Médici
Catalina de Médici | ||
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Reina Consorte de Francia | ||
Información personal | ||
Nombre secular | Caterina Maria Romula di Lorenzo de' Medici | |
Reinado | 31 de marzo de 1547 – 10 de julio de 1559 |
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Coronación | 10 de junio de 1549, Basílica de Saint-Denis | |
Nacimiento | 13 de abril de 1519 Florencia |
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Fallecimiento | 5 de enero de 1589 (69 años) Castillo de Blois |
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Entierro | Saint-Sauveur, Blois. Inhumada en Saint-Denis en 1610. | |
Familia | ||
Casa real | Casa de Valois Médici |
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Padre | Lorenzo II de Médici | |
Madre | Magdalena de la Tour de Auvernia | |
Consorte | Enrique II de Francia | |
Descendencia | véase Descendencia | |
Escudo de Catalina de Médici |
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En 1533, a los catorce años, Catalina contrajo matrimonio con Enrique, segundo hijo del rey Francisco I de Francia y la reina Claudia de Francia. Durante su reinado, Enrique excluyó a Catalina de participar en los asuntos de estado, y en su lugar se deshizo en favores con su amante, Diana de Poitiers, que ejercía una gran influencia sobre él. Sin embargo, la muerte de Enrique empujó a Catalina en la arena política como madre del frágil rey de quince años, Francisco II, y a la muerte de éste en 1560, Catalina pasó a ser regente en nombre del nuevo rey, su hijo de sólo diez años Carlos IX, lo que le concedió amplios poderes. Tras la muerte de Carlos en 1574, Catalina volvería jugar un papel clave en el reinado de su tercer hijo, Enrique III, monarca que sólo prescindió de los consejos de su madre en sus últimos meses de vida.
Los tres hijos de Catalina reinaron en una etapa de constantes guerras civiles y religiosas en Francia. Los problemas que enfrentaba la monarquía eran complejos y de enormes proporciones. Al principio Catalina prometió e hizo concesiones a los rebeldes protestantes franceses, o hugonotes, como empezaron a ser conocidos. Sin embargo, nunca comprendió las cuestiones teológicas que impulsaron su movimiento, y más tarde la ira y la frustración la llevaron a aplicar líneas más duras en su política contra ellos.1 Como consecuencia, llegó a ser culpada de las excesivas persecuciones contra los protestantes desarrolladas durante los reinados de sus hijos, en particular de la Matanza de San Bartolomé de 1572, en la que fueron asesinados miles de hugonotes en París y por toda Francia.
Algunos historiadores han excusado a Catalina de culpa en las peores decisiones de la corona francesa, aunque las evidencias de su crueldad se encuentran en sus cartas.2 En la práctica, su autoridad estuvo siempre limitada por las guerras civiles. Por lo tanto, sus decisiones políticas pueden considerarse como intentos desesperados por mantener a la dinastía Valois en el trono de Francia a toda costa, y su patronazgo de las artes, un intento de glorificar a una monarquía cuyo prestigio estaba en franca decadencia.3 Es improbable que sin Catalina sus hijos se hubieran mantenido en el poder,4 y no en vano los años de sus regencias han sido llamados «la era de Catalina de Médici»,5 pues de acuerdo con uno de sus biógrafos, Mark Strage, Catalina fue la mujer más poderosa del siglo XVI en Europa.6
Índice
Nacimiento y educación
Catalina nació en Florencia como Caterina Maria Romula di Lorenzo de' Medici en el seno de la familia Médici, los gobernantes de facto de la próspera ciudad toscana, donde comenzaron como banqueros y se hicieron ricos y poderosos con la financiación de numerosas monarquías europeas. El padre de Catalina, Lorenzo II de Médici, fue nombrado duque de Urbino por su tío, el papa León X, pero el título fue heredado por Francesco Maria della Rovere a la muerte de Lorenzo. Por ello, aunque Catalina era hija de un duque, no era de alta cuna. Sin embargo, su madre Magdalena de la Tour de Auvernia, condesa de Boulogne, pertenecía a una de las más destacadas y antiguas familias de la nobleza francesa, prestigiosa ascendencia maternal que beneficiaría el posterior matrimonio de Catalina como Princesa Real de Francia.Según un cronista contemporáneo, cuando Catalina nació sus progenitores se alegraron tanto «como si hubiera sido un niño».7 Magdalena murió el 28 de abril de ese año por culpa de una sepsis puerperal y Lorenzo el 4 de mayo. La joven pareja había contraído nupcias el año anterior en Amboise como parte de una alianza entre el rey Francisco I de Francia y el papa León X en contra del emperador Maximiliano I del Sacro Imperio. El rey francés quiso que Catalina fuera criada en la corte francesa, pero el papa León tenía otros planes para ella: casarla con el hijo ilegítimo de su hermano, Hipólito de Médicis, y ponerlos a gobernar Florencia.
