento de la prostitución?
-¿Se
refiere a una división lógica, social, sexual, moral o
fisiológica?...
-A la
división que la Iglesia hace entre esas tres
condiciones, como factor determinante de un estado
social.
-La
Iglesia nunca ha hecho esa división.
III
En
búsqueda del humanismo cristiano
1956
- 1963
Los 4
artículos que recogemos en este capítulo, escritos por
Camilo durante el sexenio: 1956-63, período de intensa
actividad social del autor, convergen en una misma
inquietud: la presencia y la sintonía de los cristianos
con los problemas sociales.
Camilo
busca destacar allí el carácter humanista del
Cristianismo y su necesario aporte a la solución de los
problemas sociales, buscando una articulación con la
ciencia social para poder ser eficaz.
LOS PROBLEMAS SOCIALES EN LA UNIVERSIDAD ACTUAL
Esta
ponencia que el autor envió de Europa fue leída el 27 de
septiembre de 1956 en el Primer Seminario colombiano de
capellanes universitarios, celebrado en Bogotá del 26 al
28 de septiembre con la asistencia de los capellanes de
todas las universidades del país.
PAPEL
DE LA UNIVERSIDAD
La
Universidad ha tenido siempre el papel de formar los
dirigentes de un país, tanto desde el punto de vista
científico como desde el punto de vista ético. Desde el
punto de vista científico, dotando a los futuros
profesionales de aquellos conocimientos indispensables
para investigar y resolver los problemas específicos de
su país, de su sociedad. Desde el punto de vista ético,
en dos sentidos: negativamente, enseñándoles a emplear
esa ciencia sin menoscabo de los derechos de Dios y de
los demás; positivamente, dirigiendo sus inquietudes
científicas más hacia el servicio de Dios y del prójimo,
que al servicio de sí mismo.
Esta doble
formación está hondamente arraigada, no solamente en los
principios de la revelación, sino también en los de la
simple razón natural. Por la revelación sabemos que el
máximo mandamiento es el de la caridad de Dios y del
prójimo. Sabemos también que es una tentación a Dios el
querer lograr un fin sin poner los medios más apropiados
para obtenerlo. Ahora bien: la caridad es servicio, y el
medio más apropiado para servir es la ciencia. La razón
natural nos dice que la ciencia tiene que tener como fin
al hombre, concebido en toda su realidad. La ciencia no
se puede concebir sino como servicio del hombre y de
Dios, a través del hombre.
Por otra
parte, el servicio del bien común, aun a costa del bien
individual, no es sincero ni efectivo, si no se tratan
de buscar los medios más aptos; el servicio del hombre
no puede concebirse sin la ciencia y la técnica.
Especialmente en nuestros países latinoamericanos, en
donde la desproporción entre el desarrollo de los
elementos materiales con respecto al desarrollo de los
elementos humanos es mayor, la urgencia de la formación
humana es más apremiante.
LOS
PROBLEMAS SOCIALES ANTE LA CIENCIA Y EL SERVICIO
Todo
servicio es por sí mismo social, ya que supone, por lo
menos, dos individuos. En este sentido la formación
ética siempre ha debido ser social y, por lo tanto
-aunque no sea sino por esta razón-, ha debido ser
social siempre la formación científica, ya que no puede
haber formación moral sin formación especulativa.
Además, la enseñanza científica de las universidades se
ha orientado, a través de los años, de acuerdo con las
necesidades y las inquietudes de cada época. Esta es la
única manera de crear dirigentes que respondan a la
vocación histórica que les toca realizaren cada época.
Es un
axioma decir que los problemas sociales son los que
reclaman más insistentemente una solución y los que más
inquietan al hombre moderno; la política, nacional e
internacional, se orienta hoy en día de acuerdo con
ellos. Las diversas ciencias, medicina, ingeniería,
arquitectura, sicología, economía, etc., insisten cada
día más en sus incidencias sociales.
El mundo se
despierta de un largo letargo individualista, para
especializarse en la sociedad. Es imposible que la
Universidad, que es la que forma a los dirigentes de los
diversos países, no los capacite para solucionar
adecuadamente los grandes problemas contemporáneos. La
Universidad traicionaría su misión si formara
profesionales sin interés por el hombre, por la sociedad
y por Dios. Este interés no se logra hoy en día sin
mostrar las causas profundas de los problemas humanos
actuales y las necesidades sociales que reclaman Pronta
solución
ESTUDIO
DE LOS PROBLEMAS SOCIALES
Hace ya
mucho tiempo que estos problemas se han venido
estudiando; sin embargo, hoy en día se ha precisado y
dividido cada vez más el campo de estudio. Su división
entre ciencias sociales especulativas y positivas ha
aclarado muchos problemas y ha perfeccionado métodos. La
sociología se considera como una ciencia de observación
positiva, independiente de la filosofía social, que es
una ciencia normativa. De esta manera, muchas
investigaciones sociológicas hechas por personas de
ideologías adversas, pueden y deben coincidir si han
sido hechas con todo el rigor científico.
Esta
distinción no implica desconexión. En la parte de acción
debe entrar el factor normativo. Entonces lo importante
es que la norma esté de acuerdo con la realidad, y la
realidad haya sido conocida adecuadamente. Este
conocimiento adecuado no se puede hacer sin
investigación científica. Por eso es indispensable que
toda acción social esté basada, además de su base
doctrinal, sobre la investigación positiva de la
realidad.
Esto
implica que las universidades no pueden abstenerse de
contemplar el problema de la investigación social. Los
problemas sociales son eminentemente concretos; dependen
de cada cultura y de cada sociedad. El tratar de dar
principios sin aplicación a una realidad nacional bien
determinada, no sería de mayor aporte para el bien de
nuestro país. Es necesario que los profesores de
ciencias sociales positivas basen sus cursos en las
investigaciones concretas que se hayan hecho.
PREOCUPACIÓN POR LOS PROBLEMAS SOCIALES
Para
preocuparse por los problemas sociales es necesario una
base mínima de altruismo. Ese altruismo debe fundarse
sobre principios sólidos y alimentarlo adecuadamente,
para que pase a la práctica. La mística cristiana, en
cuanto basada enteramente en el amor, es la más apta
para dar esa dosis de altruismo, y no solamente en el
grado mínimo, sino también en el grado heroico que nos
muestra la historia de la Iglesia.
El alimento
de ese sentimiento, además de las razones humanas del
amor cristiano, consiste en esa vida sobrenatural de la
gracia, que sostiene al hombre en su debilidad y lo hace
constante e impetuoso. Por eso en un país católico como
el nuestro, desde el punto de vista únicamente de los
problemas sociales, es necesaria la formación religiosa.
Para atenderla bien, sería indispensable un sacerdote
para cada facultad de ciencias sociales.
El hecho de
que la inquietud social se acople tan perfectamente a la
inquietud cristiana, implica la prudencia que los
católicos deben tener ante las cuestiones sociales. Es
necesario saber hasta dónde se puede ceder y hasta dónde
se debe ceder. Ya que estas ciencias -cuando son
positivas- se basan en la investigación, se impone
inquirir hasta qué punto una investigación puede ser
valedera y tratar de sacar la parte positiva que tenga,
si no lo es. También es indispensable ver las posibles
flaquezas científicas junto con las teológicas, para
poder defender sus puntos de vista, en un terreno
abierto a las dos partes.
De ahí la
necesidad de que los Capellanes Universitarios tengan
nociones de cuestiones sociales. Ellos irán a orientar
el criterio de todos los católicos, que deberán orientar
a los demás. Por último, es importante que los problemas
religiosos se planteen al científico, de la manera más
racional y más ajustada a su mentalidad. Toda la
exposición de las consecuencias sociales del Evangelio
será el método para cumplir estos dos fines. De ahí que
los Capellanes Universitarios deben vibrar con los
mismos problemas de los estudiantes y esa inquietud la
integren dentro de un cristianismo vivido.
RECOMENDACIONES
Pídase a la
Venerable Conferencia Episcopal que apruebe una
proposición nombrando algunos sacerdotes de tiempo
completo para la asistencia espiritual de los
universitarios de todo el país.
Créese un
Instituto Interuniversitario de Investigación Social
para que provea de investigaciones e investigadores a
las diferentes Facultades de Ciencias Sociales que
funcionan en el país.
EL
CRISTIANISMO ES UN HUMANISMO NTEGRAL
La revista
Cathedra que publicó este artículo en su número de
octubre-diciembre de 1956 es una revista de cultura
eclesiástica fundada en Bogotá en 1947.
Un fenómeno
social cuya evidencia es a todos manifiesta es el de la
preocupación del hombre actual por los problemas
económicos y sociales. Hasta la mitad del siglo pasado
las preocupaciones filosóficas constituían la principal
inquietud de la humanidad. Después de la revolución
industrial, cuando los ricos se hicieron más ricos y los
pobres más pobres, las preocupaciones de los
intelectuales se orientaron hacia la solución de
problemas vitales para la existencia misma de una gran
parte del género humano. Marx logra reunir, al decir de
Lenin, las tres grandes corrientes culturales de su
época: la filosofía clásica alemana, el socialismo
francés y la economía inglesa. Muchos intelectuales
católicos comienzan a plantear el problema de la
cuestión social frente a los principios cristianos
(Unión de Friburgo, Monseñor Ketteler, Marqués de la
Tour du Pin), cuya actividad es protocolizada en el
Magisterio ordinario de la Iglesia, por medio de las
Encíclicas Sociales que han emanado de la Santa Sede en
forma ininterrumpida desde fines del siglo pasado hasta
nuestros tiempos.
POR
UNA RESPUESTA A INQUIETUDES ACTUALES
Hoy en día
la ideología de los partidos políticos, los dos grandes
bloques en que está dividido el mundo, las
preocupaciones de los intelectuales giran alrededor de
estos problemas económicos y sociales. La parte más
selecta de la sociedad, los elementos dirigentes de
ésta, los que están adaptados a las corrientes actuales
en lo que éstas tienen de más noble (su estructura
ideológica), exigen una respuesta a estos problemas
antes de decidir el comprometerse en algún movimiento u
organización. Con un criterio puramente demagógico
podríamos decir que valdría la pena el que el
cristianismo buscara dar una solución a los problemas
más latentes de nuestra época, únicamente para cumplir
con la misión de dar una respuesta a inquietudes
actuales, que son, por otra parte, absolutamente
legítimas y apremiantes. Sin embargo, la Iglesia no
considera ni digno ni necesario el adoptar posiciones
que, aunque respondan a necesidades del momento, no
vayan de acuerdo con su misión o con su doctrina. Es
interesante el ver cómo la actitud social de la Iglesia
se integra perfectamente dentro de esta misión y esta
doctrina.
El
escándalo más grande del siglo diecinueve, al decir de
Pío XI, fue la pérdida del proletariado para la Iglesia.
Muchas causas se han aducido para explicar este
fenómeno. Se ha dicho que el proletariado se ha
descristianizado; otros afirman que nunca ha sido
cristiano. Si entendemos como proletariado la clase
social obrera formada por el advenimiento del
capitalismo industrial, clase social que posee una
cultura diferente y muy homogénea, clase social cuyas
actividades y preocupaciones se desarrollan en un
ambiente completamente nuevo y en el cual no ha habido
una presencia del cristianismo como tal, entonces
podríamos afirmar que el proletariado nunca ha sido
específicamente cristiano. Sea lo que se fuere de esta
afirmación, tenemos el hecho de que una gran parte de la
humanidad (el mundo obrero) que crece cada día y que
pertenece a una civilización llamada cristiana, está
alejándose progresivamente de la mentalidad y de las
prácticas cristianas. Este hecho sería suficiente para
que cualquier persona preocupada no solamente por la
difusión del cristianismo, sino por todo motivo
espiritualista, se interesara por este fenómeno que no
solamente contiene el elemento negativo de dejar de ser
cristiano, sino el positivo de adhesión a un sistema
materialista.
LA
RESPUESTA MARXISTA
Al examinar
detenidamente por un lado la mentalidad de nuestros
obreros industriales y por otro las soluciones que el
sistema marxista ofrece, se encuentra una sorprendente
concordancia. Esta concordancia no implica, de ninguna
manera, ni la legitimidad de todas las aspiraciones
obreras, ni la verdad de las respuestas marxistas.
Solamente es necesario reconocer en una forma objetiva
que la sociología marxista ha sabido analizar, precisar
y desarrollar los elementos efectivos y pasionales de la
clase proletaria. Dentro de estos elementos encontramos
muchas cosas legítimas y muchas otras que no lo son.
Dentro de las respuestas marxistas podemos hacer la
misma discriminación. En todo caso, el resultado es que,
a la masa obrera se le presenta como ideal una doctrina
que responde a casi todas sus aspiraciones legítimas o
ilegítimas. Si, por otra parte, no encuentran ninguna
otra solución racional, y si no tienen principios de un
orden superior al de sus problemas concretos,
forzosamente aceptarán estas soluciones.
LA
RESPUESTA CRISTIANA
Por este
afán de presentar una solución que sea verdadera desde
el punto de vista técnico y práctico y que a la vez no
contradiga los principios cristianos, sería necesario
que los cristianos fueran impulsados y dirigidos hacia
la búsqueda de una solución social. Las Encíclicas
Pontificias, además de dar las soluciones generales a
estos problemas, insisten reiteradamente en que los
católicos traten de aplicar en el terreno económico,
político y social de cada comunidad esas directivas
generales que ellas han dado. Nosotros tenemos la gran
ventaja, sobre el marxismo, de no estar ligados a ningún
sistema económico concreto. La ventaja, porque la
economía es una ciencia que depende estrechamente de
factores que varían con los cambios sociales, materiales
e institucionales. De esta manera los economistas
católicos están en capacidad de dar una respuesta
verdadera, no obstante el cambio de las circunstancias
en que se haya basado un análisis y una solución
anteriores. En este afán de reaccionar ante las
exigencias de una época y de una sociedad, los
científicos católicos deben ser dirigidos y orientados
para que con su técnica no vayan a destruir otros
valores humanos tan caros al cristianismo. Los límites
son sutiles, y en muchas ocasiones hay que llegar a
ciertos extremos para poder abordar una solución
efectiva. Esto implica el que los orientadores de estos
científicos tengan por un lado un conocimiento profundo
y muy adaptado de los principios teológicos y
filosóficos y, por otro, una información suficientemente
concreta de las ciencias sociales, para saber discernir
el alcance de cada solución y su empalme con los
principios eternos.
Ninguno de
los argumentos que anteriormente hemos aducido en favor
de la preocupación de los cristianos por las ciencias
sociales, tendría una base verdaderamente sólida, si en
los principios mismos del cristianismo no encontráramos
razones en favor. Es necesario que el cristianismo sea
valorado como humanismo mucho más completo que
cualquiera otro. El objeto de la redención no fue
solamente el alma. Sabemos bien que la resurrección del
cuerpo es uno de los frutos de ésta. También sabemos que
toda la creación gemía y padecía esperando la liberación
de la servidumbre, de la corrupción, para ser elevada a
la libertad de la gloria de los hijos de Dios (Rom.
8,21 ss). En el fin del mundo la materia será
también transformada y, en cierto modo, glorificada. Por
otro lado, la caridad, esencia misma del cristianismo,
no tiene como único objeto el alma humana. Debemos amar
al hombre total, de la misma manera que la redención
contempla al hombre en todos sus elementos. El hombre
total es social: por eso el cristianismo no puede
desconocer esa actividad. Aún más, en el puro orden
sobrenatural, por la comunión de los santos, nuestra
salvación no puede dejar de ser social.
La sociedad
civil se considera procedente de Dios, por cuanto Él es
el creador de la naturaleza social del hombre, que es su
origen.
Esta unidad
humana que el cristianismo no sólo no desconoce, sino
que protocoliza, implica la interacción entre los
diversos órdenes que la constituyen: entre el orden
natural y el sobrenatural, entre el orden material y el
espiritual, entre el orden individual y el orden social.
Aunque estuviéramos, los cristianos, preocupados
únicamente del orden sobrenatural, no podríamos
desconocer las implicaciones que sobre este orden tiene
todo el elemento natural, espiritual y material.
Recordemos que Santo Tomás nos dice que es necesario un
mínimum de condiciones materiales para la práctica de la
virtud.
Estos
enunciados, que son ya un lugar común, plantean una
situación angustiosa en el caso de que, como lo dijimos
antes, veamos que el mundo de hoy pide una respuesta a
una serie de inquietudes que pueden ser saciadas por el
cristianismo. Si nosotros nos encontramos impotentes
para resolver los problemas legítimos que el hombre de
hoy se plantea, podríamos dar explicaciones: o bien esos
problemas legítimos salen del ámbito de nuestra acción;
o bien, en muchas ocasiones, ha faltado adaptación
histórica para considerarlos.
NUESTRA
ADAPTACIÓN A LAS NECESIDADES DEL HOMBRE ACTUAL
Mucho se ha
escrito, en nuestro país, del divorcio entre la vida
normal del cristiano y sus ideas religiosas. Hemos
censurado a todos aquellos que son cristianos solamente
la media hora de asistencia a la misa semanal. Es claro
que esta situación se debe en gran parte a la debilidad
de nuestros cristianos. La ignorancia religiosa,
culpable o inculpable, es otra razón poderosa. Sin
embargo, no nos quedemos, nosotros los sacerdotes, con
la posición cómoda de inculpar a los demás, salvando
nosotros toda responsabilidad. Nosotros o, mejor dicho,
Cristo, ha sido el inventor de la autocrítica; éste es
solamente un vocablo nuevo para expresar la noción del
examen de conciencia. Hagámoslo nosotros, sobre nuestra
pastoral. ¿Nos hemos preocupado suficientemente de
adaptar, claro está, sin claudicaciones, nuestra
doctrina a las necesidades del hombre actual? ¿Dentro de
estas necesidades, dentro de las más nobles de éstas, no
se encuentra acaso la de una respuesta a sus inquietudes
por los problemas sociales, alrededor de los cuales está
girando de hecho toda la humanidad?
Afortunadamente (para poner un ejemplo), todo predicador
de buen Juicio, en nuestro país, ha superado aquella
etapa de la predicación en que se mezclaban las cosas
profanas y aun vulgares con las más sublimes; las listas
de donaciones, las empanadas del bazar, etc., con la
explicación del evangelio, cuando ésta se hacía. ¿Pero
acaso la explicación del dogma no debe estar también
condicionada por su enfoque y en sus aplicaciones, a las
necesidades de cada época y de cada grupo social? Se
puede predicar una teología muy pura y muy auténtica que
esté completamente desadaptada a las inquietudes no
ilegítimas, sino muy legítimas, del auditorio. La
palabra de Dios no tendrá todo su efecto si por
negligencia se ha dejado algún factor para hacerla más
efectiva. Todos los grandes oradores de la Iglesia,
desde Cristo hasta nuestros días, han mostrado ese deseo
de adaptación. Hoy en día se nos hace curioso el ver
cómo los Santos Padres insisten en algunos aspectos del
dogma que a nosotros nos parecen demasiado obvios. Otras
veces nos impresiona el ver interpretaciones alegóricas
o empleo de textos de la Escritura que nos parecen un
poco rebuscadas. Todo esto lo entenderíamos mucho mejor
si viéramos la preocupación de adaptación del evangelio
a las necesidades de la época en que dichas cosas fueron
expresadas. Esto solamente para poner el ejemplo de la
predicación. ¿Pero acaso todo el cristianismo no es una
obra grandiosa de adaptación del hombre a Dios y de Dios
al hombre? ¿Qué es la encarnación, qué es la persona de
Cristo sino una adaptación hipostática de la divinidad a
la humanidad? Cuando el hombre actual considera que sus
actividades y sus inquietudes diarias están separadas de
sus creencias religiosas ¿no puede ser, en parte, porque
esas creencias no le han sido presentadas como una
respuesta a sus inquietudes, como una orientación a
cualquiera de sus actividades, con la condición de que
éstas sean legítimas?
La posición
que muchos católicos hemos adoptado ante la técnica y
ante los descubrimientos científicos puede ser una
manifestación de esta falta de adaptación. La
desconfianza ante los descubrimientos científicos que
muchos cristianos experimentan puede tener varias
explicaciones: o que esos descubrimientos no proceden de
una ciencia auténtica, o que una hipótesis científica
sea presentada como tesis, o que se crea (puede ser
solamente como una reacción subconsciente) que los
descubrimientos científicos pueden llegar a contradecir
algunos de nuestros dogmas. Esta última posición,
respecto de una investigación verdaderamente auténtica,
procede de una falta de confianza (aunque sea
subconsciente) en nuestras verdades reveladas. Nada que
sea verdadero podrá llegar a contradecir nuestra fe.
Todo lo positivo, todo lo verdadero, todo lo bueno, todo
lo auténticamente científico es nuestro. Los cristianos
no tenemos nada que temer de lo que sea auténtico, no
importa en qué campo se realice.
Desgraciadamente, el ausentismo en el campo técnico
implica hoy en día una desadaptación. La verdadera
técnica, junto con la falsa, constituyen hoy una base
innegable del patrimonio de nuestra civilización. Sobre
esta base están de acuerdo tanto el mundo oriental como
el occidental. Además, dentro de esta misma línea, el
conocimiento que se tenga del hombre y de la sociedad no
puede ser un conocimiento empírico solamente.
Necesitamos conocer científica y profundamente la
mentalidad del hombre de hoy y de las sociedades que él
constituye. Una adaptación que no esté basada sobre este
conocimiento no puede ser verdadera adaptación.
Por eso es
necesario que los cristianos tratemos de tecnificar el
conocimiento que debemos tener de las inquietudes del
mundo actual. El estudio de las ciencias sociales, como
instrumento para conocer esas inquietudes, para
resolverlas no en abstracto ni tampoco separadas de
nuestros principios fundamentales es hoy en día
indispensable para todos los que quieran llevar un
testimonio de Cristo, tanto en la predicación como en el
ejemplo; es muy distinta la actuación de un cristiano
que vive y comprende las necesidades de sus hermanos a
otro que, conociendo ampliamente la revelación, esté
completamente alejado de éstas.
Es
imposible que todos los sacerdotes (como todos los
cristianos) sean especialistas en estas ciencias; pero
es bueno que algunos las posean, y siquiera que todos
estén suficientemente informados como para dar ese
testimonio de Cristo y para impulsar a todos los demás a
que lo den también. Estamos convencidos de que el mundo
moderno necesita ante todo de ese testimonio vivido, es
decir, de ese testimonio que incorpore todo lo que el
hombre de hoy tiene de legítimo, en la persona de
Cristo. Su persona divina es de una riqueza tan inmensa
que a través de los siglos ha podido integrar en ella a
todo hombre sin distinción de raza, de carácter, de
cultura, de civilización. Hoy en día el hombre necesita
ver a un Cristo social como ideal para injertarse en Él
y para considerarlo como la respuesta siempre antigua y
siempre nueva a todos sus problemas desde los más
abstractos y sublimes hasta los más concretos y
ordinarios, si éstos son verdaderamente positivos.
UN
SACERDOTE EN LA UNIVERSIDAD
El
Catolicismo
de Bogotá ofreció su columna editorial a nuestro
autor que la ocupó con el presente artículo del 28 de
junio de 1962. Este semanario fundado en 1849, decano de
¡a prensa colombiana, en las siete etapas en que se
divide su trayectoria, ha sido siempre vocero de las
doctrinas católicas.
La
personalidad del sacerdote, como la de Cristo es difícil
de entender. El misterio de la Encamación, de la
presencia de lo divino dentro de lo humano, de la
elevación de lo humano al orden sobrenatural, produce
conflictos para la mente del hombre que es discursiva,
que debe separar para entender y que, por considerar un
aspecto, a veces olvida otros no menos importantes.
La misión
del sacerdote como tal es exclusivamente sobrenatural.
El debe vivir de la vida divina y es un instrumento para
transmitirla. Sin embargo: todo Pontífice tomado de
entre los hombres, en favor de los hombres es instituido
para las cosas que miran a Dios, para ofrecer ofrendas y
sacrificios por los pecados, para que pueda compadecerse
de los ignorantes y extraviados, por cuanto él está
también rodeado de flaqueza, y a causa de ella debe por
sí mismo ofrecer sacrificios por los pecados, igual que
por el pueblo". (Hebr. 5, 1-3). El sacerdote debe estar
en el mundo aunque no pertenezca al mundo. Debe llorar
con los que lloran y gozar con los que gozan. Debe
realizar la encarnación del Señor tomando toda la
responsabilidad del compromiso en la aventura humana de
su grey.
Aunque su
misión sea específicamente sobrenatural, existe el
imperativo de la caridad: "La caridad de Cristo nos
urge". La caridad tiene por medida la necesidad del
prójimo. Por eso hubo obispos que tuvieron poderes
temporales de jueces y de príncipes. Por eso el
misionero tiene que ejercer la medicina en muchas
ocasiones. La ley es para el hombre y no el hombre para
la ley. El Señor dijo, en ese sentido, a los fariseos:
"¿Hipócritas, cualquiera de vosotros no suelta del
pesebre su buey o su asno en sábado y lo lleva a beber?
¿Pues esta hija de Abraham, a quien Satanás tenía ligada
18 años ha, no debía ser soltada de su atadura en día
sábado?" Por esta razón, muchos sacerdotes tienen
que asumir funciones temporales. Ya sea en la ciencia,
ya en la educación. En este último campo, llamado de
dominio mixto, su intervención es mucho más explicable.
La educación para ser integral, debe permitir la
apertura hacia lo sobrenatural, aunque la enseñanza sea
en el campo puramente temporal.
Un
sacerdote en la Universidad puede ser a la vez un
profesional. Puede intervenir como profesor y como
directivo de cualquiera de los organismos académicos, si
su Prelado lo considera conveniente en función de las
necesidades humanas. Sin embargo, en esa acción
temporal, aunque sea el resultado de ese imperativo de
la caridad, muchas veces se ve comprometida la
reputación de la Iglesia, ya sea para bien o para mal.
En la motivación no puede haber error: se trata de la
caridad. En los resultados de esa acción sí lo puede
haber. Entonces, no pertenece al sacerdote, al Capellán,
el decidir de acuerdo con una visión de conjunto. Él
podrá y deberá tomar actitudes de acuerdo con su
conciencia, en cada caso, en el campo que le esté
asignado. Podrá también tener concepciones sobre los
aspectos generales y de conjunto. No obstante sobre
estos últimos no tiene la responsabilidad. La
responsabilidad la tiene el Obispo. A pesar de las
frustraciones humanas que implica el someterse a la
voluntad de otra persona, en contra de lo que uno juzga,
hay una gran paz y tranquilidad en saber que así se está
colaborando a la instauración del reino de Dios, por la
fe y por la obediencia.
Es triste
ver cómo los juicios del mundo son tan diferentes de los
juicios de Dios. En el campo cristiano no hay fracasos,
no hay "aplanchadas" como decimos en Colombia. Hay un
movimiento continuo del espíritu a través de su Iglesia.
En ese movimiento todo es victoria: el fracaso o el
triunfo, la aprobación si se recibe con humildad o la
desaprobación si se recibe con fe. "... ¿Quién nos
arrebatará al amor de Cristo? ¿La tribulación, la
angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el
peligro, la espada? Según está escrito: "Por tu causa
somos entregados a la muerte todo el día, somos mirados
como ovejas destinadas al matadero. Mas en todas estas
cosas vencemos por Aquél que nos amó. Porque persuadido
estoy que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni
los principados, ni lo presente, ni lo venidero, ni las
virtudes, ni la altura, ni la profundidad, ni ninguna
otra criatura podrá arrancarnos al amor de Dios en
Cristo Jesús, Nuestro Señor". (Rom. 8, 35-39).
