domingo, 22 de noviembre de 2015

Duendes.

Duende Martinico en el grabado "Duendecillos" de los Caprichos de Francisco de Goya.
 
Los duendes son criaturas mitológicas fantásticas de forma humanoide pero del tamaño de un niño pequeño que están presentes en el folclore de muchas culturas. La etimología de su nombre proviene de la expresión "duen de casa" o "dueño de casa", por el carácter entrometido de los duendes al "apoderarse" de los hogares y encantarlos,1 o bien del árabe "duar de la casa" ("que habita, habitante").2
En Castilla la palabra duende define a un tipo de ser sobrenatural de la cultura popular equivalente al goblin de otros folclores europeos (del francés normando gobelin, nombre originado en el de un fantasma que se decía asoló el pueblo de Evreux en el siglo XII),3 de naturaleza maliciosa hacia los humanos.

Índice

Historia

Los duendes tal y como son conocidos, son criaturas mágicas, feéricas (relacionadas en algún caso con las hadas) y se los describe físicamente como no mayores a un metro, de aspecto humanoide, orejas largas y en punta y de piel verdosa, se caracterizan por ser seres elementales, cuidadores de la naturaleza y el bosque y por ser escurridizos. En una definición amplia para la Mitología de cualquier cultura, se le describe como de aspecto humanoide y muy baja estatura, con algún tipo de poder o conocimiento sobrenatural y provisto de un típico espíritu bromista o malicioso, por el cual se le culpa de todo tipo de daños menores en el entorno doméstico o rural; siendo así, entrarían en la categoría genérica del duende los gnomos, los trasgos, el leprechaun irlandés o el poltergeist alemán.
Cubierta del libro La princesa y el duende, de George MacDonald.
Este tipo de supersticiones ligadas a los hogares fueron difundidas por todo el Imperio romano, ya que su religión pagana afirmaba que había unos dioses menores, los lares o genius loci, que habitaban una casa a la que estaban ligados con la función de protegerla. A veces estaban asociados a la familia que construyó la casa o que la habitó desde que fue construida, esto explicaría su frecuente relación con los fuegos del altar familiar u hogar, los pucheros o las alacenas. A esto habría que sumar una noción semejante por parte de los druidas, quizá todavía presente en la creencia germánica en los Kobold. Pero esta tradición se presenta también en el folklore de todas las naciones eslavas, donde son llamados domovik, e incluso en el japonés, donde unas criaturas en todo semejantes se denominan zashiki-warashi. Por lo demás, los djinn de los pueblos semíticos poseen características muy parecidas. La superstición, por otra parte, podría tener una etiología bastante elemental: una justificación maravillosa o imaginativa de los ruidos desconocidos que se producen en las alacenas, sótanos o cuevas subterráneas cerradas de las casas, casi siempre debidos a la presencia de pequeños roedores o depredadores en busca de alimento.
Es más, aparte de su origen supersticioso, la leyenda de la llamada "gente pequeña", como los denominaba en su famoso manuscrito el párroco escocés Robert Kirk,4 o "duendes", está tan arraigada en unos lugares concretos de Europa (islas británicas) que algunos han llegado a teorizar la posible existencia de un pueblo humano de pequeña estatura ya desaparecido en estas ubicaciones, lo que ha convertido en más probable el descubrimiento reciente del hombre de Flores y el ya conocido pueblo pigmeo en África.[cita requerida]
El primero en proponer esta explicación fue David MacRitchie (1861-1925), un folclorista escocés, en su obra The Testimony of Tradition; este tipo de leyendas (y muchas otras) se habrían fundado en la existencia histórica de un pueblo que habitaría en cuevas o que sería subterráneo en las Islas Británicas, resto de gentes antiquísimas de tecnología muy primitiva, quizás neolítica, quienes, ante la llegada de pueblos más civilizados y mejor armados, se habrían ocultado en la oscuridad. Esta teoría habría sido completada en The Witch-Cult in Western Europe (1921) por la doctora Margaret Murray (1863-1963).
El alquimista y médico suizo Paracelso (1493-1541) escribió sobre numerosos tipos de criaturas ni humanas ni divinas en su grimorio Philosophia Occulta (1570), a los que llama genéricamente elementales y denominó gnomos (elemento tierra), ondinas (elemento agua), silfos o sílfides (elemento aire) y salamandras (elemento fuego):
No pueden clasificarse entre los hombres, porque algunos vuelan como los espíritus, no son espíritus, porque comen y beben como los hombres. El hombre tiene un alma que los espíritus no necesitan. Los elementales no tienen alma y, sin embargo, no son semejantes a los espíritus, éstos no mueren y aquéllos sí mueren. Estos seres que mueren y no tienen alma ¿son, pues, animales? Son más que animales, porque hablan y ríen. Son prudentes, ricos, sabios, pobres y locos igual que nosotros. Son la imagen grosera del hombre, como éste es la imagen grosera de Dios… Estos seres no temen ni al agua ni al fuego. Están sujetos a las indisposiciones y enfermedades humanas, mueren como las bestias y su carne se pudre como la carne animal, y son virtuosos y viciosos, puros e impuros, mejores o peores.
Los duendes corresponderían a los gnomos y silfos y habitan mundos propios no muy alejados del nuestro, aunque invisibles para nosotros porque nuestros sentidos son poco sutiles y poco desarrollados y por tanto no aptos para observarlos. Sin embargo todas esas criaturas, según Paracelso, tienen en común ser seres interdimensionales y atemporales, viven en comunidades jerarquizadas, son invisibles para los hombres, pero no para algunos animales y niños, son juguetones y tramposos y enormemente interesados en algunos aspectos sexuales de los humanos, a quienes a veces raptan cuando son niños; viven muchos más años que los hombres, pero sin llegar a ser inmortales: 500 años o más, éticamente neutros, inteligentes, y les aterroriza el hierro y el acero. Poseen tres grandes festividades: la del mes de mayo, la del 24 de junio (solsticio de verano) y la del mes de noviembre.
Siguiendo la terminología de C. S. Lewis en su ensayo «The Discarded Image: An Introduction to Medieval and Renaissance Literature» (1964), traducido al español como «La imagen del mundo», cabría identificarlos con los longaevi o longevos, espíritus que, cuando Lucifer se levantó contra Dios, no se pusieron de parte ni de este ni de aquel. Dios habría suspendido su sentencia hasta el día del Juicio Final, y mientras tanto estos seres circularían por el orbe infranatural, es decir, por debajo de la órbita de la Luna, pues por encima estaría lo sobrenatural. Algunos habrían caído a la Tierra y por eso habitarían en cuevas o subterráneos. No son exactamente demonios ni ángeles: son los duendes, hadas, etc. de que se ha hablado anteriormente, de ahí su ambigüedad moral. En otro ensayo, el poeta Heinrich Heine llama a toda esta gente "dioses en el exilio", porque antiguamente eran los diosecillos paganos menores que detentaban algunas funciones religiosas y ahora han sido arrojados al margen, por lo que aparecen ridiculizados por la tradición religiosa dominante. Su aspecto por ello ha sido desfigurado como risible y sólo tienen importancia para los niños impresionables, gracias a los cuales, sin embargo, perdura su recuerdo más o menos deturpado.

