Ilustración de la
Parábola del juez injusto (Lucas 18:1-9), realizada por
John Everett Millais para la obra
The Parables of Our Lord
(1863). En ella, una viuda arrodillada pide la atención de un juez
quien, sentado en su lujoso asiento y medio hundido en cojines, mira en
otra dirección. Alrededor del juez se encuentran varios secretarios, uno
de los cuales busca disuadir a la viuda para que desista de su
petición.
La
parábola del juez inicuo y la viuda importuna,
1 2 3 4 llamada también
parábola del juez injusto,
6 parábola del juez inicuo,
8 o
parábola del juez y la viuda9 es una
comparación o semejanza propia del
Evangelio de Lucas (18,1-8), que antecede inmediatamente a la
parábola del fariseo y el publicano (18, 9-14).
El
evangelista Lucas antepone a la parábola su propia introducción,
8 para señalar que el objetivo de esa narración breve es enseñar que es necesario orar con insistencia y sin desanimarse.
10 Para eso utiliza expresiones típicamente
paulinas: «orar siempre» y «sin desfallecer».
8 Sin embargo, el sentido más profundo de la parábola parece apuntar a uno de los ejes principales de la predicación de
Jesús de Nazaret
tal como se presenta en el Evangelio de Lucas: la importancia de
depositar la confianza en Dios, aún ante la injusticia y el infortunio. El evangelista pone la parábola
en labios de Jesús, quien utiliza como método didáctico un argumento
a fortiori:
6
si una petición presentada de forma sostenida llega a persuadir a un
juez injusto, cuánto más la plegaria persistente y confiada de los
discípulos será escuchada por Dios, quien defiende a sus elegidos.
La parábola y su fuente
La parábola de la viuda y el juez se encuentra únicamente en el
Evangelio de Lucas, y contiene una serie de elementos característicos de las narraciones
lucanas:
la necesidad de la oración insistente y sin desmayo, la predilección
por los personajes femeninos, el tema de los pobres y los ricos, y la
confianza extrema en Dios que escucha a quien clama por justicia.
[Jesús] 1Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer. 2«Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. 3Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: “¡Hazme justicia contra mi adversario!” 4Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: “Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, 5como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme.”» 6Dijo, pues, el Señor: «Oíd lo que dice el juez injusto; 7y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar? 8Os digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?»1
La mayoría de los especialistas actuales acepta que la parábola de la viuda y el juez tendría por origen la
fuente L, una fuente hipotética propia del Evangelio de Lucas.
12
Personajes de la parábola
La viuda
Estatua que representa a la viuda de Sarepta, personaje bíblico (
I Reyes 17, 8-24), tipo del desamparo y de la indefensión.
La viuda de la parábola no es obligadamente una anciana.
En la sociedad judía del siglo I, el casamiento tenía lugar a edad
temprana: las muchachas contraían matrimonio generalmente entre los 13 y
14 años, lo que conllevaba la existencia de viudas muy jóvenes.
15
La viuda presenta su demanda ante un solo juez y no ante un tribunal,
lo que significa que la parábola se relaciona con una cuestión de
dinero.
16 Probablemente se trataba de una deuda, una hipoteca, o una parte de la herencia de la viuda que le era retenida.
17 La viudas en general pertenecían a la clase pobre y representaban el caso típico de la desgracia y la indefensión.
18 En el
Antiguo Testamento ellas aparecen con frecuencia como objeto de explotación por parte de los prepotentes. Las viudas y los huérfanos eran el tipo del desamparo: un ejemplo de ello lo constituye el pasaje del
Primer libro de los reyes
17, 8-24, en el que el profeta Elías socorre dos veces a una viuda de
Sarepta: primero, evita que muera de hambre, y luego devuelve la vida a
su hijo.
18 El
Evangelio de Lucas reitera este tipo de personaje en distintos pasajes (
Lucas 2:37;
Lucas 4:25-26;
Lucas 7:12;
Lucas 20:47;
Lucas 21:2-3,
la ofrenda de la viuda).
17
El juez
La calificación del juez como «inicuo» o injusto sugiere que se trata
de una persona que se deja comprar o sobornar, lo que calza a la
perfección con el comentario de la parábola: que no le importaba lo que
pudieran decir de él. Josef Schmid apunta que no era un caso de
excepción sino, por el contrario, era el tipo normal del juez oriental.
