El 5 de abril de 1722 cayó en Domingo, en Domingo de Resurrección, y aquel día, por primera vez un europeo puso los ojos en una isla perdida en mitad del Pacífico. Era inhóspita y estaba superpoblada por unos señores bronceados cuya principal actividad era regir esculturas gigantescas de sus ancestros. La isla era rara, muy rara, pero, incluso así, el marino holandés Jakob Roggeveen se la quedó. ¿Y cómo se bautiza a una isla descubierta un Domingo de Resurrección? Pues no hay que darle muchas vueltas. Isla de Pascua.
Al marino Roggeveen le pasó lo que a todos, que iba buscando una cosa y se encontró otra. Era una manía habitual en los descubridores. Él intentaba llegar a la Tierra de Davis, un supuesto continente que ni siquiera existía, pero se encontró con una pequeña isla que los vecinos del lugar llamaban Rapa Nui. No es que le apeteciera mucho quedarse, pero aquello estaba de bote en bote. Demasiada gente en tan poco terreno. Es lo que tiene vivir en una isla tan alejada de otra tierra, que no hay otro entretenimiento más que reproducirse y llega un momento en que la isla no da más de sí. Eso pasaba en Rapa Nui, que tenía quince mil habitantes y muchos clanes a la greña, porque todos querían mandar.
Rapa Nui era la viva imagen de la desolación, aunque en su día fue un paraíso tropical, una isla frondosa, repleta de palmerales. Pero a los indígenas les dio por construir moáis, gigantescas esculturas de piedra volcánica que representaban a sus ancestros y que se suponen protegían su civilización. Y tantos moáis construyeron y tantos árboles talaron para construir trineos, postes y palancas con los que trasladar las esculturas desde las canteras que la isla quedó deforestada.
Lejos de proteger su modo de vida, los moáis acabaron siendo los verdugos de la civilización Rapa Nui. Pero si mal estaban los indígenas antes de que llegaran los europeos, peor lo tuvieron después, porque entre las enfermedades y el comercio de esclavos, la población quedó prácticamente exterminada.
Aquel domingo de Resurrección a los rapanui les hicieron la pascua.
NIEVES CONCOSTRINA.
HISTORIAS DE LA HISTORIA.
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