Denominaciones en diferentes partes del mundo

Existen muchas variantes de duendes en varios países y culturas del mundo, aunque universalmente los más populares son los de los países célticos:

Duendes regionales de España

Los duendes castellanos

Cabe distinguir entre los duendes castellanos a martinicos, diaños, trasgos, gnomos, encantadas, hadas y elfos. Los martinicos, llamados bestiones en la Edad Media, y grabados en algunos de los Caprichos de Goya, son enanos cabezones (representados como cabezudos en las fiestas populares) de grandes manos que se suelen disfrazar con hábito franciscano, hacen ruido en las alacenas, mueven y pierden objetos cuando no los ven y gastan crueles chascos y bromas. Los gnomos habitan en las cavidades de la tierra y la primera mención de un elfo en la literatura española se hace en el Cantar de mío Cid, cuando se habla de los "caños de Elfa", esto es, la cueva de Elfa.6 El primero en tratar por extenso de los duendes fue el demonólogo fray Antonio de Fuentelapeña en El ente dilucidado: discurso único novísimo que muestra que hay en naturaleza animales irracionales invisibles y quales sean (1676). Se comentaba que todos los duendes desaparecieron con la bula de la Santa Cruzada. Posteriormente, en el siglo XVIII, el preilustrado benedictino padre Benito Jerónimo Feijoo se embutió en una lucha sin cuartel contra estas supersticiones en su Teatro crítico universal.
Por otra parte, en el contexto cultural flamenco se denomina duende al carácter inexplicable y misterioso que ese arte y sus intérpretes adquieren en ciertas ocasiones, un poder misterioso que todos sienten y ningún filósofo explica.7

Los duendes cántabros

Son de muchos tipos: los trastolillos, los enanos, los busgosos, los trentis, los nuberos, los ventolines, los tronantes y las anjanas, entre otros.

Los duendes asturianos "apabardexu"

Especie de los Lagos de Somiedo que los lugareños dicen ser una especie de duende. En bable, Asturiano, asturleones de Asturias apabardexu se traduciría al español o castellano como duende de monte.

