viernes, 5 de febrero de 2016

Escotismo y Escotistas

I. ESCOTISMO
Es el nombre que se da al sistema filosófico y teológico, o a la escuela bautizada con el nombre de Juan Duns Escoto (beatificado por el Papa Juan Pablo II en 1991). Nació como una prolongación de la antigua escuela franciscana a la que pertenecían Haymo de Faversham (+ 1244), Alejandro de Hales (+ 1245), Juan de Rupella (+ 1245), Guillermo de Melitora (+ 1260), san Buenaventura (+ 1274), el Cardenal Mateo de Aquasparta (+ 1289), Juan Pecham (+ 1292), el Arzobispo de Canterbury, Ricardo de Middletown (+ circa 1300), entre otros. La escuela tuvo en sus inicios pocas peculiaridades. Se guiaba por el agustinismo (platonismo) que en ese entonces imperaba en la teología y que había sido adoptado no sólo por los profesores parisinos del clero secular (Guillermo de Auvergne, Enrique de Ghent, etc.), sino también por eminentes catedráticos de la orden de santo Domingo (Rolando de Cremona, Roberto Fitzacker, Roberto de Kilwardby, etc.). Esos teólogos conocían y utilizaban libremente los escritos de Aristóteles, pero empleaban nuevas ideas peripatéticas, parcialmente y de modo indiscriminado, y las mezclaban con elementos platónicos. San Alberto Magno, y en especial santo Tomás (+ 1274) introdujeron el aristotelismo más ampliamente en la Escolástica. El procedimiento de santo Tomás fue considerado una innovación, que atrajo muchas críticas de los franciscanos así como de los doctores seculares, e incluso de muchos dominicos. Fue por ese tiempo que hizo su aparición Escoto, el Doctor Subtilis, quien encontró ya preparado el terreno para el conflicto con los seguidores del Aquinate. Indudablemente que aquél usó libremente el aristotelismo, incluso más que sus antecesores, pero fue agudamente crítico al utilizarlo, de modo que en algunos puntos importantes se adhirió a la vieja escuela franciscana, sobre todo en lo tocante a la pluralidad de formas o almas, a la materia espiritual de los ángeles y de las almas, etc., temas en los cuales fue enérgico oponente de santo Tomás. El escotismo que se inició con él, o lo que se conoce como escuela franciscana posterior, es solamente una continuación o desarrollo de la vieja escuela, si bien con una aceptación mucho más amplia, si no exclusiva, de las ideas peripatéticas, o con una oposición más clara y estricta a las mismas (por ejemplo, la opinión que la materia es el principio de la individuación). Respecto a la relación mutua entre dichas escuelas, o la relación entre Escoto, Alejandro de Hales y san Buenaventura, consúltese la obra del recoleto holandés, M. Hauzeur.
Ya hemos hablado en un artículo especial acerca del carácter y enseñanzas de Escoto. En él se afirmó que se le había acusado injustamente de indeterminismo, realismo excesivo, panteísmo, nestorianismo, etc. Lo que ahí se dijo se aplica también al escotismo en general, cuyas más importantes doctrinas fueron desarrolladas personalmente por Escoto. Los escotistas han añadido poco a la enseñanza de su maestro. En su mayor parte se han contentado con reafirmar y defender sus posiciones fundamentales, de acuerdo a las diferentes tendencias del momento. Baste mencionar aquí dos obras en las que se explican brevemente y se defienden las características peculiares de la teología escotista: Johannes de Rada, "Controversiae theol. inter S. Thom. et Scotum" (1598); Kilian Kazen berger, "Assertiones centum ad mentem . . . Scoti" (nueva edición, Quaracchi, 1906). No obstante, se debe hacer notar la influencia que el escotismo ejerció en la enseñanza de la Iglesia (o sea, en la teología). Es de especial relevancia que ninguna proposición peculiar de Escoto o del escotismo haya sido censurada por la autoridad eclesiástica, mientras que su doctrina de la Inmaculada Concepción fue aceptada prontamente por todas las escuelas, órdenes y teólogos fuera de la orden dominicana, y posteriormente fue elevada a dogma por Pío IX. La definición del Concilio de Viena, en 1311, que consideraba herejes a quienes declararan " quod anima rationalis non sit forma corporis humani per se et essentialiter " (el alma racional no es por sí misma y esencialmente la forma del cuerpo humano), no fue dirigida contra la doctrina escotista de la forma corporeitatis , sino únicamente contra la visión errónea de Olivius. Es incluso muy probable que hayan sido los mismos escotistas quienes hayan sugerido que se aprobara el decreto y quienes lo formularon (Cfr. B. Jansen, loc. cit., 289 ss., 471 ss.). El nominalismo es más antiguo que Escoto, pero la causa de su resurgimiento en el occamismo puede ser encontrada en una exageración unilateral de algunas propuestas de Escoto. El escotismo formalista es lo opuesto del nominalismo, y los escotistas concordaban con los tomistas en su oposición a este último. El mismo Occam (+ alrededor de 1347) fue un formidable opositor de Escoto. El Concilio de Trento definió como dogmas una serie de doctrinas enfatizadas por los escotistas (v. gr. libre albedrío, libertad de cooperación con la gracia, méritos de las buenas obras, causalidad ex opere operato de los sacramentos, el efecto de la absolución). En otros puntos los cánones fueron redactados deliberadamente de modo que no afectaran al escotismo (v,gr. que el primer hombre fue constituido en santidad y justicia). Y el Concilio Vaticano I refrendó todo ello. Los escotistas participaron muy poco en la controversia tomista-molinística acerca del conocimiento previo de Dios, la predestinación, la relación de la gracia y el libre albedrío. O apoyaron alguna de las dos partes, o tomaron una posición intermedia, rechazando tanto la predeterminación de los tomistas como la ciencia media de los molinistas. Dios en su esencia reconoce los actos libres futuros, y provee un decreto libre de su voluntad, el cual no determina nuestro libre albedrío, sino únicamente lo acompaña.
Los filósofos y teólogos jesuitas adoptaron varias posiciones escotistas. Posteriormente las autoridades rechazaron en parte muchas de estas posiciones, y en parte las aceptaron, o al menos no se opusieron directamente a ellas. Esto, sobre todo, en las cuestiones filosóficas y teológicas más profundas, sobre las cuales es difícil lograr un juicio totalmente cierto. A continuación se enumeran las teorías rechazadas: formalismo con la distinctio formalis ; la materia espiritual de los ángeles y el alma; la tesis de que la esencia metafísica de Dios consiste en la infinitud radical; que las relaciones trinitarias no son una perfección simpliciter simplex ; que el Espíritu Santo es una persona distinta del Hijo a pesar de proceder sólo del Padre; que los ángeles pueden naturalmente saber los secreta cordium (pensamientos secretos); que el alma de Cristo es formalmente santa e impecable no por el hecho de la unión hipostática sino gracias a otra gratia creata (la visión beatífica); que los méritos de Cristo no son infinite simpliciter et intrinsece , sino exclusivamente extrinsece et secundum quid ; que existen actos indiferentes in individuo ; que la gracia santificante y la charitas habitualis son el mismo habitus ; que la circuncisión es un sacramento en sentido estricto; que la transubstanciación hace presente el Cuerpo de Cristo per modum adductionis ; etc. Otra serie de proposiciones fue malentendida incluso por los teólogos católicos, y rechazadas en este sentido falso. Por ejemplo: la doctrina de la univocatio entis , de la aceptación de los méritos de Cristo y del hombre, etc. De las propuestas que fueron aceptadas o, al menos, tratadas favorablemente por gran número de académicos podemos mencionar: la visión escotista de la relación entre esencia y existencia; que entre el ser y la nada la distancia no es infinita sino solamente tan grande como la realidad poseída por el ser particular; que los accidentes como tales poseen existencia separada (por ejemplo los accidentes de pan y vino en la Eucaristía); que no sólo Dios, sino también el hombre puede producir un esse simpliciter (v,gr. el hombre por generación); que la haecceitas es el principio de la individuación. Igualmente muchas proposiciones psicológicas, por ejemplo, que las fuerzas del alma no son meros accidentes, ni siquiera naturales y necesarios; que no son realmente distintos de la sustancia del alma o uno del otro; que el sentido de percepción no es puramente pasivo; que el intelecto puede reconocer directamente los particulares, no sólo indirectamente; que el alma separada del cuerpo forma su conocimiento de las cosas mismas, no únicamente de las ideas que ha adquirido a lo largo de la vida, o de las que Dios le ha infundido; que el alma no está unida al cuerpo para adquirir conocimientos a través de los sentidos, sino para formar con él una nueva especie, la naturaleza humana; que las virtudes morales no están conectadas necesariamente entre sí, etc. También muchas tesis acerca de la doctrina de los ángeles, por ejemplo: que los