miércoles, 13 de abril de 2016

LAS SIETE PALABRAS: JUAN MATEOS.

Lc 23,26-49.

26 Mientras lo conducían, echaron mano de un tal Simón de Cirene, que llegaba del campo, y le cargaron la cruz para que la llevase detrás de Jesús.
27 Lo seguía una gran muchedumbre del pueblo, incluidas mujeres que se golpeaban el pecho y gritaban lamentándose por él.
28 Jesús se volvió hacia ellas y les dijo:
- Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad mejor por vosotras y por vuestros hijos;
29 porque mirad que van a llegar días en que digan: "Dichosas las estériles, los vientres que no han parido y los pechos que no han criado".
30 Entonces se pondrán a decir a los montes: "Desplomaos sobre nosotros", y a las colinas: "Sepultadnos";
31 porque s con el leño verde hacen esto, con el seco, ¿qué irá a pasar?
32 Conducían también a otros, a dos malhechores, para ajusticiarlos con él.
33 Cuando llegaron al lugar llamado "La Calavera", lo crucificaron allí, a él ya los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda.
34 Jesús decía: 

 

- Padre, perdónalos, que no saben lo que están haciendo. (1)
Se repartieron su ropa echando suertes.
35 El pueblo se había quedado observando. Los jefes, a su vez, comentaban con sorna:
- A otros ha salvado; que se salve él si es el Mesías de Dios, el Elegido.
36 También los soldados se burlaban de él; se acercaban y le ofrecían vinagre
37 diciendo:
- Si tu eres el rey de los judíos, sálvate.
38 Además, tenía puesto un letrero:

ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS

39 Uno de los malhechores crucificados lo insultaba:
- ¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti y a nosotros.
40 Pero el otro se lo reprochó:
- Y tú, sufriendo la misma pena, ¿no tienes siquiera temor de Dios?
41 Además, para nosotros es justa, nos dan nuestro merecido; éste, en cambio, no ha hecho nada malo.
42 Y añadió:
- Jesús, acuérdate de mí cuando vengas como rey.
43 Jesús le respondió: 

 
- Te lo aseguro: Hoy estarás conmigo en el paraíso. (2)
44 Era ya eso de mediodía, cuando la tierra entera quedó en tinieblas hasta media tarde,
45 porque se eclipsó el sol; y la cortina del santuario se rasgó por medio.
46 Jesús clamó con voz muy fuerte: 


 
- Padre, en tus manos pongo mi espíritu. (7)
Y, dicho esto, expiró.
47 Viendo lo que había ocurrido, el centurión alababa a Dios diciendo:
- Realmente este hombre era justo.
48 Todas las multitudes que se habían reunido para este espectáculo, viendo lo que había ocurrido, fueron regresando a la ciudad, dándose golpes de pecho.
49 Todos sus conocidos se habían quedado a distancia, y también las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea y que estaban viendo aquello.


EXPLICACIÓN.

26-49. Como en Mt y Mc, Simón de Cirene (cf. Hch 11,20; 13,1: discípulos oriundos de Cirene) es figura del discípulo que hace suya la cruz de Jesús, llevando su seguimiento hasta el final (9,23; 14,27); contrasta con Simón Pedro, que ha negado a Jesús (26).

La gran muchedumbre que seguía a Jesús (27) representa al Israel mesiánico (muchedumbre del pueblo) que no ha renegado de él ni lo ha traicionado, pero que sólo lo sigue al modo como las plañideras acompañan un cortejo fúnebre (incluidas mujeres... lamentándose por él, cf. 8,52). Sobre la falsilla de la profecía de Zacarías, gran número de seguidores "hacen duelo por él como por un hijo único, lloran como se llora a un primogénito" (Zac 12,10-14).

