Éste de Damasco, prevenido por el Señor durante una visión, acoge en su ciudad a Saulo, que se convertirá en el apóstol Pablo: le impone sus manos, y Saulo, enfermo de ceguera desde que había sido derribado por una manifestación divina en el camino de Damasco, recupera su vista y recibe el Espíritu Santo (Hch 9,10-19). Según el relato del suceso hecho por el mismo Apóstol (Hch 22,12-16), se puede pensar que Pablo recibió el bautismo de Ananías.
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