ángeles pueden ser numéricamente distintos uno de otro y que, consecuentemente, varios ángeles pueden pertenecer a la misma especie; que no es solamente a través de su actividad que los ángeles pueden ubicarse en un sitio; que no pueden trasladarse de un sitio a otro sin tener que atravesar el espacio inmediato; que no adquieren conocimiento natural únicamente a partir de las ideas infusas, sino también a través de la contemplación de las cosas en sí mismas; que sus voluntades ni son necesariamente buenas o malas, según lo que hayan decidido. Y aún hay más: que Adán, en estado de inocencia podía sin embargo pecar venialmente; que el pecado mortal, en cuanto que es ofensa a Dios, no es infinito intrínseca y simplemente, sino únicamente extrínsecamente; que Cristo se hubiera encarnado incluso si Adán no hubiese pecado; que la naturaleza humana de Cristo tenía su propia existencia creada; que en Cristo había dos filiaciones, una humana y una divina; que los sacramentos tienen solamente causalidad moral; que, formalmente y en último análisis, la felicidad celestial no consiste en la visio Dei , sino en la fruitio ; que en el infierno los pecados veniales no reciben un castigo eterno, etc.
De ese modo el escotismo ejerció una influencia positiva y saludable en el desarrollo de la filosofía y la teología. A veces se ha dicho que su importancia es negativa. No es así, pues no consiste únicamente en el hecho de que aplicó una saludable crítica a santo Tomás y su escuela, protegiendo con ello la ciencia de la inanición. Frecuentemente se ha intentado comparar la enseñanza escotista con la de santo Tomás, por ejemplo, por Samano en la ya mencionada obra de Hauzer, al fin del primer volumen, " Conciliatio omnium controversiarum etc." (1589). Puede admitirse que en ocasiones la diferencia es más que nada terminológica, o que se puede lograr la reconciliación, si se enfatizan algunas partes de Escoto o de santo Tomás, y se soslayan, o se les da menos importancia a otras. Sin embargo, siempre quedarán algunos puntos de contradicción. En términos generales, el escotismo encontró a sus seguidores entre la orden franciscana. Ciertamente, la oposición a los dominicos, o lo que es lo mismo, a santo Tomás, hizo que muchos frailes franciscanos siguieran a Escoto. No obstante, eso no significa que la fundación y desarrollo del escotismo pueda reducirse a la rivalidad entre las dos órdenes. Hasta el mismo Doctor Angélico encontró al inicio varios oponentes dentro de su misma orden, y el seguimiento de los dominicos no se extendió a todos los casos en particular (Cfr. Durando de San Pourçain, +. 1332). Las doctrinas escotistas también fueron apoyadas por muchos Menores, de cuya pureza de intención no se puede dudar, y de los cuales varios están en el catálogo de los santos y beatos (v.gr. santos Bernardino, Juan Capistrano, Jacobo de Marcha, Ángelo de Chiavasso, etc.). El escotismo encontró incluso seguidores entre los profesores seculares y en otras órdenes religiosas (v.gr. agustinos, servitas, etc.), especialmente en Inglaterra, Irlanda y España. Por otro lado, no todos los Frailes Menores eran escotistas. Muchos se afiliaron a san Buenaventura, o favorecieron cierto eclecticismo entre Escoto, santo Tomás, san Buenaventura, etc. Los conventuales parecen haberse adherido más fielmente a Escoto, particularmente en la Universidad de Padua, donde daban cátedra los más reputados maestros. El escotismo encontró su apoyo más débil entre los capuchinos, los cuales preferían a san Buenaventura. Aparte de Escoto, la orden contaba con otros profesores muy valiosos, tales como Alejandro de Hales, Ricardo de Middleton, y, sobre todo, san Buenaventura, proclamado doctor de la Iglesia por Sixto V en 1587), cuyas tendencias ascético-místicas de teología eran más digeribles por muchos sectores de la orden que las enseñanzas críticas, desapasionadas y a veces obscuras del Doctor Sutil. En España, el terciario mártir, Beato Raymundo Lulio (+ 1315), también tenía muchos amigos. Podría decirse que la orden como tal nunca tuvo una escuela uniforme y especial de escotistas. Nunca se obligó a los maestros, predicadores, etc. a abrazar el escotismo. No cabe duda que sus discípulos llamaban a Escoto "Doctor Ordinis", "Doctor noster", pero incluso entre ellos muchos siguieron sus propios caminos (v.gr. Petrus Aureolus), mientras que Walter Burleigh (Burlaeus, + alrededor de 1340) y sobre todo Occam sí fueron exponentes de Escoto.