Jesús no acepta ese duelo (cf. 7,13); por quien deben hacer duelo es por la ciudad de Jerusalén, cuya representación ellas asumen (Hijas de Jerusalén) y de cuya destrucción serán testigos (28). Profecía de Jesús al salir de Jerusalén (29-31, como al acercarse a ella (19,41-44). Más llanto merece la ruina del pueblo, consecuencia del rechazo del Mesías, que su propia muerte (cf. 21,23; Os 9,12). Cita Os 10,8 para indicar el horror del desastre (30). Dicho proverbial: leño verde, el que ofrece la paz; leño seco, los que profesan la violencia (31).

Malhechores: quieren que recaiga sobre Jesús la calificación de sus compañeros de suplicio (cf. 22,37) (32s). Padre, perdónalos: Jesús no reconoce culpa propia (cf. 23,41), pero afirma la ajena; ora por sus enemigos (6,27s.35s), excluyendo todo sentimiento de odio o de deseo de venganza contra ellos (cf. Hch 7,60) (33). Reparto de la ropa (cf. Sal 22,18); suertes/sorteo, término consagrado para el reparto de la tierra prometida (Nm 26,55; 36,2, etc.: Sal 22,19) (34).

Tres reacciones negativas: a) el pueblo (diverso de la "muchedumbre" del pueblo" de v.27), Israel, curiosidad burlona, como los mirones de 14,29. b) Los jefes, a su vez, ironizan (cf. 4,23: "Médico, cúrate tú"); no pueden concebir a un Mesías que muera ni a un Elegido (Is (42,1) al que Dios abandones (35): mantienen la idea del mesianismo triunfal. c) También los soldados se burlan (36): los ejecutores de la violencia del poder romano no pueden comprender a un rey que no hace nada por defenderse (37); el vinagre, símbolo del odio (Sal 69,22). También el letrero indica la irrisión (38: éste, colocado en el texto griego al final de la frase, despectivo).

Reacción de los malhechores: Uno sigue el ejemplo de los dirigentes y los soldados: la impotencia de Jesús para salvarlos de la muerte muestra la falsedad de su pretensión mesiánica (39); en todas las burlas, la idea de salvación es la de escapar de la muerte física (cf. 9,24). El otro increpa a su compañero: aunque el suplicio sea el mismo, no va a serlo la sentencia definitiva que se aproxima (40). Se confiesa culpable y reconoce a Jesús inocente (41). La respuesta de Jesús sobrepasa toda su esperanza (42s): no un día indeterminado, sino hoy (cf. 2,11; 4,21; 5,26; 19,5.9); no sólo se acordará de él, sino que participará de su reino. El paraíso: el mundo futuro no está relegado al final de la historia; se inaugura con la muerte de Jesús.

Mediodía (44), lit. "hora sexta"; tinieblas, vse. Mc 15,33. El templo ha perdido su función y queda vacío (cf. 13,35). Dios está ahora patente en la cruz de Jesús (45). Grito (46): pone en manos del Padre el Espíritu que había recibido (3,22), y que volverá a tomar para derramarlo sobre los suyos (Hch 2,33), se expresa así la voluntariedad de la muerte (cf. Sal 31,6, del justo que padece).

El pagano comprende lo que no ven los judíos (cf. 13,29); es un discípulo de la Sabiduría (7,35) (47). Pesar y arrepentimiento de las multitudes (cf. 18,13; Hch 2,37) (48, cf. v.35a): lo ocurrido, en particular las tinieblas, anuncia desastre para el pueblo (Am 8,9; Jr 15,8s). Los conocidos (49), a distancia (cf. 22,54, de Pedro): no comprenden el significado de la muerte. Mujeres (cf. 8,2s), testigos de la muerte, como lo serán de la sepultura (23,55) y de la resurrección (24,10). 

Jn 19,26-27
19, 25. Estaban presentes junto a la cruz de Jesús su madre y la hermana de su madre, María la de Cleofás y María Magdalena.
26. Jesús entonces, viendo a la madre y, al lado de ella, a su discípulo predilecto, dijo a la madre:


 
-Mujer, mira a tu hijo. (3)
27. Luego dijo al discípulo:
-Mira a tu madre.
Y desde aquella hora la acogió el discípulo en su casa.