En estos
últimos días recibí orden de mi Arzobispo para retirarme
de la Universidad Nacional. Allí estaba de Capellán,
casi nominalmente. Dos hermanos míos en el sacerdocio
ejercen esas funciones de tiempo completo. Daba también
una clase en la Facultad de Sociología y era miembro de
su Consejo Directivo. Por voluntad de mi Prelado, desde
febrero de este año estoy ejerciendo las funciones de
Decano del Instituto de Administración Social que
pertenece a la Escuela Superior de Administración
Pública, entidad oficial autónoma, dirigida por el
doctor Guillermo Nannetti. Este cargo es de tiempo
completo y mis relaciones con la Universidad eran
bastante accidentales. A estas últimas he renunciado. Mi
Prelado, él que tiene la responsabilidad de conjunto,
consideró que debía retirarme: habría podido exigirme
que modificara mis criterios y mis actuaciones. Sin
embargo no lo hizo porque sabía que yo estaba actuando
de buena fe. No quiso violentar mi conciencia y se lo
agradezco. Por eso al pedirme mi retiro por motivos que
yo no tengo la responsabilidad de juzgar, lo hizo para
fijar su criterio ante el problema universitario.
Explícitamente me advirtió que no quería que la Iglesia
tomara en el problema el partido que yo juzgaba
acertado, porque podría prestarse a equívocos. Sin
embargo, yo ya lo había tomado y, si el Cardenal me
respaldaba, saldría de la actitud que había querido
adoptar. Creo que no podía hacer otra cosa y esa era su
Iínea de conducta.
A propósito
de mi retiro, me he permitido decir lo que pienso sobre
la Universidad. No obstante, para mí sería hondamente
doloroso el que fuera tomado como bandera para luchas
temporales. He querido adoptar una actitud sacerdotal.
He corrido con el riesgo de aparecer en desacuerdo con
mi Prelado. El mayor servicio que ahora se me podría
prestar sería el de respetar mi actitud de obediencia a
la cual he optado desde que decidí hacerme sacerdote y
que no aceptaría si no fuera parte integral de lo que yo
considero ser mi misión en el mundo.
EL
HOMBRE BIDIMENSIONAL
Conferencia
pronunciada por el autor en el teatro de Radio Sutatenza
en septiembre de 1963. El texto íntegro de dicha
conferencia no se ha logrado localizar; el que aquí se
publica es el que uno de los asistentes tomó a medida
que desarrollaba el orador sus planteamientos. Se dio a
conocer por primera vez en
"Camilo Torres por el padre Camilo Torres Restrepo",
Cidoc, colección Sondeos, No. 5, Cuernavaca,
1967, pp. 179-183.
El
cristiano en una sociedad pluralista, con problemas
económicos, sociales, etc., se encuentra en situaciones
que lo sumen en la perplejidad, ¿debe permanecer a la
expectativa?, ¿debe actuar?
Hay dos
realidades objetivas. Una, la realidad de lo natural y,
otra, la realidad de lo sobrenatural. Hay realidades
sobrenaturales, objetivas, que solamente percibimos por
la fe.
Podemos
tener como signos objetivos de lo sobrenatural el
milagro, los sacramentos (a través de las Sagradas
Escrituras encontramos el agua como señal visible de
purificación, hasta llegar al Nuevo Testamento, donde es
señal de conversión, de obtención de vida continua). Las
realidades naturales son, pues, alcanzadas por la razón
y las sobrenaturales son alcanzadas por la fe.
¿Pero, es
posible separar lo natural de lo sobrenatural? ¿El
cristiano con vida sobrenatural, poseedor de la gracia,
puede en el terreno de lo natural explotar a sus
colaboradores?, ¿puede tener intervenciones políticas
deshonestas?
Las
realidades totalmente naturales podemos conocerlas por
la observación y la razón. Podemos conocer a un hombre
por la observación al verlo, oírlo, tocarlo, siendo este
un conocimiento individual concreto, sensorial -no
intelectual- de primer grado. Seguidamente podemos
abstraer de él algunos elementos: cuánto mide, cuánto
pesa, cuántos años tiene, haciendo así una abstracción
de segundo grado, o sea una abstracción matemática. Más
adelante podemos abstraer la esencia del hombre, en una
abstracción llamada de tercer grado.
Tenemos
pues tres grados o estamentos para adquirir un
conocimiento;
-Observación
-Raciocinio
-Abstracciones universales.
Estas
últimas no han de variar aunque los datos obtenidos en
las dos primeras etapas de conocimiento sean diferentes.
Si varían es porque no eran las verdaderas, o mejor,
porque no se había avanzado suficientemente en su
búsqueda.
En el caso
de la esencia del hombre, abstracción universal y
última, no importa que los hombres observados sean
jóvenes o viejos, altos o bajitos, bellos o feos,
amarillos, blancos o negros. Con una abstracción de
primer grado llegamos a las leyes científicas, que nos
dan las constantes de las realidades observables que se
suceden entre los seres y las cuales se consiguen a
través de la observación sistemática, que le dará paso a
una racionalización lógica, la cual a su vez nos dejará
llegar a una generalización, dándonos así una
certidumbre física, la cual no será alterada por cambios
individuales. Por consiguiente podemos tener una
filosofía inmutable, adaptable a nuestra fe, y de ahí
podríamos definir como filosofía cristiana, aquella que
llega a principios universales que no se oponen a la
verdad revelada.
En este
campo, pues, tenemos comunidad de ideas con todas las
personas, cristiana o no, que han llegado a nuestra
misma filosofía. Al aceptar los principios filosóficos
universales, no obtenidos a través de la fe, estamos en
un campo de comunión con los no cristianos,
materialistas, espiritualistas, ateos (Hegel),
panteístas, etc.
Esto es
claro: Si hay una realidad natural diferente a la
realidad sobrenatural, el conocimiento alcanzado de ella
a través de la observación, racionalización y
generalización no es específico de los cristianos, es
común a todas las personas, y, por lo tanto, en el
terreno de las leyes científicas, por ejemplo, es mucho
más fácil la comunidad con una mayor parte de la
humanidad.
Las
ciencias sociales han dejado de ser especulativas
simplemente y comienzan a ser positivas. Han abandonado
los universales para volverse inductivas. Están
partiendo de una observación sistemática para llegar a
una generalización lógica de constantes. Ejemplo:
Un grupo
humano en conflicto, con sus variables respectivas
(nivel económico, cultural, etc.) es más unido. Así
pues, es como las ciencias sociales han llegado a
obtener personería de ciencias positivas. Y siendo una
de ellas, teniendo campo de observación y de
experimentación, al actuar sobre lo irrefutable de los
hechos (sólo un loco puede negarlos) nos abren campo de
comunidad y acuerdo con una mayor parte de la humanidad
cristiana o no.
Concluyendo, una vez más podemos afirmar que en el
conocimiento natural de realidades naturales, los
cristianos podemos y tenemos que estar de acuerdo con
una inmensa parte de la humanidad.
Hay formas
de conocimiento distintas: natural y sobrenatural. El
hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios. En los
planes de Dios el hombre debe ser sobrenatural y si no
lo es porque no tiene la gracia, tiene una vocación
sobrenatural. La naturaleza del hombre ha sido elevada a
la sobrenaturaleza y por lo tanto el hombre es capaz de
actuar sobrenaturalmente. Lo sobrenatural no está
superpuesto al hombre como un sombrero. Está unido
substancialmente a lo natural; la unidad está en el
hombre, en Cristo, en Dios. El usar las cosas naturales
implica actos sobrenaturales si estamos elevados a la
dignidad de hijos de Dios. Para el cristiano todo es
sobrenatural; al actuar hace actos sobrenaturales, no
sobrenaturaliza las cosas.
El
cristiano, al tener la gracia, al vivir
sobrenaturalmente merece, aunque de acuerdo con sus
capacidades y sus oportunidades no llegue a un
conocimiento muy perfecto, a una verdad muy sólida. No
así el no cristiano, que al no tener la vida
sobrenatural, no merece, aunque su conocimiento sea más
valedero. El médico no cristiano, por ejemplo, puede ser
mejor médico que un médico cristiano. Lo mismo que el
filósofo, el químico, el artista.
El
integrismo consiste en creer que lo sobrenatural da por
sí mayor eficacia que lo natural.
En lo
natural lo cristiano, por serlo, no es más eficaz. Por
lo tanto, la ciencia, la política, la economía, etc.,
orientadas, encontradas por los no cristianos pueden ser
más eficaces que las halladas por los cristianos.
El hombre
es una realidad integrada natural y sobrenaturalmente.
¿Cómo se
distinguen los que actúan sobrenaturalmente?, ¿los que
tienen gracia?, no podríamos juzgar que aquellos que
llenan las iglesias, los que van a misa los domingos,
comulgan, etc., poseen la gracia. El indicio o señal que
da bases para presumir que tienen gracia, es el AMOR.
El
cristiano ama: ese amor lo distingue, lo caracteriza.
Las prácticas exteriores sirven como medio para llegar
al amor y deben estar movidas a su vez por el amor.
Tales prácticas sin el amor no tienen validez. El no
cristiano que ama y está buscando de buena fe, tiene la
gracia, está obrando sobrenaturalmente, es hijo de Dios.
En cambio el cristiano que cumple las prácticas externas
y no ama, no es cristiano. ,
El hombre
integrado desde el punto de vista materia-espíritu,
natural-sobrenatural, debe estar amando.
Así las
cosas, ¿qué tiene que ver el cristiano en lo natural? En
lo natural, en lo temporal, los cristianos no se
diferencian de los demás. Pero tenemos la obligación de
diferenciarnos, de ser mejores. Tenemos como imperativo
el amor, que si es real debe ser eficaz integralmente,
tanto en lo natural como en lo sobrenatural. Si no somos
eficaces, si no damos frutos (por ellos nos conocerán),
no estamos amando.
Por
consiguiente el compromiso temporal del cristiano es un
mandato del amor. Debe encaminarse con eficacia y hacia
el hombre integral materia-espíritu,
natural-sobrenatural. Lo que diferencia al cristiano en
el campo natural es su manera de amar, a la manera de
Cristo, impulsado por Él.
"Nadie
tiene mayor amor que aquel que da la vida por sus
amigos".
Si el cristiano busca la línea del mayor amor llegará a
la mayor eficacia en todos los campos, en el de los
universales, en el de los positivos, etc.
A través de
los niveles ya mencionados estamos de acuerdo con los no
cristianos, que no sabemos si lo son o no, lo cual sólo
podemos conocerlo si aman, y los cristianos debemos amar
hasta tal punto, que seamos cada vez más solidarios con
toda la humanidad.
IV
La
esencia del cristianismo y el compromiso con un cambio
de estructuras
1964
PROGRAMACIÓN ECONÓMICA Y EXIGENCIAS APOSTÓLICAS
Este
estudio fue presentado en francés al II Congreso
Internacional de Pro Mundi Vita que se realizó en
Lovaina del 8 al 10 de septiembre de 1964 con el título,
"Programmation économique et exigences apostoliques". Su
autor lo redactó en español con el título "Consecuencias
de la programación económica para el apostolado en los
países subdesarrollados" y su texto original fue
utilizado por la Democracia Cristiana para publicarlo en
Colombia a fines de 1965 como
«La
Revolución, imperativo cristiano».
ESENCIA
DEL APOSTOLADO CRISTIANO
Para
determinar cuál es la esencia del apostolado cristiano
tenemos que precisar dos aspectos: uno ontológico y otro
epistemológico. En otras palabras, debemos definir qué
es el apostolado cristiano y cómo lo podemos reconocer.
1. ¿Qué es
el apostolado cristiano?
El
apostolado cristiano es la actividad que se desarrolla
para establecer e incrementar el Reino de Dios.
El apóstol
por excelencia es Cristo. Si definimos cuál fue la
esencia de su misión, podemos definir cuál es la esencia
del apostolado cristiano.
Dios le
concedió poder a Cristo para que: "Él dé la vida eterna
a todos aquellos que le confió" (Jn XVII,
2).
En el
evangelio de San Juan, encontramos el uso de las
palabras "vida" y "vida eterna" en el mismo sentido en
que San Mateo usa la expresión "Reino de Dios" y San
Pablo la de "Justicia"'. Identificación por lo demás
legítima, ya que el Reino de Dios consiste en tener la
vida; y la justicia -en el sentido paulino- consiste en
poseer esa misma vida. Cristo vino "para que las
ovejas tengan la vida y la tengan abundantemente" (Jn.
X, 10). Por consiguiente la esencia del apostolado
reside en trabajar para que todos tengan la vida
sobrenatural y la tengan en abundancia.
2. ¿Cómo
podemos reconocer el trabajo apostólico?
El trabajo
apostólico consiste en todo aquello que lleve a los
demás a tener la vida sobrenatural. Este trabajo siempre
es eficaz, aunque sus resultados no sean visibles. El
resultado último y esencial es invisible ya que es la
misma vida sobrenatural. Sin embargo hay varios indicios
de la existencia de la vida sobrenatural que condicionan
la actuación apostólica. Es importante que la acción
apostólica se encamine a producir dichos indicios como
medios y no como fines. Hay un elemento externo que es a
la vez indicio y condición insustituible de la acción
apostólica. Son las manifestaciones de amor al prójimo.
Si esas manifestaciones de amor al prójimo están
animadas de la vida sobrenatural, además de indicio y
condición "sine qua non", se convierten en fin de la
acción apostólica. Explicaremos esta afirmación al
aclarar cuáles son los demás indicios de existencia de
la vida sobrenatural y por lo tanto de los medios
propios del apostolado cristiano.
Los medios
ordinarios para obtener la vida sobrenatural, son los
previstos en las Escrituras y en la práctica de la
Iglesia: oración, sacramentos, misa. Sin embargo, el
empleo de estos medios, aunque sea un buen indicio de
existencia de la vida sobrenatural, no dan una
certidumbre absoluta de dicha existencia, sin una
revelación especial .Es posible que haya una práctica de
estos medios sin que haya caridad, y sin caridad no son
índice de vida sobrenatural.
Profesar la
fe en Dios y en Jesucristo, puede ser también un índice
de posesión de la vida sobrenatural. "La vida eterna
es que ellos te conozcan a tí, único Dios
verdadero, y a tu enviado, Jesucristo" (Jn XVII, 3).
Sin embargo también se puede tener y profesar la fe, sin
tener vida sobrenatural: "Si teniendo tanta fe que
trasladase los montes, si no tengo caridad, no soy nada"
(1 Cor. XIII, 2). De nada sirve al cristiano
tener todos los indicios de tener la vida sobrenatural,
si no tiene caridad.
En cambio
si se tiene caridad se tiene todo. "Porque aquél que
ama al prójimo cumple con la ley" (Rom. XII I, 8).
La caridad es, por lo tanto, "La ley en su plenitud"
(Rom. XIII, 10).
No puede
haber vida sobrenatural sin caridad, y sin caridad
eficaz. Esencialmente la caridad es el Amor
sobrenatural. Para que haya verdadera caridad se
necesita que exista un verdadero amor. Las obras en
favor del prójimo son indispensables para que el amor
sea verdadero. Por lo tanto, la caridad ineficaz no es
caridad. "Es por sus frutos por lo que los
reconoceréis" (Mat. VII, 16). "Si un hermano o
una hermana están desnudos, si ellos carecen del
alimento diario, y uno de vosotros le dice: Id en paz,
calentaos, saciaos, sin darles lo necesario para su
cuerpo, ¿de qué sirve esto?" (Sant. 11,15,16).
El juicio
de Dios sobre los hombres está basado fundamentalmente
en la eficacia de nuestra caridad. En el juicio final
(Mt.XXV.31 ss.) lo que decidirá sobre la suerte eterna
será haber dado comida, bebida, hospedaje, vestido,
acogida real a nuestros hermanos.
Como
conclusión, podemos afirmar que no hay vida
sobrenatural, en las personas que tienen uso de razón,
cuando faltan las obras en beneficio de nuestro prójimo.
Estas obras, materiales y espirituales, en sí mismas no
son indicios absolutamente ciertos de la existencia de
la vida sobrenatural. Puede haber obras buenas que no
sean sobrenaturales. Para que lo sean, se necesita que
el que las ejecuta tenga la gracia para lo cual es
necesario tener la fe, aunque sea implícita. Una persona
que esté de buena fe puede salvarse. No es cierto que
fuera de la Iglesia no puede haber gracia, ni que la
única forma de pertenecer a la Iglesia sea la recepción
formal de los sacramentos. Puede haber Bautismo de deseo
y Penitencia de deseo.
Por lo
tanto puede haber vida sobrenatural, aun cuando no haya
fe explícita, ni recepción formal de sacramentos. En
cambio no puede haber vida sobrenatural, en los
individuos racionales, si no hay obras en favor del
prójimo.
El problema
no es de exclusión sino de prioridades, de política en
la acción apostólica; en una palabra, de pastoral.
Sabemos que
los sacramentos producen la vida sobrenatural. Pero la
recepción externa no es necesaria para los sacramentos
"in voto". En cambio, sabemos que las obras en favor del
prójimo (espirituales y materiales) sí son
indispensables para la vida sobrenatural.
La acción
apostólica puede especializarse en procurar la práctica
de los sacramentos. Sin embargo, esta práctica sin las
obras no vale nada.
Puede
también concentrarse en las obras. Sin la gracia las
obras tampoco son meritorias
Una buena
pastoral que parta de los sacramentos debe terminar en
las obras de caridad, y una buena pastoral que parta de
las obras de caridad debe culminar en los sacramentos.
La única
diferencia, pero muy importante, es la de que la
práctica de los sacramentos no supone las obras. Es
necesario probar que hay obras, aunque sean interiores,
para presumir que hay vida sobrenatural: "Nosotros
sabemos, que hemos pasado de la muerte a la vida, porque
nosotros amamos a nuestros hermanos" (1 Jn III, 14).
En cambio
las obras, interiores y exteriores en favor de nuestro
prójimo, sí deben presumirse hechas por amor
sobrenatural. La presunción de la existencia de la vida
sobrenatural, está basada en la obligación de pensar que
todo el mundo está de buena fe, mientras no se demuestre
lo contrario.
Las dos
vías son legítimas. Sin embargo, la insistencia en las
obras parece más eficaz que la insistencia en los
sacramentos. En abstracto, no podemos tampoco juzgar,
que la persona que aparentemente no haga sino
recibir los sacramentos, no tenga obras desconocidas o
incognoscibles (interiores) de amor al prójimo.
Lo que aquí
estamos tratando de precisar es la prioridad y el
énfasis que el apóstol debe dar a las obras.
Esta
prioridad se aclara más, si se consideran dos
circunstancias históricas actuales. Circunstancias que
deben, por otra parte, orientar la acción pastoral:
A. El
Problema Social.
B. El
Pluralismo.
A. El
Problema Social
actual, ha sido definido desde el punto de vista
cristiano en muchas ocasiones, por los Papas y por
diversos autores. Elemento indiscutible en estas
definiciones es el de la miseria material. No es un
factor exclusivo, pero es indispensable para entender el
problema y para resolverlo. En el mundo actual es
imposible ser cristiano, sin enterarse del problema de
la miseria material.
Ahora bien,
el problema de la miseria material exige el concurso de
todos los hombres. De ahí que sólo en casos de una
vocación especial, o de una circunstancia personal de
excepción, es difícil, en la situación actual, poder
eximir de las obras exteriores y materiales a los
cristianos.
Como
política de conjunto, el apostolado debe dirigirse con
prioridad a las obras materiales en favor del prójimo,
para centrarse en una perspectiva de caridad efectiva y
actual.
B. El
Pluralismo
ha sido también reconocido como característica de la
sociedad actual. Pluralismo ideológico e institucional.
Los sistemas religiosos, filosóficos y políticos
opuestos, han tenido que afrontar la realidad de su
coexistencia. Esta resulta más fácil y menos costosa que
la mutua eliminación. La coexistencia no puede
verificarse sino en base a los puntos comunes. Un
conjunto importante de puntos comunes, los ofrecen los
programas de acción. La acción en favor de los hombres,
ejecutada por hombres, nunca es totalmente buena ni
totalmente mala. Cuando se produce, cuando pasa de los
proyectos a las realidades, se presenta como un reto a
las conciencias de todos los que buscan el bien de la
humanidad. El reto de la acción es bastante
comprometedor: aceptar un programa de acción implica
asumir los defectos inevitables que tenga; rechazarlo
significa descartar las ventajas que innegablemente
también tiene que tener.
Sin
embargo, la acción, es algo concreto. Las variables que
la condicionan son controlables, en su mayoría, por la
observación objetiva. Los hechos no se prestan a
discusión. Por otra parte, la acción, para servicio de
los demás, dentro de los valores del mundo actual, ha
venido a ocupar el primer puesto. Cristianos y
anticristianos lo aceptan como primera prioridad. Las
diferencias están en los medios, en las modalidades y en
los fines últimos. Pero el principio de amor al prójimo
no se discute. El elemento en común está constituido,
por lo que es esencial en el cristianismo. Podríamos
decir, que en los no cristianos ese principio es
naturalista y no es formalmente cristiano. Para afirmar
esto, debemos probar antes la mala fe de los
anticristianos que profesan y realizan obras de
beneficio para el prójimo.
Si el
apóstol cristiano concentra sus energías, principalmente
(no exclusivamente) en que todos ejecuten obras de amor
a los hombres, está insistiendo en un valor que es
universalmente aceptado y que constituye un indicio de
la existencia de la vida sobrenatural.
En un mundo
pluralista la unión en la acción en favor de tos
hombres, es una unión en una base
presumiblemente cristiana.
Dentro de
este criterio, dice el Papa Juan XXIII en la Encíclica
Pacem in Terris: "Se ha de distinguir también
cuidadosamente entre las teorías filosóficas sobre la
naturaleza, el origen, el fin del mundo y del hombre, y
las iniciativas de orden económico, social, cultural o
político, por más que tales iniciativas hayan sido
originadas e inspiradas en tales teorías filosóficas,
porque las doctrinas, una vez elaboradas y definidas, ya
no cambian, mientras que tales iniciativas,
encontrándose en situaciones históricas, continuamente
variables están forzosamente sujetas a los mismos
cambios. ¿Además, quién puede negar que en dictados de
la recta razón e intérpretes de las justas aspiraciones
del hombre, no pueden tener elementos buenos y
merecedores de aprobación?"
"Teniendo
presente esto, puede a veces suceder que ciertos
contactos de orden práctico, que hasta aquí se
consideraban como inútiles en absoluto, hoy, por el
contrario, sean provechosos o puedan llegar a serlo".
Las formas,
las condiciones y las circunstancias de dicha unión las
consideramos más adelante. Por ahora nos basta revelar
la importancia de insistir en las obras exteriores en
favor del prójimo, para el apóstol que debe actuar en
una sociedad pluralista.
Resumiendo:
Las obras en beneficio del prójimo son:
1º Desde el
punto de vista teológico, un índice de los más seguros
de la existencia de la vida sobrenatural.
2º Desde el
punto de vista pastoral, el objetivo más importante para
el apóstol que vive en una sociedad con problemas
sociales y de constitución pluralista.
ELEMENTOS DE LA PROGRAMACIÓN ECONÓMICA
EN LOS
PAÍSES SUBDESARROLLADOS
1.
Nociones
El concepto
de "programación económica" debe ser precisado para
poder hacer cualquier consideración al respecto.
Todo
programa supone una previsión del futuro. Supone un
plan. Por eso es necesario definir qué entendemos por
planeación económica y en qué sentido la programación
puede ser sinónimo de planificación.
Programación económica puede ser una previsión que no
tenga ninguna seguridad de cumplirse. Puede ser también
parte de una planificación económica. En el presente
estudio se considerará en este sentido, y por eso se
tratará de profundizar en la noción de planificación. La
planificación económica es el conjunto de medios y de
fines que se determinan para el desarrollo de los bienes
y servicios de una determinada sociedad.
La
planificación económica puede ser distinta de una
comunidad a otra, de un país a otro, de una región
socio-económica a otra. También puede variar de acuerdo
con los regímenes y la clase de autoridad que la plantea
y ejecuta.
Las
variables son diferentes en un país capitalista,
desarrollado o en proceso de desarrollo, o en un país
socialista.
2.
Planificación en los países socialistas
La
planificación en los países socialistas fue el resultado
de las necesidades, más que un efecto premeditado de los
técnicos marxistas.
La Unión
Soviética tuvo que abordar desde el principio del
régimen socialista la penuria de materias primas. Fue
necesario centralizar su repartición. Esta
centralización y esta repartición, exigieron a su vez
una centralización de informaciones. La labor del
Consejo Superior de la Economía Nacional (creado por
Lenin el 5 de enero de 1918) se redujo al principio, a
la aplicación a la industria de los "cuestionarios
estadísticos" utilizados para la agricultura, desde
hacía mucho tiempo en otros países.
El
"Servicio de Coyuntura" hacía previsiones al nivel
nacional, que poco a poco se transformaron en
directivas. El Gosplan (Comisión del Plan de Estado)
comenzó en 1923 a hacer proyectos de planes quinquenales
para la industria metalúrgica y los transportes.
Solamente después de quince años se fijaron métodos y
teoría para una planificación nacional. Es de notar que
al comienzo ésta se llevó a cabo respetando la propiedad
privada de la mayoría de los medios de producción. Por
lo tanto no era muy diferente de la planificación que se
hace hoy en países capitalistas. Solamente cuando el
Estado controló los principales medios de producción,
pudo planificar con verdadera fuerza imperativa.
Mucho se ha
discutido sobre la posible evolución económica de Rusia,
si hubiera continuado dentro del proceso capitalista que
se desarrollaba en el resto de Europa. Sin embargo, ésta
es una suposición irreal. Debemos atenernos a los hechos
y analizarlos como sucedieron históricamente. La Unión
Soviética, gracias en gran parte a su sistema de
planeación económica, con control del Estado sobre los
medios de producción, ha llegado a ser hoy en día, por
lo menos la segunda potencia económica del mundo,
partiendo de un estado de subdesarrollo en el año 1917.
¿A qué le
podemos atribuir principalmente ese desarrollo? Sin
necesidad de adentrarse demasiado en la teoría marxista
de la plusvalía, se puede afirmar que la Unión Soviética
ha utilizado, casi en su totalidad y en forma progresiva
las ganancias de la producción nacional, en fines
comunes y técnicamente planificados. Este resultado
tiene una estrecha relación de causalidad con la teoría
marxista. Sin embargo, cabe preguntarse, ¿hasta dónde
otra ideología, por ejemplo, de tipo espiritualista,
habría podido inspirar efectos económicos semejantes?
¿Hasta dónde están implicados los principios
materialistas en la orientación autoritaria de las
inversiones? Al final de este capítulo se considerará el
problema.
3.
Planificación en los países capitalistas
La
planificación capitalista al nivel nacional solamente se
encuentra en Alemania, antes de la última guerra
mundial.
