El "buen salvaje" religioso
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La cultura polinesia fue idealizada desde su descubrimiento por los intelectuales europeos. La belleza física de sus habitantes -especialmente de los jefes que, al no trabajar, tenían la piel más suave y clara- atrajo los ensueños rousseaunianos de quienes creían haber encontrado al "buen salvaje" en su hábitat natural. Además, algunos aspectos de la sociedad polinesia recordaban a civilizaciones muy mitificadas, como el imperio inca: por ejemplo, el hecho de que dentro de la jerarquizada estirpe gobernante, el jefe supremo sólo pudiera casarse con una de sus hermanas, ya que sólo ésta tenía pureza de sangre y era descendiente directa, como él, de los dioses. Tener estos criterios (la blancura de la piel, la armonía de los rasgos, el elitismo de la sociedad polinesia) para admirar una cultura dice muy poco de los europeos de aquella época, al menos en cuanto a su pensamiento político. Pero ya sabemos que un gran partidario de las libertades teóricas como Voltaire era, a su vez, defensor de la esclavitud. No abundaremos en el tema (no es el que nos ocupa) y nos centraremos en las particularidades religiosas de estos indígenas, cuyas islas siguen constituyendo, ahora por motivos turísticos, una atracción de los occidentales.
Es curioso que uno de los detalles que se conocen popularmente sobre la cultura que nos ocupa sean los zumos y bebidas exóticas que la gente consume en muchos países, en oscuros bares de ambiente polinesio. Todo ello, aunque parezca mentira, tiene un origen socio-religioso: la kawa, bebida euforizante que procede de las raíces del pimentero. En todas las islas polinesias, salvo Nueva Zelanda, los indígenas bebían kawa respetando ciertos ritos y en pequeños grupos. Sólo los varones podían hacerlo y ello reforzaba la colectividad.
La dualidad sagrada polinesia: mana y tabú
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En principio, el mana se opone al concepto de tabú. El primer europeo en escuchar esta palabra fue el capitán Cook. Su significado original entre los polinesios era lo prohibido, especialmente lo que es sagrado y, por tanto, está vedado al no iniciado. En la práctica, los tabúes eran impuestos por los sacerdotes y dirigentes de las tribus (los que tenían más mana) al resto de pobladores, y ello acabó sacando de su contexto la primigenia oposición entre ambos conceptos. Al final, las clases dirigentes consideraban tabú toda actitud que pudiera minar su poder. Tal vez por ello muchos polinesios fueron abandonando tales creencias y hoy en día las religiones nativas casi no se practican en estas islas.
Entre los dioses de que tenemos noticia, destaca Tangaroa, que para los maoríes (Nueva Zelanda) era el dios del mar y para las tribus de la Polinesia occidental, el creador. En cambio, para muchos otros pueblos, el creador llevaba por nombre Tane, quien surgió de Papa (Madre Tierra) y Rangi (Padre Cielo). Tane dio vida a Hina, la primera mujer, y con ella a toda la humanidad. También algunos hombres eran recordados por el mito polinesio: el héroe Maui (que recuerda a Hércules y aún es objeto de culto en muchas islas del sudeste) y el primer hombre, Tiki, salido del falo de Tane.
Los hawaianos celebraban el culto en los llamados heiau y veneraban especialmente a Laka, diosa de las plantas, y a Tu, dios de la guerra. Por el contrario, los habitantes de Tahití consideraban a Tu un mero ayudante de Tangaroa y tenían a su propio dios de la guerra, Oro. Longo es el dios de la agricultura y se contrapone a Tu, ya que representa la paz. Los hawaianos lo llaman Lono. Lono es responsable de la anécdota más divertida de los nativos de Hawai: como era representado por una lámina blanca ensartada en un palo, los indígenas creyeron que James Cook era el mismísimo Lono, ya que había llegado a sus tierras en un barco de vela que se parecía mucho al símbolo de este dios.
Micronesia: ritos perdidos
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Aparte de las impresionantes ruinas de la ciudad lacustre de Nan Mataol (que muchos han comparado con el enigma de la isla de Pascua) y algunas nociones sobre los espíritus marinos malignos de los chamorros (islas Marianas), tenemos información sobre dos culturas indígenas de esta zona: las islas Yap y las islas Palaos, donde los ritos religiosos son bastante curiosos.
Los habitantes de las islas Yap rinden culto a las llamadas fae o monedas sagradas. Se trata de unas gigantescas monedas perforadas como rosquillas y hechas de aragonito, con las que se saldan deudas importantes: por ejemplo, indemnizaciones o compras de mucho valor. Poseer un fae proporciona a las familias no sólo rango social y prestigio, sino que les garantiza un lugar de privilegio en el más allá, un poco al estilo de lo que significaban las indulgencias que los ricos compraban a la Iglesia católica en la Edad Media para obtener la salvación del alma. Además del dinero, otro aspecto muy valorado por los indígenas de las islas Yap es la fertilidad: tienen hasta siete dioses relacionados con ella.