No fue sino hasta el fin del siglo XV o inicios del XVI que surgió una escuela a la que se podría llamar escotista. Entonces se reunieron las obras del maestro, se hicieron múltiples ediciones de ellas, se comentaron, etc. Ya desde 1501 encontramos numerosas normas de los capítulos generales que recomiendan u ordenan directamente el escotismo como la enseñanza de la orden, aunque las obras de san Buenaventura también fueron admitidas ampliamente (Marian Fernández García, "Lexicon scholasticum etc.", Quaracchi, 1910; "B. Joan. Duns Scoti: De rerum principio etc.", Quaracchi, 1910, artículo del prefacio 3, n. 46 ss., donde se describen muchas de las normas expedidas entre 1501 y 1907). Parece ser que fue al inicio del siglo XVII cuando el escotismo tuvo su mayor auge. En los siglos XVI y XVII había cátedras escotistas especiales en Paris, Roma, Coimbra, Salamanca, Alcalá, Padua y Pavia. Todavía tenía muchos seguidores en el siglo XVIII, pero en el siglo XIX sufrió una grave decadencia. Entre las razones que se aportan para explicar esto están la reiterada supresión de la orden en casi todos los países, y la recomendación del tomismo por parte de muchos papas, lo cual no pudo ser menos desfavorable al escotismo. Se ha dicho que actualmente el escotismo está siendo simplemente tolerado, pero esta es una afirmación a priori, poco probable, dado que nunca se ha censurado proposición alguna de esta escuela, y muchos hombres ilustres (obispos, cardenales, papas y santos) han pertenecido a ella. Es menos probable aún si vemos que varios estatutos generales (hasta el día de hoy), por lo menos recomiendan el escotismo. En algunos de sus decretos, tanto León XIII como Pío X han recomendado no solamente a santo Tomás, sino a la escolástica en general, la cual incluye a la escuela escotista. En 1897 León XIII aprobó las "Constitutiones Generales Fratrum MInorum", cuyo artículo 245 ordena que los miembros de la orden " In doctrinis philosophicis et theologicis antiquae scholae Franciscanae inhaerere studeant, quin tamen ceteros scholasticos negligant " (en cuanto a las doctrinas filosóficas y teológicas pongan especial atención a aquellas que forman parte de la antigua escuela franciscana, sin desdeñar, no obstante, a los demás escolásticos). En una carta del 11 de abril de 1904 al entonces Ministro General, Padre Dionisio Schuler, Pío IX expresaba su satisfacción por el renacimiento de los estudios de la orden en conexión con las escuelas franciscanas de la Edad Media, y el 19 de junio de 1908, en carta al mencionado Padre Marian, alababa su libro "Mentis in Deum quotidiana elevatio duce B. Joanne Duns Scoto etc." (Quaracchi, 1907. Cfr. Marian, op. cit., n. 66.)
II. ESCOTISTAS
La mayor parte de los escotistas son filósofos y teólogos.