Exceptuando
planes parciales, únicamente después de esta época
encontramos en casi todos los países una planificación
económica nacional. La tardanza en la aparición de
dichos planes se puede atribuir a las siguientes causas:
a) Recursos
suficientes en cuanto a materias primas.
b) Ausencia
de integración regional (Mercado Europeo p. ej.)
c) Falta de
planeación generalizada al nivel empresarial y local.
d) Ausencia
de datos estadísticos suficientemente completos y
exactos.
e) Ausencia
de una concepción suficientemente intervencionista del
Estado.
La
planificación económica en los países capitalistas, de
la misma manera que en los países socialistas, es un
efecto del desarrollo económico y de la competencia. Sin
embargo, en los primeros, que ahora se consideran, las
características de la planeación, son aún muy diferentes
a las que son propias de los países socialistas. "Las
producciones en un régimen liberal serían más en función
de intereses particulares, que de necesidades generales
a las cuales se adaptan difícilmente", dice Campion. Con
todo, es necesario anotar de qué manera las "necesidades
generales" han sido tomadas progresivamente, más en
cuenta en los países capitalistas. Para hacer este
análisis debemos adentrarnos algo en la evolución de la
estructura política de estos mismos países.
Recién
establecidos los regímenes democráticos, los grupos de
presión minoritarios orientaban la política económica.
El desarrollo económico trajo consigo, un desarrollo
social caracterizado por una elevación de los niveles
culturales y económicos de los grupos mayoritarios. La
doctrina marxista y el movimiento social-cristiano
alimentaron la formación de organizaciones populares. La
escasez de mano de obra calificada primero, y de mano de
obra nacional en general, después, hicieron más
poderosas las organizaciones nacionales de trabajo.
Con la
elevación del ingreso nacional vino la elevación
evidente, aunque no proporcional, del nivel económico de
los grupos mayoritarios. Esto facilitó el aumento del
nivel educacional, de las cooperativas de todo género,
dentro de estos mismos grupos que empezaron a ejercer
presiones diversas y eficaces sobre los organismos
gubernamentales. El juego de fuerzas entre las minorías,
detentadoras del poder económico y las mayorías
organizadas, se hizo más equitativo. Los intereses
particulares se hicieron más generales. Esto,
naturalmente, dentro del ámbito nacional, ya que en
relación con la política internacional, los intereses de
los países indigentes eran sacrificados a los de los
países ricos. La predicción de Lenin comenzó a
cumplirse: el capitalismo nacional se convirtió en
imperialismo internacional.
La
característica que diferencia fundamentalmente a la
planificación capitalista de la planificación socialista
es el grado de control sobre las inversiones y la
rapidez con que éste se adquiere.
En el
momento actual el control sobre las inversiones,
ejercido en los países capitalistas, realizado por
sistemas indirectos tales como los impuestos, el
crédito, los subsidios, etc., es bastante generalizado.
Sin embargo, nunca alcanza al grado de intensidad de los
países socialistas y los intereses particulares, aunque
intervenidos, no dejan de ser importantes en las
decisiones de la política en general.
En cuanto a
la rapidez, es cierto que la adquisición del control
supuso en los países socialistas un proceso de varios
años como se expuso atrás. Con todo, la orientación
hacia los intereses comunes y el criterio técnico
imperaron desde un principio y el proceso fue
evidentemente más corto.
4.
Planificación en los países subdesarrollados
Los países
indigentes han sido llamados países subdesarrollados,
países en desarrollo o en vía de desarrollo.
Las
denominaciones diversas, últimamente han adquirido un
carácter eufémico más conforme a una delicadeza
paternalista que a un criterio técnico.
El
subdesarrollo tiene evidentemente diversos grados. Sin
embargo, un país subdesarrollado es diferente de un país
"en desarrollo". El primero se encuentra
estructuraImente imposibilitado para desarrollarse. El
segundo ya ha pasado por el que se ha solido llamar
"punto de arranque" del desarrollo. De lo contrario no
se podrá llamar "en desarrollo".
La
planificación en los países subdesarrollados debe
beneficiarse, hoy en día, de las experiencias adquiridas
en la materia, tanto por los países capitalistas como
por los países socialistas.
De hecho,
los países subdesarrollados están intentando, hoy en
día, la realización de una planificación económica. En
muchos de ellos existen organismos estatales de
planeación que la ejecutan con muy poca eficacia. Para
mejorarla se proponen fórmulas administrativas, se
reúnen expertos, se celebran congresos. Sin embargo, es
necesario que se analicen las deficiencias estructurales
que obstaculizan en estos países una auténtica y eficaz
planificación económica en favor de las mayorías.
Dentro de
estas deficiencias surgen dos tipos de obstáculos: los
económicos y los sociales.
A.
OBSTÁCULOS ECONÓMICOS
Anotaremos
los principales:
a) Falta de
inversiones productivas
b) Falta de
personal técnico
c) Falta de
una política de desarrollo.
a) Falta de
inversiones productivas
Esquematizando, las inversiones pueden ser de capitales
nacionales y de extranjeros.
Las
inversiones productivas de capitales nacionales, son
difíciles de lograr espontáneamente. En primer lugar
porque los capitales nacionales son escasos, ya que
escaso es el ahorro, porque los ingresos son bajos.
Además, los capitales se invierten, de preferencia, en
países que tengan moneda estable, y en donde haya más
seguridades institucionales. Es decir, en países
industrializados y desarrollados. Estos fenómenos
constituyen círculos viciosos difíciles de romper.
Por otra
parte las inversiones en bienes de consumo y bienes
suntuarios, no son planificadas ni siempre son las más
productivas. Desgraciadamente éstas son las más usuales
en los países subdesarrollados.
En éstos es
imposible lograr inversiones productivas, si ellas
dependen de la iniciativa privada.
En cuanto a
la inversión de capitales extranjeros, el factor
político es determinante. La división del mundo en dos
bloques, capitalista y socialista, hace que los países
subdesarrollados que se alineen en uno u otro se vean
sometidos a un monopolio en cuanto a la financiación
externa.
La falta de
competencia que implica esta polarización, pone a los
países subdesarrollados incondicionalmente en estado de
dependencia del país inversionista.
La
planificación de las inversiones, tanto nacionales como
extranjeras, requiere hoy en día que se haga en el plano
supranacional.
Todos los
países subdesarrollados aspiran a conquistar su
independencia económica, mediante la industrialización.
Casi todos pretenden también poseer una industria pesada
nacional. Sin embargo, los esfuerzos aislados de cada
nación pueden resultar antieconómicos. Mediante la
integración regional podría estudiarse qué género de
inversiones podría ser más productivo, y si es el caso,
que algunos países se especialicen en producción
agropecuaria y otros en algunas industrias
complementarias de las de los demás.
Esta
planificación supranacional exige un margen de libertad,
para que los países subdesarrollados puedan aprovecharse
del juego de la competencia establecida entre los países
desarrollados.
b) Falta de
personal técnico
El personal
técnico no se puede lograr sin inversiones en el sector
de la educación. Los bajos presupuestos de los países
subdesarrollados para éste, son una manifestación de la
falta de criterio de productividad en las inversiones.
Se prefiere invertir en material bélico, en ejército o
en burocracia poco eficaz, ya que estas inversiones
están más de acuerdo con los intereses de las minorías
privilegiadas, a quienes corresponde tomar las
decisiones.
Con
porcentajes tan bajos de preparación técnica es
imposible tener ejecutores de un plan de desarrollo
verdaderamente científico. Influyen también
poderosamente los altos índices de analfabetismo. Este
defecto en la base, trasciende lógicamente a los niveles
medio y superior de la educación. Por falta de
planeamiento autoritativo, en ocasiones los
profesionales de nivel superior son más numerosos que
los del nivel medio, pese a que las necesidades
requieren lo contrario. Los mejor calificados de nivel
superior, muchas veces emigran a países desarrollados en
donde encuentran mayor remuneración.
En muchas
ocasiones la ayuda por parte de los países ricos a los
subdesarrollados, se hace en base a la asistencia
técnica. Esta es muy necesaria, pero sería importante
estudiar también cómo evitar la emigración de los
técnicos nacionales.
c) Falta de
una política de desarrollo
La falta de
inversiones productivas y de personal técnico, está
sometida a una serie de círculos viciosos, de los cuales
es imposible salir sin una decisión por parte de los que
controlan los factores de poder. En los países
subdesarrollados, los diversos factores de poder están
generalmente concentrados en muy pocas manos. Los medios
de producción y los altos niveles culturales, pertenecen
a una clase dirigente minoritaria. Esta misma clase
reducida, ejerce por sí misma o por medio de un cuerpo
de políticos el poder político; en algunos países en
donde hay una mayor división de trabajo, el grupo
dirigente ni siquiera se toma la molestia de ejercer
funciones públicas. Le basta con poder dirigir a los
funcionarios. El ejército no se justifica en dichos
países, sino para mantener el orden interno, es decir,
la estructura dominante. Cuando se habla sobre las
frecuentes revoluciones o golpes de estado, en
Latinoamérica por ejemplo, no se trata de verdaderas
revoluciones, ya que las estructuras se conservan
intactas. Lo que sucede es que hay apenas un simple
relevo de personal en los cargos públicos. Cuando este
relevo no lo puede ejecutar la clase dirigente por las
vías legales, entonces opta por las ilegales.
A través
del poder económico, del poder cultural, político y
militar, la clase dirigente controla los demás poderes.
En aquellos países en donde la Iglesia y el Estado están
unidos, la Iglesia es un instrumento de la clase
dirigente. Cuando, además la Iglesia posee gran poder
económico y poder sobre los medios educacionales, la
Iglesia participa del poder de la minoría dirigente.
A
continuación se tratará de analizar qué factores
influyen en las decisiones económicas de las minorías
dirigentes de los países subdesarrollados, y si es
posible que éstas tomen medidas para romper los círculos
viciosos.
Como
ejemplo tomaremos las decisiones que se tomen respecto
de las inversiones, ya que de éstas dependen los dos
primeros obstáculos ya anotados, a saber, falta de
inversiones productivas y de personal técnico.
Las
decisiones para hacer inversiones, que sirven a las
mayorías, difícilmente pueden ser adoptadas por las
minorías a no ser que también se beneficien por las
mismas decisiones. Es cierto que pueden encontrarse
actitudes altruistas en algunos miembros del grupo
minoritario. Pero es difícil que las motivaciones
individuales produzcan actitudes del grupo, como tal.
Se
examinará una decisión que podría ser tomada por la
clase minoritaria, y que favorecería a todos. La
elevación general de los niveles de vida.
El aumento
del poder adquisitivo aumenta, en principio, la demanda
y aumentando la demanda se puede aumentar la producción.
Ahora bien,
para que este mecanismo funcione se necesitan algunas
condiciones:
I.
Existencia de una economía nacional de mercado.
II.
Competencia libre (ausencia de monopolios, oligopolios y
de proteccionismo aduanero).
III.
Mentalidad de empresario de los productores.
Expliquemos
estas condiciones:
I. Un
sector importante de los miembros de la clase dirigente
de los países subdesarrollados, no basa sus ingresos en
una economía de mercado nacional. Los terratenientes
ausentistas, muchos propietarios de finca raíz y los que
invierten en el extranjero, no se ven afectados por las
fluctuaciones inmediatas de la demanda de bienes y
servicios dentro del mercado interno.
II. La
concentración del poder económico en pocas manos, es
correlativa a la estructura monopolística. En los países
subdesarrollados los monopolios, los trusts y los
carteles controlan la producción, especialmente la
producción industrial. En cuando a la producción
agropecuaria que esté dentro de una economía de mercado,
los intermediarios se constituyen en monopolistas de la
distribución.
El
productor monopolístico no depende necesariamente del
volumen de la demanda, para mantener su nivel de
ganancias. Puede establecer el precio por encima de los
costos marginales de producción. Solamente aumentará el
volumen de producción, cuando las ventajas de la
cantidad de ventas, justifiquen la baja del precio que
implica ese aumento.
La
elevación de los niveles de vida, se haría a costa de
las ganancias de los capitalistas. Es mucho más cómodo
insistir en precios altos para menos consumidores, que
en precios bajos para más consumidores. La última
fórmula implica más trabajo, más posibilidades de
conflictos laborales y una reducción de bienes
suntuarios. Si los monopolios gozan de la protección del
Estado, se excluye la competencia de los productos
extranjeros. Mientras el precio de éstos sea más
elevado, el esfuerzo que hace el productor nacional es
únicamente sobre la calidad. La propaganda irá dirigida
al sector de la población que consume, por cualquier
razón, productos extranjeros. La demanda que interesa al
monopolista, es la proveniente de los estratos
económicos altos. Los productores procuran un aumento en
los niveles generales de vida, solamente en un mercado
de libre competencia.
III.
Mentalidad de empresario de los productores.
No obstante
las limitaciones en las condiciones anteriores es
innegable que existen en los países subdesarrollados,
algunos productores que, dentro de una economía de
mercado, están en libre competencia. Sin embargo, para
que éstos decidan hacer aumentar la demanda de sus
productos, necesitan tener el deseo de ampliar su
producción. Para esto se requiere poseer mentalidad de
empresario en el sentido en que la define Schumpeter, en
la cual la productividad, la creatividad y la audacia
están en primer término. Con todo la divulgación de esta
mentalidad, depende estrechamente del desarrollo
económico general. Son dos factores entre los cuales
existe causalidad recíproca. En los países
subdesarrollados la mentalidad feudal es la más
generalizada. El prestigio está basado más en poseer, y
poseer bienes ostensibles, que en producir o poseer
bienes de producción. Esto hace que sólo una pequeña
minoría de los productores, esté interesada en la
elevación de los niveles de vida de las clases
populares.
Esta
minoría es la que se ha solido llamar burguesía
progresista o nacionalista.
El ejemplo
de la decisión anotada respecto de los niveles de vida,
nos ilustra sobre la dificultad que hay para que la
clase dirigente tome decisiones para bien de las
mayorías, y no exclusivamente de sus propios intereses.
En los países subdesarrollados, el poder de esta clase
es tan grande que toda concesión es pérdida.
La
iniciativa de ruptura de los círculos viciosos
difícilmente podrá partir espontáneamente de las
minorías dirigentes. Esta es la base para que no exista
en los países subdesarrollados una política de
desarrollo, y no pueda haber una verdadera y auténtica
planificación económica.
B.
OBSTÁCULOS SOCIALES
Al analizar
la ausencia de una política de desarrollo se vio la
dificultad, de que la clase dirigente hiciera prevalecer
los criterios técnicos para lograr el bienestar de las
mayorías, sobre sus propios intereses de clase.
Si la
iniciativa no parte de la clase dirigente, se puede
suponer que venga de las mayorías, como también se
expuso al hablar de los países capitalistas
desarrollados.
Sin
embargo, es difícil que las mayorías puedan, en los
países subdesarrollados, ejercer presiones
suficientemente eficaces para orientar la política de
desarrollo económico.
Claro está
que así como hay diferencia en los grados de desarrollo,
también las habrá en las posibilidades de presión de las
mayorías, para efectos económicos.
A
continuación se considerarán los obstáculos, para que
las mayorías puedan ejercer presión para efectos
exclusivamente económicos. Estos obstáculos se
presentan, en general, en los países subdesarrollados
pero en grado diferente.
Entre los
principales se pueden enumerar los siguientes:
a) Falta de
motivación;
b) Falta de
información;
c) Falta de
organización;
d) Falta de
libertad de acción.
a) Falta de
motivación
La
motivación está en razón directa de la eficacia
prevista. Ahora bien, la eficacia prevista depende de
las experiencias y de las informaciones. Las
experiencias eficaces en materia económica, son efecto
de los otros obstáculos que se considerarán más
adelante.
Las
informaciones versan sobre eficacia en otras sociedades
similares.
En general,
las masas populares de los países subdesarrollados
tienen muy poca confianza en su propia capacidad para
lograr reformas económicas estructurales. Para reformas
accidentales sí tienen alguna confianza, y por lo tanto
motivación.
b) Falta de
información
La
información se toma aquí en el sentido más amplio:
posibilidad de leer, de oir, de aprender, etc.
Los medios
de información de las clases populares, mayoritarias,
son bastante precarios. Por los altos índices de
analfabetismo, los medios auditivos se han convertido en
los más corrientes, especialmente después de la
invención del sistema de los transistores que no
requieren obras de infraestructura para producir
energía.
Los
contactos personales son también efectivos, aunque en
estos países se ven obstaculizados por la penuria de los
medios de transporte.
Los mejores
medios son más aptos para transmitir y captar "slogans"
de género más político que científico. La información en
asuntos económicos, no ocupa un lugar importante en el
conjunto de las noticias que reciben las masas populares
de los países subdesarrollados. Dentro de éstas se
encuentran muchos de los fracasos sindicales en materias
económicas, que en estos países son frecuentes.
c) Falta de
organización
La
organización supone planeamiento y disciplina, elementos
éstos que constituyen un subproducto del desarrollo.
Los países
subdesarrollados generalmente han sido dominados por
países desarrollados. Las diversas formas de
colonialismo han favorecido la pasividad en las mayorías
de éstos. El individualismo, especialmente entre la
población rural, minifundista, se ha implantado al mismo
tiempo que las instituciones colonialistas.
Las
organizaciones de base son escasas en los países
subdesarrollados. Los rezagos indígenas de
organización comunitaria van desapareciendo
paulatinamente, especialmente en los países en donde las
clases dirigentes son más reducidas.
d) Falta de
libertad de acción
La acción
de grupos rurales ha sido siempre difícil por la
dispersión e individualismo que en general caracteriza a
sus componentes. Los grupos más poderosos desde el punto
de vista numérico, económico y organizativo pertenecen a
las grandes empresas tanto urbanas como rurales. Con
todo, los miembros de base de estas empresas, participan
generalmente de los privilegios de los patronos, aunque
en escala muy inferior. En general, los sindicatos de
las grandes empresas monopolistas o protegidas son
sindicatos patronalistas que no gozan de libertad de
acción. .
Los bajos
recursos económicos de esta población de base le impide
la libertad de acción. Las huelgas de los sindicatos no
patronalistas, cuando no son declaradas ilegales, son
reducidas por hambre.
El
macartismo legal o informal es un instrumento de las
clases dirigentes, para impedir la acción de las
organizaciones de base y, en especial, la de sus
dirigentes. . ;
Como
conclusión, podemos afirmar que en los países
subdesarrollados, no se podrán formar grupos
mayoritarios para producir cambios exclusivamente
económicos de carácter estructural, sin elementos
implicados en el mismo proceso de desarrollo. Dichos
elementos son principalmente: una motivación eficaz para
formarlos, una información cierta y completa, sentido de
planificación y de disciplina, y una relativa libertad
política, legal y económica para actuar.
5.
Posibilidad de presión política para las mayorías en
países subdesarrollados
Para las
presiones de tipo político ejercidas por las mayorías,
los obstáculos en países subdesarrollados, son mucho
menores.
La
propaganda política es más abundante y accesible. Causa
motivaciones basadas en éxitos conocidos. Las
organizaciones políticas, por el contrario, son más
difíciles, pero en ocasiones se pueden disfrazar bajo la
apariencia de organizaciones sociales y, en este caso,
la clandestinidad favorece la motivación y quizás más
que para producir las presiones económicas. Sin embargo,
la lucha, precisamente para conquistarla, por hacerse
más obvia se torna en menos difícil.
Es claro
que la presión política no se puede aislar de la presión
económica ni, mucho menos, de la presión social. Con
todo, se considera aquí la presión política en el
sentido de la serie de gestiones, legales o ilegales,
pacíficas o violentas que se realizan en vista a
procurar decisiones gubernamentales. Las decisiones
gubernamentales pueden ser dentro de las estructuras,
reformando las estructuras o cambiándolas. En
consecuencia la presión se puede hacer, o para obtener
cambios accidentales, o para reformar las estructuras o
para cambiarlas. Esta distinción es fundamental para los
países subdesarrollados.
La presión
para lograr cambios accidentales,
no estructurales, ha sido generalmente la única
actividad de los grupos mayoritarios organizados. El
establecimiento de una legislación laboral calcada en la
de los países desarrollados, ha servido como sofisma de
distracción para canalizar los esfuerzos de la clase
popular hacia lo accidental. Dentro de estos cambios
accidentales, figuran algunas ventajas económicas que
estarían comprendidas en los resultados de las presiones
de tipo económico de que se habló atrás.
La presión
para obtener cambios reformistas,
es aquella que pretende soluciones de transacción. Es
decir, soluciones que contemplen intereses comunes a la
clase alta y a la clase popular. Estas soluciones no
cambian las estructuras, sino que las adaptan a esos
intereses, en caso de que existan. En ocasiones,
preparan a la sociedad para un cambio fundamental. Por
ejemplo las Leyes de Reforma Agraria que sirven para
industrializar un país.
La presión
para obtener un cambio revolucionario,
es la que se encamina al cambio de las estructuras.
Especialmente se trata de un cambio en la estructura de
la propiedad, del ingreso, de las inversiones, del
consumo, de la educación y de la organización política y
administrativa. Igualmente contempla el cambio en las
relaciones internacionales de tipo político, económico y
cultural.
El deseo y
la previsión de la clase dirigente se modifican, con el
género y con la intensidad de la presión proveniente de
la clase popular.
En el
cuadro siguiente se exponen las alternativas que pueden
plantear esta confrontación de actitudes y de fuerzas.
EXPLICACIÓN
DEL CUADRO
VALORES:
Se toman arbitrariamente tres grados de intensidad: el
máximo, el medio y el mínimo.
DESEO: No
se trata de una actitud tradicional y sentimental
únicamente. Ni de una actitud de personas aisladas. El
deseo puede ser motivado por razones económicas y por
intereses de grupo. Del deseo se excluye, en este
planteamiento, el temor ante el peligro de no supervivir
como clase o como grupo. Este temor se incluye en la
columna de "Previsión "
El deseo se
analizó anteriormente, al considerar los intereses
comunes que podrían determinar a la clase dirigente a
hacer decisiones en cuanto a las inversiones
productivas.
FORMAS
POSIBLES DE CAMBIO DE ESTRUCTURAS
Clase
|
|||||
Clase
|
Dirigente
|
Popular
|
|||
Valores
|
Deseo
|
Previsión
|
Presión
|
Resultado
|
Ejemplo
|
a =
Máximo
|
b
|
a
|
a
|
Revolución Pacífica
|
Chile
|
b=
Medio
|
c
|
c
|
a
|
Revolución Violenta
|
Cuba
|
c =
Mínimo
|
c
|
b
|
b
|
Reformismo
|
Colombia
|
Golpe de Estado
|
|||||
c
|
a
|
b
|
derechista
|
Brasil
|
|
c
|
a
|
c
|
Represión
|
Venezuela
|
|
b
|
b
|
b
|
Statu quo
|
Uruguay
|
|
revolución
|
|||||
a
|
a
|
a
|
pacífica Ideal
|
Ante el
cambio de estructuras
Aunque se
corra el riesgo de generalizar arbitrariamente, se puede
afirmar que el grado de deseo en la clase dirigente
depende del número, de la independencia económica,
nacionalismo y mentalidad de empresarios de que gocen
sus miembros. Una burguesía progresista puede desear el
cambio de estructuras. Sin embargo el progresismo en la
burguesía, es también un subproducto del desarrollo
general.
PREVISIÓN:
La previsión es una posición totalmente intelectual y
racional. Un suceso se puede prever aunque no se desee.
La actitud ante el cambio de estructuras, puede variar
fundamentalmente si éste se prevé. Muchas decisiones se
pueden tomar por parte de la clase dirigente en virtud
del famoso principio de "sacrificar algo para no
perderlo todo".
La
previsión de la clase dirigente depende de dos factores:
la capacidad de análisis y la información. La capacidad
de análisis está en función de la calificación y de la
inteligencia de sus líderes. La información depende de
los canales de comunicación.
Si uno de
los dos factores falla, la previsión falla también. Por
eso se pueden plantear diferencias, entre la previsión
de la clase dirigente y la presión real de la clase
popular.
Desgraciadamente en los países subdesarrollados es
posible que se presenten fallas en las dos; La
calificación profesional promedio de los dirigentes,
puede ser baja especialmente en los países colonizados
en donde los países colonizadores han impedido la
educación superior de los cuadros autóctonos.
De todas
maneras es muy probable que la calificación de los
dirigentes se resienta del bajo nivel educacional
general, característico de los países subdesarrollados.
Esta situación se agrava, si los más calificados salen a
trabajar a los países desarrollados.
En cuanto a
la información;
el problema en los países subdesarrollados, generalmente
colonizados, en alguna época, es la coexistencia de dos
culturas.
Maurice
Duverger clasifica estas dos culturas dentro de la
"Población moderna" y la "Población arcaica".
En general
la minoría dirigente se identifica con la primera, y la
mayoría popular, con la segunda. La separación cultural
es el principal obstáculo para la información. Los
medios de comunicación son cada vez más asequibles a la
clase popular. Esta comunicación aumenta las
espectaciones de esta clase, en forma
desproporcionadamente mayor a los progresos económicos y
sociales. Las instituciones de comunicación son
controladas por la clase dirigente (prensa, radio,
televisión, etc.) La clase popular tiene pocos medios de
comunicación. Esta circunstancia puede producir una
información relativamente buena por parte de la clase
popular, en relación a las actitudes de la clase
dirigente; pero también puede impedir que la clase
dirigente sepa lo que está sucediendo en los grupos
mayoritarios. En muchas ocasiones, por las diferencias
culturales, es posible que se emplee el mismo
vocabulario con significados diferentes. Entonces el
lenguaje puede distanciar más que unir. Puede ser que
exista una presión de base poderosa, que no sea prevista
por la clase dirigente
PRESIÓN: Ya
se explicaron atrás las diferentes clases de presión que
puede ejercer la clase popular. En este cuadro no se
intenta precisar cuál de las tres se ejerce. Con todo,
el grado de intensidad (a, b, c) se refiere a la
eficacia con que se busque el cambio estructural
propiamente dicho.
EL
RESULTADO: Puede ser dudoso, pero el expresado se
considera bastante probable.
LOS
EJEMPLOS: Son tomados de casos latinoamericanos que son
los que más conoce el autor. Puede ser que no sean
totalmente exactos, pero son ilustrativos.
6.
Deducciones
De las
alternativas planteadas se pueden extraer las siguientes
conclusiones:
A. En los
países subdesarrollados los cambios de estructura,
no se producirán sin presión de la clase popular.
B. La
revolución pacífica está directamente determinada por la
previsión de la clase dirigente, ya que el deseo, por
parte de ésta, es difícil de lograr.
C. La
revolución violenta es una alternativa bastante
probable, por la dificultad de previsión que tienen las
clases dirigentes.
Respecto de
la planificación económica se puede afirmar, que es
difícil obtener una planificación económica orientada
técnicamente para las mayorías, si no hay una reforma de
estructuras que permita a esas mayorías, presionar las
decisiones políticas.
Si la
planificación no la hace el Estado, orientando
coercitivamente las inversiones, es imposible lograr
eficiencia en favor de las mayorías. Por esto el
problema para el cristianismo, se plantea en términos de
caridad eficaz, es decir, en términos de aquello que
constituye la primera prioridad en el apostolado del
mundo moderno y de los países subdesarrollados.
RESPONSABILIDAD DEL CRISTIANO EN LA PLANIFICACIÓN
ECONÓMICA
1.
Planteamiento del problema
Se ha
demostrado que el apostolado actual, debe tener como
principal objetivo, especialmente en los países
subdesarrollados, el logro de una caridad verdaderamente
eficaz entre todos los hombres, sin distinción de
credos, actitudes o culturas.