El cuidado de Catalina recayó primero en su abuela paterna, Alfonsina Orsini, esposa de Piero de Médici, pero a la muerte de ésta en 1520 la niña se unió a sus primos y fue criada por su tía, Clarice Strozzi. El fallecimiento del papa León X en 1521 interrumpió brevemente el poder de los Médici, pero sólo hasta la elección pontificia del cardenal Giulio de Médici como papa Clemente VII en 1523. El nuevo papa alojó a Catalina en el palacio Medici Riccardi de Florencia y las gentes de la ciudad comenzaron a llamarla duchessina en deferencia a su infructuosa reclamación del ducado de Urbino.8 9
En 1527 los Médici fueron derrocados en Florencia por una facción opuesta al régimen encabezada por el representante de Clemente, el cardenal Silvio Passerini, y Catalina fue recluida en una serie de conventos10 hasta que finalmente acabó en el de la Santissima Annunziata delle Murate, donde vivió tres años. Mark Strage describió estos años como «los más felices de toda su vida».11 Clemente no tuvo otra opción que coronar a Carlos I de España como emperador del Sacro Imperio a cambio de su ayuda para retomar la ciudad.12 En octubre de 1529 las tropas del emperador sitiaron Florencia. Ante la prolongación del asedio algunos pidieron que Catalina fuera asesinada y su cuerpo expuesto desnudo y encadenado en las murallas de la ciudad; otros llegaron a decir que fuera entregada a las tropas como gratificación sexual.13 La ciudad acabó por capitular el 12 de agosto de 1530 y Clemente pidió a Catalina que abandonara su querido convento para unirse a él en Roma, donde la recibió con los brazos abiertos y lágrimas en los ojos. Luego se dedicó a buscarle esposo.14
Matrimonio
La boda, que se celebró en Marsella el 28 de octubre de 1533,18 fue un gran acontecimiento marcado por la exhibición extravagante y la entrega de regalos.19 El príncipe Enrique bailó y participó en justas por Catalina. La pareja, de sólo catorce años, abandonó el baile de su boda a medianoche para consumar sus deberes maritales. Enrique llegó al dormitorio acompañado de su padre, el rey Francisco, de quien se dice que permaneció allí hasta que el matrimonio se hubo consumado y llegó a decir que «ambos mostraron su valor en la justa».19 El papa Clemente visitó a los recién casados en su cama al día siguiente y dio su bendición a los procedimientos de la noche.20
Catalina vio muy poco a su marido en su primer año de matrimonio, pero las damas de la corte la trataron muy bien, impresionadas por su inteligencia y entusiasmo.21 Sin embargo, la muerte del papa Clemente VII el 25 de septiembre de 1534 minó la posición de Catalina en la corte francesa y el siguiente papa, Paulo III, rompió la alianza con Francia y rehusó pagar su enorme dote, lo que llevó a Francisco I a lamentar que «la muchacha nos ha venido desnuda».22
El príncipe Enrique no mostró ningún interés en su esposa Catalina y, sin ningún recato, tomó varias amantes. La pareja no tuvo hijos en sus diez primeros años de matrimonio pero, en 1537, la amante de Enrique, Filippa Duci, dio a luz una hija que fue reconocida públicamente por el propio príncipe. Este hecho probó la fertilidad del heredero francés y añadió presión sobre Catalina para que tuviera un descendiente.N 1
Delfinado
Tras quedarse embarazada una vez, Catalina no tuvo problema para hacerlo de nuevo, en lo que pudo recibir la ayuda del médico Jean François Fernel, que advirtió ciertas anomalías en los órganos sexuales de la pareja y los aconsejó para solucionar el problema.27 Catalina pronto concibió de nuevo y el 2 de abril de 1545 nació su hija Isabel. Tuvo otros ocho hijos de Enrique, seis de los cuales sobrevivieron a la infancia, incluidos el futuro Carlos IX (nacido el 27 de junio de 1550), el futuro Enrique III (el 19 de septiembre de 1551) y Francisco, duque de Anjou (18 de marzo de 1555). Con ello quedaba asegurado el futuro a largo plazo de la dinastía Valois, que había gobernado Francia desde el siglo XIV. A pesar de todo, la nueva capacidad de Catalina para concebir hijos no fue suficiente para mejorar su matrimonio. En 1538, con diecinueve años, Enrique había tomado como amante a Diana de Poitiers, de treinta y ocho, a la que amó el resto de su vida.28 A pesar de esto, respetó el puesto de Catalina como su consorte y cuando murió el rey Francisco I en 1547 ella se convirtió en reina consorte de Francia. Catalina fue coronada en la basílica de Saint-Denis el 10 de junio de 1549.29
Reina de Francia
Durante el reinado de Enrique se produjo el ascenso de los hermanos Guisa, Carlos, que se convirtió en cardenal, y Francisco, amigo de la infancia de Enrique que fue nombrado duque de Guisa.36 Su hermana María de Guisa había contraído matrimonio con Jacobo V de Escocia en 1538 y fue la madre de María, reina de los escoceses. Con cinco años y medio María fue llevada a la corte francesa, donde se prometió con el Delfín, Francisco.37 Catalina la crio junto a sus propios hijos en la corte parisina mientras María de Guisa gobernaba Escocia como regente de su hija.38
Entre el 3 y el 4 de abril de 1559 Enrique firmó la Paz de Cateau-Cambrésis con el Sacro Imperio Romano Germánico y con Inglaterra que ponía fin a la guerra italiana. El tratado fue sellado con el compromiso matrimonial de la hija de trece años de Catalina, Isabel, con el monarca más poderoso del mundo, Felipe II de España.39 Su matrimonio por poderes (sin los esposos presentes) se celebró en París el 22 de junio de 1559 con grandes fastos, bailes, máscaras y cinco días de justas.
