Hay
que situar el Consejo ecuménico de las Iglesias (World Council of Churches: WCC)
en el ámbito del contexto del movimiento ecuménico, que empezó con una serie
de diversos movimientos relativamente independientes, donde cada uno promovía
la unión de los cristianos desde un punto de vista particular. La Conferencia
misionera mundial (Edimburgo 1910) subrayó la importancia de la unidad para la
actividad misionera de la Iglesia y condujo a la fundación del Consejo
misionero internacional en 1921. La Conferencia de Edimburgo llevó además a la
fundación del movimiento Vida y trabajo (Estocolmo 1925), que buscaba la unidad
de los cristianos a través de la acción social común, y del movimiento Fe y
Constitución (Lausana 1927), que Subrayaba la doctrina común y el orden
eclesial como presupuestos necesarios para la unidad. El Consejo ecuménico de
las Iglesias nació en Amsterdam en 1948, como consecuencia de la unión de los
movimientos Fe y orden y Vida - y trabajo, con W A. Vissert Hoft como primer
secretario general. La declaración de Toronto ( 1950) afirmaba que el Consejo
ecuménico de las Iglesias no pretendía ser una «super-Iglesia» y que la
pertenencia al Consejo no implicaba la aceptación de una eclesiología
particular. Al contrario, según la afirmación de base (revisada en 1961), «el
Consejo ecuménico de las Iglesias es una asociación de Iglesias que confiesan
que el Señor Jesucristo es Dios y Salvador, según las Escrituras, y por tanto
procuran realizar juntas su común llamada a la gloria del único Dios, Padre,
Hijo y Espíritu Santo». El Consejo ecuménico de las Iglesias es un
instrumento a través del cual las comunidades pueden acceder a varias formas de
colaboración: no afecta para nada a la autonomía de las Iglesias que se
adhieran a él y que siguen con la responsabilidad de emprender pasos concretos
hacia la unidad.
La
asamblea general de Nueva Delhi (1961) marcó la entrada en el Consejo ecuménico
de las Iglesias de muchas comunidades cristianas del Tercer Mundo, así como de
un cierto número de Iglesias ortodoxas. Esta asamblea conoció también la fusión
del Consejo misionero internacional con el Consejo ecuménico de las Iglesias,
como sucedería más tarde con el Consejo mundial para la educación cristiana,
en 1971. Después del concilio Vaticano II se estableció un grupo de trabajo
mixto del Consejo ecuménico de las Iglesias y de la Iglesia católica romana
para examinar la posibilidad de la pertenencia católica al Consejo. Debido a la
dimensión y a la auto-comprensión de la Iglesia católica, se juzgaron más
oportunas otras formas de colaboración para el momento actual, como la
participación católica en la Comisión Fe y Constitución y J la cooperación
en programas sociales y en el octavario anual de oración por la unidad de los
cristianos.
La
estructura del Consejo ecuménico de las Iglesias se deriva en gran parte de su
finalidad de continuar el trabajo de los movimientos ecuménicos que lo
componen: Fe y Orden, Vida y Trabajo, el Consejo misionero imternacional y el
Consejo mundial para la educación cristiana. Para obtener esto, el Consejo se
divide en tres grandes «unidades de programa» : fe y - testimonio, justicia y
servicio. educación y renovación. La finalidad de todas sus actividades es la
de «llamar a las Iglesias a buscar la meta de la unidad visible en una fe y en
una hermandad eucarística, expresada en el culto y - en la vida común en
Cristo, avanzando hacia esa unidad para que el mundo crea» (de la constitución
del Consejo ecuménico de las Iglesias). Son más de 300 Iglesias las que
participan en el Consejo. Cada siete u ocho años, se reúnen los delegados de
estas Iglesias asociadas para revisar el trabajo del Consejo y para elegir
nuevos guías. Ha habido siete asambleas generales:
Amsterdam
(1948), Evanston (1954), Nueva Delhi (1961), Upsala (1968), Nairobi (1975),
Vancouver (1983) y Canberra (1991).
W.
Henn
Bibl.:
W A, Visser't Hooft, Ursprung und Entstehung des okumenischen Rates der Kirchen.
Francfort 1983: J Sánchez Vaquero,
Ecumenismo, Salamanca 1972.
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