Nacido en las
Ardenas (Francia) en 1904, Yves Congar estudió con J. Maritain en el Institut
Catholique de París antes de ingresar en la orden dominicana; después de su
profesión en 1925, estudió en Le Saulchoir (entonces en Bélgica). Allí se
encontró con un nuevo acercamiento a santo Tomás, más atento a los textos mismos
del santo que al uso de estos textos con fines apologéticos y en apoyo de
estrechas posiciones del magisterio. Su método fue descrito por M. D. Chenu en
un libro incluido en el Indice en 1942. Congar fue introducido por Chenu
en los escritos de J. A. >Möhler. Este habría de ejercer un influjo duradero en
Congar por varias razones: su labor pionera en el terreno del ecumenismo; su
erudición patrística; su defensa del ressourcement; su empeño en
equilibrar las dimensiones cristológica y eclesiológica de la Iglesia.
En el momento de su ordenación, que tuvo lugar en
1930, Congar estaba convencido de estar llamado a trabajar por la unidad de los
cristianos; su vocación ecuménica se confirmó en un encuentro con el abate P.
Couturier (>Ecumenismo y espiritualidad) en 1932; mantuvo una vinculación
duradera con el monasterio ecuménico de Chevetogne. Emprendió el estudio de
autores reformados y ortodoxos. Se interesó por los problemas relativos a la
presentación de la fe como un mensaje contemporáneo, y fundó y editó la serie
Unam sanctam. El primer volumen fue su obra clásica sobre ecumenismo
Chrétiens-dé-sunis,
cuya traducción fue prohibida más tarde por el
Vaticano.
Tras haber estado
en la cárcel durante la guerra, volvió a enseñar en Le Saulchoir. Por entonces
negras nubes de tormenta empezaban a cubrir el cielo por la agria campaña en
contra de la llamada «nueva teología». En 1950 publicó una obra clásica, esta
vez sobre la verdadera y la falsa reforma de la Iglesia. Aquel mismo año Pío XII
arremetió contra la «nueva teología» en su encíclica Humani generis. El
papa advertía contra un historicismo peligroso y un falso irenismo, pero sin
nombrar ningún autor. Los dedos señalaron hacia Congar entre otros, y tuvo que
enfrentarse con irritantes impedimentos hasta ser apartado de la enseñanza en
1954. El mismo Congar recuerda este período en una importante introducción a su
colección de ensayos Diálogo entre cristianos.
Después de la II
Guerra mundial cultivó el interés por el laicado, dando lugar a una obra que
abrió nuevos caminos: Jalones para una teología del laicado (1953). En
ella usa como idea unificadora la del triple «oficio»: sacerdote, profeta, rey,
que luego sería importante en el Vaticano II.
Entre 1954 y 1960 estuvo más o menos en el exilio:
Jerusalén, Cambridge, Estrasburgo. Encontró favor en Juan XXIII y fue nombrado
consultor en los trabajos de preparación del Vaticano II, convirtiéndose en
perito en 1962. Durante el concilio colaboró al menos en ocho documentos: LG, UR,
NA, DV, DH, AG, PO y GS. Después del concilio escribió ampliamente sobre sus
textos y doctrina, y publicó notables estudios históricos sobre eclesiología. Su
interés por el pensamiento oriental dio como fruto unos importantes volúmenes
sobre pneumatología.
Es muy difícil clasificar la enorme producción de
Congar: más de 30 libros y 1200 artículos, sin incluir las reseñas. En un
importante estudio W. Henn señala tres categorías dentro de las cuales podrían
clasificarse sus obras: ecumenismo, cuestiones de teología fundamental y
eclesiología. Tampoco es fácil determinar las influencias fundamentales en su
pensamiento aparte de santo Tomás, aunque algunas pueden indicarse. Desde 1932
estuvo en contacto con lo que se publicaba sobre eclesiología a través de
boletines regulares y revistas, en particular La vie intellectuelle, Bulletin
Thomiste, Revue des sciences philosophiques et théologiques, a lo que se
añadió la pneumatología en años posteriores. Sus estudios de historia de la
eclesiología le hicieron sumergirse en los Padres, los teólogos medievales y los
concilios de esta época. Se sentía especialmente atraído por Lutero, J. A. >Möhler,
M. Blondel y K. >Barth, a todos los cuales interpretaba con crítica simpatía.
Tenía un notable conocimiento y comprensión del pensamiento anglicano,
protestante y ortodoxo. La liturgia de Oriente y Occidente ejerció también en él
un importante influjo.
La obra de Congar parece mantener en tensión dos
polos: la tradición y la situación actual de la Iglesia. Trató de servir a la
Iglesia y a la fe por medio de una exposición contemporánea enraizada en las
riquezas del pasado. Ahora que empiezan a aparecer estudios y se han escrito más
de una docena de tesis doctorales haciendo la valoración del lugar ocupado por
él, se está reconociendo su papel y lugar en la eclesiología del siglo XX, que
sin duda es un lugar importante. Son pocas las cuestiones relativas a la Iglesia
que no hayan sido tratadas por él, siempre con juicio crítico y enorme
erudición. Como teólogo, puede calificarse sobre todo de historiador y
renovador. Reflexionando sobre su obra, decía simplemente: «Yo no soy filósofo»,
y afirmaba que el programa de K. Rahner de repensar el mensaje de la Iglesia
para el mundo pagano de hoy no era su vocación personal. No obstante, al
considerar su trabajo en la serie Unam sanctam y sus escritos, añadía:
«Yo no podía saber ¡otro lo sabía por mí! que esto prepararía el camino para el
Vaticano II. Me sentí colmado. Todos los temas a los que yo había dedicado
especial atención se plantearon en el concilio: la eclesiología, el ecumenismo,
la reforma de la Iglesia, el estado laical, la misión, los ministerios, la
colegialidad, la vuelta a las fuentes y la tradición» Este podría ser un buen
epitafio, aunque quizá él prefiriera el título del libro que escribió en 1969,
Esta es la Iglesia que amo. En una entrevista realizada en 1985 afirmaba:
«El estudio de la teología, al que he dedicado toda mi vida (...) ha estado
siempre para mí inseparablemente ligado a la celebración de la liturgia. Me
parece esencial "celebrar" los misterios que estoy estudiando. Las dos cosas son
para mí una»". De su densa obra puede decirse que todo lo que escribió vale la
pena leerse y sigue siendo interesante, por sí mismo y para la comprensión del
Vaticano II y de la Iglesia contemporánea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Procura comentar con libertad y con respeto. Este blog es gratuito, no hacemos publicidad y está puesto totalmente a vuestra disposición. Pero pedimos todo el respeto del mundo a todo el mundo. Gracias.