La palabra hebrea que designa a esta planta significa "la maldita". Con fama de venenoso, el ajeno es, tato en la Ley como en los profetas o en los libros sapienciales, el símbolo del maleficio, de la amargura; en una palabra, de la muerte. Cuando Moisés induce a su pueblo a la santidad, le invita a suprimir en él toda "raíz que produzca veneno y ajenjo (Dt 29,17 ó 18 según vers)". Jeremías (Jr 9,14 ó 15 según vers; 23,15) amenaza el castigo a los infieles y a los falsos profetas anunciándoles que serán "saciados con ajenjo". El autor de las LAMENTACIONES, víctima de todo tipo de persecuciones y miserias se considera "abrevado con ajeno (Lm 3,15 y 19)", y el recuerdo de su existencia es para él "ajenjo y veneno". Amós (Am 5,7; 6,12 ó 13 según vers) opone "el ajenjo" al derecho o a la justicia, y los PROVERBIOS comparan con el ajenjo la palabra de la muer adúltera (Pr 5,3-4). El ajenjo es, por último, en el APOCALIPSIS (Ap 8,11), el nombre de la estrella destructora que cae del cielo al toque de la tercera trompeta, transformando al final de los tiempos a la tercera parte de los ríos y de las fuentes en aguas de muerte "para muchos hombres".
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