EXPLICACIÓN.

25-27. Según el contexto, hay dos mujeres al pie de la cruz (25): la madre de Jesús, María la de Cleofás (quizá patronímico), y su hermana, María Magdalena. En la escena siguiente (26-27), esta última está sustituida por el discípulo predilecto.

La presencia significa fidelidad. Cada una de las dos mujeres representa la comunidad de una alianza: la madre, la de la alianza antigua, el resto de Israel, la esposa fiel de Dios (2,4: “Mujer”). María Magdalena, la comunidad de la nueva alianza, la esposa del Mesías (20,13.15: “Mujer”).

El papel de la madre, la antigua comunidad, termina en la cruz; el de María Magdalena comienza en ella. La identidad de nombre indica el común papel de esposa (María de Betania, 11,1-3; 12,2, anticipaba la figura de la nueva esposa, como la resurrección de Lázaro anticipaba la de Jesús).

La nueva comunidad (María Magdalena) es hermana de la antigua (la madre de Jesús). Existe, pues, una relación de fraternidad, de igualdad, entre el pueblo antiguo y fiel y la nueva comunidad. Ha cesado el privilegio de Israel.

Cambia el juego de personajes (26). La nueva comunidad, representada en cuanto esposa por María Magdalena, lo está ahora, en cuanto amigo, por el discípulo predilecto de Jesús. Jesús ve a la madre (no “a su madre”, v.25; cf. 2,1.3.5.12); del Israel fiel tuvo origen el Mesías (4,22) y, en consecuencia, la comunidad mesiánica.

Encargo de Jesús a la madre y al discípulo, en términos de reconocimiento mutuo (26: Mira a tu hijo; 27: Mira a tu madre). El antiguo Israel debe reconocer su legítima descendencia (hijo) en la comunidad nueva y universal. La nueva comunidad debe reconocer su origen (madre) en el Israel fiel a Dios. Éste se integra en la comunidad universal (la acogió el discípulo en casa). 

  Mc 15,22-47.

(Mt 27,33-36; Lc 23,32-49; Jn 19,17-30).

22 Lo llevaron al "lugar del Gólgota" (que significa el lugar de la Calavera") 23y le ofrecieron vino con mirra, pero él no lo tomó. 24Lo crucificaron y se repartieron su ropa, echándola a suertes para ver lo que se llevaba cada uno.
25Era media mañana cuando lo crucificaron. 26El letrero con la causa de su condena llevaba esta inscripción: EL REY DE LOS JUDÍOS. 27Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda.
29 Los transeúntes lo insultaban y decían, burlándose de él:
-¡Vaya! ¡El que derriba el santuario y lo edifica en tres días! 30¡Baja de la cruz y sálvate!
31De modo parecido, los sumos sacerdotes, bromeando entre ellos en compañía de los letrados, decían:
-Ha salvado a otros y él no se puede salvar. 32¡El Mesías, el rey de Israel! ¡Que baje ahora de la cruz para que lo veamos y creamos!
También los que estaban crucificados con él lo ultrajaban.
33 Al llegar el mediodía, la tierra entera quedó en tinieblas hasta media tarde.
34 A media tarde clamó Jesús dando una gran voz:
 