La literatura antigua muestra muchos ejemplos con descripciones
similares aplicadas de preferencia a personajes públicos conocidos.
La viuda configuraba el prototipo del personaje pobre, y no estaba en
situación de hacer ningún regalo para congraciarse con el juez o con
sus asistentes.
8 Según Joachim Jeremias, el adversario de la viuda en el proceso podría ser un hombre acaudalado e influyente.
8
Significado de la parábola
«¡Hazme justicia contra mi adversario!»
La viuda no hacía otra cosa que presentarse al juez. En el mundo
antiguo la mujer estaba prácticamente indefensa. Más aún una viuda, sin
marido que la apoyase y sin influencia social ante el poderoso, dependía
exclusivamente de su entereza y tenacidad inquebrantable. Solo podía
combatir con aquel grito insistente y perseverante con el que reclamaba
justicia.
El
Evangelio de Lucas se caracteriza por las numerosas mujeres que aparecen como personajes, en línea con el
papel calificado que tuvieron las mujeres en las comunidades fundadas por
Pablo de Tarso. En el marco de la sociedad del
siglo i en que la mujer era marginada de todo derecho,
25
la elección de una mujer —la viuda— como sujeto de la parábola y como
comparación positiva frente a un juez corrupto, la convierte en
personaje de identificación para todos los seres humanos. Es decir, es
una mujer la que representa para el evangelista la conducta que ha de
tener cualquier ser humano ante Dios —una protesta implícita contra la
predominancia de las categorías masculinas—.
26
«Le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme»
Sin explicitar los motivos, el juez hacía caso omiso de las demandas
de la viuda; literalmente «no quería». Finalmente cedió, pero no por
sentirse motivado a administrar justicia, sino por temer que la
cantinela de la viuda se prolongara indefinidamente. La displicencia del
juez que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres quedó minada por la
tenacidad de una pobre viuda.
Así, el carácter de la viuda, que aparenta ser el más débil en la
narración, es finalmente el que prevalece: llega a controlar incluso los
pensamientos del juez.
28
La parábola del juez que no teme a Dios ni a los hombres pero que
termina por atender a una pobre viuda refiere en particular a la oración
de quienes piden justicia sin obtener al principio una respuesta
aparente.
10 La instauración del Reino de Dios, tal como la predica Jesús de Nazaret, siempre involucra la justicia para los oprimidos.
28
La viuda termina por coadyuvar a la instauración de la justicia, no
denunciando al juez, sino demandando que cumpla con su obligación.
29
Conclusión: «Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche...?»
En el
Evangelio de Lucas,
Jesús de Nazaret utiliza repetidamente el recurso comparativo (más precisamente, argumentos
a minori ad maius)
31 para señalar que no se puede esperar de
Dios Padre una reacción más baja que la de un ser humano con malas entrañas.
32
¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en
lugar de un pez le da una culebra; o, si pide un huevo, le da un
escorpión? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a
vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a
los que se lo pidan!»
Evangelio de Lucas 11, 11-13
En la parábola del juez y la viuda, Jesús señala que Dios Padre
escuchará los ruegos de quienes pidan justicia si perseveran en su
pedido con fe y confianza, y dejan de lado respuestas alternativas como
pueden ser la violencia y la venganza.
10
Más allá de la perseverancia en la súplica, la parábola de Jesús de
Nazaret remarca la seguridad de que la plegaria siempre es atendida por
Dios.
Referencias
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«[…] la parábola del juez injusto (18,1-8), propia de Lucas, está
concebida para animar a los discípulos por medio de un argumento a fortiori.»
Stuhlmueller, Carroll (1972). «Evangelio según san Lucas». En Brown, Raymond E.; Fitzmyer, Joseph A.; Murphy, Roland E. Comentario Bíblico «San Jerónimo» III.