Por otra
parte, parece prácticamente imposible lograr que las
mayorías de los países subdesarrollados logren acceso a
niveles socio-económicos verdaderamente humanos, sin una
planificación económica que cambie las estructuras. Las
estructuras no cambiarán sin una presión de las
mayorías, presión que será pacífica o violenta, de
acuerdo con la actitud que asuma la clase dirigente
minoritaria.
Ante ese
proceso, el cristianismo debe adoptar una actitud para
no traicionar la práctica de la caridad. Es necesario
que su reacción no sea, en absoluto, una reacción
oportunista y claudicante ante las exigencias del mundo.
Pero el cristiano no debe apartarse del mundo, sino
preservarse del mal (Jn, XVII, 15). Debe santificar al
mundo en la verdad (Jn, XVII, 19). Debe, como Cristo,
encarnarse en la humanidad, en su historia y en su
cultura. Para eso debe buscar la aplicación de su vida
de amor sobrenatural, en las estructuras económicas y
sociales, en las cuales tiene que actuar.
2. Posibilidades históricas de realizar en países
subdesarrollados, una planificación económica,
tecnificada en favor de las mayorías.
A.
REALIZACIÓN DIRIGIDA POR LOS CRISTIANOS
Cuando se
habla de una realización temporal ejecutada por
cristianos, se debe descartar todo género de integrismo.
Se trata de la acción de los cristianos como personas,
como ciudadanos del mundo, y no como integrantes de una
institución y sociedad religiosa.
Por esta
razón no es necesario definir, si esta acción se
verificará por un partido político que se llame
cristiano, o por cualquier organización en que
participen los cristianos. Lo que se intenta definir son
las posibilidades, ventajas y desventajas, de que los
cristianos lleven el liderazgo de una planificación
tecnificada en favor de las mayorías en países
indigentes.
Posibilidades
No obstante
los adelantos logrados en los últimos tiempos, es
necesario reconocer que los cristianos han andado a la
zaga en el campo de las realizaciones sociales. Además,
sólo en los últimos tiempos la orientación técnica y
científica ha sido patrimonio de los cristianos. Tanto
por su comprometimiento como por su calificación
científica, los cristianos, especialmente en los países
subdesarrollados, no merecen en general, o no pueden
llevar el liderazgo en la planificación económica y en
la reforma de estructuras.
Esta
situación podría cambiar, en el caso de que las otras
corrientes ideológicas se detuvieran en su acción y en
su tecnificación, y los cristianos continuaran en su
avance. Sin embargo, esto no parece probable.
Ventajas
En el caso
de que los cristianos asumieran el liderazgo del cambio
y de la planificación, es posible que los fines últimos
fueran de un humanismo más integral y que los medios
escogidos fueran menos traumáticos, especialmente en
relación con ciertos valores espirituales.
Desventajas
Dadas las
circunstancias históricas en que se encuentran los
cristianos, es posible que éstos fallen por la falta de
tecnificación y por el monolitismo doctrinal.
Monolitismo, en el sentido de exclusión del pluralismo
en la acción, lo cual impide el concurso de muchos
líderes de alta calificación científica. Esta exclusión
no se la pueden permitir los países en donde lo que hay
es precisamente penuria de técnicos.
B.
REALIZACIÓN DIRIGIDA POR LOS MARXISTAS
Por
marxistas se entiende específicamente los que se
adhieren al materialismo histórico y al materialismo
dialéctico. Dentro de éstos se encuentran los comunistas
ortodoxos. El caso de éstos es necesario tratarlo
aparte. En primer lugar se considerarán los marxistas
que no obedecen a la disciplina de los partidos
comunistas oficiales.
Posibilidades
En el mundo
moderno, los marxistas comenzaron el movimiento en favor
del cambio de estructuras. Tienen técnicos en economía y
en ciencias físicas y biológicas. El dogmatismo en
ciencias sociales perjudica parcialmente a los
ortodoxos, que son los verdaderamente dogmáticos. Se
dice "parcialmente", porque muchos análisis
socio-económicos de los ortodoxos concuerdan con la
realidad socio-económica de los países indigentes. Es
más: si se comparan los análisis marxistas que versan
estrictamente sobre la realidad socio-económica de estos
países con los análisis capitalistas, los primeros, es
decir, los marxistas, son más adaptados a la realidad y,
sobretodo, a las espectaciones de las mayorías
indigentes.
En lo
referente a la planificación económica, los marxistas
han tenido la prioridad. Es importante establecer la
diferencia entre el mecanismo puramente económico,
administrativo y técnico de una planificación económica
que regule autoritativamente las inversiones, y la
filosofía que ha inspirado esa regulación. Regulación
que se encuentra inspirada, hoy en día, y practicada en
virtud de otras filosofías, por ejemplo, en Israel. Lo
que prueba que no está necesariamente ligada a la
ideología marxista.
Ventajas
Entre las
ventajas de una realización marxista, podemos anotar su
orientación específicamente popular y el valor de su
análisis sobre sociedades subdesarrolladas o en
desarrollo. Además su tradición en la lucha por el
cambio de estructuras y por la planificación técnica.
Desventajas
Los
marxistas ortodoxos corren el riesgo de ser dogmáticos
en materias tan complejas, tan mutables y tan
contingentes como las socio-económicas. Igualmente, en
lo que se refiere a tácticas, los "miembros del partido"
siguen esquemas prefabricados que, en muchos casos (como
en Cuba), los obligan a marginarse en las luchas
revolucionarias, que se separan de esos esquemas.
En cuanto a
los marxistas heterodoxos, el riesgo que pueden correr,
es el de perseguir fines truncos y recortados por estar
limitados a las concepciones materialistas. Respecto de
los medios, es probable que muchos de éstos coarten
algunos derechos humanos.
C.
REALIZACIÓN DIRIGIDA POR ELEMENTOS NO DEFINIDOS
Probabilidades
La lucha
revolucionaria no se puede realizar sin un
"Weltanschaung" completo e integrado. Por eso es difícil
que en el mundo contemporáneo occidental, esta lucha
pueda realizarse fuera de las ideologías cristiana y
marxista que son, prácticamente, las únicas que tienen
un "Weltanschaung" integral. Por esta razón es también
difícil que las personas no definidas en alguno de estos
campos ideológicos, puedan asumir un liderazgo
revolucionario.
Estas
personas pueden contribuir en la medida en que estén
comprometidas (engagés) y en la medida en que
sean técnicas.
Ventajas
Las
personas no definidas tienen la ventaja de despojar de
dogmatismo las luchas políticas, siempre y cuando estas
personas tengan influencia y obren de buena fe.
Desventajas
Los
extremos pueden ser desventajosos, en aquellos que no
obran en virtud de una concepción total del problema: el
constituirse en idiotas útiles de alguno de los
sectores, en obras sin ninguna mística.
3. Actitud
del cristiano ante las realizaciones en materia de
cambio de estructuras y planificación económica en favor
de las mayorías.
Después de
lo expuesto, queda muy claro que el cristiano, en los
países pobres, no solamente puede, sino que debe
comprometerse en el cambio de estructuras para lograr
una planificación técnica en favor de las mayorías.
De hecho,
las mayores reticencias para adoptar esta actitud le
vendrían al cristiano en caso de que la acción, para los
objetivos expresados, fuera encabezada por los
marxistas.
En tal caso
el cristiano tendría tres alternativas:
El rechazo
de esa acción
La
abstención
La
colaboración
El rechazo
o la abstención ante una acción que en sí sería benéfica
para la mayoría, debe ser motivo de reflexión para un
cristiano. Para decidirse a ello se necesitaría
demostrar que los medios empleados son intrínsecamente
malos o que hay fines inevitables, que también lo son.
En lo que
se refiere a la planificación económica, el fin
principalmente buscado, es el de controlar las ganancias
y las inversiones. El medio sería la intervención del
Estado, tanto cuanto fuera necesario en los medios de
producción.
Es posible
que esa intervención llegue hasta la nacionalización de
algunos o todos los medios de producción
Este fin y
este medio no son intrínsecamente malos. Más aún, si
emplear este medio y buscar este fin, es la forma como
se logra mejor el bien común en una sociedad y en una
época histórica determinadas, se vuelve moralmente
obligatoria la colaboración para realizarlos.
Queda, por
último, el problema de los otros fines buscados y los
otros medios, empleados por los marxistas.
La
colaboración con éstos implica un problema de moral y un
problema de táctica que están íntimamente ligados:
Un problema
moral,
si hay fines malos que pueden ser consecuencia del fin
esencial o si se utilizan, de hecho, medios malos. Si es
así, el rechazo o la abstención aún no son necesarios
hasta no probar qué clase de mal se evita y qué tipo de
causalidad tienen los fines malos respecto de los buenos
(causalidad eficiente, total, esencial, etc.). En la
realidad histórica de los países subdesarrollados estas
circunstancias son difíciles de constatar. La revolución
es una empresa tan compleja que sería artificioso
encasillarla dentro de un sistema de causalidad y
finalidad tan homogéneamente malo. Los medios pueden ser
diversos, y en el curso de la acción es fácil introducir
modificaciones.
En cuanto
al problema de táctica,
es necesario preguntarse: La colaboración decidida y
técnica de los cristianos, en un proceso que en sí es
justo, ¿no podría descartar medios y fines malos?
Si se
analiza de cerca la problemática marxista, creo que se
puede contestar afirmativamente. El materialismo
dialéctico y el materialismo histórico, aparecen dentro
del proceso mental de los marxistas como una
especulación tan demasiado útil para la práctica
revolucionaria, como para que pueda ser objetiva.
Además, el enfoque materialista da, a los marxistas, una
tendencia hacia lo positivo.
Si se logra
la aplicación de los principios económicos y sociales,
es probable (y de hecho ha sucedido en casos como el de
Polonia) que su insistencia en las especulaciones
filosóficas se desvanezca. Es más, los últimos
planteamientos de Togliatti* sobre la táctica
antirreligiosa, muestra cómo el marxismo tiene que
evolucionar en su teoría, si en la práctica se
demuestra, que la religión no es "el opio del pueblo".
Para
realizar la colaboración que se ha planteado, es
necesario tener en cuenta ciertas normas, para no correr
el riesgo de servir como "idiota útil".
"Determinar
si tal momento (el de los contactos con no católicos) ha
llegado o no, como también establecer las formas y el
grado en que hayan de realizarse contactos en orden a
conseguir metas positivas ya sea en el campo económico y
social, ya también en el campo cultural y político, son
puntos que sólo puede enseñar la virtud de la prudencia,
como reguladora que es de todas las virtudes que rigen
la vida moral, tanto individual como social. Pero esto,
cuando están en juego los intereses de los católicos,
tal decisión corresponde de un modo particular a
aquellos que en estos asuntos concretos desempeñan
cargos de responsabilidad en la comunidad; siempre que
se mantengan, sin embargo, los principios del derecho
natural al par que la doctrina social de la Iglesia y
las directivas de la autoridad eclesiástica.
Es
importante por lo tanto que la colaboración se
establezca.
En el plano
de la acción,
en el cual se puede concretar el alcance y las
implicaciones doctrinales.
Conociendo
muy bien tanto los fines y medios
más eficaces, de acuerdo con la técnica y las
circunstancias como los fines y medios que corresponden
a la teoría marxista.
Con
decisión y sin timideces,
ya que la mayor autoridad aceptada por la sociedad que
necesita un cambio de estructuras es la del
comprometimiento revolucionario que, para el cristiano,
debe ser el comprometimiento en la caridad. Esta
autoridad permitirá exigir concesiones a los marxistas
en el caso de que ellos tengan alguna cuota de poder.
*El autor
alude aquí a las tesis expuestas por Palmiro Togliatti
en el discurso pronunciado en Bérgamo en marzo de 1963.
"Cuatro tesis que constituyen una eminente contribución
a la reflexión de todos los marxistas sobre el problema
de la religión y de las relaciones con los cristianos".
Garaudy
Roger, De l'anatheme au dialogue; un marxiste tire les
conclusions du Concile, Plon, París, 1965, Les debats de
notre temps, p. 118.
Las tesis
expuestas son las siguientes:
1. En lo
referente al desarrollo de la conciencia religiosa,
declaraba Togliatti, rechazamos el concepto superficial
y erróneo según el cual el progreso del conocimiento y
el cambio de la estructura social bastarían para
determinar modificaciones radicales. Este concepto,
emanado de la filosofía de las luces y del materialismo
del siglo XVIII, no resistió la prueba de la historia.
Las raíces de la religión son más profundas.
2. No es
cierto que la conciencia religiosa sea necesariamente un
obstáculo a la comprensión y al cumplimiento de los
deberes y de las perspectivas (de la construcción del
socialismo) y adhesión a esta lucha. Al contrario
pensamos que la aspiración a una sociedad socialista no
sólo puede abrirse camino en hombres que tienen una fe
religiosa, sino también que una tal aspiración puede
encontrar un estimulante en la misma conciencia
religiosa enfrentada a los problemas dramáticos del
mundo contemporáneo,
3. La
realización del comunismo es decir, de una
sociedad sin clases, al liberar creyentes y no creyentes
del yugo del sistema capitalista, dará una realidad
práctica a los valores morales que son comunes al
concepto cristiano y al concepto marxista de la sociedad
y del hombre.
4. No sólo
la conciencia religiosa será respetada, sino también
tendrá ante sí un terreno democrático real de desarrollo
en el que todos los valores históricamente positivos
podrán expresarse y aportar su contribución al progreso
de la nación." Discurso de Palmiro Togliatti, Bérgamo,
marzo de 1963, citado en Garaudy, Roger, op. cit., pp.
118-119. Traducción de los compiladores.
CONCLUSIONES
Buscar el
planeamiento económico autoritativo en los países
indigentes, es generalmente una obligación para el
cristiano. Este planeamiento es una condición para la
eficacia en el auténtico servicio de las mayorías y por
lo tanto es una condición de la caridad en estos países.
Es más
probable que los marxistas lleven el liderazgo de ese
planeamiento. En este caso, el cristiano deberá
colaborar en la medida en que sus principios morales se
lo permitan, teniendo en cuenta la obligación de evitar
males mayores y de buscar el bien común.
En estas
condiciones puede ser que en los países subdesarrollados
no se repitan las luchas entre los grupos que pretenden
las reformas estructurales en favor de las mayorías. Sin
claudicaciones, sin vencedores ni vencidos, los
cristianos podrán participar en la construcción de un
mundo mejor, cada vez más cercano a su ideal del Amor
Universal.
BIBLIOGRAFÍA
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SCHWARTZ,
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del Desarrollo. Fondo de Cultura Económica, México,
1962.
V
Conflicto
con la Estructura Eclesiástica
1965
Hemos
dividido este capítulo en 3 partes:
1. De
reportajes y conferencias, tenidas todas en 1965, hemos
extraído los párrafos en que Camilo enjuicia la
estructura eclesiástica.
2. La
colección de documentos -de ambas partes-, que
acompañaron el proceso de separación de Camilo del
estado clerical.
3.
Nuevamente extractos de reportajes y conferencias donde
Camilo explica su conflicto con la estructura jerárquica
de la Iglesia.
CAMILO
ENJUICIA LA ESTRUCTURA ECLESIÁSTICA COLOMBIANA
(Extractos
de Conferencias y Reportajes)
Nuestro
pueblo es en su mayoría católico; yo diría que más que
católico es un pueblo de bautizados, porque si la
esencia del catolicismo como la esencia del cristianismo
es el amor, tanto que San Pablo nos dice que el que ama
a su prójimo cumple con la Ley, no tendríamos un pueblo
despedazado por la violencia, un pueblo en que se oprima
a las viudas, a los huérfanos, a los pobres, en que no
está reinando el amor en las instituciones, Aunque
nosotros tenemos leyes para todo, porque en Colombia hay
leyes para todo, la aplicación de esas leyes no se hace
en virtud del amor al prójimo sino en virtud del egoísmo
del grupo.
Entonces,
podemos decir que es un pueblo de bautizados y que e!
96% de católicos que se inscriben en los censos es
porque han recibido el bautismo; pero quizás muchos de
los que estamos ahí inscritos no hemos logrado realizar
el amor al prójimo, esencia de nuestra religión.
(Conferencia Sindicato de Bavaria - Bogotá - Julio
18/65)
Aparentemente, padre, usted no está de acuerdo con los
procedimientos de la jerarquía católica colombiana ni
ella con usted. ¿Cuál es la razón?
El peor
lastre de la Iglesia colombiana es tener bienes y tener
poder político, lo cual la lleva a seguir en sus
decisiones "la sabiduría de los hombres más que la
sabiduría de Dios" como decía San Pablo. Los bienes y el
poder político de que le hablo son el resultado de la
actitud de los dirigentes que la han rodeado de
garantías económicas y legales. Por eso la Iglesia es un
poder económico y sin duda un poder político. Eso a
pesar de que Cristo dice "que es muy difícil servir a
dos amos, a Dios y a las riquezas".
El clero
colombiano es el más retrógrado del mundo. Más aún que
el de España. Es evidente que las únicas iglesias
progresistas de la tierra son las iglesias pobres...
Por mi
parte, como católico y como sacerdote, se puede ser
revolucionario y no me quitaré la sotana ni de vaina...
(Declaraciones
a "La Patria" de Manizales - Junio 14/65)
¿Usted se
reafirmaría en sus declaraciones en el sentido de que la
Iglesia colombiana era retrógrada?
En general,
la actitud de la Iglesia colombiana es bastante
retardataria y se debe especialmente a que es dueña de
bienes económicos y a que tiene poderes políticos. Esto
va contra los principios de que la Iglesia debe ser una
Iglesia pobre, una Iglesia que no esté ligada a los
poderes temporales y que siga más la sabiduría de Dios y
no la sabiduría de los hombres.
(Universidad Gran Colombia - Bogotá - El Espectador -
Junio 16/65)
La Iglesia,
en nuestro país, no es un instrumento solamente de la
clase económica sino que participa de esa misma clase
económica por los bienes económicos que tiene y también
por el poder político, tanto formal que le conceden las
leyes del Concordato, etc., como informal que ejercen,
como ustedes saben, los sacerdotes por medio de su
influencia dentro de las masas. De manera que la Iglesia
en Colombia, por tener poder político, poder económico
es, o instrumento, o cómplice de la clase económica.
(Universidad
Nacional - Bogotá - Junio 2/65)
Hoy en día,
desgraciadamente, la Iglesia de Cristo, del hijo del
carpintero, como lo dice San Lucas, de ese que no tenía
una piedra en qué reclinar su cabeza, desgraciadamente
esta Iglesia se presenta como una Iglesia prostituida a
los ricos. Porque lo más grave de la Iglesia colombiana
no es tanto que haya sacerdotes que emplean su
ministerio para aumentar sus bienes económicos, no es
tanto eso, sino lo más grave es que hay bienes
económicos ingentes en manos de comunidades religiosas y
en manos de esta institución y, por lo tanto, no se
permite ascender por la jerarquía eclesiástica sino a
aquellas personas que vayan a conservar y preservar esos
bienes económicos, es decir a aquellas personas que
tengan una mentalidad capitalista... Nosotros vemos que
esos jerarcas que manejan la Iglesia tienen una
mentalidad totalmente conformista y son sujetos de la
oligarquía y por eso entendemos que el cristianismo ha
sido falseado y que se presenta ante los ojos del
pueblo, como lo dicen los marxistas, como el opio del
pueblo.
(Barranquilla
- Agosto 6/65)
¿La Iglesia
católica colombiana ha logrado ponerse a tono con el
progreso de la iglesia en general?
La Iglesia
colombiana es una de las más retrasadas del mundo. Una
de las causas de tal situación radica en el hecho de que
la Iglesia tenga poder temporal, tanto económico como
político. Es muy difícil ser cristiano de verdad, cuando
se tienen riquezas. Lo que pasa a las personas, les
sucede a las sociedades.
Yo creo que
nuestro clero es el más reaccionario de Latinoamérica.
¿A qué se deberá tanto retraso?
La
formación del clero entre nosotros es bastante
tradicional. Los sacerdotes que habitan en regiones
donde no hay mucho clericalismo, y que están
compartiendo la suerte de un pueblo paupérrimo, no por
la formación adquirida en el seminario, sino por sus
experiencias, comienzan a solidarizarse con las
reacciones populares. Es un clero desconocido que
desgraciadamente no tiene ninguna influencia en las
decisiones de la Iglesia.
A pesar de
nuestras apreciaciones sobre la mayoría del clero
colombiano no hay que desconocer la tarea llevada a cabo
por algunos jerarcas y sacerdotes en beneficio de las
clases populares. Hay que ver lo que están realizando el
arzobispo Uribe Urdaneta en Cali con los centros
parroquiales, y el padre García Herreros con el barrio
"El Minuto de Dios".
Sí se están
realizando obras pero con espíritu paternalista. A los
eclesiásticos nos cuesta trabajo ligar nuestro amor al
prójimo a un cambio fundamental de las instituciones del
país. Utilizar la beneficencia para solucionar estos
problemas tan graves, es como creer que el cáncer se
puede curar con mejoral. Los sacerdotes deberíamos
trabajar con los pobres, no para los pobres, a fin de
que éstos sean los que realicen sus conquistas por
organización y por presión.
Usted,
Camilo, conoce demasiado nuestro ambiente universitario,
donde goza de gran popularidad. ¿A qué causa podría
atribuirse el evidente alejamiento de los jóvenes, de la
vida religiosa?
La política
de la Iglesia católica ha sido más de conservación de
una sociedad que se supone cristiana, que la de
cristianizar. La evangelización española logró que los
latinoamericanos adquiriéramos una serie de formas
exteriores del cristianismo y algunos valores
cristianos, pero no se llegó a implantar el cristianismo
dentro de nuestra cultura espiritual. De allí que
nuestro apostolado le haya puesto énfasis al culto
externo, descuidando la adhesión por convicción al
Evangelio, y descuidando el amor al prójimo. En mi
concepto, la jerarquía de prioridades debería ser
inversa. El amor, la enseñanza de la doctrina, y por
último, el culto.
Los jóvenes
se resienten ante la imposición de prácticas externas en
las que no se exige convicción, y en la imposición de
dogmas que no se explican que parecen inconciliables con
la ciencia, y que además no están respaldados por un
auténtico testimonio de amor a la humanidad sin
discriminaciones.
(Reportaje
de Hernán Gira/do - El Espectador - Junio 13/65)
En el
Putumayo, especialmente en la zona de Sibundoy, los
planes de Reforma Agraria han encontrado tropiezos por
la oposición de una comunidad religiosa. Usted, como
sociólogo y como religioso, ¿bajo qué punto de vista
analiza el problema?
Por los
informes que tengo, porque desgraciadamente no conozco
directamente la situación, me parece que es un caso
clásico en el que la Iglesia ha cedido ante la tentación
del poder económico y del poder político. No es que los
padres misioneros tengan demasiadas tierras, aunque sí
las tienen, pero yo creo que fundamentalmente se oponen
a la intervención del INCORA porque creen perder poder
político, es decir, creen perder dominación sobre los
indígenas que están organizados en una especie de
teocracia.
Esto ha
sucedido en muchas partes también con la acción comunal.
Por ejemplo, en el caso de Tunjuelito, (un barrio
marginado al sur de Bogotá) creo que se contradijo
totalmente la tesis de que se pierde influencia cuando
se permite la promoción de las iniciativas particulares
y la promoción de otras instituciones que van a
favorecer a los fieles de una determinada comunidad.
Muchos
párrocos se han opuesto a la acción comunal, como se
oponen a la Reforma Agraria, y se hacen más impopulares,
y yo creo que los padres misioneros se van a hacer muy
impopulares si siguen oponiéndose. Tal vez no a corto
plazo y tal vez no en forma manifiesta, pero yo creo que
los indígenas algún día comprenderán que se les está
impidiendo un gran bien y que eso se hace con un
espíritu totalmente sectario. Por lo tanto yo creo que
todas estas cosas, cuando el párroco se integra, trata
de ser el promotor, si estos padres misioneros fueran
los abanderados de la Reforma Agraria y del INCORA, en
Sibundoy, a largo plazo, y aun a corto, adquirirían una
gran popularidad, una gran influencia, ya no de tipo
paternalista, sino una influencia verdaderamente de tipo
democrático.
(Declaraciones a la cadena radial HJCK - La República -
Junio 21/65)
Está el
padre Camilo de acuerdo con la actitud de Contrapunto,
¿no?, que decía que la conferencia episcopal se había
desarrollado bajo la sombra, bajo la presión de los
"curas rebeldes". Con ese espíritu. Esa actitud nuestra
servía para esta declaración de los obispos en actitud,
digamos, casi de oportunismo.
A mí no me
parece que es malo... Me parece que es triste haber
tenido que plantear situaciones tan extremas como la que
el padre Amaya en un sentido y yo en otro, hemos
formulado. No me atrevo a afirmar que se trate de una
reacción sana. ¿Verdad? Por lo menos, si es de defensa o
de oportunismo, yo no quiero entrar en ello. Es política
clerical y nada más.
Sí... Hay
algo de política clerical en los obispos. Tratan de
defenderse, y defenderse no cerrando totalmente las
puertas, por lo menos, a las encíclicas de Juan XXIII.
En todo caso, hay una diferencia desde cuando se
defendían los derechos de los ricos en la última
declaración del Cardenal. Es verdad que no se habla del
derecho de los pueblos. En esta otra se habla de la
propiedad privada limitada por el bien común. El
intervencionismo de Estado tiene también como norma el
bien común. Claro que no todos las aplican a Colombia
pero, en general, parece que hay una nueva concepción y
que providencialmente hemos colaborado algo en ese
avance.
Hay aquí
mucho para hablar con el padre Amaya. Cuando logremos
cambiar la estructura del poder político y la Iglesia
sea pobre, esto nos ayudará a cambiar la estructura de
la Iglesia Católica. ¿Qué es primero: la infraestructura
económica o la superestructura política? ¡Cambiemos la
estructura externa, pongámosla en manos de la clase
popular!
(C. N. P.
Repórter - No. 10, Agosto- Septiembre/65)
¿Sería
usted partidario de la reforma del Concordato?
No
solamente yo soy partidario de la reforma de este
tratado internacional que tiene setenta y ocho años de
haber sido elaborado, sino que la Santa Sede en 1942 se
manifestó también partidaria de la reforma. Hasta ahora
ha constituido un tabú porque en esa ocasión fue tomado
como instrumento político y trató de gestar un cisma.
Creo que las declaraciones del Concilio sobre las
relaciones entre Iglesia y Estado producirán
necesariamente la reforma del Concordato en donde se
garantice una pobreza efectiva para la Iglesia y se
suprima toda posibilidad de ingerencia política de ésta
para que pueda dedicarse más libremente a su labor
evangelizadora.
(Reportaje
de Semana al día - Junio 18/65}
Con
relación a la religión, por ejemplo, la Constitución
dice que se garantiza la libertad religiosa, la libertad
de conciencia, pero, de otro lado, dice el Concordato
que la única religión que se puede enseñar en colegios y
universidades es la religión católica.
Para mí es
evidente que el Concordato ha sido un pacto bilateral.