-¡Eloi, Eloi, lema sabaktani! (4) (que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?).
35 Algunos de los allí presentes, al oírlo, dijeron:
-Mira, está llamando a Elías.
36 Uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre la sujetó a una caña y le ofreció de beber, mientras decía:
-Vamos a ver si viene Elías a descolgarlo.
37 Pero Jesús, lanzando una gran voz, expiró, 38y la cortina del santuario se rasgó en dos de arriba abajo.
39 El centurión que estaba allí presente frente a él, al ver que había expirado de aquel modo, dijo:
-Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.
40 Había también unas mujeres observando aquello de lejos, entre ellas María Magdalena, María la madre de Santiago el Pequeño y de José, y Salomé, 41que, cuando él estaba en Galilea, lo seguían prestándole servicio; y además otras muchas que habían subido conél a Jerusalén.
La sepultura (Mt 27,57-61; Lc 23,50-56; Jn 19,38-42).
42 Caída ya la tarde, como era Preparación, es decir, víspera de día de precepto, 43 fue José de Arimatea, distinguido consejero que también había esperado el reinado de Dios, y, armándose de valor, entró a ver a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. 44Pilato se extaño de que ya estuviera muerto y, convocando al centurión, le preguntó si había muerto hacía mucho.
45 Informado por el centurión, concedió el cadáver a José. 46Éste compró una sábana y, descolgando a Jesús, lo envolvió en la sábana, lo puso en un sepulcro que había sido excavado en la roca y rodó una losa contra la entrada del sepulcro.
47 María Magdalena y María la de José observaban dónde lo ponían.

EXPLICACIÓN. 

22-47. Tercera sección: Crucifixión, muerte y sepultura.  

a) (15,22-24): Crucifixión. Jesús rechaza el vino drogado (cf. Prov 31,6s): da su vida voluntariamente y con plena conciencia (10,45; 14,22-24) (23). Reparto de la ropa: cita de Sal 22,19, que describe a un hombre llevado por sus enemigos al extremo del sufrimiento y de la humillación.  

b) (15,25-32): Media mañana, lit. «la hora tercia». Las burlas al rey de los judíos. Causa de la condena, la aducida en el juicio ante Pilato (15,2) (26). Bandidos, sin duda, rebeldes nacionalistas; se quiere identificar a Jesús con un subversivo; a su derecha, a su izquierda, los puestos de los seguidores de Jesús (10,40) (27). Algunos mss. añaden el v. 28, tomado de Le 22,37. «Porque os digo que tiene que cumplirse en mí lo que está escrito: Lo tuvieron por un criminal». Insultos y burlas por parte de tres grupos: a) la gente que pasa repite la falsa acusación presentada ante el Consejo judío (14,58); éste fue sin duda el argumento usado por los sumos sacerdotes para poner al pueblo contra Jesús (15,11); le piden que muestre su poder para evitar la derrota; salvarse = poner la vida a salvo (cf. 8,35a) (29-30); b) los dirigentes no conciben que alguien pueda entregar la vida por amor a los hombres; los que detentan el poder sólo aceptarían a un Mesías que hiciese ostentación de poder; no conocen a Dios (cf. 14,33-36) (31-32a); c) los compañeros de suplicio (32b). Los tres grupos = la totalidad de Israel: los representantes del régimen, los que aceptan sus decisiones y los rebeldes exaltados; todos rechazan a un Mesías que da su vida sin defenderse con la violencia.  

c) (15,33): El mediodía, lit. «la hora sexta». Las tinieblas duran tres horas, aludiendo a los tres días de las que precedieron el éxodo de Egipto (Éx 10,21s): anuncian la liberación universal «"la tierra entera") y advierten a los que han condenado a Jesús de que se han enfrentado con Dios (Am 8,9s; Jr 15,8s).  

d) (15,34-41): Media tarde, lit. «la hora nona». La muerte. Grito de Jesús (Sal 22,2); se renueva su dolor de Getsemaní: el pueblo judío ve en su muerte un fracaso (15,29-32); no descubre en ella la revelación de Dios y va a la ruina. Dios mío, confianza plena (14,36: Abba); Dios ha respetado la libertad de los hombres y éstos no lo reconocen en su debilidad (33-34). Los presentes interpretan mal el grito o se burlan de Jesús; según la doctrina de los letrados (9,11), Elías debía preceder al Mesías y preparar su triunfo; ven o pretenden ver en el grito de Jesús la confesión de su fracaso y el deseo de ser liberado del suplicio. El vinagre, expresión del odio (Sal 69/68,22) (35-36). Nuevo grito de Jesús: la voz y la efusión del Espíritu (verbo expirar, gr. exepneusen), como en el bautismo (1,10s); ahora proceden de Jesús para la humanidad entera (37). La cortina del santuario = la humanidad de Jesús (cf. 14,58: el santuario no hecho por hombres): al morir deja patente (se rasgó, cf. 1,10: «rasgarse el cielo») a Dios en el Hombre (de arriba abajo) (38); el centurión, representante del mundo pagano, descubre a Dios en la muerte de Jesús; Hijo de Dios, cf. 1,1 (39). Las tres mujeres (primera mención en Mc) miran desde lejos (cf. 14,54, de Pedro): no se identifican con la muerte de Jesús. Los hijos de esta María (que no es la madre de Jesús), han sido mencionados en 6,3 como «hermanos» de Jesús. Otras mujeres presentes, pero no los discípulos (40-41).  

