(heb. jâtsêr, jâtsîr, azârâh). Espacio amurallado, sin techo, conectado con una vivienda (2 S. 17:18), un palacio (1 R. 7:8), el tabernáculo (Ex. 40:8) o el templo (1 R. 6:36; figs 116, 498, 499, 525). Los atrios de algunos palacios eran tan grandes que tenían un jardín (Est. 1:5). Como el área cerrada que rodeaba el templo de Salomón estaba dividida en sectores por muros o edificios, se usa la expresión "atrios" (2 R. 21:5; Sal. 65:4; 84:2). En tiempos de Jesús tenía 4 atrios: (1) "el Atrio de los gentiles" -o Atrio exterior)-, accesible a todos los adoradores no importando su raza o afiliación religiosa; (2 y 3) el Atrio interior, que se dividía en (a) "Atrio de las mujeres", accesible a todos los judíos, sin interesar su edad o sexo; y (b) "el Atrio de Israel", al cual sólo podían entrar los judíos varones; y (4) "el 117 Atrio de los sacerdotes", donde sólo actuaban el personal eclesiástico. Véase Patio.
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