Pero también es cierto que todos esos problemas de las
relaciones entre la Iglesia y el Estado, con sus
secuelas de libertad de conciencia, libertad de
religión, etc., van a ser tratados por el Concilio. Tal
vez no estoy muy de acuerdo con el padre Martín Amaya de
que hay que revisar el Concordato. Por una razón muy
sencilla; porque probablemente el Concordato se va a
acabar como resultado de las deliberaciones del
Concilio. Las conclusiones que allí se producen,
demuestran una vez más que nuestro Concordato es único
en el mundo, es el más anacrónico, es el único que no ha
sido reformado, entre otras cosas porque ha sido tomado
como instrumento político. El Concordato es un tabú. No
se puede hablar de él porque creen que puede producir un
cisma. Es obvio que todas las relaciones entre la
Iglesia y el Estado van a tener que ser reformadas. Sin
olvidar, repito, que el Concordato ha sido convertido en
instrumento político, objeto de disputas entre los
partidos tradicionales.
(C.N.P.
Repórter- No. 10, Agosto-Septiembre/65)
Se habla de
la creación de unos impuestos a los bienes productivos
de la Iglesia. ¿Es partidario de esta iniciativa?
Sí, soy
partidario, pero cuando haya un gobierno revolucionario.
(Reportaje
de Semana al día - Junio 18/65
Si se
llevara a cabo una revolución por la fuerza, ¿usted
sería partidario de la expropiación de los bienes de la
iglesia?
Yo soy
partidario de la expropiación de los bienes de la
Iglesia, aun en el caso que no se diera ninguna clase de
revolución.
(El
Occidente - Cali - Julio 18/65)
Para
finalizar, padre Camilo, ¿Cuál es su opinión sobre el
establecimiento del matrimonio civil en Colombia?
El
matrimonio civil para aquellos que en conciencia quieran
adoptarlo me parece que está bien. Sin embargo,
actualmente el matrimonio, el régimen matrimonial, está
dependiendo de un pacto internacional bilateral, que es
el Concordato. De manera que si se quieren seguir las
vías legales habría que entrar de lleno a juzgar el
problema del Concordato. Personalmente, me parece que el
matrimonio civil para los que no tienen fe sería una
buena institución para no obligar muchas veces a algunos
a la apostasía o al sacrilegio.
(El
Occidente - Cali - Julio 18/65)
¿Usted no
cree que la Iglesia podría jugar un gran papel en el
control de la explosión demográfica?
Creo que el
fenómeno de la natalidad depende mucho más de elementos
culturales, sociales y económicos, que de la política de
la Iglesia sobre el particular. Una decisión
eclesiástica para controlar la natalidad ayudaría a que
esto se realizara dentro de un sector bastante reducido
de la población que tiene un nivel cultural
relativamente alto, valores religiosos bastante firmes y
estrechez económica. Hace cuatro siglos la Iglesia ha
querido implantar el matrimonio en Colombia, y
actualmente tenemos que más del cincuenta por ciento de
la natalidad es ilegítima. Si fuera por los valores
religiosos, la natalidad se reduciría por lo menos en
este cincuenta por ciento.
(Reportaje
de Hernán Gira/do - El Espectador - Junio 13/65)
¿Qué opina
usted acerca del matrimonio para los sacerdotes? No cree
que sería mejor para la iglesia que los sacerdotes
pudieran formar su hogar como todo ciudadano, como lo
autoriza el apóstol San Pablo en la primera carta a
Timoteo, capítulo dos, me parece, donde el apóstol de
las gentes habla de cómo deben ser las esposas de los
obispos y de los presbíteros?
El celibato
para los sacerdotes no es de institución divina, no es
algo que esté en la revelación de ningún mandato de
Cristo. Ha sido una institución eclesiástica conforme a
algunos llamamientos que hace Cristo, de una castidad
total y absoluta por el Reino de Dios. En mi concepto,
eso debe ser algo de la libertad de los sacerdotes y de
la libertad de la gente. Claro que actualmente los que
hemos optado por el celibato, lo hemos hecho libremente,
pero podría ser que algunos quisieran seguir siendo
sacerdotes y quisieran casarse. Esto no está en contra
de la revelación y podría adoptarse. Considero que puede
ser favorable dejar una mayor libertad, entre otras
cosas, por la escasez de sacerdotes y porque esto puede
alejar a muchas almas que podrían tener una vocación
sacerdotal, pero que quizás con el celibato se les
presenta como una obligación que no pueden asumir. En
todo caso, para algunas funciones sacerdotales, cuando
se trata de un apostolado que no debe tener en cuenta
las condiciones económicas, que está expuesto a toda
clase de peligros, implica una entrega total. A mí me
parece, que es una ventaja el celibato porque sería
difícil someter a una familia, a una señora, a unos
niños, a toda clase de vicisitudes temporales
especialmente cuando uno considera que el sacerdote
tiene que ser ese servidor entregado totalmente a los
demás y que debe sacrificar todo a su pueblo.
¡Pero en
toda profesión hay que sacrificarse!
Por eso
digo yo, que en el caso de que se probara que una mujer
estuviera dispuesta a un sacrificio total, porque creo
que en las otras profesiones hay sacrificios, pero la
vida misma de la persona no está sólo en función de los
demás. En el sacerdocio está principalmente en función
de los demás y en caso de conflicto entre los intereses
de la familia y de la sociedad, tendrían que ceder los
intereses de la familia. Estos son solamente argumentos
de conveniencia, como por ejemplo, para un militar,
indudablemente sería mejor ser célibe y quizás para un
político. Pero como de hecho han sido célibes Bolívar y
algunos otros como Napoleón, que tuvieron una vida
prácticamente poco familiar. El mismo Cristo tuvo que
dedicarse tan totalmente a los demás, que no creo que
sea por desprecio al matrimonio sino por las exigencias
de la entrega concreta.
(El
Occidente - Cali - Junio 18/65)
2.
SEPARACIÓN DEL ESTADO CLERICAL
(Documentos)
CARTA AL
CARDENAL
Esta carta
fue escrita el 20 de marzo de 1965, después de una
entrevista de Camilo con el Obispo Auxiliar de Bogotá,
en la cual se le comunicó el deseo del Cardenal de que
se retirara de la ESAP y que aceptara un cargo en la
Curia Arquidiocesana, como miembro de una comisión de
Sociología Religiosa. En dicha entrevista el Obispo dio
a entender a Camilo que él ignoraba por completo la
plataforma política que Camilo estaba divulgando, pero
Camilo había visto ya una copia de la misma transcrita
por la Curia para ser estudiada por el Censor diocesano.
Esta carta
no fue enviada al Cardenal. Un amigo aconsejó a Camilo
aplazar su decisión mientras la pensaba un poco más.
Eminentísimo Señor
Me permito
solicitar a Su Eminencia realice los trámites canónicos
necesarios para que yo sea reducido al estado laical.
Esta
petición la hago después de madura reflexión y ante el
imperativo de considerar esta solución como la que debo
seguir en conciencia.
Cuando opté
por el estado clerical lo hice principalmente pensando
que en esa forma serviría mejor a la Iglesia y a los
colombianos. Después de más de diez años de ministerio
sacerdotal me doy cuenta de que, en las circunstancias
históricas particulares de la Iglesia, de Colombia y
mías propias, puedo lograr esos objetivos más
eficazmente como laico. Es más, creo que las
circunstancias a que me refiero, me obligan a tomar
posiciones en el terreno temporal que no puedo rehuir
sin lesionar mi fidelidad a Cristo, a la Iglesia y a
Colombia.
No obstante
haber llegado a esa conclusión hace ya algún tiempo, me
había abstenido de formular la presente petición por el
amor entrañable que tengo al ejercicio de mi sacerdocio.
Sin embargo comprendo que debo sacrificar un bien
particular y mis sentimientos, a un bien que creo ser en
el caso concreto a que me refiero, más eficaz en el
servicio de la Iglesia y de mi país.
Estoy
dispuesto a dar todas las aclaraciones que Su Eminencia
estime convenientes y necesarias para que Su Eminencia
pueda colaborar a que yo obre de acuerdo con mi
conciencia.
Con la
gracia de Dios quiero seguir en mi Fe y en el amor que
tengo a mi sacerdocio y a mi Iglesia. Solamente el Señor
sabe a cabalidad que mi decisión la tomo
fundamentalmente por amor a su Iglesia y al pueblo que
Él redimió.
Filialmente
en Cristo.
CARTA AL
OBISPO COADJUTOR DE BOGOTÁ
El lunes de
Pascua, 19 de abril de 1965, después de un retiro hecho
en Paipa durante la Semana Santa, Camilo expone al
Obispo Auxiliar, Monseñor Rubén Isaza, su reacción
frente a la propuesta de abandonar su actividad
universitaria y de aceptar un cargo en la Curia. Expone
allí también su posición con relación a la acción de la
Iglesia en Colombia.
Excelencia,
(Esta forma
tradicional en que me refiero a Ud. no significa nada en
contra del espíritu fraternal que quiere tener esta
comunicación con un hermano mayor a quien Dios, por su
Providencia ha puesto para representarlo ante mí).
Cuando Su
Excelencia propuso que me retirara de mi trabajo actual
para encargarme de la investigación de los elementos
necesarios para planear la pastoral en nuestra
Arquidiócesis yo le pedí un plazo para acceder a esa
petición. Los argumentos que aduje estaban basados en
motivos de caridad para con muchas personas que
dependían de mi trabajo y cuya situación sería incierta
en el caso de que yo me retirara inmediatamente. Estos
argumentos creo yo que eran válidos y Su Excelencia lo
estimó así.
Sin
quitarle nada a su validez he reflexionado sobre la
reacción íntima que me produjo su propuesta: sentí una
profunda repugnancia de trabajar con la estructura
clerical de nuestra Iglesia.
He
aprovechado mis retiros espirituales para profundizar un
poco en esta reacción que en un sacerdote parece, si no
absurda, por lo menos inconveniente.
Mi labor
como sacerdote se ha desarrollado durante más de diez
años bajo la autoridad de mi obispo pero un poco al
margen de la estructura clerical. Esta situación me ha
podido traer inconvenientes para mi espíritu sacerdotal
pero también puede aportar ventajas para la vida de la
Iglesia; una de esas ventajas puede ser la de haber
adquirido una visión más objetiva de la estructura a la
cual pertenezco pero en la cual he participado menos que
otros que quizás por sus capacidades podrían tener mayor
capacidad de análisis pero que están más implicados en
el fenómeno que pretendo describir.
Cuando
pensé en la posibilidad de trabajar en la Curia,
haciendo una investigación, sentí la seguridad de que se
me separaba del mundo y de los pobres para incluirme en
un grupo cerrado de una organización perteneciente a los
poderosos de este mundo.
Cuando
pensé cómo debería dirigir la investigación se me
plantearon problemas teóricos cuya solución creo que
será, por mi parte, en un sentido diferente u opuesto al
que le dé la jerarquía que deberá valerse de los datos
que yo investigue.
La solución
de dichos problemas creo que es vital para el éxito de
la investigación ya que de ella dependerá la orientación
de ésta; ya que es imposible investigar todo, es
necesario que los resultados correspondan a una
problemática común entre el investigador y los que
tienen la responsabilidad de la realización de una
pastoral en la Arquidiócesis.
Sobre mi
problemática personal quiero escribir a Su Excelencia
para que juzgue si soy la persona indicada para hacer la
investigación propuesta.
1. Por
pastoral yo entiendo el conjunto de actividades que
deben ejercerse para implantar o incrementar el Reino de
Dios en una sociedad y en una época histórica
determinada.
Para poder
llegar a un acuerdo sobre la esencia de la Pastoral es
necesario estar de acuerdo sobre qué es el Reino de
Dios. Para poder orientar una investigación es necesario
estar de acuerdo en una serie de hipótesis sobre la
sociedad colombiana en la época actual.
a) El Reino
de Dios es la vida sobrenatural, es la justificación de
la Humanidad
Extender el
Reino de Dios o establecerlo es un problema de Vida. Las
actividades que deben ejercerse para implantar el Reino
son aquéllas que conduzcan más segura y eficazmente a la
vida.
Dentro de
éstas hay algunas prioridades. En mi concepto el énfasis
que hay que ponerle a los medios para establecer el
Reino debe seguir el siguiente orden -notando que estos
medios no se excluyen sino se complementan-.
- Llevar a
la gente a amar, con amor de entrega (ágape)
-
Predicación del Evangelio.
-Culto
externo. Eucaristía y sacramentos (sacramentales -
paraliturgias)
b) La
sociedad colombiana es en su mayoría una sociedad
católica en cuanto cumple con el culto externo
(bautismo, confesión, comunión, matrimonio, entierro,
misa, extremaunción, procesiones, novenas, escapularios,
primeros viernes).
La sociedad
colombiana en su mayoría desconoce la doctrina
cristiana, aunque sepa de memoria algunas respuestas del
catecismo.
Dentro de
la sociedad colombiana hay muchos que aman a los demás,
con amor de entrega, que niegan su condición de
católicos o, por lo menos, su adhesión a la Iglesia
-entendiendo por Iglesia, la estructura clerical de
ésta-.
2. Si el
esfuerzo pastoral se concentra en conservar la anterior
situación, es posible que no se obtenga el
establecimiento e incremento del Reino de Dios.
Si se
acepta la prioridad del amor sobre todo, y de la
predicación sobre la actividad de culto, se tiene que
abocar la jerarquía a una Pastoral de Misión.
3. La
Pastoral de Misión supone:
a) Énfasis
en la calidad y no en la cantidad.
-Se
insistirá más en las convicciones personales que en las
presiones familiares y sociales.
-Se
abandonará la exclusividad de educación confesional y se
aceptará el pluralismo.
-Se
permitirá la libertad de cátedra.
-Se hará
una catequesis bíblica para niños y adultos.
b) Énfasis
en llevar al amor de entrega más que a la Fe y a la
práctica.
c) Énfasis
en la predicación del Evangelio más que en el culto
externo.
d)
Eliminación de los factores socio y sicológicos que
impiden una adhesión consciente y personal a la Iglesia
por parte de los que quieren amar y entregarse a los
demás. Dentro de estos factores están:
Poder
económico de la Iglesia.
Poder
político de la Iglesia:
-Formal:
mediante leyes y concordato.
-Informal:
clericalismo (intromisión, por ánimo de dominio, en el
terreno temporal).
Separación
cultural, sociológica y sicológica entre clero y fieles
Falta de solidaridad con los pobres
Falta de
espíritu científico en la Iglesia.
Si la
Pastoral que se propone llevar a cabo es una pastoral de
conservación será muy difícil que yo pueda colaborar de
una manera eficaz, ya que lo haría por obediencia pero
contra todas mis convicciones racionales.
Por eso he
considerado de elemental honradez manifestar estos
puntos de vista a Su Excelencia.
Adjunto a
la presente un estudio que me permití hacer sobre la
primacía de la Caridad.
Creo que
mis posiciones anteriores o las puedo respaldar
teológicamente o constituyen hipótesis de trabajo para
ser comprobadas con investigaciones empíricas. Sin
embargo estoy dispuesto a retractarme en el momento que
se me convenza de error y a someterme si se trata de
algo que vaya contra el dogma, o las buenas costumbres.
De su
Excelencia, fraternalmente.
DOCUMENTO
ANEXO:
ENCRUCIJADAS DE LA IGLESIA EN AMÉRICA LATINA
El texto
que aquí se publica del Documento anexo a la carta
anterior corresponde al que Camilo entregó
posteriormente a la revista ECO de Bogotá.
¿Fortaleza
o debilidad de la Iglesia?
Es un
dilema que se le presenta a cualquier observador extraño
a Latinoamérica y aún a los mismos latinoamericanos.
Cuando pasamos en avión por encima de nuestras ciudades
las vemos erizadas de cúpulas. Descendemos y vemos los
interiores de los diferentes templos católicos en todas
las guías turísticas del continente. En cada pueblo, en
casi todas las aldeas vemos "los padrecitos" como los
llama la gente sencilla; "los curas" que se ven en la
ciudad. El obispo, arzobispo o cardenal es, sin duda
alguna, una de las primeras autoridades.
La
experiencia del sacerdote que viaja por Latinoamérica
también es significativa. Hay mucha diferencia en casi
todos los ambientes. Entre obreros e intelectuales
encuentra generalmente franca hostilidad. No hay
términos medios.
Sin
embargo, repasando la historia nos encontramos con cosas
curiosas. En casi todos los países, durante el siglo XIX
o comienzos del XX, ha habido confiscación de bienes de
la Iglesia y legislación en contra de lo que la
jerarquía estimaba que eran los intereses de la
Institución. A un sacerdote le queda difícil enseñar en
un colegio o en una Universidad del Estado. Creo que no
hay país de América Latina donde no hayan quemado
Iglesias ni hayan perseguido a los "curas". Cuando
logramos hablar íntimamente con los católicos
latinoamericanos, aun con los más practicantes, en su
mayoría nos dicen que son anticlericales, que les
desagradan los sacerdotes. ¿Qué pasa entonces, con la
Iglesia Latinoamericana?
La Iglesia
del rito y la Iglesia de la Fe
En muchas
ocasiones se ha dicho que nuestros católicos son
fetichistas. Puede ser que existan muchas
manifestaciones; lo que sí es evidente es que en la
predicación y enseñanza de la moral cristiana con las
exigencias en materia sexual, en lo que más se insiste
es en la observancia externa. Algunos insinúan
maliciosamente que es lo que produce más dinero al
sacerdote. Sin embargo, hay muchas prácticas externas,
muy populares, no específicamente cristianas, quizás
fetichistas, que no representan ningún lucro para éste.
Con todo, los sacerdotes insisten en esas prácticas.
Como herederos del catolicismo español, hacemos énfasis
en lo externo. Es lo más fácil y más masivo.
La
evangelización española se inició y continuó en forma
masiva. En plena época de contra-reforma se utilizaban
los catecismos escolásticos, llenos de fórmulas
incomprensibles, que se hacían aprender de memoria a los
indios para poder cumplir rápidamente con el rito del
bautismo y quedar con la conciencia de ser un buen
"apóstol de Cristo".
La corona
española era precavida. Conocía la influencia del clero
e impidió que se formara clero indígena. En el momento
de la Independencia de España, América Latina había sido
evangelizada en extensión, pero no en profundidad. Había
mucho bautizado pero poca conciencia cristiana. Además,
la escasez del clero, causada por la emigración de los
sacerdotes españoles, agravó la situación. La Iglesia
latinoamericana siguió siendo una Iglesia de rito
externo y no de Fe Cristiana. Todavía hoy se pregunta a
obreros de las ciudades: "¿Quién es la Santísima
Trinidad?" y casi siempre responden con firmeza: "La
Madre de Nuestro Señor Jesucristo".
La Iglesia
de la Caridad y la Iglesia de la Fe
Sin
embargo, los latinoamericanos nos amamos. No siempre en
forma racional ni constructiva. Con todo en nuestro
pueblo hay amor, hay cooperación, hay hospitalidad, hay
espíritu de servicio. Dentro de la clase alta es
diferente. Con riesgo de generalizar gratuitamente se
puede decir que aquellos que más alarde hacen de su Fe y
de su clericalismo son los que menos aman a sus prójimos
y que los que más sirven a sus hermanos son muchas
veces, los que no practican el culto externo de la
Iglesia. "No están todos lo que son ni son todos los que
están." La identificación como cristiano se hace en
relación con la práctica del amor. Cuando habla de
católico la gente se refiere a la práctica externa. La
Iglesia aparece constituida por una mayoría de personas
que practican y no conocen su FE y una minoría que
conoce su FE pero no la practica sino externamente.
¿Puede decirse que eso es cristiano? En aquellos que
están de mala fe, de ninguna manera. En los que aman,
aun cuando sean fetichistas, si están de buena FE, aun
cuando crean que son ateos, sí es cristianismo. Ellos
pertenecen al alma de la Iglesia y, si son bautizados,
pertenecen también al cuerpo de ésta.
La
situación aparece como totalmente anómala: Los que aman,
no tienen Fe y los que tienen Fe, no aman -por lo menos
en el sentido explícito de la Fe-.
El
testimonio de la caridad
"El que
ama, cumple con la Ley", dice San Pablo. "Ama y haz lo
que quieras", dice San Agustín. La señal más segura de
predestinación es el amor al prójimo.
San Juan
nos dice: "Si alguien dice que ama a Dios, a quien no ve
y no ama a su prójimo a quien ve, es un mentiroso."
Sin
embargo, ese amor al prójimo tiene que ser eficaz. No
seremos juzgados de acuerdo con nuestras buenas
intenciones solamente, sino principalmente de acuerdo
con nuestras acciones en favor de Cristo representado en
cada uno de nuestros prójimos: "Tuve hambre y no me
diste de comer, tuve sed y no me diste de beber."
En las
circunstancias actuales de América Latina, nosotros
vemos que no se puede dar de comer, ni vestir, ni alojar
a las mayorías. Los que detentan el poder constituyen
esa minoría económica que domina al poder político, al
poder cultural, al militar y, desgraciadamente también,
al eclesiástico en los países en los que la Iglesia
tienen bienes temporales.
Esa minoría
no producirá decisiones en contra de sus intereses. Por
eso las decisiones gubernamentales no se hacen en favor
de las mayorías. Para darles de comer, beber, vestir, se
necesitan decisiones básicas que sólo pueden proceder
del gobierno. Las soluciones técnicas las tenemos o las
podemos obtener. Pero ¿quién decide su aplicación? ¿La
minoría en contra de sus propios intereses? Es un
absurdo sociológico que un grupo actúe contra sus
propios intereses.
Se debe
propiciar, entonces, la toma del poder por parte de las
mayorías, para que realicen las reformas estructurales
económicas, sociales, políticas en favor de esas mismas
mayorías. Esto se llama revolución y, si es necesario
para realizar el amor al prójimo, para un cristiano es
necesario ser revolucionario.
¡Qué
difícil es que entiendan esto los que se reconocen como
católicos! ¡Qué fácil es entender esa actitud si
consideramos las anteriores reflexiones sobre la
Iglesia!
Los
cristianos, los católicos parecen estoicos espectadores
del derrumbe de un mundo que les parece ajeno. No se
comprometen en la lucha. Creen que en las palabras "mi
reino no es de este mundo", "mundo" tiene la
significación de "vida presente" y no de "vida
pecaminosa" como lo es en realidad. Olvidan la oración
de Cristo al Padre: "No te pido que los saques del mundo
sino que los preserves del mal." Muchas veces nos
salimos del mundo y no nos preservamos del mal.
En la
medida en que la comunidad se ama, el sacerdote ofrece
más auténticamente el sacrificio eucarístico. Este no es
un ofrecimiento individual sino colectivo. Si no hay
amor entre los que ofrecen, no debe haber ofrecimiento a
Dios.
De ahí que
si los laicos no se comprometen en la lucha por el
bienestar de sus hermanos, el sacerdocio tiende a
volverse ritual, individual, superficial. El sacerdote
tiene la obligación de suplir a los laicos en sus
compromisos temporales, si esto se lo exige el amor al
prójimo.
Cuando este
amor parece que ha dejado de considerarse como
patrimonio de la Iglesia, es necesario dar un testimonio
contundente de que la comunidad de la Iglesia
comunitaria consiste en la caridad.
Desgraciadamente el testimonio de los laicos aún no se
identifica ante la opinión, con el testimonio de la
Iglesia. El sacerdote, en este caso, debe dar el
testimonio, mientras se educa la opinión pública y se le
muestra que el testimonio de todo bautizado es
testimonio de la Iglesia.
Ver a un
sacerdote mezclado en luchas políticas y abandonando el
ejercicio externo de su sacerdocio es algo que repugna a
nuestra mentalidad tradicional. Sin embargo, pensemos
detenidamente que pueden existir razones de amor al
prójimo y de testimonio que son sacerdotales y que
impulsan a este compromiso para cumplir con la propia
conciencia y, por lo tanto, con Dios.
Cuando los
cristianos vivan fundamentalmente para el amor y para
hacer que otros amen, cuando la fe sea una fe inspirada
en la VIDA y especialmente en la VIDA DE DIOS, de Jesús
y de la Iglesia, cuando el rito externo sea la verdadera
expresión del amor dentro de la comunidad cristiana,
podremos decir que la IGLESIA ES FUERTE, sin poder
económico y sin poder político, pero con CARIDAD.
Si el
compromiso temporal de un sacerdote en luchas políticas
contribuye a eso, parece que su sacrificio puede
justificarse.
DECLARACIÓN
DEL CARDENAL
El sábado
22 de mayo la Federación universitaria Nacional
-FUN- ofreció un homenaje a Camilo en la Universidad
Nacional de Bogotá. En su discurso, Camilo habló de su
"leve destierro" y dio a entender que él se debía a
presiones para que la Jerarquía lo sacara del país.
En
respuesta a su discurso, el Cardenal Concha hizo
publicar esta declaración en la prensa del 26 de mayo.
Mayo 25 de
1965 El Cardenal Arzobispo de Bogotá declara:
1. Es
absolutamente inexacto que el viaje del Padre Camilo
Torres obedezca a disposiciones de la autoridad
eclesiástica o a presiones que ésta haya sufrido en tal
sentido. El Padre Torres solicitó espontáneamente hace
algunos meses al Arzobispo de Bogotá, licencia para
ausentarse de la Arquidiócesis con el fin de presentar
su tesis de grado en la Universidad de Lovaina; esta
licencia fue concedida y, posteriormente, reiterada por
el Obispo Coadjutor ante una nueva petición del Padre
Torres.
2. En la
plataforma de acción político-social presentada o
suscitada por el Padre Torres, hay puntos que son
inconciliables con la doctrina de la Iglesia.
L.
Cardenal Concha, Arzobispo de Bogotá.
CARTA DEL
PADRE CAMILO TORRES AL SEÑOR CARDENAL
Tanto ésta
como la siguiente fueron entregadas a la prensa por
Camilo Torres el 5 de junio de 1965 y publicadas el 6 de
junio.
Bogotá,
Mayo 28 de 1965
Eminentísimo Señor
Luis Concha
Córdoba,
Cardenal
Arzobispo de Bogotá, E.S.D.
Eminencia,
Monseñor
Rubén Isaza tuvo a bien comunicarme el deseo de Su
Eminencia de que yo me retirara inmediatamente de la
Escuela Superior de Administración Pública y asumiera
algunas funciones en la oficina de Investigación
Pastoral de la Curia.
Me
manifestó también que la remuneración sería
relativamente exigua, hecho éste que afectaría
necesariamente, como Monseñor Ernesto Solano puede
atestiguarlo, la salud física y mental de mi madre. El
hecho de dictar clases en la Universidad Nacional me
hubiera facilitado afrontar mejor el problema familiar
creado por mi retiro de la Escuela Superior de
Administración Pública; sin embargo Monseñor Isaza me
manifestó que Su Eminencia no estaba de acuerdo con esta
solución.
En vista de
lo anterior, para aplazar un poco el problema al cual me
he referido, solicito a Su Eminencia la licencia de
ausentarme del país durante seis meses, enviado por la
ESAP, para hacer mi tesis de doctorado en sociología,
según conversaciones que ya habíamos tenido y para
realizar un proyecto de vieja data que hasta ahora no
había podido llevar a cabo por considerar mi labor en la
Escuela de una importancia más trascendental.
En espera
de que mi solicitud sea acogida benévolamente por Su
Eminencia, me suscribo,
Filialmente
en Cristo,
Camilo
Torres Restrepo.