El rey Enrique tomó parte en las justas luciendo los colores blanco y negro de Diana. Derrotó a los duques de Guisa y Nemours, pero el joven Gabriel, conde de Montgomery, lo golpeó y desmontó. El rey insistió en volver a justar contra el conde, y esta vez el de Montgomery rompió su lanza en la cara del monarca,40 que se tambaleó con la cara sangrando y con astillas «de gran tamaño» clavadas en un ojo y la cabeza.41 Catalina, Diana y el príncipe Francisco se desmayaron. El rey fue transportado al castillo de Tournelles, donde le extrajeron cinco astillas de la cabeza, una de las cuales había atravesado un ojo y el cerebro. Catalina se quedó junto al lecho del monarca, pero Diana se mantuvo alejada, «por miedo», según palabras de un cronista, «a ser expulsada por la reina».42 En los siguientes diez días el estado del rey fluctuó, y llegó a estar lo suficientemente bien como para dictar cartas y escuchar música. Sin embargo, lentamente perdió la vista, el habla y la razón, y el 10 de julio de 1559 murió. Desde ese día, Catalina puso una lanza rota en su emblema y las palabras latinas «lacrymae hinc, hinc dolor» («de esto vienen mis lágrimas y mi dolor»), además de vestir de negro en señal de luto por Enrique.43
Reina madre
Reinado de Francisco II
Los hermanos Guisa comenzaron a perseguir con celo a los protestantes. Catalina adoptó una postura moderada y se manifestó en contra de las persecuciones de los Guisa, aunque no sentía ninguna simpatía por los hugonotes, cuyas creencias nunca compartió. Los protestantes buscaron primero el liderazgo de Antonio de Borbón, rey de Navarra, el Primer Príncipe de la Sangre, y después, con más éxito, el de su hermano Luis, Príncipe de Condé, que apoyó una conspiración para derrocar por la fuerza a los Guisa.50 Enterados los Guisa del complot,51 trasladaron la corte al fortificado castillo de Amboise. El duque de Guisa lanzó un sorpresivo ataque en los bosques circundantes de la fortaleza y tomó desprevenidos a los rebeldes, muchos de los cuales resultaron muertos, incluido su comandante, La Renaudie.52 Otros fueron ahogados en el río o colgados de las almenas a la vista de Catalina y el resto de la corte.53
En junio de 1560 Michel de L'Hospital fue nombrado Canciller de Francia. Este buscó el apoyo de los órganos constitucionales de Francia y trabajó junto a Catalina para defender la ley frente a la creciente anarquía.54 No vio la necesidad de castigar a los protestantes que oraban en privado y no tomó las armas contra ellos. El 20 de agosto de 1560 Catalina y el canciller defendieron esta política ante una asamblea de notables en Fontainebleau, ocasión que los historiadores recuerdan como un temprano ejemplo del sentido de estado de Catalina. Mientras, Condé creó un ejército y comenzó a atacar ciudades del sur en el otoño de 1560. Catalina le ordenó presentarse en la corte y lo encarceló tan pronto apareció. Fue juzgado en noviembre, encontrado culpable de delitos contra la corona y sentenciado a muerte. Sin embargo, salvó su vida por la enfermedad y muerte del rey Francisco II, sucedida a causa de una infección o absceso en su oído.55
Cuando Catalina fue consciente que Francisco iba a morir hizo un pacto con Antonio de Borbón, según el cual él renunciaría a su derecho a la regencia del futuro rey, Carlos IX, a cambio de la liberación de su hermano Condé.56 Por ello, cuando el rey Francisco murió el 5 de diciembre de 1560, el Consejo Privado nombró a Catalina gobernadora de Francia con amplios poderes. Escribió a su hija Isabel: «Mi objetivo principal es honrar a Dios en todas las cosas y preservar mi autoridad, no para mí, sino para conservar este reino y para el bien de todos tus hermanos».57
Reinado de Carlos IX
La reina convocó a los líderes eclesiásticos de ambos bandos en un intento por resolver sus diferencias doctrinales, pero a pesar de su optimismo la resultante Conferencia de Poissy terminó el 13 de octubre de 1561 en un completo fracaso, y se disolvió sin su permiso.61 El fracaso de Catalina se debió a que vio la división religiosa en términos políticos y, en palabras del historiador R. J. Knecht, «subestimó la fuerza de la convicción religiosa pensando que todo se arreglaría con que ella llegara a un acuerdo sólo a los líderes».62 En enero de 1562 Catalina promulgó el tolerante Edicto de Saint-Germain, en un nuevo intento por tender puentes con los protestantes.N 2 Sin embargo, el 1 de marzo de 1562, en un incidente conocido como Masacre de Wassy, el duque de Guisa y sus hombres atacaron a los hugonotes que celebraban misa en un granero en Wassy, matando a 74 e hiriendo a más de 100.63 El duque, que calificó la masacre como «un lamentable incidente», fue vitoreado como un héroe en las calles de París mientras los hugonotes clamaban venganza.64 Esta masacre encendió la mecha que prendió las Guerras de religión de Francia, trece años en los que el reino estuvo tanto en estado de guerra civil como de tregua armada.65
