Divinidad venerada por las poblaciones paganas implantadas en Samaría por el rey de Asur después de la destrucción del reino del Norte (721 a.C) y la deportación de lo más selecto de sus habitantes a Mesopotamia. Los ritos de su culto, unido a los de otro ídolo llamado Adramélec, incluían sacrificios de niños (2R 17,31). El mismo nombre de Anamélec parece una deformación de "Anatmélec": Anat era una divinidad asiática, que fue adoptada por el culto egipcio a partir del s. XVIII a.C. y confundida con todas las Aserá, Astart, Istart o Astarté heredadas de Sumer por las tradiciones semíticas. Los textos mitológicos más antiguos le otorgan, no obstante, una leyenda propia relacionada con la de Baal identificado con Hadad. El término melek añade a su nombre el título real, como ocurre con Adramélec, que ha de ser leído "Hadadmélec": "Hadad es rey".
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