Siglo XIV
Discípulos de Escoto: Francis Mayron (+ 1327), prolífero escritor, que introdujo en la Universidad de París el actus sorbonicus , o sea, el debate ininterrumpido de un día completo. Petrus Aureolus (+ alrededor de 1322), Arzobispo de Aix. Guillermo de Rubione (circa 1333). Jerónimo de Atharia, de la orden de la Santísima Trinidad) alrededor de 1323). Antonio Andreae (+ circa 1320), procedente de Aragón, verdadero discípulo de Escoto, de quien se dice que escribió varios tratados atribuidos al Maestro. Juan de Bassolis (+ circa 1347). Alvarus Pelagius (+ circa 1350). El Obispo Petrus de Aquila (+ 1371), apodado Scotellus por su fiel seguimiento de Escoto, respecto a cuyas enseñanzas escribió un compendio (Nueva edición, Levanti, 1907). Landulfo Caraccioli (+ 1351), Arzobispo de Amalfi. Nicolaus Bonet (Bovet), quien estuvo en Beijing y murió siendo obispo de Malta en 1360; Juan Bacon, carmelita (+ 1346)
Siglo XV
William Butler (+ 1410). Petrus de Candia (+ 1410 siendo Papa Alejandro V). Nicolás de Orbellis (+ circa 1465), quien escribió un comentario sobre las Sententiae (múltiples ediciones). Guillermo Vorlion (+1464), famoso teólogo, que escribió un "Commentarium super Sententiae", frecuentemente citado, pero que también siguió a san Buenaventura. Angelus Serpetri, General de la Orden (+ 1454). William Gorris (circa 1480), no era franciscano, compuso el "Scotus pauperum". El Bienaventurado Angelus de Chivasso (+ 1495), cuya "Summa" (llamada Angelica) ha sido editada treinta veces, y contiene abundante doctrina escotista; fue quemada por Lutero junto con el "Corpus Iuris Canonici" en 1520. Antonius Sirretus (Sirectus, + circa 1490), famoso por sus "Formalitates", de la que varios escotistas posteriores escribieron comentarios. Tartaretus (circa 1495), rector de la Universidad de París, no era franciscano. El Elector Federico III de Sajonia hizo, de su propio peculio, que sus comentarios filosóficos fueran introducidos en la Universidad de Wittenburg. Thomas Pencket, agustino (+ 1487), conocía de memoria a Escoto y editó sus trabajos. Francis Sampson, General de la Orden (+ 1491), fue invitado por el papa Sixto IV a sostener un debate en su presencia. Era el más cultivado de todos. Francisco de Rovere (+ 1484, siendo Papa Sixto IV), quien defendió en un debate frente a Pío II, y en sus escritos, la doctrina de que la sangre derramada por Cristo en la Cruz procedía de la unión hipostática. Stephen Brulefer (+ 1499), renombrado profesor en París, posteriormente convertido en franciscano, que escribió "Comm. in Bonavent. et Scotum" (varias ediciones).
Siglo XVI
Este período es rico en nombres. Se pueden mencionar los siguientes: Paul Scriptoris (+ 1505), profesor de la Universidad de Tubinga, que tuvo como discípulos a todos los demás profesores y a miembros de otras órdenes religiosas. Nicholas de Nüsse (+ 1509). Mauritius a Portu (+ 1513, siendo obispo de Tuam, Irlanda), quien escribió un comentario sobre varios trabajos de Escoto. Francis Sampson, General de la Orden (+ 1520). Anthony Trombetta, Arzobispo de Atenas (+ 1518), que escribió y editó los trabajos de Escoto. Philip Varagius (circa 1510). Johannes de Monte (circa 1510). Gometius de Lisbon (+ 1513), reeditó la frecuentemente editada obra del siglo XIV, "Summa Astesana". Frizzoli (+ 1520). James Almainus (+ circa 1520), maestro parisino, no franciscano, que favorecía el galicanismo. Antonius de Fantes, médico, compuso en 1530 un vocabulario de Escoto. Jerome Cadius (+ 1529). Le Bret (circa 1527), escribió "Parvus Scotus". Paduanus Barletta (circa 1545). James Bargius (circa 1560). Johannes Dovetus, quien escribió, en 1579, "Monotesseron formalitatum Scoti, Sieretti, Trombettae et Bruliferi". Joseph Angles, obispo y renombrado moralista (+ 1587), escribió la reiteradamente editada "Flores theol.". Damian Giner publicó la "Opus Oxoniense Scoti" en un formato más conveniente (1598). El Cardenal Sarnanus (+ 1595), un estudioso distinguido, escribió un comentario sobre las obras filosóficas de Escoto, además de editar las obras de varios escotistas. Salvator Bartolucci (circa 1586), fue también un entusiasta editor. Felix Perettus (+ 1590, siendo Sixto V).