Sólo un mes después Luis de Borbón, príncipe de Condé, y el almirante Gaspar de Coligny, habían reunido un ejército de 1800 hombres y firmado una alianza con Inglaterra, y comenzaron a apoderarse de una ciudad tras otra en Francia.N 3 Catalina se reunió con Coligny, pero éste se negó a dar marcha atrás y dijo a la reina: «puesto que usted confía en sus fuerzas, le mostraremos las nuestras».66 El ejército real respondió rápidamente y puso sitio a la ciudad de Ruan, en poder de los hugonotes. La reina visitó en su lecho de muerte a Antonio de Borbón, rey de Navarra, que había sido fatalmente herido por un tiro de arcabuz.67 Catalina insistió además en visitar el campo de batalla y, cuando le advirtieron del peligro de ello, se echó a reír y dijo «mi coraje es tan grande como el vuestro».68 Los católicos tomaron Ruan, pero su triunfo fue efímero, porque el 18 de febrero de 1563 un espía llamado Poltrot de Méré disparó con un arcabuz por la espalda a Claudio, duque de Guisa, durante el asedio de Orleans. El asesinato provocó una disputa aristocrática que complicó mucho las guerras de religión francesas en los siguientes años.69 Catalina, sin embargo, se mostró encantada con la muerte de su aliado: «Si el duque de Guisa hubiera muerto antes», dijo a un embajador veneciano, «se habría alcanzado la paz más pronto».70 El 19 de marzo de 1563 el Edicto de Amboise, también conocido como Edicto de Pacificación, puso fin a la guerra. Entonces Catalina reunió a las fuerzas católicas y de los hugonotes para reconquistar El Havre de manos inglesas.
Hugonotes
El 17 de agosto de 1563 Carlos IX fue declarado mayor de edad en el Parlamento de Ruan, pero nunca fue capaz de gobernar por su cuenta y mostró poco interés en el gobierno.71 Catalina decidió poner en marcha una campaña para hacer cumplir el edicto de Amboise y reavivar la fidelidad a la corona. Para ello partió con el rey Carlos y con la corte en una gira por toda Francia que duró desde enero de 1564 hasta mayo de 1565,72 un largo periplo en el que Catalina mantuvo conversaciones con la reina protestante Juana III de Navarra en Mâcon y Nérac. También se vio con su hija Isabel en Bayona, cerca de la frontera con España, en medio de lujosas fiestas cortesanas. El monarca hispano Felipe II excusó su presencia y en su representación envió al duque de Alba para decir a Catalina que desechara el edicto de Amboise y encontrara soluciones punitivas al problema de los herejes.73En 1566, a través del embajador en el Imperio otomano, Guillaume de Grandchamp de Grantrie, y en base a la duradera alianza franco-otomana, Carlos IX y Catalina propusieron a la Sublime Puerta un plan para reubicar a los hugonotes y a los luteranos franceses y alemanes en Moldavia, principado bajo control otomano. El fin era crear una colonia militar y una barrera protectora frente a los Habsburgo. Este plan también tenía la ventaja añadida de la eliminación de los hugonotes de Francia, pero no logró interesar a los otomanos.74
El 27 de septiembre de 1567, en una redada conocida como la Emboscada de Meaux, fuerzas hugonotes intentaron apresar al rey, lo que reavivó una nueva guerra civil.75 La corte, tomada por sorpresa, huyó desordenadamente a París.76 La guerra terminó con la Paz de Longjumeau firmada el 22-23 de marzo de 1568, pero la inestabilidad civil y el derramamiento de sangre continuaron.77 Asimismo, la Emboscada de Meaux marcó un punto de inflexión en la política de Catalina hacia los hugonotes y a partir de ese momento la reina abandonó el compromiso por una política de represión.78 En junio de 1568 dijo al embajador veneciano que todo lo que se podía esperar de los hugonotes era el engaño, y elogió la política de terror impuesta por el duque de Alba en los Países Bajos, donde miles de calvinistas y rebeldes fueron condenados a muerte.79