Las lamias

Las lamias españolas tienen correspondencia con las lamiñak vasconavarras y las lainas aragonesas. Tienen cara y cuerpo de bellas mujeres y patas palmeadas de ánade (ganso, pato, oca...). Habitan en lugares cercanos al agua, o en los mismos lagos, ibones y barrancos.

San Patricio y los duendes

La tradición irlandesa refiere que san Patricio, tras haber fundado su primera iglesia, invitó a los celtas paganos a convertirse al cristianismo. Tras llevar a cabo varios milagros, la fe cristiana comenzó a ganar adeptos en Irlanda. Los druidas vieron esto con alarma. Invocaron una tropa de duendes y la enviaron a la iglesia con tal de hacer la vida imposible a San Patricio y a los apóstatas ya cristianos. Los feligreses comenzaron a quejarse de que los duendes no los dejaban rezar y cometían un sinfín de desmanes desbaratando el templo, por lo que San Patricio, habiendo averiguado que era obra de los druidas, decidió hacerles frente. Una vez dentro del templo, se les encaró con las siguientes palabras: «En nombre de Dios Todopoderoso yo los expulso, espíritus impuros», y fue así como San Patricio desterró a los duendes de la iglesia. Por eso en Irlanda la imagen de san Patricio es muy utilizada para realizar exorcismos de duendes y para protegerse contra ellos, ya que no soportan la imagen del hombre que los desterró de la casa de Dios.
Su hábitat general son los bosques, aunque algunos habitan en los jardines y los fondos de ciertas casas, propicias para ello, ya que a estos alguna vez simpáticos hombrecillos les agrada la compañía de los niños, así como a las hadas (por su pureza de corazón), para jugar con ellos. Son de buen carácter; estando por lo tanto casi siempre de buen humor. Aunque también existen duendes malvados, capaces de hacerle daño a los humanos, si éstos los enojan. Por ese motivo es conveniente evitar ofenderlos, por ejemplo, dudando de su existencia, de sus poderes o burlándose de su apariencia.

Duendes en la literatura

Según la mitología celta británica, el rey de los duendes y elfos responde al nombre de Lord Oberón, y se le menciona en Macbeth y demás obras del poeta inglés William Shakespeare, además que también se le hace mención en el Fausto de Goethe junto con un coro de silfos que invoca Mefistófeles con tal de seducir al doctor Fausto.
Según la historia de Fausto, Lord Oberón contrae matrimonio con la reina de las hadas, Lady Titania, para así consagrar la unión de ambos reinos elementales de la naturaleza. Oberón tiene un consorte que lo acompaña a todos lados, Puck, un duende menor erudito en la magia, prolongando así la dualidad clásica de la literatura Rey - Mago, tal como Arturo y Merlín.
En los cuentos tradicionales infantiles, la figura del duende suele asociarse a pequeños seres bonachones, que acostumbran a ayudar en secreto a los humanos, recompensando las buenas acciones y castigando a las personas egoístas y deshonestas. Representativo es el clásico de El zapatero y los duendes, de los Hermanos Grimm.
Herederos de esa tradición son muchos de los cuentos contemporáneos sobre duendes, como Un duende a rayas, de María Puncel, Los Duendes de Cristal, de Yolanda Lleonart, Los duendes de colonia-Estrella, de Augusto Kopish, o Los duendes de Navalcarnero, de Rubén Serrano.
En la triología libros de "El señor de los anillos", así como en "El Hobbit" de J.R.R Tolkien, se emplean los términos goblin (duende) y orco como sinónimos. Estos seres serían de la altura de un ser humano, lo cual sirvió como referencia para otras obras posteriores de fantasía.
También existe la literatura feérica de terror, tal es el caso de las novelas Extraña Simiente y Cuento Infantil de T.M. Wright y Cuento De Hadas de Raymond E. Feist, en estas historias, los duendes, hadas y demás fauna elemental se convierten en malvados dejando a un lado el prototipo bondadoso que muestran los cuentos para niños.
En ocasiones los duendes muestran una enemistad hacia los gnomos y los trolls que puede compararse con la que hay entre elfos y orcos. En el libro Crónicas de Spiderwick de Tony DiTerlizzi y Holly Black se dice que los duendes se convierten en gnomos cuando se enojan (esto es, se vuelven más robustos y amenazadores, y sus dientes se hacen más largos y puntiagudos).
Y más recientemente, en la serie Harry Potter, los señores de la banca mágica Gringotts son duendes, el más famoso es Griphook.