e) (15,42-47): El final del día, como en la cena (14,17); víspera de fiesta (cf. 14,12). En Me, José de Arimatea, persona de alta posición y con cargo oficial, no es discípulo de Jesús, sino un judío piadoso que había estado esperando el reinado de Dios, concebido a la manera del judaísmo. Jesús había sido una esperanza, pero ésta había terminado con su muerte (rodó una losa). Últimos honores. Presencia de dos de las mujeres (cf. 15,40). 

 
45Desde el mediodía hasta la media tarde toda la tierra estuvo en tinieblas. 46A media tarde gritó Jesús muy fuerte: Elí, Elí, lemá sabaktani. (4) (Es decir: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? [Sal 22,2]).
47 Al oído, algunos de los que estaban allí decían:
-A Elías llama éste.
48Inmediatamente uno de ellos fue corriendo a coger una esponja, la empapó de vinagre y, sujetándola a una caña, le dio de beber (Sal 69,22). 49 Los demás decían:
-Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo.
50Jesús dio otro fuerte grito y exhaló el espíritu.
51 Entonces la cortina del santuario se rasgó en dos, de arriba a abajo; la tierra tembló, las rocas se rajaron, 52 las tumbas se abrieron y muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron;  53después que él resucitó, salieron de las tumbas, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a muchos.
54El centurión y los soldados que con él custodiaban a Jesús, viendo el terremoto y todo lo que pasaba, dijeron aterrados:
-Verdaderamente éste era Hijo de Dios.
55Estaban allí mirando desde lejos muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea para asistirlo, 56entre ellas María Magdalena, María la madre de Santiago y José, y la madre de los Zebedeos.

EXPLICACIÓN.
45-56. Las tres horas de tinieblas (45) recuerdan los tres días de tinieblas sobre la tierra de Egipto (Éx 10,21s): éxodo liberador para la humanidad entera; al mismo' tiempo, juicio de Dios, (cf. Am 8,9s; Jr 15,8s). La tiniebla anuncia la llegada del Hombre (26,64; cf 24,29) (45). El grito de Jesús continúa la angustia de Getsemaní (26,38), por la ineficacia de su muerte para Israel (46). 
Interpretación equivocada o irónica del grito de Jesús (47-49). Ven en él la confesión de su fracaso y el deseo de ser liberado de la muerte. El odio de Israel lo acompaña hasta el último momento (vinagre, Sal 69,22). El grito (voz) estentóreo (50) al exhalar el Espíritu es de victoria, anuncia la efusión del Espíritu, del que había sido portador (50). La teofanía: la cortina del santuario es la misma humanidad de Jesús (nuevo santuario, d. 26,51): la divinidad se manifiesta en Jesús. De arriba abajo, en la cruz se revelan como una sola cosa el Padre del cielo (arriba) y Jesús, el Dios con nosotros (abajo, cf. 1,23). Debilidad (muerte en cruz) y fuerza (el Espíritu), El papel de los templos ha terminado. El temblor de tierra es consecuencia de la teofanía (cf. Éx 19,18; Sal 96,9.13s; 97,4). Con la efusión del Espíritu comienza el reinado de Dios (Sal 96,13s). Las rocas se rajaron: a partir de la muerte de Jesús no existe para los hombres más fundamento sólido para construirse que Jesús mismo y su palabra (7,24). La resurrección de muchos santos (Dn 12,2) (52) indica la llegada de los tiempos mesiánicos; no son personajes del AT (d. 13,17), sino santificados por el Espíritu, que han recibido por seguir a Jesús. La ciudad santa no se refiere ya a Jerusalén (4,5), ciudad asesina (23,37-39), sino a la consagrada por el Espíritu, la comunidad cristiana (d. 5,14), que adquiere la certeza de su propia resurrección (16,18).

