Nombre dado por respeto a manifestaciones sensibles de Dios.
Así, este "ángel", que no es posible confundir con ninguno de los ángeles que aparecen en otros lugares, se identifica claramente con el mismo Dios, como por ejemplo en la aparición con la que es favorecida Agar (Gn 16,7ss): "El ángel del Señor le dijo: Yo multiplicaré tu descendencia..." Lo mismo ocurre en el episodio de la lucha de Jacob en la orilla de Yaboc (Gn 32,25-31 ó 30 según vers): el misterioso combatiente dice al patriarca que "ha luchado con Dios"; y Jacob afirma: "He visto a Dios...".
A veces aparece marcada la distinción, como, por ejemplo, en el relato de la peste que sobrevino a Israel después del censo ordenado por David (2S 24,16): "Yahvé (...) dice al ángel que estaba exterminando al pueblo: ¡Basta! (...) El ángel de Yahvé se hallaba junto a la era de Arauná..." En cualquier caso, el castigo procede de Dios, igual que el perdón. El exterminador que hiere a los primogénitos de Egipto (Éx 12,23 y 29), como el que destruye el ejército de Senaquerib delante de Jerusalén (2R 19,35), es siempre "el ángel de Yahvé".
En otros lugares, también, el autor sagrado señala la diferencia entre el ángel que es una manifestación más "personal" de Dios y aquellos a los que el GÉNESIS (Gn 18) todavía llama unas veces "hombres" y otras "ángeles": de los tres visitantes que recibe Abrahán en Mambré, dos se van a cumplir su misión en Sodoma (Gn 19) "mientras que Yahvé permanecía aún ante Abrahán (Gn 18,22)"; cuando se entretiene con el tercero, es a Yahvé a quien está hablando el patriarca (Gn 18,23-32); y cuando todo ha sido dicho, es Yahvé quien se va (Gn 18,33).
La expresión "ángel de Yahvé", de Dios o del Señor" vuelve a aparecen en numerosos pasajes del Antiguo Testamento e incluso en el Nuevo (Mt 1,20; 2,13 y 19). Parece que se trata, en ambos lugares, de una fórmula que intenta conciliar la trascendencia de Dios con una actividad divina accesible a los sentidos y al entendimiento humanos.
Así, este "ángel", que no es posible confundir con ninguno de los ángeles que aparecen en otros lugares, se identifica claramente con el mismo Dios, como por ejemplo en la aparición con la que es favorecida Agar (Gn 16,7ss): "El ángel del Señor le dijo: Yo multiplicaré tu descendencia..." Lo mismo ocurre en el episodio de la lucha de Jacob en la orilla de Yaboc (Gn 32,25-31 ó 30 según vers): el misterioso combatiente dice al patriarca que "ha luchado con Dios"; y Jacob afirma: "He visto a Dios...".
A veces aparece marcada la distinción, como, por ejemplo, en el relato de la peste que sobrevino a Israel después del censo ordenado por David (2S 24,16): "Yahvé (...) dice al ángel que estaba exterminando al pueblo: ¡Basta! (...) El ángel de Yahvé se hallaba junto a la era de Arauná..." En cualquier caso, el castigo procede de Dios, igual que el perdón. El exterminador que hiere a los primogénitos de Egipto (Éx 12,23 y 29), como el que destruye el ejército de Senaquerib delante de Jerusalén (2R 19,35), es siempre "el ángel de Yahvé".
En otros lugares, también, el autor sagrado señala la diferencia entre el ángel que es una manifestación más "personal" de Dios y aquellos a los que el GÉNESIS (Gn 18) todavía llama unas veces "hombres" y otras "ángeles": de los tres visitantes que recibe Abrahán en Mambré, dos se van a cumplir su misión en Sodoma (Gn 19) "mientras que Yahvé permanecía aún ante Abrahán (Gn 18,22)"; cuando se entretiene con el tercero, es a Yahvé a quien está hablando el patriarca (Gn 18,23-32); y cuando todo ha sido dicho, es Yahvé quien se va (Gn 18,33).
La expresión "ángel de Yahvé", de Dios o del Señor" vuelve a aparecen en numerosos pasajes del Antiguo Testamento e incluso en el Nuevo (Mt 1,20; 2,13 y 19). Parece que se trata, en ambos lugares, de una fórmula que intenta conciliar la trascendencia de Dios con una actividad divina accesible a los sentidos y al entendimiento humanos.
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