Duendes en la televisión y el cine

En la película Merlín con Sam Neill, durante su trayecto hacia los dominios de la Reina Mab, Merlín es espiado por duendes y demás seres elementales que siguen discretamente al aprendiz de mago hacia su nuevo hábitat.
En la película Los ojos del gato basada en la novela de Stephen King, Drew Barrymore interpreta a una niña que es atacada por un duende de la raza Kobold que roba el aliento y mata a los niños, siguiendo con la tradición de las leyendas alemanas de los duendes que roban la vitalidad de las personas mientras duermen, ya sea bajo su forma original o bajo la de un animal.
También está la saga de películas Leprechaun, en la que su protagonista principal es un duende irlandés vestido de verde, adorador del oro y del whisky y bastante malvado, con extraordinarios poderes mágicos y solo vulnerable al hierro forjado, aparte que su magia es ineficaz en contra del trébol de cuatro hojas.
En la serie animada Gárgolas, Goliath, Angela y Elisa Maza se enfrentan en una ocasión a Lord Oberón en la isla de Ávalon tras su batalla contra la Banshee en Irlanda, la cual ganaron gracias al despertar de Cuchulain y a la ayuda de este con su lanza dorada en la pelea. Además, en una ocasión Puck, haciéndose pasar por Owen, el ayudante de David Xanatos, toma a su hijo bebé y tras introducir su alma en el cuerpo de Lexington, le enseña las artes mágicas siendo su primera práctica la transmigración de almas, cosa que Goliath descubre al final.

Véase también

Referencias bibliográficas

Notas al pie


  • Origen del término en la RAE.

  • El Diccionario de los Monstruos de Massimo Izzi señala que Duende procede del árabe duar.

  • Oxford Concise: "El nombre probablemente se extrajo del gobelin anglofrancés (llamado en latín medieval gobelinus), probablemente diminutivo de Gobel, un sustantivo relacionado con la palabra kobold (un tipo de duendecillo alemán). Hay además para el trasgo varias ortografías alternativas: Gobblin, gobeline, gobling, goblyn, gobelinus."

  • The secret commonwealth; or an essay on the nature and actions of the subterranean (and for the most part) invisible people heretofoir going under the name of faunes and fairies, or the lyke, among the low country Scots, as they are described by those who have the second sight, Robert Kirk (1691), traducido al español como La comunidad secreta (Barcelona: Siruela, 1993).

  • ANGLES RIVEROS, Gonzalo: A 3600 metros sobre el nivel del mar - DUENDES. Bolivia. 2011.

  • F. W. Hodcroft, «Elpha»: nombre enigmático del «Cantar de Mío Cid», en AFA, XXXIV-XXXV, pp. 39-63 http://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/09/23/04hodcroft.pdf

  • Bibliografía de España

    • Lewis, Clive Staples, La imagen del mundo. Introducción a la literatura medieval y renacentista, Barcelona: Península, 1997. (The Discarded Image: An Introduction to Medieval and Renaissance Literature, 1964)
    • Duendes, Jesús Callejo y Carlos Canales, EDAF, 1994.
    • Los duendes de Navalcarnero, Rubén Serrano Calvo. Ed. Selvínderan, 2005.

    Bibliografía de México

    • Álvarez, José Rogelio (1998). Leyendas mexicanas. España: Everest
    • Appendini, Guadalupe (1999). Leyendas de provincia. México: Porrúa. Colección Sepan Cuantos número 661
    • Caballero, María del Socorro (1984). Narraciones tradicionales del Estado de México. México: Edición de autor
    • Caballero, María del Socorro (1985). Temoaya y su folklore. México: Cuadernos del Estado de México
    • Frías, Valentín (1990). Leyendas y tradiciones queretanas. México: Universidad Autónoma de Querétaro
    • Gómez Hernández, Antonio; Palanzón, María Rosa y Ruiz, Mario Humberto (1999). Palabras de nuestro corazón. Mitos, fábulas y cuentos maravillosos de la narración tojolabal. México: UNAM/ Universidad Autónoma de Chiapas. Colección Literatura Indígena Bilingüe número 3
    • Suárez, Isabel (2002). Leyendas de la provincia mexicana. Zona Sureste. México: Selector.
    • Trejo Silva, Marcia (2009). Fantasmario mexicano. México: Trillas. ISBN 978-607-0069-8
    • Trejo Silva, Marcia (2004). Guía de seres fantásticos del México prehispánico. México: Vila editores. ISBN 968-5414-24-6
    • Trejo Silva, Marcia (2008). Monstruos mexicanos. México: Diana. ISBN 978-968-13-4387-3
    • Villa Rojas, Alfonso (1985). Estudios Etnológicos. Los mayas. México: UNAM. Instituto de Investigaciones Antropológicas. SErie Antropológica número 38
    • Weitlaner, Roberto J (1977). Relatos, mitos y leyendas de la Chinantla. México: Instituto Nacional Indigenista. Serie de Antropología Social número 53

    Bibliografía de Bolivia

    • Angles Riveros, Gonzalo (2010) A 3600 metros sobre el nivel del mar - DUENDES. La Paz.

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