Uno de los compañeros del profeta Daniel que, en la corte del rey de Babilonia Nabucodonosor, poseía el sobrenombre de Sadrac, tenía el nombre hebreo de "Hananya (Da 1,6.7.11 etc)". Arrojado a un horno encendido por haber querido permanecer fiel a su Dios, comparte la suerte del joven Daniel: milagrosamente salvado del fuego, se beneficiará con los favores reales (Da 2,13-18 y 3).
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