En las islas Palaos, en el siglo pasado, existían unos clubes llamados bai, en los que los jóvenes se encontraban. En estas chozas no se permitía la entrada de mujeres, pero estaban decoradas con motivos sexuales. El ornamento más impresionante era la Dilukai, una mujer con las piernas completamente separadas, en una postura que podría interpretarse como pornográfica. Pero la razón es ritual: lo que significaba este motivo es que los jóvenes estaban en el interior de la mujer, como si hubieran vuelto al útero materno, tal vez con el fin de "volver a nacer", en este caso a la vida adulta. También hay quien relaciona a la Dilukai con Latmikaik, la madre primigenia de la cultura Yap, que creó el cielo y el infierno, a los dioses y, finalmente a los seres humanos, en un mito que recuerda algunas de las religiones de Indonesia.
Las islas de la felicidad
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Airoi: Orden mixta (hombres y mujeres, plebeyos y nobles) religioso-teatral que habitaba la isla de Tahití. Recorrían la región representando espectáculos de música, danza y teatro, y practicaban el amor libre.
Anite: Espíritus de los muertos que atemorizaban a los indígenas que profesaban la hoy extinta religión de los chamorros, en las islas Marianas (Micronesia).
Dilukai: Escultura que preside las chozas de los jóvenes de las islas Palaos (Micronesia). Aparece con las piernas abiertas y suele representar a la diosa Latmikaik (véase definición).
Fae: Gigantesca moneda de piedra sagrada que tiene un gran valor socio-religioso en las islas Yap (Micronesia).
Galid: Nombre genérico que los nativos de las islas Palaos (Micronesia) dan a espíritus, dioses y demonios.
Hawaiki: Tierra mítica en la que sitúan sus orígenes los maoríes de Nueva Zelanda y otros pueblos polinesios.
Heiau: Nombre que daban los indígenas hawaianos a los lugares (templos, torres, altares) donde se celebraba el culto.
Hina: En las culturas polinesias, hija de Tane; por un lado es la Primera Madre, pero por otro es también soberana del reino de los muertos, lo cual demuestra la ligazón esencial que las culturas de los Mares del Sur establecen entre la fertilidad y la muerte.
Hula: Grupos de danzarines y actores que mantienen el culto a la diosa Laka en Hawai (Polinesia), aunque hoy sólo sea para disfrute de los turistas.
Kahuna: Nombre hawaiano que se da a los sacerdotes y que coincide con la definición de Tohunga (ver más adelante).
Laka: Diosa hawaiana de las plantas, la poesía y la danza.
Lapita: Tipo de cerámica que ha dado nombre a una cultura anterior al 1400 a.C. cuyos pioneros, de piel clara, poblaron desde el sudeste asiático gran cantidad de islas de los Mares del Sur.
Latmikaik: Madre Primigenia de los nativos de las Palaos que engendró primero a los dioses y después a los seres humanos.
Lono: Véase Rongo.
Makemake: Hombre-pájaro de los indígenas de la isla de Pascua. Es el dios principal y creador de esta cultura.
Marae: Nombre que dan al culto los indígenas de Tahití (Polinesia).
Maui: Héroe muy venerado por las sociedades polinesias: la leyenda dice que proporcionó el fuego a los hombres.
Nan Matol: Centro de culto -en ruinas desde hace muchos siglos- de los indígenas de las Carolinas (Micronesia). Sus grandes y numerosas plataformas (estaba construido sobre un lago) y su monumentalidad han creado un misterio sobre la civilización que lo construyó.
Olifat: Héroe venerado en varias de las islas Carolinas, especialmente en la cultura de Nukuor (Micronesia).
Oro: Versión tahitiana de Tu, el dios de la guerra de los pueblos polinesios.
Rongo: Dios maorí de la agricultura, representado por una caracola (rongo es en maorí "sonido"), que en Hawai es conocido como Lono.
Tabú: En la cultura polinesia, acción o concepto prohibido y peligroso y, por tanto, fuera del alcance del no iniciado.
Tane: Dios creador de los maoríes de Nueva Zelanda, también conocido por ser señor de la selva y de los animales. Surgió del abrazo entre Papa (la Tierra) y Rangi (el Cielo). En otras islas polinesias sus funciones son atribuidas a la deidad Makemake.
Tangaroa: Para los maoríes, dios del mar. Para otros pueblos polinesios, dios de la creación. Para todos, deidad cuya fecundidad ha sido un motivo importante para muchas obras artísticas.
Taputapuatea: Gran centro de culto de los indígenas de Tahití. En él se veneraba especialmente al dios de la guerra, Oro.
Tiki: Nombre que se da en las islas Marquesas (Polinesia) a los antepasados. En muchas culturas polinesias, miembro viril del dios Tane.
Tohua: Grandes altares de más de tres metros de altura donde se celebraba el culto de los nativos de las islas Marquesas. También eran usados por el jefe de la tribu para construir su casa.
Tohunga: En lengua austronesia "experto"; sumo sacerdote de las culturas polinesias. Por extensión, algunos pueblos llaman también así a los magos y curanderos.
Tu: Para los polinesios de Tahití, lugarteniente de Tane: para los maoríes y los hawaianos, dios de la guerra.
Tuaha: Recinto cuadrangular prohibido a los profanos en que el sacerdote de la cultura maorí de Nueva Zelanda se encerraba para buscar inspiración y consejo de los dioses.
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