lunes, 6 de abril de 2020

John Hamilton


Arzobispo de St. Andrews; nacido en 1511, muerto en Stirling en 1571; hijo natural de James, primer conde de Arran. Colocado en la niñez con los benedictinos de Kilwinning, adquirió, por medio de Jacobo V, la abadía de Paisley, que mantuvo desde los catorce años hasta su muerte. Es dudoso si ingresó nunca efectivamente en la orden. Después de estudiar en Glasgow entró en la Universidad de París. Luego recibió las órdenes sagradas, y volvió a Escocia en 1543. Al ser entonces su hermanastro James, segundo conde de Arran, regente durante la minoría de María Estuardo, Hamilton fue rápidamente promovido a importantes cargos del estado, convirtiéndose en guardián del sello privado, y posteriormente, en gran tesorero. La “Historia” de Knox testimonia las esperanzas abrigadas por los reformadores de ganárselo, pero pronto se mostró un fuerte partidario del cardenal Beaton y del partido católico, y contribuyó a vencer las simpatías protestantes de Arran y a reconciliarlo con el cardenal. En 1544 Hamilton fue nombrado obispo de Dunkeld, y tras el asesinato de Beaton, sucedió a ese prelado no sólo como metropolitano, sino también como el opositor más destacado al naciente Protestantismo. Mediante la convocatoria de concilios eclesiásticos en 1549, 1552 y 1559, el arzobispo tuvo una parte importante en la formulación de normas para la muy necesaria reforma del clero y la instrucción religiosa de los laicos. Cuando el parlamento partidista de 1560 votó el derrocamiento del Catolicismo y la adopción de la “Confesión de Fe” protestante, Hamilton fue el principal disidente. Ha sido acusado de hacer una protesta demasiado débil, pero su correspondencia con Beaton, arzobispo de Glasgow, entonces en París, demuestra que consideraba la cuestión como de importancia menos grave de la que probaron los acontecimientos. Cuando la abadía de Paisley fue destruida por la muchedumbre reformista en ese mismo año, Hamilton escapó con vida por poco. En 1563 fue hecho prisionero y juzgado junto con otros cuarenta y siete eclesiásticos, acusado de decir Misa y oír confesiones, en contra de las nuevas leyes; después de un tiempo de prisión, fue liberado por intervención de la reina. Bautizó con ritos solemnes, en Diciembre de 1566, al príncipe niño Jacobo, después Jacobo VI. La oposición del partido protestante al uso de ceremonias católicas, a las que María estaba determinada, había retrasado el bautizo durante seis meses. Habiendo restaurado la reina la jurisdicción consistorial del arzobispo, que el parlamento de 1560 había abolido, tomó su asiento en la asamblea de 1567. En las dificultades que acosaron a la desventurada María, Hamilton fue el constante sostén de la reina. Tras la ruina de sus esperanzas en Langside, y su huida a Inglaterra, que él hizo todo lo posible por impedir, se vio obligado a buscar su propia seguridad en el castillo de Dumbarton, pero en 1571 esa plaza fuerte fue derribada y Hamilton hecho prisionero. Fue llevado a Stirling, y tres días después de su captura, fue colgado allí con sus vestimentas pontificales en la horca común. No queda ningún registro de juicio formal; fue ejecutado en virtud de su previa condena como traidor a la caída de María. Aunque hombre de sabiduría y moderación, poseedor de excelentes cualidades, y un valiente campeón de la causa católica, Hamilton no estuvo libre de graves irregularidades en su vida privada, como atestiguan los registros de legitimación de sus hijos naturales. Su complicidad en los asesinatos de Darnley y del regente Murray nunca ha sido probada; con su último aliento protestó que su muerte era debida solamente a su lealtad a la Iglesia y a su soberana. Es difícil explicar cómo pudo declarar la nulidad por consanguinidad del matrimonio entre Bothwell y su condesa, haciendo posible que el conde se casara con la reina María, aunque hubiera concedido previamente la dispensa necesaria; se ha sugerido que la dispensa era inválida, debido a algún defecto.
Dos obras que llevan su nombre, puesto que fueron publicadas por su autoridad y a sus expensas, aunque compiladas por otro, son el “Catecismo del arzobispo Hamilton” y “Ane Godlie Exhortatioun”. El catecismo fue impreso en St. Andrews en Agosto de 1552. Había sido redactado en obediencia a un decreto del concilio provincial de Enero anterior, para uso del clero al instruir a su pueblo. El concilio ordenó que fuera leído en las iglesias todos los domingos y festivos, cuando no hubiera sermón, por espacio de media hora.
La obra consiste en una introducción recomendando su uso al clero, seguida de otra dirigida a los laicos sobre la necesidad de un conocimiento completo de la doctrina de fe. El cuerpo de la obra se divide en cuatro partes: I, ”De los diez mandamientos”, que consta de 26 capítulos; II, “Los doce artículos del Credo”, en 13 capítulos; III, “Los siete sacramentos”, 13 capítulos; IV, “De la forma como los hombres y mujeres cristianos deben hacer su oración a Dios”, 10 capítulos se dedican a una explicación de las siete peticiones del Pater Noster, seguida de instrucciones sobre el Ave María, la invocación a los santos, y la oración por los difuntos. Toda la obra está en el escocés vernáculo del periodo. El catecismo es de tono completamente católico, aunque ha sido muy recomendado, incluso por autores protestantes, tales como el obispo Keith y Hill Burton, como una obra excelente entre las de su clase – ilustrada, moderada y hábilmente compuesta. La obra original es muy rara. Ha habido dos reimpresiones; una en facsímil en 1882, editada por el profesor Mitchell; la otra publicada en 1884 por el Muy Honorable W. E. Gladstone.
La “Godlie Exhortatioun” es mucho más corta, constando de sólo cuatro páginas de letra escrita. Se imprimió en 1559. Aparte de su propio título ha llevado a menudo el de “La fe de dos peniques”, dado en tono de burla por su precio cuando se pregonaba en la calle por los vendedores ambulantes. El tratado consiste en una explicación de la Sagrada Comunión; se pretendía que se leyera por el clero al pueblo cuando éste se acercara a los sacramentos. Una reimpresión facsímil se adjuntó a la edición de 1882 del catecismo.
Hamilton fue un generoso benefactor de la catedral de su ciudad; terminó y dotó St. Mary’s College, reforzó el castillo, erigió otros edificios, y construyó no menos de catorce puentes en los alrededores. Fue el último metropolitano católico de la Iglesia anterior a la Reforma en Escocia.
LANG, History of Scotland (Edimburgo y Londres, 1902), II, 235; BELLESHEIM, tr. HUNTER-BLAIR, Hist. of the Cath. Church in Scotland (Edimburgo, 1890), II, 200-219, 240-53, 302-7; III, 15, 73, 117, 128, 154, 161-4, 214; Regist. Mag. Sigil. in Rolls Series, 1551 and 1580; THEINER, Monumenta (Roma, 1864), 538; MITCHELL, Archbishop Hamilton's Catechism (Edimburgo, 1882).
MICHAEL BARRETT Transcrito porWGKofron Con gratitud al P. John Hilkert y a la iglesia de St. Mary, Akron, Ohio Traducido por Francisco Vázquez

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