Catalina miró por los intereses de la dinastía Valois acordando importantes matrimonios dinásticos. En 1570 Carlos IX se desposó con Isabel de Austria, hija de Maximiliano II, emperador del Sacro Imperio, y también buscó casar a uno de sus dos hijos menores con la reina Isabel I de Inglaterra.N 4 Tras la muerte de su hija Isabel en 1568, esposa de Felipe II, propuso que el rey español se casara con su otra hija Margarita. Después buscó casarla con Enrique III de Navarra, con la esperanza de unir los intereses de los Valois y los Borbones. Sin embargo, Margarita tenía un idilio secreto con Enrique, hijo del último duque de Guisa. Cuando Catalina se enteró de ello, fue a buscarla a su cama junto con el rey y entre ambos la agredieron, rompiendo su ropa de dormir y arrancándole mechones de pelo.84
La reina Catalina presionó a Juana de Albret para que acudiera a la corte, diciéndole por escrito que quería ver a sus hijos y prometiéndole que no les haría daño. Juana le contestó: «Perdónadme si, leyendo esto, me dan ganas de reír, porque queréis que no sufra un miedo que nunca he sentido. Nunca he creído que, como dicen algunos, comáis niños».85 Cuando finalmente Juana fue a la corte, Catalina la presionó duramenteN 5 y la convenció para casar a su amado hijo con Margarita, al tiempo que Enrique podía seguir siendo hugonote. Sin embargo, estando en París comprando ropa para la boda, Juana enfermó y murió a la edad de 44 años. Los escritores hugonotes acusaron tiempo después a Catalina de haberla asesinado con unos guantes envenenados.86 La boda se celebró el 18 de agosto de 1572 en la catedral de Notre-Dame de París.
Matanza de San Bartolomé
La Matanza de San Bartolomé, que se inició dos días después, ha manchado la reputación de Catalina para siempre.40 No hay ninguna razón para pensar que ella no tuvo nada que ver en la decisión del rey Carlos IX el día 23 de agosto: «¡Entonces matadlos!, ¡Matadlos a todos!».89 N 8 La idea era clara: Catalina y sus asesores esperaban el levantamiento hugonote para vengar el ataque a Coligny, por lo que eligieron golpear primero y eliminar a todos los líderes hugonotes que todavía estaban en París después de la boda.90
La masacre en la capital francesa duró al menos una semana, y se extendió a otras partes del reino, donde persistió hasta el otoño. En palabras del historiador Jules Michelet, «San Bartolomé no fue un día, fue una temporada».91 El 29 de septiembre, cuando Enrique III de Navarra se arrodilló ante el altar como católico romano tras haberse convertido para evitar su asesinato, Catalina se giró hacia los embajadores y se echó a reír.92 De esta época data la leyenda de la malvada reina italiana. Los escritores hugonotes la calificaron como una intrigante italiana que había actuado según los principios de Maquiavelo para acabar con todos sus enemigos de un solo golpe.93
Reinado de Enrique III
Dos años después Catalina enfrentó una nueva crisis con la muerte por pleuresía de Carlos IX, a la edad de 23 años. Las últimas palabras del monarca fueron: «¡Oh, mi madre...!».94 El día antes de su muerte nombró regente a su madre debido a que su hermano y heredero, Enrique, duque de Anjou, estaba en la Mancomunidad de Polonia-Lituania, de la que era rey desde al año anterior. Sin embargo, tres meses después de su coronación en la catedral de Wawel, Enrique abandonó ese trono para convertirse en rey de Francia. Catalina escribió a su hijo: «Estoy desolada por la escena y por el amor que me mostró hasta el final… Mi único consuelo es verte aquí pronto, como tu reino necesita, y con buena salud, porque si te perdiera, yo misma me enterraría viva contigo».95Enrique se casó con Luisa de Lorena-Vaudémont en febrero de 1575, dos días después de su coronación. Su elección frustró los planes de Catalina para emparejarlo con una princesa extranjera. Los rumores sobre la incapacidad de Enrique para concebir hijos estaban entonces muy extendidos, y el nuncio papal Salviati observó que «sólo con dificultad imaginamos que habrá descendientes… los médicos y todos los que lo conocen bien dicen que tiene una constitución muy débil y no vivirá mucho».98 Con el paso del tiempo y con las posibilidades de que la pareja real tuviera hijos disminuyendo, el hijo menor de Catalina, Francisco, duque de Alençon y conocido como «Monsieur», interpretó su papel como heredero al trono y explotó repetidamente la anarquía de las guerras civiles, que ya entonces estaban más motivadas por el poder de los nobles que por la religión.99 Catalina hizo todo lo que estaba en su mano para atraer a Francisco y en una ocasión, en marzo de 1578, leyó para él durante seis horas sobre su peligroso comportamiento subversivo.100