CARTA DEL
PADRE CAMILO TORRES AL SEÑOR CARDENAL
Bogotá,
mayo 28 de 1965
Eminentísimo Señor
Luis Concha
Córdoba Cardenal
Arzobispo
de Bogotá.
E.S.D.
Eminencia,
En la
prensa del 26 de mayo del presente tuve la sorpresa de
hallar una declaración de Su Eminencia respecto de mi
próximo viaje y de ideas que yo he "presentado o
suscrito".
Inmediatamente me dirigí a la Curia para hablar
personalmente con Monseñor Rubén Isaza, obispo coadjutor
de Bogotá. Pensé que era mucho más conveniente aclarar
una situación con mi prelado en forma personal y no por
intermedio de la prensa, ya que considero que las
relaciones entre cristianos y especialmente entre los
sacerdotes y su obispo deben ser esencialmente
relaciones familiares y de mutua confianza.
El lunes de
Pascua sostuve una larga conversación con el mismo
Monseñor Isaza en este mismo ambiente de familiaridad y
de confianza. En dicha conversación, le conté al señor
obispo en forma totalmente espontánea, las dificultades
que se me habían presentado por haber leído una
plataforma socio-económica, en cuya elaboración yo había
participado y que contenía puntos de orden estrictamente
técnico que muchos católicos considerábamos como
indispensables para el bien común.
Después de
la declaración que Su Eminencia hizo por la prensa y que
Monseñor Isaza me confirmó ser ésta la opinión verdadera
de Su Eminencia, considero indispensable para mi propia
tranquilidad; para la tranquilidad de los colombianos
que están empeñados en un cambio de las estructuras
temporales en una sociedad más justa en Colombia, en
Latinoamérica y en todos los países llamados
subdesarrollados; para la tranquilidad de todos aquellos
que consideran la doctrina de la Iglesia como un faro
que orienta el progreso y que se considerarían al margen
de la historia si no pueden participar en los cambios
socio-económicos fundamentales que necesita la humanidad
para realizar siquiera en parte el supremo precepto de
la caridad; para la tranquilidad de todas estas
personas, Eminencia, necesito que defina por lo menos
dos preguntas esenciales:
1.
¿A qué plataforma socio-política se refiere Su
Eminencia en la declaración del 26 de mayo?
2. ¿Qué
puntos estima Su Eminencia que yo haya suscrito y
defendido y que sean "inconciliables con la doctrina de
la Iglesia"?
En la total
confianza de que la paternal benevolencia de Su
Eminencia acogerá benignamente esta petición, en la cual
creo yo está comprendida la acción temporal de tantos
cristianos y de tantos hombres y asegurándole mi total
sumisión al juicio de la Iglesia, quedo de Su Eminencia,
Filialmente
en Cristo,
Camilo
Torres Restrepo
CARTA DEL
SEÑOR CARDENAL AL PADRE CAMILO TORRES
Los
periódicos capitalinos recibieron y publicaron el texto
de esta carta antes de que llegara a manos de su
destinatario.
Bogotá,
junio 9 de 1965
Señor
Presbítero
Camilo
Torres Restrepo
En la
Ciudad
En su carta
de 28 de mayo último me pregunta usted cuáles son los
puntos de los programas divulgados por usted
profusamente que están en oposición con la doctrina de
la Iglesia Católica.
No me
explico, o mejor dicho no quiero explicar los motivos
que han inducido a usted a hacer la pregunta aludida.
Usted
conoce perfectamente las enseñanzas de la Iglesia
Católica acerca de los puntos que ha tratado en sus
programas y se ha apartado a sabiendas de esas
enseñanzas. Mejor es decir las cosas claramente y sin
rodeos.
Quiero
añadir que desde el principio de mi sacerdocio he estado
absolutamente persuadido de que las directivas
pontificias vedan al sacerdote intervenir en actividades
políticas y en cuestiones puramente técnicas y prácticas
en materia de acción social propiamente dicha. En
virtud de esa convicción durante mi ya largo episcopado
me he esforzado por mantener el clero sujeto a mi
jurisdicción apartado de la intervención en las materias
que he mencionado.
Esta carta
pone fin al asunto de que ella trata. Sin embargo todas
las veces que usted quiera hablar conmigo puede estar
seguro de que tendrá mis puertas abiertas.
Afectísimo
en el Señor,
L. Cardenal
Concha, Arzobispo de Bogotá.
DECLARACIÓN
DEL SEÑOR CARDENAL
Bogotá,
junio 18 de 1965
El Cardenal
Arzobispo de Bogotá se cree en la obligación de
conciencia de decir a los católicos que el padre Camilo
Torres se ha apartado conscientemente de las doctrinas y
directivas de la Iglesia Católica.
Basta abrir
las Encíclicas de los Sumos Pontífices para darse cuenta
de esta lamentable realidad. Realidad tanto más
lamentable por cuanto el padre Torres preconiza una
revolución aun violenta con la toma del poder en
momentos en que el país se debate en una crisis causada
en no pequeña parte por la violencia que con grandes
esfuerzos se está tratando de conjurar.
Las
actividades del padre Camilo Torres son incompatibles
con su carácter sacerdotal y con el mismo hábito
eclesiástico que viste. Puede suceder que estas dos
circunstancias induzcan a algunos católicos a seguir las
erróneas y perniciosas doctrinas que el padre Torres
propone en sus programas.
L. Cardenal
Concha, Arzobispo de Bogotá.
CARTA DEL
PADRE CAMILO TORRES AL SEÑOR CARDENAL
El texto de
esta petición se publicó por primera vez en Guzmán
Campos, Germán,
"Camilo, presencia y destino", Servicios Especiales
de Prensa, Bogotá, mayo de 1967. pp. 108-109.
Bogotá, 24
de junio de 1965.
Eminentísimo Señor
Luis Concha
Córdoba
Cardenal
Arzobispo de Bogotá
E. S. D.
Eminentísimo Señor:
De acuerdo
con lo que hemos conversado me parece necesario, como
testimonio de fidelidad a la Iglesia y a lo que
considero esencial en el cristianismo, pedir a Su
Excelencia me conceda la reducción al estado laical y la
exoneración de las obligaciones inherentes al estado
clerical.
Esperando
que Su Eminencia acceda benévolamente a esta petición,
me permito suscribirme,
Filialmente
en Cristo,
Camilo
Torres Restrepo.
DOCUMENTO
DE REDUCCIÓN AL ESTADO LAICAL
Según el
Canon 81 del Código de Derecho Canónico entonces
vigente, el Obispo no tenía autoridad para decretar la
reducción de un clérigo al estado laical, "salvo en el
caso de que la demora fuera ocasión de grave daño".
El Cardenal
Concha, aconsejado por sus asesores, juzgó que podía
recurrir a la salvedad prevista en el Canon, y sin
esperar la respuesta de la Curia Romana, él mismo
decretó la reducción de Camilo al estado laical, 2 días
después de la petición
Este
documento se publicó por primera vez en el libro ya
citado de Germán Guzmán, p. 110.
Nos Luis
Concha
Presbítero
de la Santa Iglesia Romana
del título
de S. María Nuova
por la
gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica
Arzobispo
de Bogotá y Primado de Colombia,
De
conformidad con la Legislación Eclesiástica y a petición
del Señor Sacerdote Camilo Torres, decretamos su
reducción, al estado laical dentro de los términos del
rescripto pontificio solicitado.
Dado en
Bogotá el veintiséis de junio de mil novecientos sesenta
y cinco.
L. Cardenal
Concha, Arzobispo de Bogotá.
ULTIMO
COMUNICADO DEL SEÑOR CARDENAL:
"El
Cardenal Arzobispo de Bogotá no había juzgado oportuno
ni conveniente hacer una declaración acerca de la
situación del Señor Camilo Torres ante la Iglesia
Católica ni acerca de su situación en relación con el
Derecho Canónico. No había pensado que tal declaración
fuera necesaria porque creía que los católicos tenían
elementos suficientes para formarse un concepto exacto
sobre uno y otro punto.
Sin
embargo, el Cardenal Arzobispo de Bogotá ha llegado a la
conclusión de que hay un sector católico, no se podría
decir qué tan importante, que todavía se encuentra
incierto acerca de lo que debe pensar respecto de la
situación del Señor Camilo Torres ante las leyes de la
Iglesia Católica. Esta es la razón por la cual el
Cardenal Arzobispo de Bogotá ha decidido hacer las
siguientes declaraciones:
1. El Señor
Camilo Torres espontáneamente solicitó la
reducción al estado laical.
En virtud
de la reducción al estado laical, el Señor Camilo Torres
quedó dispensado de las obligaciones del estado
sacerdotal, exceptuada la obligación del celibato.
2. La
reducción al estado laical, que ciertamente no borra el
carácter sacerdotal que es indeleble, implica que el
Señor Camilo Torres no podrá jamás volver a ejercer el
ministerio sacerdotal. Por tanto, la reducción al estado
laical, pedida espontáneamente por el Señor Camilo
Torres, que le fue concedida, no es una simple licencia
temporal, dada por la autoridad eclesiástica, que le
permita dedicarse a actividades extrañas a su carácter
sacerdotal con el supuesto de que después podrá volver a
ejercer sus funciones sacerdotales.
3. El
Cardenal Arzobispo de Bogotá cree deber llamar la
atención de los católicos hacia las actividades
notoriamente reñidas con las enseñanzas de la Iglesia
Católica en que se halla empeñado el Señor Camilo
Torres: incitaciones a la subversión del orden público,
que pueden llegar hasta el empleo de la violencia; toma
del poder (en forma ilegal, desde luego) pacífica
si es posible; por la fuerza, si llega a ser
necesario emplearla para conseguir ese objetivo.
Cualquiera puede ver las funestas consecuencias que
seguirán si tales actividades del Señor Camilo Torres se
realizan conforme a los planes de él.
4. La
autoridad eclesiástica salva su responsabilidad y hace
saber a los católicos que ella categóricamente reprueba
los procederes del Señor Camilo Torres, porque están
opuestos a la doctrina de la Iglesia Católica.
Finalmente,
el Cardenal Arzobispo de Bogotá hace pública
manifestación del profundo y paternal dolor que le han
causado y que le causan los procederes del Señor Camilo
Torres, que de tal manera falta a sus obligaciones de
sacerdote de Cristo.
L. Cardenal
Concha.
Bogotá, 20
de septiembre de 1965."
(EI
Espectador, septiembre 24 de 1965)
3. CAMILO
EXPLICA SU CONFLICTO CON LA ESTRUCTURA ECLESIÁSTICA
COLOMBIANA (Extractos de Conferencias y Reportajes)
¿Es
cierto que usted corre peligro de que la Iglesia
colombiana lo suspenda en el servicio general de su
ministerio?
No es
cierto, porque no he incurrido en ninguna de las
causales canónicas de suspensión.
(Reportaje
de Semana al Día - Junio 18/65)
Sobre sus
declaraciones a un periodista de Manizales comentadas
por la prensa bogotana:
Las
publicaciones y comentarios de la prensa a mis
declaraciones son tendenciosas, porque tratan de
indisponerme con el Cardenal Concha. Me quieren
presentar como un elemento subversivo, pero la
revolución que yo estoy pregonando es algo constructivo,
es una reconstrucción de un nuevo sistema para crear un
nuevo país con este nuevo enfoque de la vida.
La prensa,
al servicio de las oligarquías, vería de muy buen gusto
que yo apostatara.
Quiero
confirmar que soy revolucionario porque soy sacerdote y
porque soy católico.
¿Cómo
recibiría una sanción, en caso de que así lo dispusiera
al Cardenal Concha Córdoba?
La recibo
como una persona fiel y miembro de la Iglesia y el
cristianismo. Sin embargo, no creo que exista esa
posibilidad, porque considero que Su Eminencia, el
Cardenal, es ante todo un buen cristiano.
Sobre una
posible sanción, en el sentido de que lo retiraran del
sacerdocio:
Según los
principios dogmáticos, yo soy sacerdote hasta la
eternidad.
Al
referirse a las diferencias actuales con el Cardenal
Concha Córdoba:
No son
diferencias sino toda una situación planteada, ante
todo, en el país. Es una actitud de la Iglesia que no
corresponde a la realidad, ni con lo que está viviendo
eI país.
(Universidad
Gran Colombia - Bogotá El Espectador-Junio 16/65)
¿Podría
usted relatarme los problemas que ha tenido con la
Iglesia?
Cuando
comencé a divulgar la plataforma, fui donde mi superior
jerárquico, el Obispo, y le conté lo que estaba
haciendo. Él ni siquiera me pidió un ejemplar de ella.
Sin embargo, en esa misma reunión, a la que asistí
informado de que la Curia tenía conocimiento de mi
plataforma, me dijeron que me retirara inmediatamente
del cargo de Decano de la Escuela Superior de
Administración Pública que yo ejercía y me fuera a
trabajar a la Curia en una investigación sobre la ciudad
de Bogotá. Ante la perspectiva de tener que confinarme
en las oficinas de la Curia y alejarme de los alumnos y
del pueblo, opté por pedir que se me permitiera ir a la
Universidad de Lovaina a hacer el doctorado, que tengo
más o menos preparado. Actualmente no tengo sino una
licencia en Sociología. Ese permiso me lo dieron con
mucho gusto. La Escuela Superior de Administración
Pública me ofreció financiar el viaje, de manera que
todo pareció arreglado.
En ese
momento, los estudiantes de la Universidad Nacional me
ofrecieron un homenaje, en el cual yo hablé, volví a
plantear la plataforma y también señalé los objetivos
revolucionarios que deberían tener los estudiantes. A
los ocho días de esto, como primera noticia, vi en la
prensa una publicación de Su Eminencia el Cardenal, mi
superior jerárquico, en la cual decía que algunos puntos
de la plataforma eran inconciliables con la doctrina de
la Iglesia. Como yo ya había hablado públicamente de la
plataforma, me extrañó mucho que el primer contacto que
tomaran conmigo se hiciera por la prensa. Fui
inmediatamente a la Curia. Allá pedí explicaciones de
por qué no se me había llamado personalmente. Me dijeron
que yo podía escribir dos cartas: una, pidiendo el
permiso para ir a la Universidad de Lovaina, y otra,
aclarando los puntos sobre la plataforma. Yo escribí las
dos cartas, pero, a pesar de que me prometieron una
pronta respuesta, no llegó. En vista de ello, y después
de un tiempo prudencial, las publiqué en la prensa,
porque yo consideraba que éste no era solamente un
problema mío, sino de muchas personas que veían que en
materia de reformas socio-económicas podía haber puntos
inconciliables con la doctrina de la Iglesia. La no
precisión al respecto, equivalía a condenar no solamente
la plataforma, sino cualquier movimiento o cualquiera
orientación progresista de los católicos en Colombia.
Cuando
publiqué las cartas obtuve otra respuesta, nuevamente
por la prensa. En ella se decía que yo sabía muy bien
cuáles eran los puntos contrarios a la doctrina de la
Iglesia, sin determinarlos ni señalar por qué. Entonces
yo seguí dando conferencias alrededor de la plataforma y
de mi posición. En esas circunstancias me hallaba
cuando, estando en Medellín, volvió el Cardenal a
publicar algo, esta vez, mucho más fuerte, diciendo que
mis doctrinas eran nocivas y que prevenía al pueblo
católico para que no se dejara engañar por mi condición
de sacerdote.
Regresé de
inmediato a Bogotá a hablar con el Cardenal. Me dijo que
no quería discutir con sus sacerdotes y que debía
someterme. Le contesté que lo que yo hacía estaba muy
ligado a mi conciencia de cristiano y de sacerdote.
Dejar de actuar en esa forma iba contra mi conciencia y
por eso había acudido a hablar con él. A pesar de esto,
el Cardenal no quiso conversar conmigo en esa ocasión.
La
Conferencia Episcopal estaba a unos diez días vista, y
parece que muchos obispos buscaban mi censura por parte
del Cardenal. Estuve hablando con los asesores de éste
sobre la posible solución.
Por un
lado, tenía toda la presión del Episcopado que deseaba
mi censura. Por el otro, tenía mi conciencia que me
decía que debía seguir planteando una serie de programas
y postulados que constituían, para mí, la realización
cristiana de la sociedad, o por lo menos una forma de
realización cristiana de Ia vida social, o por lo menos
en nuestro país.
Después de
muchas discusiones con los asesores del Cardenal, nos
dimos cuenta que él tendría que censurarme, si no por
propia voluntad, sí por las presiones de todo género.
Yo, por mi parte, tendría que continuar en lo que
estaba, porque se había suscitado todo un movimiento de
opinión a favor de mis tesis. Además, como lo planteé,
en el caso de que yo dejara la bandera, era muy posible
que la tomara una persona que no lograra realizar los
objetivos humanistas que buscamos los cristianos en la
lucha temporal. Yo comprendo que mi labor era supletoria
de la labor de un laico. Pero lo era por mis
circunstancias especiales: haber estudiado Sociología,
ser sociólogo progresista, haber tenido contacto con
organismos oficiales y con las clases populares y,
finalmente, ser mucho más oído por mi calidad de
sacerdote y aunar una serie de voluntades. Por eso veía
yo tan difícil y tan contrario a una responsabilidad
histórica cristiana el retirarme de la actividad en que
estaba. Pero veía también el conflicto con la disciplina
eclesiástica.
De común
acuerdo con los asesores del Cardenal, resolvimos que yo
debía pedir la reducción al estado laical, es decir,
pedir como una gracia, que se me concediera el relevo de
mis obligaciones clericales, para no tener que forzar al
Cardenal a una actuación contra mí y para poder seguir
dentro de mis convicciones. Esto lo hablé después con Su
Eminencia. El me dijo que lo sentía mucho, pero que ésta
parecía ser la única salida. De todas maneras, él me
esperaba con los brazos abiertos, si yo quisiera volver
un día al ejercicio de mi sacerdocio.
Esa es mi
situación actual. Considero estar ejerciendo una función
sacerdotal en un aspecto bastante importante, cual es el
de lograr conducir a la gente al amor del prójimo y por
allí al amor de Dios. Estas metas no se conciben hoy en
Colombia, sino mediante la revolución. Estoy de acuerdo
con todas las doctrinas de la Iglesia. Pienso que estoy
haciendo una obra de apostolado. En lo único en que me
he separado de mi situación anterior, reside en que no
estoy ejerciendo el sacerdocio en la parte relativa al
culto externo.
(Reportaje
de Otto Boye Soto -La Nación - Santiago de Chile - Sept.
14/65)
El Cardenal
ha dicho que su posición política está reñida con los
principios de la política social de la Iglesia católica.
¿Cómo defiende usted su posición sacerdotal y
revolucionaria en donde sin duda se encuentran muchos
elementos marxistas y leninistas?
El Cardenal
ha hecho una afirmación bastante vaga. Ha dicho que
algunos de los puntos de la plataforma son
inconciliables con la doctrina de la Iglesia. Sin
embargo, a pesar de que yo se lo he pedido en público y
en privado, nunca ha querido precisar cuáles son esos
puntos, ni ha querido probar por qué están en oposición
con la doctrina social de la Iglesia. Por el contrario,
ante publicaciones de otros sacerdotes, tanto
colombianos como extranjeros, tampoco ha tenido nada que
contestar. Publicaciones en las cuales ellos demuestran
que no hay oposición entre mis planteamientos y la
doctrina social de la Iglesia. Yo me explico y creo que
las personas que viven en Colombia, en Latinoamérica en
general, pero en Colombia en particular, se explican muy
fácilmente mi posición como sacerdote y como
revolucionario.
Yo vengo de
una familia que no era practicante, más bien de libre
pensadores. Y encontré el cristianismo como una forma de
vivir el amor al prójimo, el amor a los semejantes. Al
ver la importancia que tiene esto, resolví dedicarme al
amor al prójimo de tiempo completo, y por eso me hice
sacerdote. Cuando vi que la caridad, el amor, para ser
sincero y verdadero era necesario que fuera eficaz,
entonces vi que era necesario unirlo a la ciencia, y por
eso me hice sociólogo. Pero al estudiar la sociología,
me di cuenta que para darle de comer a las mayorías, no
bastaba con la beneficencia del paternalismo, sino que
había que organizar a nuestra sociedad en una forma
diferente. Por todos los modos traté de que esto !o
hicieran los laicos católicos, para que realizaran esa
transformación estructural en Colombia, en beneficio de
mis hermanos. Sin embargo, vi que o no se quería hacer,
o no se podía hacer, y después de haber ensayado por
muchos medios, de recurrir a los políticos de la
oposición, me resolví yo mismo plantearlo al pueblo
directamente. Plantearle una solución y esa solución ha
sido acogida por diversos motivos. Entonces yo estoy
ante la alternativa de dejar al pueblo de Dios por
seguir una disciplina externa, o sacrificar no la
disciplina, porque creo que la disciplina no la he
sacrificado, sino las formas externas de mi sacerdocio
por dedicarme al pueblo de Dios que yo creo que es una
labor también sacerdotal, aunque no de culto, pero sí de
acuerdo con la concepción teológica del sacerdocio, es
un requisito indispensable para poder ofrecer el
sacrificio de la misa, el sacrificio eucarístico; lograr
que el pueblo de Dios se ofrezca antes a sus semejantes,
y lograr que el pueblo de Dios se unifique en torno al
amor, para después entregarse a Dios.
(C.N.P.
Repórter-No. 10-Agosto-Septiembre/65)
En las
últimas declaraciones que el Cardenal hizo sobre su
persona dijo que usted no era ya sacerdote. Por otra
parte, en la manifestación del día 1º
de octubre, un sacerdote nos dijo que usted seguía
siendo sacerdote hasta que el Vaticano decidiese el
asunto. ¿Se sigue usted considerando sacerdote, recibió
alguna comunicación del Vaticano a este respecto?
Bueno, yo
creo que el Cardenal realmente nunca ha afirmado que yo
haya dejado de ser sacerdote, sino que he dejado de
pertenecer al estado clerical porque a pesar de que el
Cardenal ha tenido algunas imprecisiones desde el punto
de vista del derecho canónico, yo creo que el Cardenal
no puede afirmar una cosa que la teología católica
sostiene: y es que el sacramento del sacerdocio imprime
carácter. Y por lo tanto, yo creo que seré sacerdote
hasta la eternidad.
Las
comunicaciones de Roma que se han recibido de acuerdo a
las informaciones que me ha dado la Curia de Bogotá,
fueron en primer lugar: pedir que se dialogara más
conmigo. Cuando yo pedí que se me concediera la
reducción al estado laical, ellos mandaron a Roma un
telegrama pidiendo un rescripto por el cual se
estableciera con qué condiciones se me daba esta
reducción. Cuáles eran los derechos y los deberes
respecto de los cuales ya no tenía obligaciones ni tenía
derechos. Y Roma contestó que se dialogara conmigo.
Después, de la Curia mandaron una carta explicando cómo
habían sido las relaciones, las conversaciones que
habían tenido conmigo. Después de eso, no ha habido
respuesta, por lo cual la actitud del Cardenal no ha
sido ni confirmada ni tampoco desautorizada. Pero
realmente, en Roma no se han pronunciado.
Reportaje
de Armin Hindrichs y Fernando Foncilla para una revista
alemana - Universidad INCCA -Bogotá-mimeo./1965)
Padre
Camilo Torres, ¿por qué abandonó usted el ejercicio del
sacerdocio?
Abandoné el
sacerdocio por las mismas razones por las cuales me
comprometí en él. Descubrí el cristianismo como una vida
centrada totalmente en el amor al prójimo; me di cuenta
que valía la pena comprometerse en este amor, en esta
vida, por lo que escogí el sacerdocio para convertirme
en un servidor de la humanidad. Fue después de esto
cuando comprendí que en Colombia no se podía realizar
este amor simplemente por la beneficencia sino que urgía
un cambio de estructuras políticas, económicas y
sociales que exigían una revolución a la cual dicho amor
estaba íntimamente ligado. Pero desgraciadamente pese a
que mi acción revolucionaria encontraba una respuesta
bastante amplia dentro del pueblo, la jerarquía
eclesiástica en un momento determinado quiso hacerme
callar contra mi conciencia que, por amor a la
humanidad, me llevaba a abogar por dicha revolución.
Entonces, para evitar todo conflicto con la disciplina
eclesiástica solicité que me levantara la sujeción a sus
leyes. No obstante, me considero sacerdote hasta la
eternidad y entiendo que mi sacerdocio y su ejercicio se
cumplen en la realización de la revolución colombiana,
en el amor al prójimo y en la lucha por el bienestar de
las mayorías.
(Reportaje
de Jean Fierre Sergent -Hora Cero - México - No. 1,
Junio-Julio/67)
Yo
consideré indispensable para mi vocación sacerdotal,
para mi vocación revolucionaria el dar una prueba de que
estoy dispuesto a servir a la causa del pueblo. Porque
cuando se me planteó el dilema de seguir en la
disciplina clerical o de continuar la lucha
revolucionaria yo no podía dudar; porque de otra manera
hubiera sido traicionar la revolución, traicionarlos a
ustedes.
Como muy
bien me lo dijeron los obreros de Medellín: usted tiene
que seguir adelante. Y entonces no tuve ni un momento de
titubeo para sacrificar algo para mí muy querido, muy
profundo como era el ejercicio exterior de mi
sacerdocio.
Esto
quisiera yo que valiera como prueba de mi sinceridad.
Pero es necesario que ustedes me sigan exigiendo, como
he de seguir exigiéndoles a todos los que están en el
mismo proceso y son de extracción burguesa.
¿Y hasta
dónde van a exigir? Tienen que exigir hasta las últimas
consecuencias. Porque la lucha revolucionaria no es una
lucha cualquiera: es una lucha en la cual no se
comprometen horas; en la cual no se comprometen pesos.
Es una lucha en la que hay que comprometer la vida
misma. Podemos aceptar que haya personas amigas de la
revolución, aficionados a la revolución; pero para
aceptar a alguien como revolucionario tenemos que
exigirle que sea revolucionario de tiempo completo.
(Sindicato
de Bavaria - Bogotá - Julio 14/65 -Vanguardia Sindical -
Julio 23/65)
¿Piensa
conservar la disciplina interior del sacerdote y el
traje talar o sea la sotana?
No. De
acuerdo con la legislación canónica, no puedo conservar
la sotana, pero yo conservaré mi hábito religioso de
oración y la disciplina general trataré de conservarla
aunque no me sea obligatoria en el momento.
(Reportaje
de E/ Occidente - Cali - Julio 18/65)
Bueno,
padre Camilo, le agradezco estas declaraciones para El
Occidente y Occidente en el Aire, si tiene algo que
agregar a esta charla, pues me encantaría mucho que lo
hiciera.
Quisiera
simplemente reafirmar que a pesar de que no tengo el
ejercicio del sacerdocio, tengo el carácter sacerdotal y
me siento muy orgulloso de él y que sigo en comunión con
la Iglesia, con mis hermanos sacerdotes y con todos los
cristianos para tratar de realizar un cristianismo en el
campo económico y social.(Ibid.)
Dígame,
padre Camilo, dado el caso de que usted lograra sus
propósitos de despertar una conciencia revolucionaria en
la masa y la unidad popular, ¿usted volvería al
ejercicio externo del sacerdocio católico?
