En las primitivas inscripciones cristianas era costumbre que cuando una mujer moría se le colocara la inscripción “ancilla Dei”. Del significado que, en algunas ocasiones, se le atribuía a estas palabras durante la Edad Media, se ha asumido sin tener la absoluta certeza, que las personas así calificadas durante la primera era del cristianismo eran vírgenes consagradas. Las inscripciones en las que aparecen estas palabras, pueden ser de dos tipos: uno, en el que se tiene la seguridad de que esa persona era ancilla Dei; y el otro, que hace evidente que esta inscripción se le colocaba también a personas que no eran religiosas, siendo estas últimas las que aquí nos ocupan. El primer grupo es el más numeroso, pero el segundo es el más explícito con casos como el de un marido que levantó un monumento a su mujer a quien él llama ancilla Dei -- "Laurentius Rufine coniugi Dei ancillae . . ." (De Rossi, Roma Sott., III, p. 11, n. 4); o una inscripción romana del primer cuarto del siglo VI que se refiere a una tal Guttes como ancilla Dei, y de la que se ha comprobado que era monja.“ en presencia de la hermana Guttes, una sierva de Dios” (sub presentiâ nonnes Guttes, ancille Dei). Esta referencia demuestra que incluso en el siglo VI , la inscripción ancilla Dei no era exclusiva de lo religioso ya que el autor cree necesario el confirmar explícitamente que ella era monja. (Cabrol, Dict. d'arch. chrét, 1902). Sin embargo, desde el pontificado de San Gregorio el Grande (590- 604) como norma, únicamente se le colocaba esta inscripción a las monjas . "ancillas Dei quas vos graecâ linguâ monastrias dicitis" (Greg. M. Ep., vi, 23). MAURICE M. HASSETT Transcrito por Michael C. Tinkler Traducido por Mª Victoria Castillo Marín
jueves, 1 de agosto de 2013
ANCILLA DEI.
En las primitivas inscripciones cristianas era costumbre que cuando una mujer moría se le colocara la inscripción “ancilla Dei”. Del significado que, en algunas ocasiones, se le atribuía a estas palabras durante la Edad Media, se ha asumido sin tener la absoluta certeza, que las personas así calificadas durante la primera era del cristianismo eran vírgenes consagradas. Las inscripciones en las que aparecen estas palabras, pueden ser de dos tipos: uno, en el que se tiene la seguridad de que esa persona era ancilla Dei; y el otro, que hace evidente que esta inscripción se le colocaba también a personas que no eran religiosas, siendo estas últimas las que aquí nos ocupan. El primer grupo es el más numeroso, pero el segundo es el más explícito con casos como el de un marido que levantó un monumento a su mujer a quien él llama ancilla Dei -- "Laurentius Rufine coniugi Dei ancillae . . ." (De Rossi, Roma Sott., III, p. 11, n. 4); o una inscripción romana del primer cuarto del siglo VI que se refiere a una tal Guttes como ancilla Dei, y de la que se ha comprobado que era monja.“ en presencia de la hermana Guttes, una sierva de Dios” (sub presentiâ nonnes Guttes, ancille Dei). Esta referencia demuestra que incluso en el siglo VI , la inscripción ancilla Dei no era exclusiva de lo religioso ya que el autor cree necesario el confirmar explícitamente que ella era monja. (Cabrol, Dict. d'arch. chrét, 1902). Sin embargo, desde el pontificado de San Gregorio el Grande (590- 604) como norma, únicamente se le colocaba esta inscripción a las monjas . "ancillas Dei quas vos graecâ linguâ monastrias dicitis" (Greg. M. Ep., vi, 23). MAURICE M. HASSETT Transcrito por Michael C. Tinkler Traducido por Mª Victoria Castillo Marín
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