Proceden de China, como la pólvora, imprescindible para encenderlos. Allí se conocían al menos desde el siglo VII, pero su historia podría datar de mucho más atrás: en tiempos remotos existía la costumbre entre los viajeros de hacer explotar cañas de bambú para, con el sonido obtenido, espantar a los sham, legendarios monstruos semihumanos de los bosques. La tradición se extendió como diversión y, durante el año nuevo chino, se explosionaba el bambú para alejar a los malos espíritus.
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