Sí,
naturalmente, e inclusive, si yo encuentro que otra
persona lo pueda hacer y pueda reemplazarme en esta
labor de unidad popular antes de que se constituya, pero
que mi conciencia considere que lo va a hacer con
eficacia. Yo ya le hablé al Cardenal sobre ese aspecto y
él mismo me dijo que cuando yo quisiera volver, estaban
las puertas abiertas, y naturalmente que la única causa,
la petición que yo hice de ser exonerado del servicio
externo de mi sacerdocio, es el servicio del pueblo. En
el momento en que vea que el pueblo no me necesita, para
mí será el mayor placer poder volver al ejercicio
externo del sacerdocio. (Ibid.)
Padre,
muchas personas se sienten cohibidas ante la perspectiva
de una división del clero colombiano, causada por sus
planteamientos y sus actitudes revolucionarias. ¿Qué
opina al respecto?
Creo que
mis planteamientos nunca podrían dividir al clero en
cuanto a lo esencial, porque he tratado de seguir la
doctrina de la Iglesia. En lo que esté opuesto a la
doctrina y me lo demuestren estoy dispuesto también a
retractarme, de manera que la división del clero que se
puede plantear no sería en cuanto a lo esencial, sino en
cuanto a sus actitudes respecto a la revolución social.
Creo que generalmente se va a producir la misma división
que se produce en toda sociedad, los que quisieran
defender ciertos privilegios que son onerosos para las
mayorías se dividirán en contra de aquellos que quieran
defender los derechos mayoritarios que estén en
oposición a privilegios de las minorías. (Ibid.)
VI
Opciones
Radicales
como
exigencia de su Fe
1965
1.
COMPROMISO RADICAL CON LOS OPRIMIDOS
(Extractos
de Conferencias y Reportajes)
Un
verdadero cristiano debe colaborar con todos aquellos
revolucionarios que se proponen cambiar las actuales
estructuras sociales injustas y opresoras.
Es ese
cambio lo que caracteriza al mundo de hoy. Lo que ocurre
en Colombia es parte de eso. Y lo que determina es la
presión de abajo, tanto aquí como en Vietnam. Por eso la
intervención norteamericana en Vietnam, que es un
verdadero crimen, no va a poder imponerse por más armas
que utilicen y por más gente que maten. Van a ser
derrotados.
¿Y tú dices
que los cristianos deben tomar una posición definida,
como tales, en esa lucha?
Claro, lo
digo y lo repito. El cristiano, como tal, y si quiere
serlo realmente y no sólo de palabra, debe participar
activamente en los cambios. La fe pasiva no basta para
acercarse a Dios: es imprescindible la caridad. Y la
caridad significa, concretamente, vivir el sentimiento
de la fraternidad humana. Ese sentimiento se manifiesta
hoy en los movimientos revolucionarios de los pueblos,
en la necesidad de unir a los países débiles y oprimidos
para acabar con la explotación, y en todo eso, nuestra
posición está claramente de este lado, y no del lado de
los opresores. Por eso a veces, un poco en broma pero
también bastante en serio, me pongo intransigente y le
digo a mi gente: el católico que no es revolucionario y
no está con los revolucionarios, está en pecado mortal.
(Reportaje
de Adolfo Gilly -Semanario Marcha - Montevideo - Junio
4/65)
¿Usted no
cree que la excesiva pompa eclesiástica, el
distanciamiento aristocrático de determinado clero,
contribuyen a que el pueblo se aleje cada día más de las
prácticas religiosas?
Yo creo que
una de las tendencias de la reforma actual de la Iglesia
es una renovación del concepto auténtico de la pobreza
cristiana. Los cristianos tenemos mucho aprecio por el
concepto de pobreza espiritual, pero en ocasiones nos
aferramos tanto al concepto espiritual de la pobreza
para evadir la pobreza material.
Personalmente yo no creo en la pobreza espiritual que no
se refleje en pobreza material, ni en una pobreza
individual de personas que pertenecen a una sociedad
rica. Creo que la pobreza debe ser material, individual
y social, además de espiritual. La renovación de este
concepto se tendrá que traducir en toda la vida exterior
de los cristianos y de la misma Iglesia.
(Reportaje
de El Espectador - Junio 13/65)
¿Qué
opinión tiene usted de los curas obreros de Francia?
Los
sacerdotes obreros en Francia y en muchos países del
mundo constituyen una experiencia de la Iglesia para
lograr un testimonio de solidaridad con la clase obrera.
El testimonio tiene un carácter universal (debe ser en
todos sus aspectos auténticamente cristiano) y un
carácter social (debe ser comprendido por los hombres a
los cuales está destinado.) Dentro de la situación de la
Iglesia en donde hay sacerdotes obreros, la solidaridad
con la clase popular difícilmente es comprendida sin un
testimonio de solidaridad de vida de los sacerdotes
mismos, ya que los laicos, aunque son Iglesia, no son
considerados como representantes de la Iglesia por
aquellos sectores populares más alejados del
cristianismo. Las modalidades de esta experiencia han
sido evaluadas, corregidas y perfeccionadas. La
prohibición en Francia y Bélgica se debió a algunas
fallas accidentales, reales o ficticias, pero
actualmente hay muchos sacerdotes obreros en muchos
países del mundo aprobados por la jerarquía
eclesiástica.
El caso del
sacerdote obrero es clásico dentro de la concepción de
que el sacerdote, por motivos de caridad, de amor, puede
suplir al laico cuando éste, por cualquier
circunstancia, no puede ejercer sus funciones propias
dentro de la Iglesia.
(Reportaje
de Semana al día -Bogotá - Junio 18/65)
Mientras no
seamos capaces de abandonar nuestro sistema de vida
burgués no podremos ser revolucionarios. El
inconformismo cuesta y cuesta caro. Cuesta descenso en
el nivel de vida, cuesta destituciones de los empleos,
cambiar y descender de ocupación, cambiar de barrio y de
vestido. Puede ser que implique el paso a una actividad
puramente manual. El paso de la ciudad al campo o al
monte. El arquitecto inconformista debe estar dispuesto
a trabajar como albañil, si ese es el precio que le
exige la estructura vigente para subsistir sin
traicionarse.
Desgraciadamente, a esto no estamos decididos y buscamos
en el subconsciente una especie de componenda en la cual
podamos decir que luchamos contra el sistema y
usufructuamos al mismo tiempo de él. En el mejor de los
casos nos convertimos en revolucionarios de cafés,
sitios en donde podemos hablar sin comprometernos. Creo
yo que ésta es la íntima explicación de que los
universitarios y aún más, los profesionales, nunca
logren una colaboración eficaz con la revolución.
Convenzámonos que, como dice el Evangelio "hay más
alegría en dar que en recibir". Al sacrificar todos esos
impedimentos burgueses seremos mucho más felices, más
libres, más auténticos con nosotros mismos. Estaremos
dispuestos a afrontarlo todo. Hasta ahora no parece que
el pueblo haya reconocido en los jefes esa entrega. El
pueblo tiene suficiente olfato como para descubrir quién
lo busca para servirlo o para utilizarlo. . .
Sin
embargo, para eso, es necesario que comencemos ya. Que
nos mezclemos con las masas, que vivamos, no solamente
para los pobres, sino con los pobres y como pobres. La
integración con las masas es un elemento esencial a la
revolución y a la unión. Éstas no son patrimonio nuestro
sino de los obreros y campesinos de Colombia. Ellos
serán los que nos traigan la pauta, los que nos exijan,
los que impongan la unión por encima de grupos y de
personalismos caudillistas. Para los que conocen
íntimamente a nuestra gente la frase de Gaitán de que
"en Colombia el pueblo es superior a sus dirigentes" no
es una frase demagógica sino absolutamente real. Yo creo
que solamente la dinámica de los hechos impondrá la
unión y estos hechos los tendrá que realizar la masa.
Nadie puede
ser verdaderamente revolucionario si no confía en los
valores del pueblo. Es lo único que nos puede librar del
paternalismo práctico de que adolecen aun nuestros
dirigentes de izquierda.
Debemos saber que cuando vamos a la base de nuestro
pueblo es mucho más para aprender que para enseñar.
Puede ser que esa base tenga más dificultad para
comunicar sus valores. En esa comunicación nosotros
debemos esforzarnos para poder aprovechar lo que nos
enseñe el pueblo. En él existen necesidades comunes,
sufrimientos comunes, aspiraciones comunes. Por eso
será, en última instancia, el pueblo el que nos enseñará
cómo debemos realizar la unión.
(Universidad Nacional - Bogotá - Mayo 22/65)
Porque el
periódico de la clase popular que estamos preparando
tiene que ser "la voz de los hombres sin voz", como
decía el Abate Pierre de su revista.
Aquellos
que no pueden expresarse en la gran prensa, aquellos
movimientos que se ven bloqueados por esta gran prensa,
aquellas manifestaciones que son deformadas por la
oligarquía de acuerdo con sus intereses y en contra de
los intereses de la clase popular; todos ellos deben
poseer un órgano de expresión, que vaya cimentando la
unidad de la clase popular por encima de las ideologías,
por encima de los grupos, por encima de las personas.
(Conferencia Sindicato de Bavaria - Bogotá - Julio
23/65)
2.
DECLARACIÓN AL PEDIR SU REDUCCIÓN AL ESTADO LAICAL
Apenas
solicitada por escrito y aceptada verbalmente su
petición de reducción al estado laical, Camilo Torres
convocó a una rueda de prensa en la que entregó a los
reporteros la presente declaración que se difundió tanto
por prensa como por radio.
Cuando
existen circunstancias que impiden a los hombres
entregarse a Cristo, el sacerdote tiene como función
propia combatir esas circunstancias, aun a costa de su
posibilidad de celebrar el rito eucarístico, que no se
entiende sin la entrega de los cristianos.
En la
estructura actual de la Iglesia se me ha hecho imposible
continuar el ejercicio de mi sacerdocio en los aspectos
del culto externo. Sin embargo, el sacerdocio cristiano
no consiste únicamente en la celebración de los ritos
externos. La Misa que es el objetivo final de la acción
sacerdotal, es una acción fundamentalmente comunitaria.
Pero la comunidad cristiana no puede ofrecer en forma
auténtica el sacrificio si antes no ha realizado, en
forma efectiva, el precepto del amor al prójimo.
Yo opté por
el cristianismo por considerar que en él encontraba la
forma más pura de servir a mi prójimo. Fui elegido por
Cristo para ser sacerdote eternamente, motivado por el
deseo de entregarme de tiempo completo al amor de mis
semejantes. Como sociólogo, he querido que ese amor se
vuelva eficaz, mediante la técnica y la ciencia; al
analizar la sociedad colombiana me he dado cuenta de la
necesidad de una revolución para poder dar de comer al
hambriento, de beber al sediento, vestir al desnudo y
realizar el bienestar de las mayorías de nuestro pueblo.
Estimo que la lucha revolucionaria es una lucha
cristiana y sacerdotal. Solamente por ella, en las
circunstancias concretas de nuestra patria podemos
realizar el amor que los hombres deben tener a sus
prójimos.
Desde que
estoy ejerciendo mi ministerio sacerdotal, he procurado
por todas las formas que los laicos, católicos o no
católicos, se entreguen a la lucha revolucionaria. Ante
la ausencia de una respuesta masiva del pueblo a la
acción de los laicos he resuelto entregarme yo,
realizando así parte de mi labor de llevar a los hombres
por el amor mutuo al amor de Dios. Esta actividad la
considero esencial para mi vida cristiana y sacerdotal,
como colombiano. Con todo, es una labor que actualmente
riñe con la disciplina de la Iglesia actual. No quiero
faltar a esta disciplina, ni quiero traicionar mi
conciencia.
Por eso, he
pedido a Su Eminencia el cardenal que me libere de mis
obligaciones clericales para poder servir al pueblo en
el terreno temporal. Sacrifico uno de los derechos que
amo más profundamente: poder celebrar el culto externo
de la Iglesia como sacerdote, para crear las condiciones
que hacen más auténtico ese culto.
Creo que mi
compromiso con mis semejantes de realizar eficazmente el
precepto de amor al prójimo me impone este sacrificio.
La suprema medida de las decisiones humanas debe ser la
caridad, debe ser el amor sobrenatural. Correré con
todos los riesgos que esta medida me exija.
Junio 24 de
1965
3. MENSAJE
A LOS CRISTIANOS
Frente
Unido, No. 1, agosto 26 de 1965
Las
convulsiones producidas por los acontecimientos
políticos, religiosos y sociales de los últimos tiempos
posiblemente han llevado a los cristianos de Colombia a
mucha confusión. Es necesario que en este momento
decisivo para nuestra historia los cristianos estemos
firmes alrededor de las bases esenciales de nuestra
religión.
Lo
principal en el Catolicismo es el amor al prójimo. "El
que ama a su prójimo cumple con la ley" (San Pablo, Rom.
XIII, 8). Este amor para que sea verdadero tiene que
buscar la eficacia. Si la beneficencia, la limosna, las
pocas escuelas gratuitas, los pocos planes de vivienda,
lo que se ha llamado "la caridad", no alcanza a dar de
comer a la mayoría de los hambrientos, ni a vestir a la
mayoría de los desnudos, ni a enseñar a la mayoría de
los que no saben, tenemos que buscar medios eficaces
para el bienestar de las mayorías.
Esos medios
no los van a buscar las minorías privilegiadas que
tienen el poder, porque generalmente esos medios
eficaces obligan a las minorías a sacrificar sus
privilegios. Por ejemplo, para lograr que haya más
trabajo en Colombia, sería mejor que no se sacaran los
capitales en forma de dólares y que más bien se
invirtieran en el país, en fuentes de trabajo. Pero como
el peso colombiano se desvaloriza todos los días, los
que tienen dinero y tienen el poder nunca van a prohibir
la exportación del dinero, porque exportándolo se libran
de la devaluación. ,
Es
necesario, entonces, quitarles el poder a las minorías
privilegiadas para dárselo a las mayorías pobres. Esto,
si se hace rápidamente es lo esencial de una revolución.
La Revolución puede ser pacífica si las minorías no
hacen resistencia violenta. La Revolución, por lo tanto,
es la forma de lograr un gobierno que dé de comer al
hambriento, que vista al desnudo, que enseñe al que no
sabe, que cumpla con las obras de caridad, de amor al
prójimo no solamente en forma ocasional y transitoria,
no solamente para unos pocos, sino para la mayoría de
nuestros prójimos. Por eso la Revolución no solamente es
permitida sino obligatoria para los cristianos que vean
en ella la única manera eficaz y amplia de realizar el
amor para todos. Es cierto que "no hay autoridad sino de
parte de Dios" (San Pablo, Rom.XIII, 1). Pero Santo
Tomás dice que la atribución concreta de la autoridad la
hace el pueblo.
Cuando hay
una autoridad en contra del pueblo, esa autoridad no es
legítima y se llama tiranía. Los cristianos podemos y
debemos luchar contra la tiranía. El gobierno actual es
tiránico porque no lo respalda sino el 20% de los
electores y porque sus decisiones salen de las minorías
privilegiadas.
Los
defectos temporales de la Iglesia no nos deben
escandalizar. La Iglesia es humana. Lo importante es
creer que también es divina y que si nosotros los
cristianos cumplimos con nuestra obligación de amar al
prójimo, estamos fortaleciendo a la Iglesia.
Yo he
dejado los deberes y privilegios del clero, pero no he
dejado de ser sacerdote. Creo que me he entregado a la
Revolución por amor al prójimo. He dejado de decir misa
para realizar ese amor al prójimo en el terreno
temporal, económico y social. Cuando mi prójimo no tenga
nada contra mí, cuando haya realizado la Revolución,
volveré a ofrecer la misa si Dios me lo permite. Creo
que así sigo el mandato de Cristo: "Si traes tu ofrenda
al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo
contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y
anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces
ven y presenta tu ofrenda" (San Mateo, V, 23-24).
Después de
la Revolución los cristianos tendremos la conciencia de
que establecimos un sistema que está orientado sobre el
amor al prójimo. La lucha es larga, comencemos ya...
Apéndice
Elementos
para el diálogo con el marxismo
De diversos
escritos de Camilo, se han reunido aquí los párrafos que
nos revelan más nítidamente su posición frente al
marxismo, que se sintetiza en estos puntos:
1. En el
campo filosófico, existen incompatibilidad entre
marxismo y cristianismo.
2. Detrás
del anticomunismo de la sociedad se esconden los
mecanismos de defensa de la clase dominante.
3. Detrás
del anticomunismo de la Iglesia, que aparece como si
fuera su principal tarea, se esconde una profunda
desviación de su misión que es la de hacer eficaz el
amor, para lo cual le servirían muchos elementos del
marxismo.
4. Los
aspectos técnicos del marxismo: sus postulados
socio-económicos, no riñen con la fe cristiana y son
aceptables.
5. La
crítica hecha al cristianismo desde el marxismo, de
adormecer las conciencias de los oprimidos y de
legitimar sistemas injustos, denuncian legítimamente
deformaciones del cristianismo.
6. Hay
muchos elementos comunes a marxistas y cristianos: tanto
desde el punto de vista económico, social y político,
como desde el punto de vista filosófico, por ser dos
humanismos. Insistir en los puntos que nos unen y
prescindir un poco de los que nos separan sería un gran
aporte al futuro de la humanidad.
7. El
pueblo no debe dejarse dividir entre cristianos y
comunistas. Hay una tarea común prioritaria: la
revolución.
8. Aun en
el caso de que un cambio de estructuras sea dirigido por
marxistas, los cristianos deben colaborar, teniendo en
cuenta la obligación de evitar males mayores y de buscar
el bien común.
1. RECONOCE
INCOMPATIBILIDADES DE FONDO ENTRE MARXISMO Y
CRISTIANISMO
Según
esto, ¿se puede ser cristiano y comunista a la vez?
No creo,
porque el comunismo, además de los planteamientos
socioeconómicos, tiene una doctrina filosófica
materialista. Así como el cristiano no puede ser
anticomunista, tampoco puede ser comunista.
(Reportaje
de Hernán Gira/do - El Espectador - Junio 13/65)
2.
DESENMASCARA EL ANTICOMUNISMO DE LA SOCIEDAD
¿Según su
criterio a qué se debe la frecuente información de
cierta prensa sobre la existencia de sacerdotes
comunistas?
Para poder
entender los motivos que mueven a cierta prensa para
informar sobre la existencia de sacerdotes comunistas,
tendríamos que analizar el fenómeno del macartismo en
general.
Toda clase
dirigente tiene sistemas de defensa, algunos informales
y otros formales. Cuando se trata de una clase dirigente
impopular y minoritaria es necesario que ésta busque
sistemas eficaces para descalificar ante la opinión
pública a sus adversarios. La opinión pública se orienta
más fácilmente con adjetivos que con disquisiciones
filosóficas.
Para
desacreditar un puente, basta con ponerle el epíteto de
"podrido". Para hacer perseguir a un perro, aunque éste
sea de nobles condiciones, basta darle el adjetivo de
"rabioso". En las primeras épocas de nuestra era,
decirle cristiano a un individuo era una forma de
colocarlo fuera de la ley. Después se le decía "bárbaro"
al enemigo del Imperio Romano para poderlo perseguir.
Antes de la Revolución Francesa se perseguía a los
librepensadores, liberales, demócratas, plebeyos, etc.
En la actualidad, la mejor manera de desencadenar la
persecución sobre un elemento peligroso para la clase
dirigentes, es llamarlo "comunista".
La clase
dirigente colombiana ha considerado a la Iglesia y al
Ejército como aliados incondicionales suyos, es natural
que, cuando aparecen sacerdotes o militares inconformes,
considere que su estructura interna comienza a
resquebrajarse. Por lo tanto, sacerdotes y militares
inconformes constituyen un elemento mucho más peligroso
para el sistema que los mismos comunistas afiliados al
partido. De ahí la necesidad para la clase dirigente de
desacreditarlos ante la opinión pública, tildándoles de
comunistas. La prensa, servidora de esta clase, no puede
adoptar una política diferente.
(Reportaje
publicado en la revista La Hora (órgano de Caritas
colombiana) -Bogotá, No. 29, Mayo/65)
Nosotros no
nos vamos a dejar engañar por esos señuelos, por esos
trucos que tiene la clase dirigente, porque ya son muy
conocidos; la clase dirigente ha dicho que soy comunista
y eso cuando yo estaba en el pleno ejercicio de mis
funciones sacerdotales; mucho más lo va a decir ahora
aunque yo diga que estoy en pleno acuerdo con la
doctrina de la Iglesia, que sigo siendo católico y que
nunca dejaré de ser sacerdote "porque cuando uno recibe
la ordenación queda sacerdote para toda la eternidad",
de manera que me seguirán diciendo comunista y se lo
dirán a todos aunque se declaren cristianos, comulguen
diariamente, por el sólo hecho de repartir la
plataforma,
Les dirán
comunistas porque esa es la forma como se defiende la
clase dirigente y no vamos a interpretar eso mal porque
cada cual se defiende como puede. La clase oligárquica
está acorralada y va a utilizar los medios más bajos:
por eso los consejos de guerra verbales y por eso el
estado de sitio, y vendrán cosas peores. Tenemos que
estar listos para la represión. Es una clase minoritaria
agresiva, que no puede avanzar, que está acorralada, que
ha visto el surgimiento de un movimiento popular contra
ella, un movimiento que trata de ser serio, de gente
entregada, de gente apostólica, de gente de todas las
extracciones sociales y encabezado por ahora -ojalá no
sea para siempre- por un individuo católico, sacerdote y
que por católico y por sacerdote se ha metido de
revolucionario. Y esto es un problema grave para la
clase minoritaria, utilizarán todo contra mí, y contra
los demás que participen, se buscarán los medios de
ataque más bajos, pero eso tenemos que aceptarlo como
algo que está en las reglas del juego, no debemos
desconcertarnos, eso lo damos por descontado.
(Conferencia Sindicato de Bavaria - Bogotá, Julio
14/65)
¿El
comunismo debe ser puesto fuera de la ley?
Desde el
punto de vista teórico creo yo que la mejor arma para
combatir las ideas son las ideas; la mejor arma para
combatir los movimientos políticos es mostrar una mayor
eficacia en el uso del poder. Por lo tanto, las
disposiciones legales en contra de ideas o de
movimientos políticos son, en mi concepto, una
demostración de debilidad ante ellos.
Sin
embargo, si en un país se considera de hecho los
comunistas excluidos de los cargos públicos, del derecho
a ser elegidos, se excluyen de las cátedras
universitarias y en muchas ocasiones, pierden el derecho
de estudiar y de trabajar, sería una posición menos
hipócrita declararlos oficialmente fuera de la ley que
conservar una legalidad aparente, puramente táctica para
disfrazar ese estado de cosas con un ropaje democrático
a fin de evitar que los adversarios capitalicen la
mística que les daría la ilegalidad y el hecho de ser
considerados como víctimas.
(Reportaje
- Revista La Hora, No. 29 - Bogotá - Mayo/65)
3. ENJUICIA
EL ANTICOMUNISMO DE LOS CRISTIANOS
¿El clero
colombiano peca de comunista o de anticomunista?
El clero
colombiano ciertamente no peca de comunista. El
comunismo tiene un sistema filosófico incompatible con
el cristianismo, aunque en sus aspiraciones
socio-económicas la mayoría de sus postulados no riñen
con la fe cristiana.
Para decir
que peca de anticomunista, se necesitaría hacer una
investigación sobre las pastorales, los escritos, los
sermones de nuestros obispos y sacerdotes. Sin embargo,
mi impresión personal es que el comunismo ha sido
considerado como el principal mal de la cristiandad en
nuestra época. Este es un enfoque poco teológico y poco
científico.
Poco
teológico, porque el principal mal de la cristiandad es
la falta de amor, tanto dentro de ella misma como
respecto de los no cristianos, incluyendo a los
comunistas. Por la falta de un amor eficaz traducido a
las estructuras temporales en una forma científica por
parte de los cristianos, ha surgido el comunismo como
una solución con todos sus aciertos y sus errores.
Desde el
punto de vista científico, la posición del cristiano no
debe ser anti sino en favor del bien de la humanidad. Si
este bien no se puede realizar sino cambiando las
estructuras temporales sería pecaminoso que el cristiano
se opusiera al cambio. Solamente la crítica discriminada
y científica del comunismo, en vista a la realización de
este bien, puede justificar no una posición
anti-comunista sino una posición científica que implique
rechazo de todo lo que sea anticientífico.
¿Según su
juicio, la actitud del clero colombiano ante los
problemas sociales requeriría una revisión?
En general,
yo creo que la actitud del clero colombiano ante los
problemas sociales sí requiere una revisión. Esta
revisión se podría resumir así:
1.
Preocupación por el bienestar de la humanidad más que
por preservarla del comunismo.
2.
Descartar la beneficencia ocasional y paternalista como
forma habitual de acción.
3.
Concentrar los esfuerzos en la formación de un laicado
capaz de transformar las estructuras temporales desde su
base atacando así el origen de los problemas sociales.
(Reportaje
de la Revista La Hora - No. 29 Bogotá - Mayo/65)
¿Por qué
será tan notorio el pavor que nuestra jerarquía
eclesiástica muestra ante las izquierdas?
Tengo la
impresión de que en la Iglesia ha ocurrido muchas veces
un mismo fenómeno: que cuando se presentan doctrinas que
tienen elementos verdaderos, pero que atacan a la
Iglesia en otros aspectos, la reacción de la Iglesia es
indiscriminada contra quienes combaten esa doctrina. Tal
cosa sucedió con Galileo, con el liberalismo, con el
sicoanálisis, con el evolucionismo, y ahora con el
marxismo.
Cuando la
pugna se hace menos aguda, se comienza a discriminar
elementos positivos y negativos en cada doctrina, y se
termina por definir los aspectos puramente católicos y
los aspectos puramente científicos en los cuales la
Iglesia no tiene competencia. Desgraciadamente los
eclesiásticos no estamos libres de la tentación de
ligarnos con los sistemas y las instituciones
temporales. San Agustín mostró a la cristiandad de su
época que la Iglesia no dependía del Imperio Romano.
Cuando cayó el Antiguo Régimen, Lacordaire, Lamennais y
otros, mostraron que la Iglesia no dependía de la
monarquía. En la época actual es necesario demostrar que
la Iglesia no depende del sistema capitalista, y que el
cristianismo tiene tanto vigor como para poder
cristianizar una sociedad socialista. En los momentos de
transición hay confusiones, especialmente cuando la
Iglesia tiene intereses temporales para defender,
ligados con un sistema que comienza a desaparecer.
Desafortunadamente entre muchos católicos no se
considera hoy como el peor enemigo de la humanidad la
falta de amor al prójimo, sino el comunismo, lo cual es
un error teológico y científico. La esencia del
cristianismo no es el anticomunismo sino el amor. No
olvidemos que dentro de los planteamientos marxistas,
hay muchos que son científicamente comprobables.
(Reportaje
de Hernán Gira/do - El Espectador - Junio 13/65)
La Iglesia
no está casada con ningún sistema temporal, y el haber
tratado de ligarla a esos sistemas temporales nos ha
acarreado que cuando los bárbaros invadieron el Imperio
Romano, se dijera que se había acabado la Iglesia; que
cuando sobrevino la Revolución Francesa, se había
acabado la Iglesia porque se habían derrumbado el
antiguo régimen y la monarquía, y que hoy en día, cuando
se está acabando el sistema capitalista, alguna gente
cree que se está acabando la Iglesia. Y consideran que
el cristianismo no tiene suficiente virtualidad para
poder cristianizar a un mundo socialista hacia el cual
parece que vamos. De manera que es importante ver cómo
la Iglesia es la representante de una filosofía y menos
de una política o de un sistema económico. Lo es de una
vida. ¿Qué es la vida? El amor de Dios entre los
hombres, la vida del amor de los hombres entre ellos
mismos, y esa vida del amor entre los hombres va tomando
diferentes modalidades. Ese amor a los hombres entre
nosotros mismos va tomando, insisto, diferentes
modalidades de acuerdo con la técnica, con la coyuntura
histórica, con la sociedad en que vivimos. Por lo tanto,
puede ser que haya partidos que expresan mejor ese amor
a los hombres. Pero se trataría de probar que los
partidos que están más unidos a la estructura clerical
exterior de la Iglesia son aquellos que realizan mejor
el amor cristiano hacia la humanidad.