Siglo XVII
Podemos mencionar, entre otros, a Gothutius (circa 1605). Guido Bartholucci (circa 1610). Petrus Bonaventura (circa 1607). Ruitz (circa 1613), Smissing (+ 1626). Philip Faber (+ 1630). Albergonius, obispo (+ 1636). Centini, obispo (+ 1640). Matthaus de Sousa (circa 1629). Merinero, obispo (circa 1663). Francis Felix (circa 1642). Vulpes (+ 1647) escribió la "Summa" y "Commen. theologiae Scoti" en doce volúmenes. Blondus, obispo (+ 1644). Gavatius, arzobispo (+ 1658). Wadding (+ 1657), analista muy conocido, editó en unión con otros irlandeses del Colegio de San Isidoro de Roma las obras completas de Escoto (12 volúmenes, Lyons, 1639), con los comentarios de Pitigianus of Arezzo (+ 1616), Poncius (+ 1660), Mauritius a Portu, (Mac Caughwell), Arzobispo de Armagh y Primado de Irlanda (+ 1626), y Anthony Illckey (+ 1641); reimpreso en Paris, 1891-1895. Bricemo, apodado Segundo Escoto por su profundo intelecto, fue obispo en Venezuela (+ 1667). Belluti (+ 1676), editó con Mastrius una valiosa "Philosophia ad mentem Scoti" (con muchas ediciones). Mastrius mismo (+ 1673) escribió una célebre "Disputationes theol." (numerosas ediciones) y una "Theologia ad mentem Scoti" (1671). Ferchius (+ 1666) escribió "Vita et apologia Scoti, etc.". Bruodinus (+ 1664). Herinckx (+ 1678), Obispo de Ypres. Stümel (+ 1681, en Fulda). Boivin, filósofo y teólogo altamente estimado (varias ediciones de sus obras, 1678). Sannig (circa 1690). Lambrecht (circa 1696), apodado el Escoto Vienés. Obispo Gennari (+ 1684). Cardenal Brar `catius (+ 1693), muy estimado por varios papas. Hernández (+ 1695). Macedo (+ 1681), un profesor portugués en Padua, del que se dice que compuso más de cien trabajos y era famoso por sus debates públicos.
Siglo XVIII
Frassen (+ 1711) fue profesor de la Sorbona por treinta años y escribió "Scotus academicus seu universa theo Scoti" (varias ediciones, 1672; última edición, Roma 1900), una obra muy profunda e iluminadora. Durandus (+ 1720) escribió la gran "Clypeus scotisticus (múltiples ediciones). Dupasquier, "Summa philosophiae" y "Summa theologica" (circa 1720; múltiples ediciones). Hieronymus a Montefortino "Duns Scoti Summ. theol. ex universis opp. eius . . . juxta ordiner Summæ Angelici Doctoris" (6 vols., 1728-1734; nueva ed., Roma, 1900-1903), una obra muy útil. Panger (+ 1732, en Augsburg), escotista moralista. Kikh (+ 1769, en Munich), escotista teólogo dogmático. Pérez López (+ 1724). Krisper (+ 1749). Hermann, Abad de San Trudberto, "Theologia sec. Scoti principia" (1720). Melgaco (1747). El Obispo Sarmentero (+ 1775).
Siglos XIX y XX
En el siglo XIX, si bien el escotismo se conservó en las escuelas franciscanas, según sus estatutos, sólo se encuentran tratados " secundum mentem Scoti ", pero de magra relevancia. El siglo XX se muestra más promisorio. El Padre Fernández, español, un celoso escotista, además de las obras ya mencionadas, escribió un amplio "Scotus lexicon", y en 1911 publicó una nueva edición del "Comment. in Sentent.' de Escoto. Otro celoso escotista es el Padre Deodato María de Basley. Su semanario, "La bonne parole" (hoy titulado "Revue Duns Scot."), contiene muchos datos interesantes del escotismo. El también se involucró con la "Capitali opera B. Joan. Duns Scoti" (El Havre, 1908) de la que al escribir el presente artículo se habían publicado la "Praeparatio philosophica" y la "Synthesis theologica credendorum". El Padre Partenio Minges ha explicado y defendido gran parte de la doctrina escotista en su "Compendium theolog. dogmat. specialis et generalis" (Munich, 1901-1902), y en varias otras obras.


Escrito por Parthenius Minges.
Transcrito por Kevin Cawley.
Traducido por Javier Algara Cossío

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Procura comentar con libertad y con respeto. Este blog es gratuito, no hacemos publicidad y está puesto totalmente a vuestra disposición. Pero pedimos todo el respeto del mundo a todo el mundo. Gracias.