En 1576, en un movimiento que puso en peligro el trono de Enrique, Francisco se alió con los príncipes protestantes en contra de la corona,101 y el 6 de mayo de ese año Catalina hubo de acceder a casi todas las demandas de los hugonotes con el edicto de Beaulieu. El tratado vino a conocerse como la Paz de Monsieur porque se pensaba que Francisco lo había impuesto a la Corona.102 El duque de Alençon murió de tuberculosis en junio de 1584 tras una desastrosa intervención en los Países Bajos en que su ejército fue masacrado.103 Al día siguiente Catalina escribió: «Soy tan miserable que estoy viviendo lo suficiente para ver morir muchas personas antes que yo, aunque me doy cuenta de que debe cumplirse la voluntad del Señor, que Él es dueño de todo, y que Él nos presta a los hijos sólo el tiempo que él quiere».104 La muerte de su hijo menor fue una calamidad para los sueños dinásticos de Catalina, pues según la ley Sálica sólo los varones podían acceder al trono y ahora únicamente el hugonote Enrique de Navarra era el presunto heredero al trono de Francia.40
La reina madre había tenido al menos la precaución de casar al navarro con su hija Margarita. Sin embargo, su hija menor se convirtió en otro dolor de cabeza, al igual que Francisco, y en 1582 Margarita regresó a la corte francesa sin su marido. Catalina la oyó gritar que su esposo tenía amantes,105 por lo que decidió enviar a Pomponne de Bellièvre a Navarra para intentar arreglar el regreso de Margarita.106 En 1585 la hija de Catalina volvió al reino de su marido, pero se retiró a su propiedad en Agen y le solicitó dinero a su madre. La reina regente le envió sólo el necesario para «tener comida en su mesa».107 Después de trasladarse a la fortaleza de Carlat, la díscola Margarita tomó un amante llamado d'Aubiac, por lo que su madre se puso en contacto con Enrique para consultarle antes de actuar y así evitar una nueva vergüenza familiar. Como resultado, Margarita fue recluida en el castillo d'Usson y su amante d'Aubiac ejecutado, aunque no delante de ella, como Catalina deseaba.108 La reina regente alejó a Margarita de ella y nunca más la volvió a ver.
La reina italiana no fue capaz de controlar a Enrique de la misma manera que había hecho con Francisco y Carlos,109 y su rol en el gobierno fue como diplomático itinerante. Viajó mucho a lo largo del reino, imponiendo su autoridad y tratando de acabar con la guerra. En 1578 comenzó la tarea de pacificar el sur, y con 59 años se embarcó en un viaje de año y medio por todo el sur de Francia para tratar cara a cara con todos los líderes hugonotes. Estos esfuerzos hicieron que Catalina se ganara un nuevo respeto del pueblo francés,110 por lo que a su regreso a París en 1579 fue recibida a las afueras de la ciudad por el parlamento y multitud de gente. Gerolamo Lipomanno, embajador veneciano, escribió: «Es una princesa infatigable, nacida para dominar y gobernar a un pueblo tan rebelde como el francés: ellos reconocen ahora sus méritos, su preocupación por la unidad, y sienten no haberlo apreciado antes».111 Sin embargo, Catalina no se hacía ilusiones y el 25 de noviembre de 1579 escribió al rey: «Está en puertas una revuelta general. Cualquiera que le diga lo contrario es un mentiroso».112
Liga Católica
Enrique fue incapaz de luchar contra los católicos y los protestantes a la vez, pues ambos tenían ejércitos más poderosos que el suyo. El tratado de Nemours, firmado el 7 de julio de 1585, le forzó a satisfacer todas las peticiones de la Liga, incluso pagar a sus tropas.118 Se marchó de la Corte para realizar un retiro de ayuno y oración, rodeado por unos guardaespaldas conocidos como «Los cuarenta y cinco» y dejó a Catalina para solucionar los problemas.119 La monarquía había perdido el control del país y no estaba en condiciones de ayudar a Inglaterra a defenderse del inminente ataque español. El embajador español dijo al rey Felipe II que el absceso estaba a punto de estallar.120
Ya en 1587 la reacción católica contra los protestantes se había extendido a toda Europa. La ejecución de María Estuardo, reina de los escoceses, por orden de Isabel I de Inglaterra, el 18 de febrero de 1587 enfureció a todo el mundo católico. Felipe II de España se preparó para invadir Inglaterra al tiempo que la Liga tomó el control de muchos de los puertos del norte de Francia para asegurarlos para su armada.121
Últimos meses y muerte
El 8 de septiembre de 1588 en Blois, donde se había reunido la corte para celebrar los Estados Generales, Enrique destituyó a todos sus ministros sin previo aviso.N 9 Catalina, en la cama por culpa de una infección pulmonar, se había mantenido en la sombra. Las acciones del rey pusieron fin a sus días de poder.
