EDUARDO
PUNSET: EL VIAJE AL PODER DE LA MENTE.
Si
fuéramos capaces de sentir el ritmo del tiempo geológico en lugar del tiempo
divisionario, estaríamos fascinados al descubrir que somos, realmente, los
penúltimos testigos de un Universo iluminado. Paradójicamente, en la teoría
convencional del big bang, ése es también el final de la historia: el
Universo deviene en un terreno baldío y esta parte del espacio se vuelve
inhabitable y se vacía de materia. Solía decirse que habría, o podría haber,
una contracción del Universo siempre que hubiera suficiente materia para originar
un colapso gravitatorio, pero ahora sabemos que no la hay. Sin embargo, este
páramo baldío no es el final de la historia. El Universo se vacía, pero es
necesario que se vacíe para restablecer cierto estado de simplicidad en él y
entonces la energía oscura sufre una especie de descomposición. Empieza de
nuevo con un gas muy caliente que luego se expande y se enfría para formar nuevos
átomos y polvo, planetas, estrellas y materia. Este proceso se repite
aproximadamente cada billón de años; por eso lo llamamos modelo cíclico.
La idea
es que el big bang no ha sucedido una sola vez, sino que se produce a
intervalos regulares, y que esas arrugas que fueron tan importantes para
configurar la estructura del Universo fueron arrugas que se crearon antes del big
bang, que correspondieron a acontecimientos anteriores y que determinaron la evolución de la estructura en
el siguiente ciclo.
Cada
ciclo deja una huella en el inmediatamente posterior y todos los ciclos están vinculados
entre sí. Es una explicación absolutamente nueva del origen del Universo o, tal
vez, como se verá luego, no tan nueva y barruntada por nuestros antepasados con
una imaginación calenturienta o mística hace miles de años.
Recuerdo,
a fines del siglo pasado, haber analizado con detalle las supuestas pruebas
aducidas por unos geólogos amigos, en Washington, de la existencia del famoso
diluvio universal. Aquellos geólogos -que entre otras muchas actividades habían
trabajado para la CIA- descubrieron huellas en el mar Negro que confirmaban lo
anunciado por las sagradas escrituras de distintas religiones. Hubo,
efectivamente, un diluvio universal atronador.
¿Ocurrió algo parecido con los orígenes del Universo? ¿Qué habían dicho las distintas religiones? ¿Qué pensaban nuestros antepasados sobre lo que había sucedido antes de hace catorce mil millones de años? ¿Había algún rastro o huellas, como sucedía con el Diluvio Universal, en los textos sagrados de las distintas religiones, de otros universos en otras épocas?
El libro
del Génesis es una cosmología de la creación en la que el Universo empezó de la
nada y fue creado de repente. Se trata de la interpretación típica, la que nos
han contado mayoritariamente. Y muchas personas se han dado cuenta de que se
asemeja mucho a la concepción inicial del big bang.
Me
propuse indagar más sobre esta idea. iY lo que descubrí fue que, en realidad, esta
visión del Génesis no es universal! No todo el mundo está de acuerdo con esta
interpretación. Se trata más bien de una interpretación del principio del
Universo de la era poscristiana, en la que se quería incorporar el concepto del
pecado original; para ello, era muy importante la noción de que el Universo
había existido solamente una vez.
Steinhardt
-como los geólogos de Washington rememorando el Diluvio Universal- no abrigaba
ninguna duda sobre el carácter cíclico del Universo.
Si
tomamos el término hebreo original de la palabra Creación, se ve que la
expresión utilizada, la primera palabra de la Biblia en hebreo, (Bereshit),
no significa creación desde la nada, sino más bien creación a partir de un
material de modelado, como si existiera algo previamente y luego fuera
realizado.
Abundando
en esa tesis puede verificarse que en el Talmud hay varias interpretaciones del
Génesis, incluyendo la idea de que lo que se describe allí es la creación más
reciente del mundo, pero no la única; que el mundo pudo haber sido creado
muchísimas veces antes de llegar a la creación actual. Incluso hay una interpretación
inquietante según la cual Dios creó el mundo una vez, no le gustó y lo desechó.
j Estaríamos inmersos ahora, durante un tiempo, en su creación más reciente! ¡Quién
sabe! ¡A lo mejor vuelve a no gustarle! «Mejor andarse con cuidado», termina
advirtiendo el físico teórico Paul Steinhardt.
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