(C.N.P.
Repórter-No. 10 -Agosto -Sept/65)
4. ACEPTA Y
VALORA LOS ASPECTOS TÉCNICOS DEL MARXISMO
En el mundo
moderno, los marxistas comenzaron el movimiento en favor
del cambio de estructuras. Tienen técnicos en economía y
en ciencias físicas y biológicas. El dogmatismo en
ciencias sociales perjudica parcialmente a los
ortodoxos, que son los verdaderamente dogmáticos. Se
dice "parcialmente" porque muchos análisis
socio-económicos de los ortodoxos concuerdan con la
realidad socio-económica de los países indigentes. Es
más: si se comparan los análisis marxistas que versan
estrictamente sobre la realidad socio-económica de estos
países con los análisis capitalistas, los primeros, es
decir, los marxistas, son más adaptados a la realidad y,
sobre todo, a las expectaciones de las mayorías
indigentes.
En lo
referente a la planificación económica, los marxistas
han tenido la prioridad. Es importante establecer la
diferencia entre el mecanismo puramente económico,
administrativo y técnico de una planificación económica
que regule autoritativamente las inversiones, y la
filosofía que ha inspirado esa regulación. Regulación
que se encuentra inspirada, hoy en día, y practicada en
virtud de otras filosofías, por ejemplo, en Israel. Lo
que prueba que no está necesariamente ligada a la
ideología marxista.
{Ponencia
en II Encuentro de Pro Mundo Vita-Lovaina -Septiembre
1964)
5. ACEPTA
ASPECTOS DE LA CRÍTICA MARXISTA DE LA RELIGIÓN
La
concepción errada del cristianismo de que es necesario
sufrir todas las injusticias en esta vida, aguantar
hambre y miseria porque en el futuro vamos a tener un
premio, ha sido una de las formas como se ha deformado
el cristianismo, y que ha permitido aun al marxismo
decir que la religión es el opio del pueblo. Creo que es
importante mostrar cómo el cristianismo exige para la
consecución de la vida eterna, la realización plena del
hombre en la vida presente, ya que la esencia del
cristianismo es el amor al prójimo, y el amor al prójimo
está en la realización del hombre individual y social.
(C.N.P.
Repórter No. 10 - Agosto-Sept/65)
Todo lo que
adormece conciencia, adormece la actividad de los
obreros y de los campesinos porque les dice: ustedes
estén tranquilos, sufran en esta vida las injusticias y
los bajos salarios que tendrán su premio en el cielo.
Nosotros no podemos tolerar que algo tan sagrado como la
religión siga siendo un instrumento de explotación de
las clases oligárquicas. Nosotros los cristianos tenemos
que rebelarnos, demostrarle al pueblo que lo esencial
del cristianismo está en el amor al prójimo y que este
amor al prójimo para ser eficaz necesita un cambio del
poder político para que las leyes hablen en favor de las
mayorías y que si este cambio de poder político es lo
que nosotros llamamos revolución, solamente se logrará
el amor al prójimo mediante la revolución en Colombia.
Por lo tanto tenemos que ver que los católicos y los
cristianos no solamente pueden ser revolucionarios, sino
que si lo esencial del cristianismo está condicionado a
la revolución, los cristianos también seremos juzgados
para la vida eterna, respecto de nuestro compromiso con
la revolución y tenemos obligación de ser
revolucionarios. Si el Cardenal y otros obispos de
Colombia, si los obispos de Colombia se han atrevido a
decir en otras ocasiones que es pecado mortal abstenerse
en las elecciones, yo creo que la clase popular
considera hoy que para los cristianos es pecado mortal
abstenerse de la revolución.
(Conferencia en Barranquilla - Agosto 6/65)
Se habla
mucho de la infiltración comunista en la Universidad
colombiana. Usted que sí tiene contacto permanente con
los universitarios, ¿podría decirnos algo verdadero al
respecto?
Lo que es
general en la Universidad es el inconformismo. El
marxismo (no el comunismo) es un esquema teórico
bastante completo para encauzar el inconformismo. Sin
embargo, los estudiantes que por rebeldía se separan en
muchas ocasiones del dogmatismo de la Iglesia
colombiana, no van a cometer la tontería de caer en el
dogmatismo, aún más severo, de la doctrina comunista. En
la Universidad los católicos practicantes y los
comunistas son una minoría.
(Reportaje
de Hernán Giraldo - El Espectador - Junio 13/65)
6. DESCUBRE
CAMPOS COMUNES PARA LA ACCIÓN DE CRISTIANOS Y MARXISTAS
E IMPULSA LA COLABORACIÓN ENTRE UNOS Y OTROS EN LA
PRÁCTICA
Pero cuando
logremos reunir a todos los colombianos por encima de
sus partidos tradicionales liberal y conservador, por
encima de las diferentes filosofías e ideologías, por
cuanto es importante que cada uno de nosotros tenga una
ideología, y tanto lo considero yo así, que tengo un
uniforme que representa una filosofía y una religión,
por eso considero que es importante que nosotros
tengamos una concepción total de la vida, cualquiera que
sea, y que la profesemos profundamente hasta las últimas
consecuencias. Pero si esa filosofía, esa mística que
nos tiene que dar nuestra creencia nos impulsa
principalmente al servicio de los demás, como creo yo
que es un elemento común entre la filosofía cristiana y
la filosofía marxista, nos impulsa profundamente a
sacrificarnos por los demás, a entregarnos por los
demás, vivamos intensamente cada uno ese amor al
prójimo, pero que esa filosofía nos lleve precisamente a
buscar la eficacia en el amor al prójimo, y al buscar
esa eficacia no puede ser sino mediante la unión como lo
hemos dicho muchas veces.
(Conferencia
en Coltabaco - Medellín - Junio 18/65)
En Colombia
se ha criticado mucho su actitud a propósito del
problema de la toma del poder. ¿No teme usted estar en
contradicción con la doctrina de la Iglesia?
La Iglesia
muchas veces ha expresado su doctrina con relación a la
guerra justa y a la guerra contra la tiranía y entiendo
que hay condiciones en ella en las que, primero, se
permite agotar todas las vías pacíficas; segundo, prever
un resultado satisfactorio y, tercero, poder prever
asimismo que las consecuencias de dicha revolución
violenta no serán peores que la situación actual. Y eso
podría suceder en el caso nuestro si se reconoce que
ahora hay niños que mueren de hambre diariamente,
pequeñas niñas de diez años comprometidas en la
prostitución, que existe una violencia en todo el país
en la que han muerto 300 mil colombianos y que hay
criminales que no son más que el resultado de las
estructuras vigentes. Así pues estoy seguro que las
consecuencias de la revolución son justas y están en
regla con la doctrina de la Iglesia.
(Reportaje
de Jean Fierre Sergent - Hora Cero - México - No. 1,
Jun.-Jul./67)
Tenemos
nosotros que lograr la unión revolucionaria por encima
de las ideologías que nos separan. Los colombianos hemos
sido muy dados a las discusiones filosóficas y a las
divergencias especulativas. Nos perdemos en discusiones
que, aunque del punto de vista teórico son muy valiosas,
en las condiciones actuales del país, resultan
completamente bizantinas. Como recordarán algunos de los
amigos aquí presentes con quienes trabajamos en la
acción comunal universitaria de Tunjuelito, cuando se
nos tachaba de que colaborábamos con comunistas, yo les
contestaba a nuestros acusadores que era absurdo pensar
que comunistas y cristianos no pudieran trabajar juntos
por el bien de la humanidad y que nosotros nos ponemos a
discutir sobre si el alma es mortal o inmortal y dejamos
sin resolver un punto en que sí estamos todos de acuerdo
y es que la miseria sí es mortal. Eso nos ha pasado en
nuestra orientación revolucionaria. Hay puntos
elementales indicados por la técnica social y económica
que no tienen implicaciones filosóficas sobre los
cuales, los que buscamos una auténtica renovación del
país, podemos ponernos de acuerdo, prescindiendo de las
diferentes ideologías, no en nuestra vida personal, pero
sí en nuestra lucha revolucionaria inmediata. Los
problemas ideológicos los resolveremos después de que
triunfe la revolución.
(Conferencia Universidad Nacional - Bogotá - Mayo 22/65)
Me dicen
que usted se la pasa con los comunistas en reuniones y
conciliábulos. ¿Con ello busca, acaso, atraerlos al seno
de la religión cristiana?
Esencialmente quiero dar un testimonio de amor cristiano
y sincero hacia ellos. Aspiro a que mis intenciones sean
las mismas que las que tuvo Cristo, a quien le
censuraron el andar entre pecadores y publícanos. Para
mí, la conversión de una persona al cristianismo es algo
misterioso que depende esencialmente del Espíritu Santo.
.
Esa
conversión puede ser explícita cuando la persona se
vuelve practicante e implícita cuando se resuelve a
vivir de acuerdo con su conciencia dentro de cualquier
clase de doctrina. Los hombres no somos sino
instrumentos de esa conversión, y lo seremos más
adecuadamente, cuando más amemos en forma sincera a
nuestro prójimo.
(Reportaje
de Hernán Giraldo - El Espectador - Junio 13/65)
Creo
sinceramente que entre el marxismo y el cristianismo hay
una serie de puntos comunes, tanto desde el punto de
vista económico, social y político, como aun desde el
punto de vista filosófico, en su condición de ser dos
"humanismos". De manera que si nosotros llegáramos en un
mundo futuro ideal, en el cual se puede soñar ahora, a
lograr insistir en los puntos que nos unen y prescindir
un poco de los que nos separan, o mejor dicho,
establecer un "modus vivendi" de tolerancia en las
diferencias recíprocas, creo que esto sería un gran
aporte para el futuro de la humanidad. Ahora, es posible
que en Colombia nosotros podamos ensayar esa
coexistencia pacífica, que se produce sin
claudicaciones, sin compromisos de conciencia, sino en
términos muy claros, de cómo se van a resolver los
puntos que nos separan. Para este ensayo de
coexistencia, creo que el avance cubano en sus
relaciones actuales con la Iglesia, gracias a los
contactos con la Santa Sede, y el avance chileno en sus
relaciones con el bloque socialista, pueden ir
planteando una problemática nueva en Latinoamérica, más
de coexistencia, más hacia la paz que hacia la guerra.
(Reportaje
de Otto Boye - Junio/65 La Nación - Santiago de Chile -
Sept. 14/65)
7. IMPULSA
ANTE TODO LA UNIDAD DE ACCIÓN ENTRE CRISTIANOS Y
COMUNISTAS EN TORNO A LA REVOLUCIÓN COMO OBJETIVO QUE
DEBE HACER SUPERAR LAS DIFERENCIAS
Por lo
tanto no nos vamos a dejar dividir, como tantas veces lo
hemos planteado, en estos problemas angustiosos de
Colombia; qué nos va y qué nos viene estar discutiendo
entre católicos y comunistas si Dios existe o si Dios no
existe, si todos estamos convencidos de que la miseria
sí existe. ¿Por qué estamos encerrados por ahí, en los
cafetines, discutiendo si el alma es mortal o si el alma
es inmortal, cuando sabemos que la miseria sí es mortal?
No nos vamos a dejar engañar por esas discusiones, vamos
a las cosas que benefician a la clase popular
colombiana, vamos a hacer una campaña, vamos a hacer lo
que, por lo cual seremos juzgados los cristianos: si
hemos dado de comer, si hemos dado de beber, si hemos
dado vivienda, si hemos dado vestido, si hemos dado
educación. Por eso seremos juzgados. Nadie nos va a
juzgar por si usamos una medallita o no la usamos, nadie
nos va a juzgar por tener una devoción a tal santo o a
tal otro. Nosotros creemos que Cristo está en cada uno
de nuestros prójimos, sea comunista, sea protestante y
que, especialmente, Cristo está en cada uno de los
pobres de Colombia... porque lo que hagamos con
cualquiera de los pobres lo hacemos con Cristo.
De manera
que no nos vamos a dejar dividir tampoco por los signos
religiosos. Contamos con todos los elementos que quieran
colaborar. Si hay sacerdotes que colaboren con la
revolución, vamos a probarlos, que sacrifiquen algo, que
sacrifiquen cosas personales y los aceptaremos en la
revolución.
(Conferencia en Barranquilla -
Agosto 6/65)
Entonces
tenemos que pasar por encima de las diferencias
religiosas; una vez más repito que nosotros no podemos
seguir peleando por una cantidad de cosas que nos
dividen y dejando de ponernos de acuerdo en Ias cosas
que nos unen. Como en muchas ocasiones lo hemos dicho.
¿Para qué nos ponemos a pelear nosotros los católicos
con los comunistas, con quienes podemos decir que
tenemos más antagonismos, sobre si el alma es mortal o
es inmortal, en lugar de ponernos de acuerdo en que el
hambre sí es mortal?
¿Para qué
ponernos a pelear sobre si la Iglesia Católica es la
verdadera o si debemos acabar con ella mientras lo que
pasa es que los sectores reaccionarios, tanto de esa
Iglesia como fuera de ella, están luchando contra
nosotros? Mientras nosotros estamos discutiendo si hay
que expropiar los bienes eclesiásticos o si no hay que
expropiarlos, estamos permitiendo que a la mayoría de
los colombianos se les expropien sus bienes. Porque
seguramente los mismos católicos que queremos tener una
Iglesia pobre no vamos a pelear con los que están contra
una Iglesia rica.
Debemos
ponemos de acuerdo en las cosas que nos unen por encima
de las religiones, por encima de la filosofía, por
encima de las discusiones que no conducen a nada. Como
lo decíamos también en otras ocasiones, nos parecemos a
los que mandaban en el imperio de Bizancio -por eso las
discusiones que no sirven para nada se llaman
discusiones bizantinas- porque mientras los turcos
estaban en las puertas de Constantinopla listos a
tomarse la ciudad, los teólogos estaban discutiendo
sobre el sexo de los ángeles; y nosotros mientras
tenemos los precios subiendo, mientras tenemos el Frente
Nacional consolidado y haciendo a su arbitrio lo que
quiere en contra de la clase popular, mientras tenemos
una clase dirigente unificada que utiliza la prensa y
todos los medios de comunicación, que utiliza a la
Iglesia y al ejército en contra de la clase popular,
nosotros estamos discutiendo por una cantidad de
diferencias, por cosas que no nos atañen directamente y
que no son los objetivos inmediatos de la revolución.
Por eso la
plataforma de unión popular no debe entrar, y es lo que
yo he pretendido, en terreno ideológico, ni en terreno
filosófico, ni religioso y por eso ustedes han visto que
la reacción de la oligarquía ha sido presionar a la
jerarquía católica para que inmediatamente diga que allí
hay cosas contra la doctrina pero nunca ha precisado
esos problemas doctrinales. Es natural que traten de
demostrar que esta plataforma puede ir contra la
conciencia de los católicos, pero creo que los católicos
podemos seguir tranquilos porque, hasta ahora, la
jerarquía no ha dicho en qué está fallando
doctrinalmente la plataforma. De manera que podemos
seguir adelante. De esa plataforma podría decirse que es
la plataforma de la democracia cristiana o que es la
plataforma de la FUN (Federación Universitaria Nacional)
o que es la plataforma de los sindicatos cristianos de
la CLASC (Confederación Latino-Americana de Sindicatos
Cristianos), o que es la plataforma del partido
comunista, o que es la plataforma de los sindicatos de
Coltejer, porque todos ellos la han adoptado.
(Conferencia Sindicato de Bavaria - Bogotá - Julio
14/65)
8. AUN EN
EL CASO DE QUE UN CAMBIO DE ESTRUCTURAS SEA DIRIGIDO POR
MARXISTAS, LOS CRISTIANOS DEBEN COLABORAR, TENIENDO EN
CUENTA LA OBLIGACIÓN DE EVITAR MALES MAYORES Y DE BUSCAR
EL BIEN COMÚN
Actitud del
cristiano ante las realizaciones en materia de cambio de
estructuras y planificación económica en favor de las
mayorías.
Después de
lo expuesto, queda muy claro que el cristiano, en los
países pobres, no solamente puede, sino que debe
comprometerse en el cambio de estructuras para lograr
una planificación técnica en favor de las mayorías.
De hecho,
las mayores reticencias para adoptar esta actitud le
vendrían al cristiano en caso de que la acción,
para los objetivos expresados, fuera encabezada por los
marxistas.
En tal caso
el cristiano tendría tres alternativas:
El rechazo
de esa acción
La
abstención
La
colaboración
El rechazo
o la abstención ante una acción que en sí sería benéfica
para la mayoría, debe ser motivo de reflexión para un
cristiano. Para decidirse a ello se necesitaría
demostrar que los medios empleados son intrínsecamente
malos o que hay fines inevitables, que también lo son.
En lo que
se refiere a la planificación económica, el fin
principalmente buscado, es el de controlar las ganancias
y las inversiones. El medio sería la intervención del
Estado, tanto cuanto fuera necesario en los medios de
producción.
Es posible
que esa intervención llegue hasta la nacionalización de
algunos o todos los medios de producción.
Este fin y
este medio no son intrínsecamente malos. Más aún, si
emplear este medio y buscar este fin, es la forma como
se logra mejor el bien común en una sociedad y en una
época histórica determinadas, se vuelve moralmente
obligatoria la colaboración para realizarlos.
Queda, por
último, el problema de los otros fines buscados y los
otros medios empleados por los marxistas.
La
colaboración con éstos implica un problema de moral y un
problema de táctica que están íntimamente ligados:
Un problema
moral, si hay fines malos que pueden ser consecuencia
del fin esencial o si se utilizan, de hecho, medios
malos. Si es así, el rechazo o la abstención aún no son
necesarios hasta no probar qué clase de mal se evita y
qué tipo de causalidad tienen los fines malos respecto
de los buenos (causalidad eficiente, total, esencial,
etc.) En la realidad histórica de los países
subdesarrollados estas circunstancias son difíciles de
constatar. La revolución es una empresa tan compleja que
sería artificioso encasillarla dentro de un sistema de
causalidad y finalidad tan homogéneamente malo. Los
medios pueden ser diversos, y en el curso de la acción
es fácil introducir modificaciones.
En cuanto
al problema de táctica,
es necesario preguntarse: La colaboración decidida y
técnica de los cristianos, en un proceso que en sí es
justo, ¿no podría descartar medios y fines malos?
Si se
analiza de cerca la problemática marxista, creo que se
puede contestar afirmativamente. El materialismo
dialéctico y el materialismo histórico, aparecen dentro
del proceso mental de los marxistas como una
especulación tan demasiado útil para la práctica
revolucionaria, como para que pueda ser objetiva.
Además, el enfoque materialista da, a los marxistas, una
tendencia hacia lo positivo.
Si se logra
la aplicación de los principios económicos y sociales,
es probable (y de hecho ha sucedido en casos como el de
Polonia) que su insistencia en las especulaciones
filosóficas se desvanezca. Es más, los últimos
planteamientos de Togliatti sobre la táctica
antirreligiosa, muestra cómo el marxismo tiene que
evolucionar en su teoría, si en la práctica se
demuestra, que la religión no es "el opio del pueblo".
Para
realizar la colaboración que se ha planteado, es
necesario tener en cuenta ciertas normas, para no correr
el riesgo de servir como "idiota útil".
"Determinar
si tal momento (el de los contactos con no católicos) ha
llegado o no, como también establecer las formas y el
grado en que hayan de realizarse contactos en orden a
conseguir metas positivas ya sea en el campo económico y
social, ya también en el campo cultural y político, son
puntos que sólo puede enseñar la virtud de la prudencia,
como reguladora que es de todas las virtudes que rigen
la vida moral, tanto individual como social. Por esto,
cuando están en juego los intereses de los católicos,
tal decisión corresponde de un modo particular a
aquellos que en estos asuntos concretos desempeñan
cargos de responsabilidad en la comunidad; siempre que
se mantengan, sin embargo, los principios del derecho
natural al par que la doctrina social de la Iglesia y
las directivas de la autoridad eclesiástica."
Es
importante por lo tanto que la colaboración se
establezca.
En el plano
de la acción,
en el cual se puede concretar el alcance y las
implicaciones doctrinales.
Conociendo
muy bien tanto los fines y medios
más eficaces, de acuerdo con la técnica y las
circunstancias como los fines y medios que corresponden
a la teoría marxista.
Con
decisión y sin timideces,
ya que la mayor autoridad aceptada por la sociedad que
necesita un cambio de estructuras es la del
comprometimiento revolucionario que, para el cristiano,
debe ser el comprometimiento en la caridad. Esta
autoridad permitirá exigir concesiones a los marxistas
en el caso de que ellos tengan alguna cuota de poder.
(Ponencia
en el II Encuentro de Pro Mundi Vita— Lovaina -
Septiembre 1964)
9. UN
DOCUMENTO DE SÍNTESIS:
EL MENSAJE
A LOS COMUNISTAS
Las
relaciones tradicionales entre los cristianos y los
marxistas, entre la Iglesia y el partido comunista
pueden hacer surgir sospechas y suposiciones erradas
respecto a las relaciones que en el Frente Unido se
establezcan entre cristianos y marxistas y entre un
sacerdote y el partido comunista.
Por eso
creo necesario que mis relaciones con el partido
comunista y su posición dentro del Frente Unido queden
muy claras ante el pueblo colombiano.
Yo he dicho
que soy revolucionario como colombiano, como sociólogo,
como cristiano, como sacerdote. Considero que el partido
comunista tiene elementos auténticamente revolucionarios
y, por lo tanto, no puedo ser anticomunista ni como
colombiano, ni como sociólogo, ni como cristiano,
ni como sacerdote.
No soy
anticomunista como colombiano, porque el anticomunismo
se orienta para perseguir a compatriotas
inconformes, comunistas o no, de los cuales la mayoría
es gente pobre.
No soy
anticomunista como sociólogo, porque en los
planteamientos comunistas para combatir la pobreza, el
hambre, el analfabetismo, la falta de vivienda, la falta
de servicios para el pueblo, se encuentran soluciones
eficaces y científicas.
No soy
anticomunista como cristiano, porque creo que el
anticomunismo acarrea una condenación en bloque de todo
lo que defienden los comunistas y entre lo que ellos
defienden, hay cosas justas e injustas. Al condenarlas
en conjunto, nos exponen a condenar igualmente lo justo
y lo injusto, y esto es anticristiano.
No soy
anticomunista como sacerdote, porque aunque los mismos
comunistas no lo sepan, entre ellos puede haber muchos
que son auténticos cristianos. Si están de buena fe,
pueden tener la gracia santificante y si tienen la
gracia santificante y aman al prójimo se salvarán. Mi
papel como sacerdote, aunque no esté en ejercicio del
culto externo, es lograr que los hombres se encuentren
con Dios, y, para eso, el medio más eficaz es hacer que
los hombres sirvan al prójimo de acuerdo con su
conciencia.
Yo no
pienso hacer proselitismo respecto de mis hermanos los
comunistas, tratando de llevarlos a que acepten el dogma
y a que practiquen el culto de la Iglesia. Pretendo, eso
sí, que todos los hombres obren de acuerdo con su
conciencia, busquen sinceramente la verdad y amen a su
prójimo en forma eficaz.
Los
comunistas deben saber muy bien que yo tampoco ingresaré
a sus filas, que no soy ni seré comunista, ni como
colombiano, ni como sociólogo, ni como cristiano, ni
como sacerdote.
Sin
embargo, estoy dispuesto a luchar con ellos por
objetivos comunes: contra la oligarquía y el dominio de
los Estados Unidos, para la toma del poder por parte de
la clase popular.
No quiero
que la opinión pública me identifique con los comunistas
y por eso siempre he querido aparecer ante ella en
compañía no solamente de éstos, sino de todos los
revolucionarios independientes y de otras corrientes.
(Frente
Unido, No. 2, septiembre 2 de 1965)
Índice
Presentación
Notas
biográficas
Introducción
I. EL IDEAL
DEL SERVICIO - Época del Seminario: 1947-1954
1.
Meditación sobre el sacerdocio
1. Oración
antes de la ordenación sacerdotal
II.
APOLOGÍA DEL CRISTIANISMO IDEAL
Conversaciones con un sacerdote colombiano
III. EN
BÚSQUEDA DEL HUMANISMO CRISTIANO- 1956-1963
- Los
problemas sociales en la universidad actual
- El
cristianismo es un humanismo integral
- Un
sacerdote en la universidad
- El hombre
bidimensional
IV. LA
ESENCIA DEL CRISTIANISMO Y EL COMPROMISO CON UN CAMBIO
DE ESTRUCTURAS - 1964
-
Programación económica y exigencias apostólicas
V.
CONFLICTO CON LA ESTRUCTURA ECLESIÁSTICA - 1965
1. Camilo
enjuicia la estructura eclesiástica colombiana.
(Extractos de Conferencias y Reportajes)
2.
Separación del estado clerical - Documentos -
- Carta al
Cardenal, 20.3.65
- Carta al
Obispo Coadjutor de Bogotá, 19.4.65
- Documento
anexo: Encrucijadas de la Iglesia en América Latina
-
Declaración del Cardenal, 25.5.65
- Carta al
Cardenal, 28,5.65
- Carta al
Cardenal, 28.5.65
- Carta del
Cardenal, 9.6.65
-
Declaración del Cardenal, 18.6.65
- Carta al
Cardenal, 24.6.65
- Documento
de reducción al estado laical
- Ultimo
Comunicado del Cardenal
3. Camilo
explica su conflicto con la estructura eclesiástica
colombiana. (Extractos de Conferencias y Reportajes)
VI.
OPCIONES RADICALES COMO EXIGENCIA DE SU FE - 1965
1.
Compromiso radical con los oprimidos (Extractos de
Conferencias y Reportajes)
2.
Declaración al pedir su reducción al estado laical
3. Mensaje
a los cristianos
APÉNDICE:
ELEMENTOS
PARA EL DIÁLOGO CON EL MARXISMO
1. Reconoce
incompatibilidades de fondo entre marxistas y
cristianismo
2.
Desenmascara el anticomunismo de la sociedad
3. Enjuicia
el anticomunismo de los cristianos
4. Acepta y
valora los aspectos técnicos del marxismo
5. Acepta
aspectos de la crítica marxista de la religión
6. Descubre
campos comunes para la acción de cristianos y marxistas
e impulsa la colaboración entre unos y otros en la
práctica
7. Impulsa
ante todo la unidad de acción entre cristianos y
comunistas en torno a la revolución como objetivo que
debe hacer superar las diferencias
8. Aun en
el caso de que un cambio de estructuras sea dirigido por
marxistas, los cristianos deben colaborar, teniendo en
cuenta la obligación de evitar males mayores y de buscar
el bien común
9. Un
documento de síntesis: el Mensaje a los Comunistas
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