lunes, 21 de marzo de 2016

Cisterna de David


Maestro de la Adoración grupo Amberes, Recepción de la Cisterna de Agua King David de Belén, 1515/20
Saliendo de Belén, frente a la iglesia siro-católica, se encuentran tres grandes cisternas, todavía en uso, excavadas en la roca: son las Cisternas de David, en árabe “Biar Daud”. La Biblia habla de ellas en 2Sam 23,15-17: “David sintió sed y exclamó: ‘¿Quién me diera a beber agua de la cisterna que hay a la puerta, en Belén?’ Aquellos tres héroes se abrieron paso por el campamento filisteo, sacaron agua de la cisterna que está a la puerta de Belén, la llevaron y se la ofrecieron a David.
Él no quiso beberla y la vertió en libación al Señor, diciendo: ‘Líbreme el Señor de hacer tal cosa. Esto es la sangre de los hombres, que han expuesto su vida’. Y no quiso beberla”. Además de las cisternas se pueden ver aquí restos de una iglesia y de un cementerio subterráneo. En lo que se refiere a la iglesia (del siglo IV-VI), en 1895 se descubrió una parte del mosaico del pavimento, que presentaba una inscripción con algunos versículos del Salmo 117 (Sal 118 [117],19-20): “Abridme las puertas de la salvación, y entraré para dar gracias al Señor. Esta es la puerta del Señor: los vencedores entrarán por ella”.
El mosaico está actualmente enterrado bajo un campo cultivado y es imposible realizar ningún tipo de investigación sobre él. Cuando se descubrió se pensó que se trataba del mausoleo de David, cuyo rastro se pierde a partir del siglo VI. Puesto que no existen pruebas arqueológicas, es más lógico pensar que la tumba de David estará en el Monte Sión (cf. 1Re 2,10). Bajo la iglesia se encuentra el cementerio subterráneo, formado por galerías que albergan 18 arcosolios, cada uno de los cuales consta de dos a seis fosas sepulcrales.
En 1962, la Custodia de Tierra Santa llevó a cabo trabajos de excavación (fray Miguel Ángel Tizzani), durante los cuales fueron restaurados los arcosolios y las catacumbas. Las excavaciones sacaron a la luz una gran cantidad de cerámica (siglo IV) e inscripciones murales (siglos IV-VI). El grafito más significativo consiste en un monograma constantiniano (siglo IV) dibujado en la roca a la entrada del cementerio, un grafito que atestigua la condición cristiana del camposanto.

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