En la reunión de los Estados, Enrique dio gracias a Catalina por todo lo que había hecho, y la llamó no sólo madre del rey, sino también madre del Estado.124 Enrique no contó a su madre la solución a sus problemas. El 23 de diciembre de 1588 llamó al duque de Guisa para entrevistarse con él en el castillo de Blois, donde nada más entrar en la cámara del rey fue acuchillado por los cuarenta y cinco guardias de Enrique. Murió a los pies de la cama del monarca. Al mismo tiempo, ocho miembros de la familia Guisa fueron detenidos, incluido el hermano del duque, el cardenal Luis, que fue asesinado al día siguiente por los hombres de Enrique III en las mazmorras del palacio.125 Inmediatamente después de la muerte de Guisa, Enrique entró en la habitación de su madre y le dijo: «Por favor, perdóname. Monsieur de Guisa está muerto. No volverá a hablar. He tenido que matarlo. He hecho lo que él pensaba hacerme a mí».N 10 No conocemos la reacción inmediata de Catalina, pero el día de Navidad, le dijo a un fraile: «¡Oh, pobre hombre!. ¿Qué ha hecho?... Ruega por él... Lo veo caminando hacia su ruina».126 La reina madre visitó a su viejo amigo, el cardenal de Borbón, el 1 de enero de 1589 para contarle que pronto sería liberado, pero él le gritó «Sus palabras, señora, nos han llevado a todos a esta carnicería». Ella salió llorando.126
Más tarde se afirmó que Enrique IV dijo de Catalina:
Te pregunto, ¿qué podía hacer una mujer, dejada con cinco niños pequeños en sus manos tras la muerte de su esposo, y dos familias de Francia codiciando la corona, nosotros mismos [los Borbones] y los Guisa? ¿No estaba obligada a tocar piezas extrañas para engañar primero a uno y luego al otro, para salvaguardar, como ella hizo, a sus hijos, que reinaron sucesivamente gracias a la conducta de esta astuta mujer? Estoy sorprendido de que nunca lo hiciera peor.128
Mecenas de las artes
El inventario del Hôtel de la Reine realizado tras la muerte de Catalina reveló que la reina había sido una gran coleccionista. Entre sus posesiones había tapices, mapas, esculturas, tejidos de calidad, muebles de ébano con incrustaciones de marfil, juegos de porcelana china y cerámicas de Limoges,131 además de cientos de retratos, una moda que se había desarrollado en vida de Catalina. Muchos de los retratos de su colección eran obra de Jean Clouet (1480–1541) y de su hijo François Clouet (c. 1510–1572), autor este último de los retratos de todos los miembros de la familia de Catalina y otros personajes de la corte.132 Después de la muerte de la reina se puede observar un marcado descenso en la calidad de los retratos franceses y hacia 1610 la escuela patrocinada por los Valois y llevada a su cima por François Clouet casi había desaparecido.133
Más allá de los retratos, sabemos poco de la pintura en la corte de Catalina de Médici.134 En las dos últimas décadas de su vida sólo destacaron dos pintores: Jean Cousin el Joven (c. 1522–c. 1594), del que sobreviven muy pocas obras, y Antoine Caron (c. 1521–1599), que se convirtió en pintor oficial de Catalina después de trabajar con Francesco Primaticcio en Fontainebleau. El vívido manierismo de Caron, con su amor por lo ceremonial y su preocupación por las masacres, refleja la atmósfera neurótica de la corte francesa durante las guerras de religión.135 Muchas de las pinturas de Caron, como el Triunfo de las Estaciones, tratan temas alegóricos que se hacen eco de las grandes fiestas por las que fue famosa la corte de Catalina. Sus diseños para los tapices Valois celebran fiestas, picnics y simulacros de batallas de los «magníficos» espectáculos organizados por Catalina. Así, Caron refleja eventos como el que tuvo lugar en Fontainebleau en 1564, el de Bayona en 1565 para la cumbre con la corte española y el desarrollado en las Tullerías en 1573 durante la visita de los embajadores polacos que ofrecieron la corona de Polonia al hijo de Catalina, Enrique de Anjou.134 La biógrafa Leonie Frieda sugiere que «Catalina, más que nadie, inauguró los fantásticos espectáculos por los que también serían famosas las cortes francesas posteriores».136
De entre todas las artes, el gran amor de Catalina de Médici fue la arquitectura. «Como hija de los Médici», afirma el historiador francés del arte Jean-Pierre Babelon, «estuvo impulsada por la pasión de la construcción y el deseo de legar grandes logros tras su muerte».140 Así, tras el fallecimiento de su esposo Enrique II, Catalina se dispuso a inmortalizar la memoria de su marido y engrandecer a la dinastía Valois a través de una serie de costosos proyectos arquitectónicos,141 entre ellos las intervenciones en los castillos de Montceaux-en-Brie, Saint-Maur-des-Fossés y Chenonceau. Además ordenó construir dos nuevos palacios en París: las Tullerías y el Hôtel de la Reine. Intervino en la planificación y supervisión de todos estos proyectos arquitectónicos.142
