13 Entonces llegó Jesús desde Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara.
14 Juan intentaba disuadirlo diciéndole:
- Soy yo quien necesita que tú me bautices, y ¿tú acudes a mí?
15 Jesús le contestó:
- Déjame ya, que así es como nos toca a nosotros cumplir todo lo que Dios quiera.
Entonces Juan lo dejó.
16 Jesús, una vez bautizado, salió en seguida del agua. De pronto quedó abierto el cielo y vio al Espíritu de Dios bajar como paloma y posarse sobre él.
17 Éste es mi hijo, el amado, en quien he puesto mi favor.
EXPLICACIÓN.
13 - 17. Juan reconoce en Jesús al Mesías y se opone a su propósito (13), pues el gesto de Jesús no cuadra con la descripción del Mesías que ha hecho antes: un símbolo de muerte (bautismo), en lugar de una actividad de juez (14). El bautismo de Jesús simboliza su compromiso de dar la vida, y así se realizará el designio divino. Juan debe aceptarlo (15). Al compromiso de Jesús (su bautismo), respuesta divina (16): el cielo abierto asegura una comunicación ininterrumpida de Dios con Jesús, expresada por el Espíritu de Dios que se le comunica plenamente. Paloma, alusión a Gn 1,2: en Jesús culmina la creación: plenitud humana (el Hijo del hombre) y divina (el Hijo de Dios). Alusiones a Is 11,1-5, el rey mesiánico; 42,1-7, el servidor, luz y esperanza de las naciones, y 61,1-4, liberación del pueblo. La voz del cielo (17) formula lo significado por la bajada del Espíritu: éste es mi Hijo (Sal 2,7, el rey Mesías); el amado (cf. Gn 22,2, de Isaac, alusión a la muerte); en él he puesto mi favor, alusión a Is 42,1, del servidor.
La escena del bautismo representa la investidura del Mesías, capacitado por el Espíritu para su misión universal y liberadora.
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