Nacido en Staves, condado de Namur, a finales del siglo IX; muerto en Brogne o Saint-Gérard el 3 de octubre 959. Hijo de Estancio -de la familia de duques de la Baja Austrasia- y de Plectruda -hermana de Esteban, Obispo de Liège-, el joven Gerardo, como la mayor parte de los hombres de su categoría, siguió al principio la carrera de las armas. Sin embargo, la devoción que profesaba pese a hallarse entre las distracciones del campamento era digna de admiración. Transformó en una gran iglesia una modesta capilla situada en Brogne, territorio que pertenecía a su familia. Aproximadamente en 917, el Conde de Namur lo envió como embajador al encuentro de Roberto, el hermano más joven de Eudes, Rey de Francia. Permitió a sus seguidores residir en París, pero él se fue a vivir a la Abadía de Saint-Denis, donde quedó tan impresionado por las deificantes vidas de los monjes que, al concluir su embajada, con el consentimiento del Conde de Namur y del Obispo Esteban -su tío materno-, volvió a Saint-Denis, tomó los hábitos, y tras once años fue ordenado sacerdote. Entonces solicitó que se le permitiese regresar a Brogne, donde sustituyó a los laxos clérigos por monjes motivados por un verdadero espíritu religioso. Acto seguido se retiró a una celda cerca del monasterio para someterse a una mortificación más severa. Fue llamado de su retiro por el Arzobispo de Cambrai, quien le confió la dirección de la comunidad de Saint-Ghislain, en Hainault. Aquí también reemplazó por monjes a los canónigos, cuya conducta había dejado de ser ejemplar, e hizo cumplir la disciplina monástica más estricta. Gradualmente llegó a ser superior de otras dieciocho abadías situadas en la región comprendida entre Meuse, Somme y el mar, y gracias a sus esfuerzos la Orden de San Benedicto pronto fue completamente restablecida por toda la región. Abrumado por la edad y las enfermedades, situó a vicarios o abades en su lugar en varias abadías que tenía a su cargo, y se retiró a la de Brogne. Aún tuvo coraje para hacer un viaje a Roma con el fin de obtener una Bula que confirmase los privilegios de dicha abadía. A su regreso realizó una visita final a todas las comunidades que había reorganizado, para después esperar la muerte en Brogne. Su cuerpo aún se conserva en Brogne, ahora comúnmente llamada Saint-Gérard. LÉON CLUGNET Transcrito por Gerard Loiselle Traducido por José-Ángel Fernández Ortiz (Madrid)
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