Catalina mandó tallar emblemas de su amor y dolor en las sillerías de piedra de todos sus edificios.143 Los poetas la ensalzaron como la nueva Artemisia, en comparación con Artemisia II de Caria, que construyó el célebre Mausoleo de Halicarnaso como tumba para su marido.144 Como pieza central de una ambiciosa nueva capilla, encargó crear una magnífica tumba para Enrique II en la basílica de Saint-Denis que sería diseñada por Francesco Primaticcio (1504–1570) y tendría esculturas de Germain Pilon (1528–1590). El historiador del arte Henri Zerner ha destacado este monumento como «la última y más brillante de las tumbas reales del Renacimiento».145 La reina también encargó a Germain Pilon la realización de la escultura de mármol que contiene el corazón de Enrique II. Grabado en la base de esta escultura hay un poema de Pierre de Ronsard que le dice al lector que no se maraville de que un recipiente tan pequeño contenga un corazón tan grande, porque el corazón real de Enrique reside en el pecho de Catalina.146
Aunque Catalina de Médici gastó enormes sumas de dinero en las artes,147 gran parte de su mecenazgo no dejó legado permanente. El fin de la dinastía Valois muy poco después de su fallecimiento trajo un cambio en las prioridades.148
Familia
Ancestros
Descendencia
Nombre | Retrato | Nacimiento | Muerte | Matrimonio y descendencia/Notas |
---|---|---|---|---|
Francisco II, rey de Francia | 19 de enero de 1544 | 5 de diciembre de 1560 | Casado con María I de Escocia (1542–1587) en 1558. Sin descendencia. | |
Isabel de Francia | 2 de abril de 1545 | 3 de octubre de 1568 | Casada con Felipe II, rey de España (1527–1598) en 1559. Con descendencia. | |
Claudia de Francia | 12 de noviembre de 1547 | 21 de febrero de 1575 | Casada con Carlos III de Lorena (1543–1608). Con descendencia. | |
Luis III de Orleans | 3 de febrero de 1549 | 24 de octubre de 1549 | Muerto en la infancia. | |
Carlos IX, rey de Francia | 27 de junio de 1550 | 30 de mayo de 1574 | Casado con Isabel de Austria (1554–1592) en 1570. Una hija legítima que murió joven. | |
Enrique III, rey de Francia | 19 de septiembre de 1551 | 2 de agosto de 1589 | Casado con Luisa de Lorena en 1575. Sin descendencia. Breve rey de Polonia en 1574. | |
Margarita de Francia | 14 de mayo de 1553 | 27 de marzo de 1615 | Conocida como la «Reina Margot». Casada con Enrique IV de Francia. Divorciada y sin descendencia. | |
Francisco de Anjou | 18 de marzo de 1555 | 19 de junio de 1584 | Después conocido como Francisco, duque de Alençon y Anjou. Sin descendencia. | |
Victoria de Francia | 24 de junio de 1556 | 17 de agosto de 1556 | Muerta en la infancia. | |
Juana de Francia |
|
Nonata. |
Predecesora: Leonor de Austria |
Reina consorte de Francia 1547-1559 |
Sucesora: María I de Escocia |
Cultura popular
Cine
- Josephine Crowell en Intolerancia (1916)
- Marguerite Moreno en Perlas de la corona (1937)
- Françoise Rosay en La Reine Margot (1954) (1954)
- Marisa Pavan en Diane (1956)
- Isa Miranda en Hardi Pardaillan! (1964)
- Virna Lisi en La Reine Margot (1994)
- Evelina Meghnagi en The Princess of Montpensier (2010)
Televisión
- Alice Sapritch en La Reine Margot (telefilme, 1961)
- Joan Young en The Massacre of St Bartholomew's Eve (episodio de Doctor Who, 1966)
- Maria Meriko en La Dame de Monsoreau (mini-serie, 1971)
- Margaretta Scott en Elizabeth R (mini-serie, 1971)
- Dominique Blanchar en Le Chevalier de Pardaillan (serie, 1988)
- Alice Sapritch en Catherine de Médicis : Le Tocsin de la révolution (telefilme, 1989)
- Marie-Christine Barrault en Saint-Germain ou la Négociation (telefilme, 2003)
- Megan Follows en Reign (2013-)
Referencias
Notas aclaratorias
•Se afirma que el duque de Anjou dijo después que Catalina había planeado el asesinato con Ana de Este, que deseaba vengar a su marido, Francisco de Guisa. Frieda, 292.
• Para un repaso a las distintas versiones de los historiadores, vea Holt, 83–4.
- Estas palabras fueron llevadas al gobierno de Florencia por el médico de Catalina, Filippo Cavriana, que actuó como su informador. Knecht, Catherine de' Medici, 266.
Notas al pie
- Knecht, Catherine de' Medici, 244.
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Epístolas
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- Tomo primero: 1533-1563, 1880.
- Tomo segundo: 1563-1566, 1895.
- Tomo tercero: 1567-1570, 1895.
- Tomo cuarto: 1570-1574, 1895.
- Tomo quinto: 1574-1577, 1895.
- Tomo sexto: 1578-1579, 1897.
- Tomo sèptimo: 1579-1581, 1899.
- Tomo octavo: 1582-1585, 1905.
- Tomo noveno: 1586-1588, 1905.
- Tomo décimo: Supplément 1537-1587, 1909.
- Tomo undécimo: Index général, Gustave Baguenault de Puchesse, Eugène Lelong y Lucien Auvray, 1943.
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