El centurión y los soldados (54): el paganismo. Terror (d. 17,6). La cruz es la revelación de Dios a los paganos. Las mujeres (SS-56), desde lejos, como Pedro, seguían a Jesús (26,58): desconcierto y duda. La madre de los Zebedeos, que manifestó la ambición de gloria y poder (20,20s), no estará presente en la sepultura ni será testigo de la resurrección (27,61; 28,1). 

Jn 19,28-30
28. Después de esto, consciente Jesús de que ya todo iba quedando terminado dijo:
 
- Tengo sed (5) (así se realizaría del todo aquel pasaje).
29. Estaba allí colocado un jarro lleno de vinagre. Sujetando a una caña de hisopo una esponja empapada con el vinagre, se la acercaron a la boca 30. y, cuando tomó el vinagre, dijo Jesús:


 
-Queda terminado. (6)
Y, reclinando la cabeza, entregó el Espíritu.



EXPLICACIÓN.

28-30. Constituida la nueva comunidad universal (28: Después de esto), todo va quedando terminado, sólo falta la expresión del amor hasta el extremo. Libertad de Jesús: tiene conciencia de su misión y va realizando su obra (consciente Jesús). Expresa su necesidad (Tengo sed; cf. 4,7). A los que han obtenido su condena, pide una muestra de solidaridad humana elemental, que le permita que le permita responder comunicándoles vida (4,10, con la samaritana). Les demuestra que su amor no ha sido vencido por el odio. Paralelo con el caso de Judas (13,26). Amor sin límite, lealtad al hombre hasta el extremo. Jn se refiere al pasaje citado en 15,25: “Me odiaron sin razón”.

El jarro allí colocado (29) recuerda las tinajas de Caná, figura de la Ley (2,6: “Estaban allí colocadas”). El vinagre se opone al vino que ofreció Jesús en aquella boda: el odio opuesto al amor (cf. 19,7). El hisopo se usaba para rociar la sangre liberadora del cordero pascual (Ez 12,21ss). El odio de los homicidas va a derramar la sangre del Cordero de Dios; el hisopo recogerá esta sangre que va a liberar a la humanidad de la muerte. Nueva Pascua.

Tomó el vinagre (30): acepta, sin desmentir su amor, la muerte causada por el odio. Últimas palabras: Queda terminado; ha dado remate a la obra del Padre (4,34). Con su amor invencible, ha realizado en sí mismo la plenitud del Hombre igual a Dios (20,28), el proyecto creador (1,1). En este momento, la presencia del Padre brilla como nunca en Jesús; toda muerte queda excluida por esa presencia: la muerte de Jesús no interrumpirá su vida. Es éste “el último día” (6,39), que termina la creación y abre el mundo definitivo; será también “el primero” (20,1), a partir del cual ese mundo ya empezado se irá completando.

Reclinando la cabeza: Jesús se duerme, metáfora de una muerte (11,11-13) que no interrumpe la vida. El gesto espontáneo, que indica la voluntariedad de su muerte, está subordinado a la entrega del Espíritu. Jesús no muere por morir, sino para salvar a los hombres. El amor extremo, rompe, por decirlo así, los límites de su humanidad y lo convierte en dador de vida, como el Padre. El Espíritu que había recibido (1,32s) puede ahora comunicarse a los hombres. Él realizará el reino universal (19,23) y constituirá la humanidad nueva (19,25-27). 

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