Madrid: Ediciones Cristiandad. p. 245. «Jesús ofrece ahora su doctrina
mediante dos parábolas que solo aparecen en Lucas. Lucas antepone a cada
una de ellas su propia introducción. La primera parábola («el juez
inicuo») comienza con expresiones típicamente paulinas: «orad siempre» (1 Tes 5,17; 2 Tes 1,11; Rom 1,10; 12,12; Ef 6,18); «no perdáis ánimos» (2 Tes 3,13; 2 Cor 4,1.16; Gal
6,9; Ef 3,13). 3.[…] mi adversario: Probablemente, un rico con muchas
influencias. La viuda era demasiado pobre para sobornar al juez o a su
ayudante; estos individuos no querrían disgustar a los ciudadanos
prominentes.»
Meier, John P. (1999). Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico. Tomo II/1: Juan y Jesús. El reino de Dios. Estella (Navarro): Editorial Verbo Divino. ISBN 84-8169-230-1. «[…] la parábola del juez y la viuda de 18,1-8 […]».
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Gribble, Richard (2000). The Parables of Jesus: Applications for Contemporary Life, Cycle C (en inglés). Lima, Ohio: CSS Publishing Company. p. 261. ISBN 0-7880-1595-8.
«The parable of the unjust judge is unique to Luke and thus most
commentators believe its origin is in the “L” source. [La parábola del
juez injusto es única de Lucas y por lo tanto la mayoría de los
comentaristas creen que su origen es la fuente “L”.]».
Bishop, E. F. F. (1955). Jesus of Palestine: The Local Background to the Gospel Documents. Londres: Lutterworth Press. p. 229.
Talmud
babilónico, Sanedrín 4b (Bar.): «un doctor autorizado puede decidir
como juez único en pleitos de fortuna» (Bill. 1, pág. 289).
Jeremias, Joachim (1980). Jerusalén en tiempos de Jesús (2ª edición). Madrid: Ediciones Cristiandad. pp. 129 y 153. ISBN 84-7057-211-3.
«Sabemos de una pobre viuda de Jerusalén, cuyos medios de subsistencia
se reducían a 2 lepta (= 1/4 de as), es decir, a unos céntimos que ni
siquiera alcanzaban para su sustento diario. […] una medida social que,
originariamente, solo afectaba a Jerusalén […] tiene relación con la
situación de la viuda. En Jerusalén había la costumbre de determinar en
el testamento que ésta pudiese permanecer en casa de su marido durante
el tiempo de su viudez y vivir de sus bienes. Eso se convirtió en
derecho habitual de la viuda israelita; podía usar de él aun en los
casos en que no existiese en el testamento una disposición expresa en
tal sentido.»
Sandevoir, Pierre (1978). «Viudas». En Xavier Léon-Dufour. Vocabulario de teología bíblica (10.ª edición). Barcelona: Biblioteca Herder. pp. 961-962. ISBN 978-84-254-0809-0.
Bautista, Esperanza (1993). La mujer en la Iglesia primitiva. Navarra: Verbo Divino. p. 52. ISBN 978-84-7151-877-4.
«La mujer judía de los tiempos de Jesús: sin derechos, en eterna
minoría de edad, repudiada por su marido, confinada en la casa y con muy
escasas posibilidades de mantener contactos sociales, alejada del
templo en determinados días a causa de las leyes de pureza ritual, y
relegada en todo momento a un recinto especialmente señalado para ella
en el templo y fuera del atrio de la casa de Israel, sin derecho a la
enseñanza de la ley, y por tanto incapaz de merecer; la mujer judía,
pobre, pecadora y pequeña, se encontraba en una situación que la
constituía en un paradigma de marginación.»
Theissen, Gerd; Merz, Annette (1999). El Jesús histórico. Salamanca: Ediciones Sígueme. pp. 255-256. ISBN 84-301-1349-5. Consultado el 27 de junio de 2016.
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Bibliografía
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- Fitzmyer, Joseph A. (1987). «Parábola del juez injusto». El Evangelio según Lucas. III. Traducción y comentario: Capítulos 8,22-18,14. Madrid: Ediciones Cristiandad. pp. 840-853. ISBN 84-7057-423-X.
- Schmid, Josef (1968). El Evangelio según san Lucas. Comentario de Ratisbona al Nuevo Testamento (dir.: Wikenhauser, Alfred; Kuss, Otto). 525 páginas. Barcelona: Herder.
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