domingo, 3 de abril de 2016

Esterilización

Cualquier acción que priva al cuerpo, sea temporal o permanentemente, del poder de procrear. . La moral católica distingue cuatro tipos de esterilización: terapéutica, anticonceptiva, eugenésica y penal.
La esterilización como procedimiento anticonceptivo: Ver la enseñanza de la Iglesia sobre el Control de la Natalidad
"Hay que excluir igualmente, como el Magisterio de la Iglesia ha declarado muchas veces, la esterilización perpetua o temporal, tanto del hombre como de la mujer" (HV, 14). 
Exceptuados los casos de prescripciones médicas de orden estrictamente terapéutico, las amputaciones, mutilaciones o esterilizaciones directamente voluntarias de personas inocentes son contrarias a la ley moral (cf DS 3722). (Catecismo #2297)
La regulación de la natalidad representa uno de los aspectos de la paternidad y la maternidad responsables. La legitimidad de las intenciones de los esposos no justifica el recurso a medios moralmente reprobables (p.e., la esterilización directa o la anticoncepción). -Catecismo, 2399
Esterilización Terapéutica: Los procedimientos terapéuticos que causan esterilidad pueden ser lícitos según el principio moral de la acción de doble efecto:
"La Iglesia, en cambio, no considera de ningún modo ilícito el uso de los medios terapéuticos verdaderamente necesarios para curar enfermedades del organismo, a pesar de que se siguiese un impedimento, aun previsto, para la procreación, con tal de que ese impedimento no sea, por cualquier motivo, directamente querido" (Humanae Vitae, 15)
La esterilidad natural de una pareja no es una maldición:  "El Evangelio enseña que la esterilidad física no es un mal absoluto. Los esposos que, tras haber agotado los recursos legítimos de la medicina, sufren por la esterilidad, deben asociarse a la Cruz del Señor, fuente de toda fecundidad espiritual. Pueden manifestar su generosidad adoptando niños abandonados o realizando servicios abnegados en beneficio del prójimo". -Catecismo, 2379
Advertencia sobre la Esterilización en hospitales católicos
Congregación para la Doctrina de la Fe
13 de marzo, 1975
Cualquier esterilización que por sí misma o por su naturaleza y condiciones propias, tiene por objeto inmediato que la facultad generativa quede incapacitada para la procreación, se debe retener como esterilización directa, tal como es entendida en las declaraciones del Magisterio pontificio, especialmente por Pío XII. Por lo tanto queda absolutamente prohibida, según la doctrina de la Iglesia, independientemente de la recta intención subjetiva de los agentes para proveer la salud o para prevenir un mal físico o psíquico que se prevé o se teme derivará del embarazo. Ciertamente está más gravemente prohibida la esterilización de la misma facultad que la de un acto, ya que la primera conlleva un estado de esterilidad, casi siempre irreversible. Y la autoridad pública no puede invocar, de ninguna manera, su necesidad para el bien común, porque sería lesivo para la dignidad e inviolabilidad de la persona humana. Igualmente, no se puede invocar en este caso el principio de totalidad, por el que se justifican las intervenciones sobre los órganos para un mayor bien de la persona; de hecho la esterilidad por sí misma no se dirige al bien integral rectamente entendido de la persona, ‘salvo en el orden de las cosas y de los bienes`*, sino que daña su bien ético, que es supremo, al privar deliberadamente de un elemento esencial la prevista y libremente elegida actividad sexual.
La Congregación al confirmar esta doctrina tradicional de la Iglesia, no ignora el hecho del dissenso existente por parte de varios teólogos. Sin embargo, niega que se pueda atribuir un significado doctrinal a este hecho, como para constituir un ‘lugar teológico' al que los fieles puedan invocar, para abandonar el magisterio auténtico y adherirse a las sentencias privadas de los teólogos que no están de acuerdo con él.
* Pablo VI, Encíclica Humanae Vitae
 

DE NUESTRO CORREO¿Es permitida la esterilización en casos difíciles?
Padre quisiéramos saber que hacer con respecto a que somos un matrimonio católico
que tenemos ya dos hijas las cuales nacieron a través de operación cesárea. Mi esposa está imposibilitada para tener parto natural. Por tercera ocasión estamos esperando bebe y el doctor dice que lógicamente será de nuevo una cesárea. Dice que debe operar a mi esposa para que ya no tenga mas bebes, ya que es riesgoso un cuarto embarazo y una cuarta operación.

La pregunta es si hacemos lo correcto en autorizar al doctor para que proceda con la operación. Sabemos que la Iglesia prohíbe cualquier método anticonceptivo artificial ya que eso seria ir en contra de la voluntad de Dios.

Esperamos una respuesta urgente padre si fuera posible se lo agradeceríamos. De antemano muchísimas gracias, que Dios lo bendiga y la Virgencita lo proteja con cariño...

PD. Autorizamos el uso de este escrito para su pagina de Internet si así usted lo considera pertinente.
RESPUESTAQueridos en Cristo:
La Iglesia comprende el difícil reto de vuestra situación. Sin embargo el significado cristiano de las relaciones conyugales no cambia. Es por eso que la enseñanza de la Iglesia ha sido siempre firme al prohibir la esterilización, aun como medio para evitar un embarazo potencialmente peligroso (Ver arriba). Es cierto que un procedimiento terapéutico que, como efecto secundario, cause esterilización, puede ser lícito. Es el caso, por ejemplo, de la extirpación de un cáncer de vagina. La intención es remover el cáncer y como consecuencia indirecta causa esterilización. En el caso de la esterilización que propone vuestro médico el propósito directo es impedir la procreación, por lo tanto es ilícita.
La alternativa es la utilización estricta del método moderno de planificación natural, el cual es altamente eficaz. La mayoría de los médicos no hablan del método natural porque este requiere una visión cristiana del matrimonio y por lo tanto un compromiso que pocas personas tienen. Los frutos, sin embargo son de un gran beneficio para el matrimonio. Les recomiendo lean también: Amor Conyugal.
En unión de oraciones, les pongo en el Corazón de María,
Padre Jordi Rivero

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